Una
vez en poder del bando franquista las plazas de Cataluña y Baleares y la escasas consecuencias que para el devenir de la contienda supuso la victoria republicana en
las batalla navales de Cabo de Palos, la Flota permanece fondeada en el puerto de Cartagena sometida a un estado de desaconsejable inacción. Además en febrero de 1939 se habían dejado de recibir suministros procedentes de la Unión Soviética y la nueva situación en el Mediterráneo, una vez sometida
Cataluña comprometía las rutas de los barcos que los transportaban.
A
mediados de febrero el Gobierno de Juan Negrín se instala en las poblaciones
alicantinas de Elda y Petrer, próximas al aeródromo militar de Monovar, dando
lugar a la denominada Posición Yuste. Este emplazamiento y el traslado de la
plana mayor del PCE a la cercana localidad de Elda, hace pensar al PSOE que se trata de un posicionamiento favorable a la salida de España de los
comunistas ante el inminente desenlace desfavorable de la guerra, ya en situación más que
critica para las fuerzas gubernativas.
Días
después, concretamente el 12 de febrero los generales republicanos Escobar y
Matallana hacen llegar a Negrin un razonado, aunque muy optimista informe por el que se muestran capaces de
hacer frente con éxito a una nueva ofensiva de los franquistas, en base a este argumento demandan el inicio de conversaciones con los sublevados a efectos de poner fin
a la guerra. Opción y demanda aún más justificada para ellos el 26 de febrero,
fecha en la que el régimen de Franco es reconocido por los gobiernos de Francia
y Reino Unido, para más inconveniente el 28 de febrero Manuel Azaña, desde
París, dimite como Presidente de la República, dando mayor peso y viabilidad a
la conspiración entre anarquistas, socialistas y ciertos militares para
derribar el Gobierno de Negrín, anulando así al PCE y consiguientemente retomar
sin cortapisas las conversaciones con los fascistas para un fin negociado de la
guerra, una rendición republicana con condiciones, al fin y al cabo una rendición.
Para hacer frente a esta situación y con el objetivo de sembrar cierta imagen de seguridad en la
lealtad de los militares, Negrin promueve importantes ascensos y sitúa a
lideres comunistas al frente de la Base Naval de Cartagena, estos movimientos se producen el 2 de marzo.
Los
conspiradores, reunidos en torno al Coronel Casado, desconfían y ven estos movimientos como una
estrategia de Negrin y del PCE para asegurarse el control de puertos y
aeródromos y permitirles así abandonar España en cualquier momento y sin mayores dificultades..
En
Cartagena la situación era de elevada tensión, a causa principalmente de la imposibilidad de movimientos de la Flota y
por el constante crecimiento de la Quinta Columna franquista. Durante 1938 la
infiltración de simpatizantes franquistas había puesto en guardia a las fuerzas
republicanas, pero el devenir de la contienda provocó que los quintacolumnistas
aspirasen a protagonizar acciones de gran relevancia con la supuesta ayuda de parte de las
dotaciones de los buques de la Flota, donde había buen número de casadistas, como por ejemplo la toma del puerto y la base para su
posterior entrega a las fuerzas franquistas.
Juan
Negrín manda a Cartagena a Paulino Gómez Sáenz, Ministro de la Gobernación, para informar a los mandos militares y navales que la resistencia a ultranza
aún era posible, y en esa lógica era preciso designar al comunista Francisco Galán como jefe de la Base Naval de Cartagena. Los argumentos de Gómez fueron plenamente rechazados,
incluso por el Jefe de la Flota Republicana. No obstante el 3 de marzo se
publicó el nombramiento de Francisco Galán como Comandante en Jefe de la Base
de Cartagena y se determinó que la 206ª Brigada
Mixta preparase su marcha hacia la zona para abortar cualquier intento de sublevación.
No hay tiempo. Ante
los rápidos acontecimientos, al anochecer del 3 de
marzo estalla la sublevación en Cartagena, dirigida por el capitán Fernando
Oliva, Jefe de Estado Mayor de la Base; el coronel de artillería Gerardo Armentia y el comandante quintacolumnista Manuel Lombardero, tomando el control
de la base naval y el puerto. Las fuerzas de tierra sublevadas al mando de Oliva se dirigen a la
comandancia, allí arrestan a Francisco
Galán y le exigen dimitir, pero a
lo largo del 4 de marzo el cariz de la revuelta cambia; Oficiales
republicanos como Armentia se ven superados por los elementos más
proclives al bando franquista, los cuales empiezan a transmitir por
radio consignas y lemas del bando nacional proclamando que la Base Naval de Cartagena y el puerto obedecerían al gobierno fascista.
