Nada más comenzar la sublevación militar, Franco inició sus particulares contactos para conseguir ayuda extranjera. El día 19 de julio de 1936 y desde Tetuán (Marruecos), manda un enviado a Roma para consolidar las gestiones encaminadas a conseguir ayuda militar. El emisario de Franco será el abogado y periodista Luís Antonio Bolín Bidwel (1), llevando en su bolsillo la siguiente nota manuscrita por el general golpista:
"Autorizo a Luis A. Bolín para gestionar en Inglaterra, Alemania e Italia, la compra urgente, para el Ejército español no marxista, de aviones y material.
Tetuán 19 de julio de 1936
El General Jefe: Francisco Franco"
El día 22 de julio, Bolín se entrevista en Roma con el ministro de Asuntos Exteriores de Mussolini, Galeazzo Ciano. Para reforzar las negociaciones, Juan March se reúne en Biarritz con los monárquicos Goicoechea, Sainz Rodríguez y Zunzunegui, quienes acuerdan desplazarse a Roma en calidad de enviados del general sublevado Emilio Mola. Comienzan así unas negociaciones con Mussolini que darán un excelente resultado para los sublevados. Las ayudas italianas no tardarán en llegar. Franco envía otra misión más, esta vez a Berlín, compuesta por el comandante de Aviación Herranz y los alemanes Langenheim y Bernhardt, residentes en Marruecos; el 25 de julio se entrevistan con Adolf Hitler en Berlín, el acuerdo es inmediato y Hitler pone en marcha la "Operación Fuego Mágico", la ayuda alemana tardará pocos días en llegar a España.
Tras la sublevación militar contra el Gobierno de la República de julio de 1936, todos los submarinos de la Armada, seis unidades de la Clase B y otras seis de la Clase C quedan bajo bandera gubernamental, los sublevados, por tanto, no disponen de ninguno.
Es en septiembre de 1936 cuando los sublevados inician nuevas peticiones de ayuda ante su aliado Benito Mussolini, con el fin de que la Regia Marina les proporcione algunas unidades de submarinos, bien cedidos o si es necesario vendidos. Después de arduas discusiones, principalmente por las consecuencias que pudieran derivarse del Pacto de No Intervención asumido en agosto de 1936 por Italia, el 27 de octubre de 1936, Mussolini asume las consecuencias del incumplimiento de Pacto y, entre otros importantes acuerdos de ayuda militar, da el visto bueno para que sean cedidos a Franco dos submarinos.
El 28 de octubre, los franquistas designan a dos capitanes de corbeta con experiencia en el arma submarina para hacerse cargo de los dos submarinos italianos. Se trata de Arturo Génova Torruella (2) y de Rafael Fernández de Bobadilla (3).
A primeros de noviembre, Fernández de Bobadilla se desplaza hasta Tánger (Marruecos), puerto en donde embarca en un destructor italiano con destino a la Base Naval de La Maddalena (Isla de La Maddalena / Italia), lugar donde se reúne con Génova Torruella. Los italianos designan los dos primeros submarinos para cumplir con la ayuda solicitada. Se trata de los sumergibles 'Topazio' y 'Naiade', ambos con sus dotaciones completas de marinos italianos. Como comandantes adjuntos embarcan Fernandez de Bobadilla en el 'Topazio' y Génova Torruella en el 'Naiade', una burda maniobra exclusivamente de cara a los controles del Pacto de No Intervención.
Días después ya se encuentran operativos en las costas españolas, su misión consiste en atacar a buques de guerra republicanos y barcos mercantes con bandera republicana o rusa, que encuentren navegando por las aguas del Levante español, principalmente en las cercanías de los puertos de Alicante y Cartagena. El 'Topazio' permanece en las costas españolas desde el nueve de noviembre y hasta el día 19 del mismo mes; El 'Naiade' lo hace desde el ocho hasta el 16 de noviembre, a lo largo de todo ese periodo no consiguieron ningún objetivo. Días después se incorpora un nuevo submarino, el ‘Torricelli’ (4), comandado por el capitán de corbeta Giuseppe Zarpellon y con el sublevado Arturo Génova como comandante adjunto.
