viernes, 25 de diciembre de 2020

JULIO DE 1936 A BORDO DEL ACORAZADO “JAIME I”, DECLARACIÓN DE UNO DE LOS OFICIALES SUBLEVADOS CONTRA EL GOBIERNO DE LA REPÚBLICA.

 

(1) El 21 de agosto de 1936 “La Correspondencia de San Fernando” publica lo siguiente:


Noticia facilitada por la Jefatura de la Base Naval
Informe del Teniente de Navío D. José María Otero Goyanes sobre la sublevación del “Jaime I”



Salimos de Santander por orden del Ministro de Marina para Vigo con objeto de rellenar de carbón y esperar allí órdenes. A la llegada a Vigo, nos encontramos con barcazas preparadas y enseguida de fondear se empezó con el carboneo, haciendo solamente 450 Tn. Estando en esa faena y a eso de las siete de la tarde del 17 de julio, vino a bordo un oficial del Ejército, el cual pasó a hablar con el señor comandante. Más tarde me enteré por el propio señor comandante que dicho oficial le había comunicado de orden del Comandante Militar de la Plaza, que a las dos de la madrugada se iba a declarar el estado de guerra en Vigo y quería saber con que gente del barco podía contar para reforzar la guarnición. El señor Comandante le contestó que no tiraría en contra y que no podía en modo alguno dar ayuda por necesitar de toda la gente por ser escasa, ya que había parte con permiso de verano.

Como luego diré, la conversación sostenida por el señor Comandante y el referido oficial, fue oída por unos cabos que fueron luego los que componían el Comité.

Mientras esto sucedía, y enterados jefes y oficiales de lo que estaba pasando en todos los barcos, por los radios sorprendidos, tratamos el tercer comandante don Carlos Aguilar Tablada y yo (ambos con la representación de jefes y oficiales mejor dicho él con la del otro tercero don Rafael Moro, pues con el segundo poco se podía hablar, pues no se daba cuenta exacta del asunto, y yo con la de todos los oficiales a excepción del capitán maquinista don Tomás Acción) de la conveniencia de obrar rápida y enérgicamente.

Como no conocíamos bien el señor comandante, por haber embarcado el día antes, decidimos plantearle toda la cuestión, cosa de la que quedó encargado el tercer comandante Aguilar Tablada. Más tarde dicho jefe me llamó y me dijo que le había hablado y que aunque sin ver en él energía, notaba que sería fácil de convencer. Se recibió luego la orden de salida para Cádiz, orden que se cumplimentó a las tres de la mañana del día 18. A la mañana siguiente y en vista del malestar que había entre los oficiales por no haberse decidido nada, fui nuevamente a hablar con el referido tercer comandante, el cual me dijo que los dos le iríamos a hablar claramente al comandante y que de esa entrevista sacaríamos ya la consecuencia para obrar, caso necesario, directamente por nuestra cuenta. Efectivamente a eso de las 11 de la mañana y aprovechando que nos encontrábamos en el puente, el tercer comandante referido, el señor comandante, el alférez de navío don Carlos Falquina (cuyo destino era el de ayudante mío en la derrota) y yo, decidimos sacar la conversación en la caseta de derrota. He de hacer constancia que con anterioridad habíamos decidido los oficiales (y los jefes creo que también) ir armados y montar una guardia permanente de seis oficiales. En la caseta de derrota empezamos a hablar con el señor comandante al cual efectivamente notamos fácil de convencer, pero sin darnos una contestación categórica a nuestras proposiciones, una de las cuales, la más importante, era al llegar a cabo San Vicente, hacer rumbo a Ceuta a donde entraríamos de noche y allí pedir una sección del Tercio para que no fuese posible ninguna sublevación a bordo. Nos pareció que el señor comandante estaba de acuerdo con esta idea, pero como digo sin darnos una contestación categórica. Después comentamos entre nosotros esta conversación y decidimos que si al llegar a San Vicente el señor comandante no se decidía en hacer rumbo a Ceuta, entonces obrar por nuestra cuenta.

