viernes, 1 de mayo de 2015

CARTAGENA NUNCA SE SUBLEVÓ (ll)




En la entrada anterior puse de manifiesto la lealtad republicana de Cartagena ante la revolución Casadista de la primera semana de marzo de 1939. En esta ocasión quiero referirme al comportamiento de la Base Naval y el Arsenal de Cartagena observaron ante el golpe de estado fascista de julio de 1936. Si bien los mandos de  las Bases y Arsenales de San Fernando (Cádiz), Ferrol (Coruña) junto con las Escuelas de Tiro de la Armada ubicadas en la ría de Marín (Pontevedra) y la Comisión Hidrográfica de Las Palmas (Canarias) se adhirieron con entusiasmo al levantamiento, la Base y Arsenal de Cartagena y la Base de  Mahón (Menorca) consiguieron hacer fracasar el golpe en esas plazas y permanecieron fieles a la República.

En Cartagena y su Arsenal el fallo de interconexión de los marinos sublevados con el ejército al mantenerse éste leal a la República tanto en la propia ciudad como en Valencia hará que el Bando de Guerra nunca llegue a leerse. Con una buena parte de los jefes y oficiales de la Base conjurados a favor de Franco, sin embargo, el tiempo perdido a la espera de la proclamación del estado de guerra por el gobernador militar de la plaza, general Martínez Cabrera, o por la jefatura de la División en Valencia, será aprovechado por los leales al Gobierno para hacer fracasar el golpe.

En la madrugada del 17 al 18 de julio, se recibe en el Arsenal y en algunos buques radiograma de Franco invitando a los jefes de las Divisiones, Escuadra y Bases Navales a unirse al levantamiento dándose cuenta del mismo de inmediato al jefe de la Base, vicealmirante Francisco Márquez Román, que envía una comisión a entrevistarse con el Gobernador Militar, el cual recomienda esperar hasta tanto no se tengan noticias de lo que esté ocurriendo en Valencia. Eso lleva al jefe del Arsenal, contraalmirante Camilo Molíns Carreras, a suspender la salida de dicha dependencia de las compañías de Marinería preparadas para intervenir en la proclamación del estado de guerra, al tiempo que una sección de guardias de asalto se sitúa en sus alrededores para tratar de impedir cualquier salida de fuerza naval hacia la población.

En la mañana del 19 se sabe que la base aérea de San Javier ha sido asaltada por la plantilla de auxiliares apoyada por personal del aeródromo de Los Alcázares siendo sofocado el amago de sublevación de sus mandos, que quedan detenidos. 

A primeras horas de la mañana del 20 el Gobierno de la República, fracasados todos los intentos de los sublevados de la Armada de proclamar en Cartagena el estado de guerra, domina y controla la situación en la Base Naval, de la que el vicealmirante Márquez entrega el mando al teniente de navío Antonio Ruiz González, el cual publica de inmediato en la Orden del Departamento un mensaje dando cuenta de la nueva situación. El texto del mismo, de clara e inequívoca significación republicana, dice:

“Marinos: La insensatez y locura de unos malos patriotas están haciendo pasar en estos momentos horas de dolor a nuestra España, a este pueblo heroico, que en los momentos más decisivos de la historia, supo tener gestos gloriosos que sirvieron de admiración y ejemplo al mundo entero. Al dirigirme hoy a vosotros, dotaciones todas de los buques y dependencias a mis órdenes, lo hago con el propósito de agradeceros la eficacísima ayuda que estáis prestando a la defensa de una causa justa, como es la de mantener las libertades del pueblo español. Me siento orgulloso de tener a mis órdenes hombres tan bravos, hombres tan dispuestos a cualquier sacrificio; en una palabras, hombres tan hombres. La República necesita, en estos momentos, de todos los que se sientan españoles honrados. Fuerte ha sido hasta ahora el estado de vuestro espíritu, y así debe continuar hasta el aplastamiento de los traidores, ya en estos momentos debatiéndose en sus últimas resistencias a las fuerzas leales al régimen.
Por las calles de las ciudades y en el campo, las milicias del Frente Popular, las tropas leales y la aviación, conscientes de su deber, se baten y dan su vida generosa por la República; pero vosotros, en vuestro lugar, no habéis cumplido menos que los otros; a vosotros, dotaciones todas, os cabe el orgullo de haber contribuido a ahogar, en su nacimiento, este criminal intento; a vosotros os corresponde quedaros en vuestro sitio, pero siempre dispuestos a cumplir las órdenes que, para el bien de España, os den vuestros superiores, dentro de la mayor disciplina, el mayor orden y la mayor serenidad, para que nunca puedan achacaros delitos que el enemigo comete; continuad siendo fieles; aprestaros a la lucha y, cuando sea hora, demostrad con vuestra fuerza al servicio de la justicia, que todo lo dais por una patria noble a la que unos bastardos han intentado deshonrar en su criminal intento. De esta manera salvaréis a la República y daréis honor a la Marina, cuyo glorioso uniforme, para el bien de España, vestís. 
Pocas horas le quedan a los traidores de resistir el impetuoso ataque que nuestras fuerzas le dirigen; pero por pocas que sean, aún seguirán regando el suelo patrio con la sangre generosa de los españoles honrados. Hay que vengar esa sangre derramada, pero para eso es preciso que, pensando en España, continuéis dispuestos a defenderla. Hasta ahora habéis dado un buen ejemplo. ¡Seguid dándolo!
Dotaciones de mi mando: ¡Viva España! ¡Viva la República! ¡Viva la valiente Marina republicana! 
Vuestro jefe: Antonio Ruiz. Vicealmirante jefe de esta Base Naval”.

En el Arsenal mientras tanto, su jefe hasta ese momento, el contraalmirante Molins, traspasará sus poderes al segundo maquinista don Manuel Gutiérrez Pérez. La lista de nuevos nombramientos, refrendada por el Ministerio de Marina, la completan Jesús Hernández Guirao, oficial 1º de Oficinas, y Eusebio Vivancos Cerezuela, nombrados jefe y segundo jefe de Estado Mayor de la Base; Carlos Balandrón Vences, auxiliar 1º Naval, ayudante mayor del Arsenal; José Meliá García, auxiliar 2º de Oficinas y Archivos secretario del anterior; por último se nombra jefe de la Flota al capitán de Fragata, Fernando Navarro Capdevila. Aquí, en Cartagena, el medallero golpista, al contrario de lo ocurrido en San Fernando y Ferrol, brillará por su ausencia.


Benito Sacaluga




Fuente: LA ARMADA ESPAÑOLA DURANTE LA GUERRA DE LOS TRES AÑOS (1936-1939)