En el mes de noviembre de 1936 el ‘Torricelli' está buscando presa en aguas cercanas a Cartagena, el día 22, al amanecer, navegando frente al puerto de Cartagena avista al crucero republicano ‘Miguel de Cervantes’ que está fondeado en la rada exterior del puerto de Cartagena, casi frente a Escombreras. El submarino maniobra para posición de ataque y dispara un torpedo que impacta en el crucero. José Luís Alcofar Nassaes, pseudónimo de José Luís Infiesta Pérez, refleja en su libro “La marina italiana en la guerra de España”, publicado en 1976, unas declaraciones que recogió al comandante del ‘Torricelli’, Giuseppe Zarpellon, sobre el ataque al ‘Miguel de Cervantes’:
…Avistamos al ‘Cervantes’ confusamente, en las primeras luces del alba, mientras nos acercábamos al puerto de Cartagena… Hice en superficie la mayor parte del acercamiento y solo cuando me sumergí llamé al periscopio al comandante Génova, quién me confirmó que se trataba del ‘Cervantes’. Unos minutos antes de lanzamiento me pasó por la proa, y a muy poca distancia, un contratorpedero inglés con su bandera desplegada. Súbitamente, a mi izquierda y más cerca de la costa que el ‘Cervantes’, apareció el ‘Méndez Núñez’… Unos instantes antes de lanzar salió de entre la niebla, a mi derecha y siempre más hacia la costa que el ‘Cervantes’, otro barco de guerra, presentando exactamente la popa. Imposible atacarlo. Después del lanzamiento descendimos a 60 metros haciendo rumbo a estribor…Un cuarto de hora después, sobre nuestra vertical, los hidrófonos señalaron ruidos de hélices, pero no se nos lanzó ninguna carga. El comandante Génova me dijo << Esté tranquilo. A estas horas estarán buscando al jefe de almacén para que les dé las cargas de profundidad>>.
Creo que si el 'Cervantes' hubiera estado en el puerto, al norte del dique, hubiera sido imposible atacarlo, sobre todo con un submarino oceánico como era el 'Torricelli'.
En la noche siguiente, algunos cazatorpederos, que supusimos eran españoles, intentaron darme caza. Hubiéramos podido atacar a uno de ellos fácilmente, no lo hice por la duda, aunque lejana, de que pudiera tratarse de barcos de otra nacionalidad.
Los restos del torpedo pusieron de manifiesto que era de fabricación italiana, y dado que los franquistas no disponían de ningún submarino se llegó a la segura conclusión de que el ataque se llevó a cabo por la marina italiana. Se llevaron a cabo las correspondientes denuncias ante el Pacto de No Intervención, pero ninguno de los países que lo integraban, y a pesar de las evidencias, quiso involucrar a Mussolini en este ataque y todo quedó en nada.
Los daños causados al crucero fueron importantes, se abrió un gran boquete de 21 metros de ancho en el costado de estribor, lo que provocó una importante y constante entrada de agua. El comandante del 'Miguel de Cervantes', maniobró como mejor pudo, se puso en contacto con Norberto Morell, Jefe de la Base Naval de Cartagena y consiguieron remolcar el crucero hasta el Arsenal. El dique del Arsenal no era lo suficientemente largo para permitir la entrada del crucero, por lo que tuvo que ser alargado; de esta manera, una reparación que podía haberse realizado en poco tiempo se dilató casi 16 meses, obligando al crucero a permanecer inactivo hasta el mes de marzo de 1938, fecha en la que por fin se encuentra operativo, pero también es cierto que solo realizó salidas cortas y no llevó acabo ninguna misión importante, de aquí que el almirante franquista Cervera escribiese:
"El éxito de los submarinos italianos... no pudo ser más inmediato. al conseguir dejar fuera de combate al mejor y más moderno de los cruceros enemigos durante un tiempo superior a un año"
Los submarinos piratas italianos siguieron operando frente a las costas del Levante español y otras aguas del Mediterráneo, aunque recibieron la orden de "operar con mayor disimulo". Según la Oficina de Historia Naval de la Marina de Guerra italiana, en total fueron 55 los submarinos italianos los que, operando en el Mediterráneo, ayudaron a Franco en la Guerra de España.
Benito Sacaluga
- Archivo General del Cuartel General de la Armada
- La Marina Italiana en la Guerra de España
- Real Academia de la Historia