Pensaba comunicar esta decisión en la cámara a la hora de comer pero no me dio tiempo por lo siguiente: A eso de las doce y media de esa mañana, y estando todavía en la caseta de derrota, el oficial de guardia teniente de navío don José Cañas, desde la puerta de la referida caseta, le dijo al señor comandante: 

“Mi comandante estoy observando una actitud especial entre los cabos los cuales se están reuniendo en cubierta y he creído ver alguna pistola”
Al oír esto montamos nuestras pistolas y salimos de la caseta. Efectivamente observamos que todos los cabos se dirigían hacia el puente y sacaban sus pistolas de debajo de las marineras. Inmediatamente se me ocurrió decirle al tercero que yo me quedaba en la escala de estribor y que fuese él a la de babor como así hizo.

El alférez de navío Falquina (con la arrancada que lo caracterizaba) quiso ser el primero en dar la cara y por la escala de babor y con la pistola en la mano, bajo a hacer frente a todos los cabos, pero antes de llegar al puente bajo el cabo de artillería Julián Fernández que venía en cabeza, le pegó un tiro en el vientre que le hizo caer.

Yo que observé esto disparé mi pistola contra dicho cabo el cual rodó a cubierta, y desde entonces se sostuvo un intenso tiroteo que durante veinte minutos impidió que nadie subiese al puente. De pronto me di cuenta de que habían herido al tercer comandante, el cual dejó por tano libre la escala de babor, por donde subieron varios cabos, que por cierto y con la cobardía que les caracteriza, al pasar ante el tercero herido siguieron disparando a bocajarro hasta rematarlo. A todo esto el señor comandante y el oficial de guardia se dedicaban a arengar a la marinería, que ajena a todo esto dormía en el castillo. Dicha marinería, casi en su totalidad, respondió con vivas al señor comandante y a los oficiales y salieron hacia popa para armarse y venir en nuestra ayuda. De pronto noté que me habían herido en un hombro e inmediatamente un golpe en el costado que me hizo caer sin sentido. Antes de esto observé que uno de los cabos que habían subido por la escala de babor disparaba por detrás sobre el teniente de navío Cañas, el cual cayó muerto sobre el puente. Cuando volví en mi, me encontré con que dos marineros me llevaban a la enfermería en medio de un fuego espantoso sobre el puente, procedente de ametralladoras instaladas en las Torres 2 y 3.  También tengo que hacer constar que los marineros que me llevaban, secundados por otros que habían llegado ya al puente en ayuda nuestra gritaban: 

“Canallas, cobardes, alto el fuego, que está don José Mª Otero herido”
.Al llegar a la enfermería me curó el médico Solana y me llevaron en unión del alférez de navío Falquina a la enfermería de infecciosos. Todo esto pasaba a la altura del cabo Mondogo costa de Portugal, y tengo la impresión de que si hubiésemos tenido un poco más de suerte y no hubiésemos caído tan pronto, otro hubiera sido el resultado de la sublevación por la cantidad de marinería que venía en nuestra ayuda, pero que al llegar al puente y encontrarse sin oficiales se iban entregando a los cabos y también a las Clases, los cuales aparecieron una vez dominada la situación en cubierta con sus pistolas.

Una vez en la enfermería me vino a visitar el Comité de Cabos, presidido por el cabo Souto, que según él me dijo era el jefe de dicho Comité. Por este Comité me enteré de que habían recibido orden de Madrid de tirarnos al agua a muertos, heridos y prisioneros, pero que ellos no hacían esto por el aprecio que nos tenían y que solamente lo hacían con los muertos, como así hicieron.

También me dijeron que habían registrado mi camarote, y que habían encontrado una porción de papeles que les hacían ver que yo me relacionaba con fascistas y que estos papeles los habían metido dentro de un sobre en donde  yo tenía que firmar diciendo que eran de mi propiedad. Los examiné y al ver que efectivamente eran míos (aunque entre ellos iban cartas de mi familia que ni siquiera me hablaban del fascio) no tuve inconveniente y firmé. También me comunicó el referido Comité que el señor comandante debía estar en un estado próximo a la locura, pues pedía a grandes voces (naturalmente yo de esto me enteré por medio de los mismos cabos) que lo detuvieran, que no podía seguir de comandante después de haberle asesinado a sus oficiales y también me enteré de que se negó a ocupar sus alojamientos terminantemente,  alojándose en una caseta de proa.

También me dijo el Comité que desde la salida de Santander estaban en comunicación con Madrid sin que nosotros nos enterásemos.

Supe también que las Clases iban haciendo de oficiales, aunque saqué la impresión de que quién mandaba verdaderamente en el barco era el Comité, siendo después del capitán de navío don Joaquín García del Valle (yo creo que antes) el comandante del barco el Oficial 3º Naval de cargo y de Oficial de puente un  segundo contramaestre llamado Juan Maniños.

