Los profanos en la materia, la sociedad en general, perciben la imagen de la profesión de "Fogonero" como la de un obrero que simplemente se limita a introducir carbón en el hogar de las calderas, su imagen más común se asocia con la del fogonero de las antiguas locomotoras de ferrocarril.
Sin embargo la realidad del Fogonero Naval es bien distinta, su especialización es elevada y sus condiciones de trabajo, hasta hace bien poco, extenuantes, de elevada insalubridad y alta peligrosidad.
En los primeros vapores las temperaturas de las salas de calderas eran elevadísimas, la aireación casi nula, los alojamientos oscuros y con elevada humedad, por si esto fuera poco aparecieron accidentes de nueva naturaleza (explosiones, incendios, etc...) que aumentaban el riesgo al que estaban expuestos fogoneros y maquinistas.
El problema que persistió por más tiempo fue la lucha contra el irresistible calor en las salas de máquinas, sobre todo en los trópicos, donde los "golpes de calor" eran habituales. De aquí surgió la necesidad de mejorar los alojamientos y servicios de los fogoneros y prestarle especial atención a los sistemas de ventilación.
Los primeros buques construidos con cascos de hierro hicieron su aparición alrededor de 1840 (hace 170 años) y empezaron a botarse barcos de más de 3.000 Tn., se resolvieron muchos problemas para maquinistas y fogoneros con salas de máquinas adecuadas, pero al ser el hierro un buen conductor de calor el buque se veía sometido a temperaturas extremas, (más de 75ºC en la sala de máquinas en verano), este problema se logró resolver usando paneles de corcho, madera y pinturas especiales.
En el segundo tercio del siglo XIX las actuaciones sobre "higiene naval" emprendidas por Francia responden con rigor las demandas del sector, como demostraron los trabajos médicos de su Marina de Guerra (Fonssagrives en 1853 y André Lefevre en 1867).
En España se produce una gran mejora en la Marina Mercante al fundarse en 1.856 la empresa Antonio López y Cia. fundada por Antonio López López, Marques de Comillas desde 1.878 , con buques de 600 y 700 Tn., compañía que en 1.881 se transforma en la Compañía Transatlántica, inicialmente con buques de 2.000 y 3.000 Tn. y con velocidades de crucero superiores a los 10 nudos.
A finales del siglo XIX dos buques mercantes españoles, el "Montevideo", encargado de la repatriación a España de las últimas tropas desde Puerto Rico, una vez terminada la Guerra Hispanoamericana, y el "Buenos Aires" son ejemplo de buenas condiciones higiénicas y de seguridad para fogoneros y maquinistas.
Los viajes a las colonias de América y las Indias Occidentales se realizaban en buques como el "Alfonso XIII", gemelo del "Reina María Cristina", de 124,4 metros de eslora, con 10.000 Tn. de desplazamiento y máquina de vapor de triple expansión con potencia efectiva 5.260 CV, que proporcionaba una velocidad superior a los 17 nudos, con capacidad para 1.564 pasajeros más tripulación y carga.
Durante los años 1896 a 1898, el "Alfonso XIII" estuvo adscrito a la Armada Española y artillado con cuatro cañones de 120 mm , dos de 90 mm, dos de 37 mm y dos ametralladoras, llevando a cabo diversas misiones de transporte y patrulla. Se hundió fondeado en la bahía de Santander el 5 de febrero de 1915 al entrar agua en la bodega nº 2 a causa de un vendaval del sur, los trabajos de achique y maniobras no pudieron llevarse a cabo al estar las calderas apagadas, se escoró hasta quedar totalmente sumergido excepto el costado de babor. Posteriormente en 1.869 se publica en España el "Reglamento Orgánico", que permitió la aplicación de nuevos procedimientos higiénicos en buques, hospitales y arsenales,publicándose el "Boletín de Medicina Naval" de José Erostarbe (1878).
El cometido de los "fogoneros", empleo que en la Marina de Guerra tenia escalas de graduación, consistía básicamente en el mantenimiento de la caldera y sus elementos auxiliares, considerada ésta como una parte de la máquina de vapor.
Las calderas, cuyo cilindro exterior podía superar los 4,5 metros de diámetro, precisaban de una alimentación de carbón en el hogar con una frecuencia de suministro constante, aporte de aire para introducir oxígeno y hacer posible la combustión y adecuado enfriamiento de los gases de humo, procurando un control de la combustión tanto para mejorar el rendimiento calorífico como el consumo de carbón, también para conseguir una mínima producción de residuos volátiles procedentes de la combustión, entre otros (CO) monóxido de carbono, (CO2) dióxido de carbono y (SO2) dióxido de azufre; una concentración alta de SO2 es extremadamente peligrosa ya que su mezcla con vapor de agua lo transforma en SO4H2, "lluvia ácida", produciendo corrosiones en los elementos del sistema, principalmente en las zonas de evacuación de humos y en las chimeneas, además de gran peligrosidad para las personas expuestas a su acción.
"El 3 de noviembre de 1893, explotó en Santander el buque Cabo Machichaco, causando más de 100 muertos. Explotaron más de 50 toneladas de dinamita que llevaba como carga. La causa de esta explosión fue la rotura de una bombona de SO4H2"
Con la nave en puerto los fogoneros eran los encargados de revisar los suministros de carbón y la calidad y granulometría del mismo, agua; limpieza a fondo de los equipos, hogares y elementos auxiliares, así como la revisión de los dispositivos de control y seguridad tales como termómetros, manómetros, indicadores de acidez en humos, válvulas de seguridad, válvulas de llenado y vaciado, etc...
Tal era el grado de profesionalidad y responsabilidad en el funcionamiento de la nave y la complejidad de su labor, que su profesión llegó a ser eslabón para el acceso al rango de maquinistas.
Concluyamos reivindicando la extraordinaria importancia que está profesión de fogonero ha supuesto para la marina mercante y de guerra, hoy en día aplicada a las tareas, si cabe más complejas pero sin duda más gratas, del funcionamiento y mantenimiento de sistemas a base de combustibles líquidos .
Desde aquí un rendido homenaje a toda la profesión tanto civil como militar y por supuesto a los que desarrollaron la misma en los ferrocarriles.
Benito Sacaluga
Benito Sacaluga