Al
conocerse este mensaje el Estado Mayor franquista ordena que zarpen desde Castellón y Málaga más de 30 buques entre transportes (entre ellos el tristemente famoso Castillo de Olite) y buques de guerra, entre los que se encuentra el crucero pesado "Canarias".
El ex-ministro comunista, Jesús Hernández, actuando bajo su propia responsabilidad como Comisario General del Ejercito, envió en auxilio de Cartagena a la 4ª División en la que iba incluida una unidad acorazada de la base de Archena.
En
paralelo, el almirante republicano Miguel Buiza mantenía una cierta neutralidad, negándose a cambiar
de bando y poner la Flota al servicio de Franco, pero a la vez rechazaba
también el intento de Negrín de imponer en la Base Naval el mando de un militar
comunista. Gran parte de los
marineros eran simpatizantes anarquistas y se resistían al intento del gobierno
de ponerlos bajo la autoridad de un jefe comunista. Así, el 4 de
marzo toman posesión de todos los buques de la flota. Al ser evidente que la
206ª Brigada, comandada por Artemio Precioso, se dirige hacia Cartagena
y amenaza con aplastar la rebelión pro-franquista, el 5 de
marzo a mediodía los marineros y oficiales a bordo de los buques abandonan el puerto y se
hacen a la mar, evitando la posibilidad de ser derribados por las baterías
costeras de Cartagena en poder de los franquistas y a la espera de
acontecimientos, valorando entretanto la opción de huir con la flota hacia el norte de África.
El golpe de
estado contra Negrín y la formación del Consejo
Nacional de Defensa en la noche del 5 de marzo termina por aumentar la confusión entre
las unidades de la flota republicana, y el día siguiente el Almirante Buiza ordena a la Flota, hasta entonces navegando junto al
puerto, poner rumbo a África. La flota republicana arriba a Bizerta (Túnez) el 11 de
marzo , donde se solicita a las autoridades asilo político para todos sus
componentes, en respuesta las dotaciones son recluidas en el campo de concentración de Meheri Zabbens. Días más tarde los
marinos franquistas viajan a Bizerta y
se hacen cargo de la totalidad de la espléndida Flota. Las dotaciones de los buques de la desaparecida Flota Republicana comienzan su largo y penoso exilio.
El
6 de marzo la Brigada Mixta 206ª , (unidad precursora de las actuales compañías
de operaciones especiales), entra en Cartagena ocupando el Arsenal, varias baterías
costeras, el control del suministro eléctrico
y las líneas de comunicación. Al día siguiente ocupan el Parque de Artillería y las
baterías de costa restantes, a mediodía la Brigada ya se había hecho con el
control total de Cartagena y todas sus instalaciones militares, habiendo apresado
además a los sublevados y
quintacolumnistas.
La
sublevación de Cartagena había sido sofocada, aunque resultase finalmente inútil como consecuencia, entre otras cosas, de la marcha de Negrin y la intervención de Casado.
Nos
queda una incógnita importante y es saber que hubiera sucedido si la Brigada
Mixta hubiese actuado antes, parece correcto pensar que la Flota habría
permanecido en el puerto y a disposición del Gobierno y Franco no habría mandado sus barcos a ocupar lo que ya erróneamente se consideraba para muchos territorio franquista recién conquistado.
Benito Sacaluga
Benito Sacaluga
Fuentes : Hugh Thomas ISBN 84-226-0873-1.Bruno Alonso ISBN 84-96133-75-3
QUINTA COLUMNA
La expresión, atribuida por unos a Mola y por otros al General Varela, se usa desde 1936 para denominar en tiempos de conflicto bélico a los sectores de la población que mantienen lealtad hacia el bando enemigo, colaborando con este desde la clandestinidad e infiltrados en el ejercito que defiende la zona o el país. Se trata pues de un conglomerado de personas desleales a la comunidad donde residen, colaboracionistas de muy diversas formas con el enemigo.
En la Segunda Guerra Mundial la expresión se siguió utilizando, en este caso la Quinta Columna estaba formada por aquellos franceses, centro-europeos,etc...,que deseaban el triunfo de la invasión de sus países por la fuerzas nazis y a tal efecto colaboraban de diversas formas con el III Reich.