He de hacer constar también, lo verdaderamente inexplicable, como es por la enfermería de infecciosos donde yo estaba, yo creo que pasó a ver como me encontraba casi toda la dotación del barco y todos en una actitud que no me es posible explicar por lo de respetuoso y verdadero afecto.

Al día siguiente y a eso de las siete de la tarde (día 21) entrábamos en Tánger en cuya entrada nos atacó un avión, dándose el caso de que la dotación se metió toda en la protectora y a su paso por delante de la enfermería yo les gritaba: “Canallas, cobardes, no dejéis a los oficiales sin proteger ni a los heridos”, dándose el caso también inexplicablemente de que no me hiciesen nada.

A eso de las ocho me desembarcaron en una camilla, en unión del alférez de navío Falquina y de varios marineros y cabos, lo cuales entramos en el Hospital Español de dicho puerto.

Los dos oficiales (Falquina y yo) entramos conducidos por el Comité y con un oficio en el que se decía que quedáramos detenidos y a disposición el comandante del “Jaime I”. En esta situación estuvimos en dicho hospital, en una sala todos los heridos reunidos. Al día siguiente falleció el cabo de artillería Julián Fernández al que yo había herido, confesándose y arrepintiéndose en alta voz de su actuación pidiéndole perdón al alférez de navío Falquina y dirigiéndose a mí en unos términos que francamente me emocionaron, teniendo que recogerle su última voluntad, que por escrito traslade al ministro de España. 

El día 29 falleció el alférez de navío Falquina, al cual dejamos en depósito en el cementerio en espera de poder trasladarlo a Tetuán con objeto de hacerle un entierro con los honores que le corresponden máxime después de haberse comportado como un héroe.

Quiero destacar asimismo, la infame conducta el Ministro de España señor Prieto y del Administrador del Hospital, tanto conmigo como con el teniente de navío Gómez Ruiz que desde el día 21 se encontraba también en el hospital por enfermo. Continuamente nos amenazaban con detenernos en el "Tofiño" o en cualquier barco de guerra. Nos prohibieron las visitas, etc, etc.

Diariamente venían a vernos el médico del “Tofiño” acompañado del Comité del barco, armados con pistolas y de paisano con el propósito de llevarnos al “Tofiño” en cuanto yo pudiese moverme, cosa que se evitó debido a la conducta admirable de los médicos Amiera y Sirven que todo lo que diga de su manera de proceder es poco.

Quiero también hacer constar la conducta de los practicantes Alcalá y Álvarez, el último de los cuales fue echado del hospital, sin duda por su actuación respecto a nosotros.

El día 9 de agosto el señor director del hospital, Dr. Amiera, recibió un telegrama del Juez Instructor de la Flota (un tal Balboa, maestre radiotelegrafista) (3) diciendo que el detenido T. de N. José Mª Otero fuese entregado en el primer barco de guerra y conducido a Málaga. Dicho Dr. entregó el telegrama al señor Ministro de Italia, el cual nos envío al Juez Instructor de Tánger (italiano), el cual al ver que estábamos detenidos nos dijo que en una zona internacional nadie podía estar detenido sin orden suya y por lo tanto si queríamos salir tanto del Hospital como de Tánger que él nos garantizaba dicha salida.

Le dijimos que queríamos entrar en la zona española, eso hicimos el día 9 acompañados por la policía. Este día llegamos a Tetuán (el  teniente de navío Gómez Ruiz y yo) presentándonos al general Orgaz y al jefe de las Fuerzas Navales, quedando agregados al Estado Mayor. 

De la actuación de los jefes y oficiales del “Jaime I” nada puedo decir de cómo se llevó a cabo, por no habérseme dicho más que estaban detenidos en una casamata. Se que el jefe de máquinas y dos oficiales maquinistas siguen actuando después de haber caído el barco en poder de los rojos.

Tetuán 15 de agosto de 1936

JOSE Mª OTERO (2)

(Rubricado)


Bien hasta aquí la particular versión de un militar sublevado sobre lo sucedido en el acorazado "Jaime I"  del 17 al 21 de julio de 1936. Un relato para sus jefes sublevados que éstos publican en la prensa local de San Fernando (Cádiz) un mes después de ocurridos los hechos, con el golpe de estado fracasado y España en guerra. Como es habitual los defensores de la libertad son calificados de asesinos, sin tener en cuenta que las víctimas fueron consecuencia de un intercambio de disparos. 

Dicen los franquistas que solo publicamos las versiones republicanas de la guerra, pues bien, aquí está la versión de uno de los sublevados, vanagloriándose de su actuación, de su rebelión contra el Gobierno legitimo, contra su uniforme, contra sus superiores y contra sus compañeros de armas, todo ello con el único objetivo de acabar con el sistema de libertades y justicia social que regía en la España de entonces. Su comportamiento le valió al sublevado José Mª Otero Goyanes la concesión de la Medalla Militar individual, que le fue concedida el 10 de noviembre de aquel mismo año. Acabada la guerra el franquismo recompensó espléndidamente a la familia Otero Goyanes. En el municipio de Ribeira una plaza lleva el nombre del militar sublevado y a la postre fiel y contumaz franquista.

El 25 de febrero de 2014, el Ayuntamiento de Ribeira, desestimó con los votos del Partido Popular la solicitud de retirada de la placa y cambio de nombre de la plaza, contraviniendo así lo dispuesto en la Ley de Memoria Histórica.




1.- Documento facilitado por Miguel Ángel López Moreno 

2.- Para saber más del firmante de la carta recomiendo visitar el siguiente enlace:

Los Hermanos Otero Goyanes


3.- José Balboa López (hermano de Benjamín Balboa) fue nombrado Juez Instructor de los procedimientos que se seguían contra los marinos sublevados. Fusilado el 29 de mayo de 1936.






jueves, 17 de diciembre de 2020

LA FLOTA YA NO ES REPUBLICANA

 

Comienza marzo de 1939, el golpe del coronel Casado contra el Gobierno de Negrín suma adhesiones. Cartagena se une a los casadistas y tanto la Base Naval como las baterías de costa y el resto de instalaciones militares de la ciudad se sublevan. La práctica totalidad de la Flota está fondeada en el puerto y sus dotaciones deciden poner a salvo los buques a la espera de una resolución del conflicto favorable a las fuerzas leales y poder volver a Cartagena. Doce buques de guerra parten hacia el norte de África sin puerto de destino predeterminado. Finalmente, tras denegar el gobierno francés el atraque en Orán o en Argel, la Flota queda fondeada en Bizerta. Lo acaecido tanto horas antes de la salida de la Flota como durante la travesía hacía África ha sido objeto de diversas exposiciones e interpretaciones y no es aquí y ahora el momento de su exposición y análisis, lo cierto es que la Flota quedó fondeada en Bizerta el 7 de marzo de 1939 y que siete días después, el 14 de marzo, todos los buques quedaron bajo la vigilancia y guardia francesa, dejando de existir la autoridad española sobre los mismos, permaneciendo así hasta el 30 de marzo, día en que las unidades navales son entregadas a los franquistas. 


Crucero republicano entrando en el puerto de Bizerta el 7 de marzo de 1939

Imagen: Ignacio Trillo


Así fue el cambio de bandera de la Flota leal a la República:

El destructor “Ciscar”, bombardeado en El Musel el 19 de octubre de 1937, cayó en manos franquistas y fue remolcado primero a Avilés y luego a Ferrol para ser reparado, quedando operativo bajo bandera franquista el 28 de febrero de 1939.

El 26 de enero de 1939 cae Barcelona y los facciosos recuperan el submarino “C-1”, averiado y en dique seco.

El 26 de marzo de 1939 el almirante franquista Salvador Moreno sale a bordo del destructor "Ciscar" desde Palma rumbo a Bizerta (Túnez) para hacerse cargo de los buques hasta ese momento republicanos.  El día 27 atraca en el puerto de destino.. El día 30 la autoridades francesas le hacen oficialmente entrega de los barcos republicanos allí fondeados: destructores “Almirante Antequera”, “Lepanto”, “Gravina”, “Ulloa”, “Escaño”, “Almirante Miranda”, “Almirante Valdés” y “Jorge Juan”, los cruceros “Libertad”, “Cervantes” y “Méndez Núñez” y el submarino “C-4”. 

Días antes, el 25 de marzo, las autoridades inglesas habían entregado a los franquistas el destructor “José Luis Diez”, que se encontraba internado en Gibraltar.

Tomada Cartagena los franquistas se hicieron cargo del semihundido acorazado “Jaime I”, totalmente inútil, y los destructores “Churruca”, “Sánchez Barcaiztegui”, “Alcalá Galiano”, “Alsedo” y “Lazaga”, los tres primeros con grandes averías y los dos últimos fuera de servicio. 

Además, en un estado inservible, se encontraban en el arsenal cartagenero los torpederos nº 4, 14, 20, 21 y 22, así como el submarino “D-1” en construcción. Hundidos y en un estado lamentable, se hallaron los remolcadores “Ciclope” y “Río Turia”, así como el submarino “B-2”. Los submarinos “B-1” y “B-3” aparecieron en Portman y Águilas, en las cercanías de Cartagena.

Moreno parte de Bizerta con toda la Flota. El día cuatro de abril los marinos republicanos que decidieron volver a España, ya prisioneros, fueron obligados a rendir homenaje a los muertos en el lugar donde se había hundido al "Baleares". La venganza franquista comenzaba. Los buques entran en Cádiz el ocho de abril.


Grupo de destructores de la extinguida Flota Republicana atracados en Cádiz
a su llegada desde Bizerta (Abril de 1939)

El almirante Moreno insistía en que los marinos republicanos que regresan a España como prisioneros a bordo de los buques bajo su mando incluían a un buen número de "significados criminales" e "individuos de cuidado", para lo que deberían prepararse campos de concentración.

Los marinos leales que no regresan a España comienzan un exilio que sería cuando menos trágico. Exilio que queda amplia y detalladamente tratado en el libro de Victoria Fernandez Díaz "El exilio de los marinos republicanos"



Benito Sacaluga


lunes, 23 de noviembre de 2020

EL “ANDUTZ MENDI” Y EL SUBMARINO “GENERAL SANJURJO”

 

Agosto de 1937

El submarino pirata “General Sanjurjo”, ex “Torricelli” italiano (1), que había salido de Sóller (Mallorca) el día 22, al mando del capitán de corbeta Francisco Núñez Rodriguez (2), atacó con torpedos a las 19,00 horas del día 26 a un vapor de unas 1.500 toneladas, a una milla al este de Cabo Cervera, sin obtener resultado, ninguno de los torpedos lanzados alcanzó al vapor. 




A las 08,00 del día 28, en los límites de la frontera con Francia atacó a un vapor cargado, escoltado por patrulleros, sin resultado, los torpedos pasaron de largo. El vapor se refugió en Puerto de la Selva (Gerona).

El 29 a las  07,00 volvió a atacar a un convoy, a unas 10 millas al este de la frontera. El convoy estaba compuesto por dos petroleros de Campsa y el carguero “Andutz-Mendi” (3) de la naviera Sota y Aznar, protegido por dos destructores republicanos hasta cerca de Cabo Creus (Gerona).

El ataque con torpedos falló. El submarino salió a flote y se dirigió a cortarle la derrota a Marsella. A las 15,00 del día 29 alcanzó al convoy y lo atacó con sus cañones de 10 mm., a unas 4 millas al sur de la farola de Aguas Muertas, incendiando y averiando seriamente al “Andutz-Mendi” y causando la muerte de 20 miembros de su tripulación; el carguero se refugió en aguas francesas.




Posteriormente, el “Andutz-Mendi” logró llegar a Barcelona y ya reparado continuó sus viajes a la URSS, para terminar hundido por la aviación sublevada en el puerto de Barcelona en enero de 1939. Fue reflotado y recuperado en febrero de 1940 siendo rebautizado como “Monte Buitre”. Fue desguazado en 1962.


**************

(1) El "Torricelli", rebautizado "General Sanjurjo", primero cedido por Italia y posteriormente, en abril de 1937, comprado por los sublevados junto con el "Archimede", rebautizado como "General Mola". Como dato curioso, el propio Franco ordenó que dichos submarinos llevaran los numerales C-5 y C-3 respectivamente, lo que sembró el desconcierto entre la Flota leal, dado que ambos sumergibles ya habian sido hundidos se especuló con que habian sido reflotados por los sublevados, con ese nombre figuraron hasta bien entrado el verano de 1937. La primera misión de estos submarinos piratas con pabellón franquista (Mayo de 1937) fue patrullar el Canal de Sicilia en busca de mercantes con destino a puertos republicanos.

 

(2) Francisco Núñez Rodriguez, ferrolano, hijo del que fuera ministro interino de Marina en 1930 vicealmirante José Núñez Quijano. Capitán de corbeta en 1936, fue uno de los principales colaboradores del alzamiento militar de julio de 1936 en Ferrol. Puso en estado de defensa la Base de La Graña, de la que era Jefe, y logró dominar los conatos de resistencia de la marinería leal a la República. Durante la Guerra Civil fue comandante de varios buques, entre ellos el destructor "Velasco". Comandante del submarino "General Sanjurjo" desde 1938. Tras la Guerra Civil ascendió sucesivamente a capitán de fragata (1940) y capitán de navío (1945). Jefe del Estado Mayor de la Escuadra (1950). Comandante del crucero "·Almirante Cervera" (1951-1953). Secretario General del Gobierno de Guinea (1955-1957). Contralmirante (1957). Gobernador General de Guinea Ecuatorial (1962-1963). Vicealmirante (1963). Capitán General del Departamento de Ferrol (1966-1968). Almirante (1966). Tuvo la Gran Cruz de las Órdenes de San Hermenegildo, Mérito Naval y Cisneros, la Encomienda con Placa de la Orden de África y varias cruces y condecoraciones de campaña. (RAH).

 

(3) El “Andutz Mendi” fue construido en 1929, en los astilleros Willian Gray & Company Ltd, (West Hartlepool, Inglaterra) para la naviera Sota y Aznar.. Tenia una eslora de 98,63 metros, 11,90 de manga, con 1.800 TRB y 3.030 TM de carga, 900 CV de potencia en máquinas, combustible fuel-oil y una velocidad nominal de 11 nudos. (Naviera Sota y Aznar).


sábado, 21 de noviembre de 2020

LOS NÁUFRAGOS DEL "BALEARES" Y LA GRAN BRETAÑA.

 


Noche del 5 al 6 de marzo de 1938.- Una vez hundido el crucero faccioso “Baleares” por buques de la Flota Republicana, dos destructores ingleses proceden a recoger a los náufragos, entregándolos después a la marina sublevada. 



El que fuera contralmirante de la Armada Republicana, Valentín Fuentes López, Subsecretario de Marina en la fecha del hundimiento, no conforme con la entrega de los náufragos a los franquistas, con fecha del 13 de marzo de 1938 se dirige por Oficio a Indalecio Prieto, ministro de Defensa en los siguientes términos:


MINISTERIO DE MARINA

Excmo. Sr. Ministro de Defensa Nacional

Consultado el Jefe de la Asesoría Jurídica de esta Subsecretaría sobre los hechos acaecidos con motivo del combate naval últimamente celebrado, me manifiesta lo siguiente:

En cumplimiento a su respetable orden, tengo el honor de informar a V.E. lo siguiente: En el combate naval celebrado en Cabo de Palos el día 5 del actual, entre la Flota Republicana y los cruceros facciosos “Baleares”, “Canarias” y “Almirante Cervera”, con el resultado ya conocido, es notorio que dos horas después del encuentro llegaron a aquel lugar los destructores ingleses “Boreas” y “Kempenfelt”, encontrándose el “Baleares” abandonado por los demás buques de su escuadra y hundiéndose lentamente envuelto en llamas.

Ambos destructores ingleses prestaron auxilio a los tripulantes del crucero rebelde y a ellos se debe el salvamento de los supervivientes, está probado que cuando, ya de día, acudieron los demás cruceros facciosos no se decidieron a arriar los botes y emprendieron inmediatamente la fuga al presentarse la aviación leal. No se le oculta al Asesor que suscribe el generoso gesto de la Marina de Guerra británica, merced al cual salvaron la vida de unos náufragos, abandonados en trance de muerte por sus compañeros. Y el Gobierno legítimo de la República, que lo es de todos los españoles, debe agradecer el auxilio oportuno de los buques de esa nación amiga, y se complace en reconocerlo así. 

A esta noble intervención humanitaria nada habría de añadirse después de lo dicho, sino que fuera que después de haber quedado los náufragos al amparo del pabellón británico y gozado con ello del beneficio de esta territorialidad, al pisar las cubiertas de esos buques de guerra, fueron devueltos aquellos a los buques facciosos, con lo que se facilitó al rebelde el concurso de tripulaciones avezadas que puedan tomar de nuevo las armas contra el Gobierno legítimo de su nación.

Con el Gobierno de S.M. Británica sostiene el de España relaciones de amistad, que se han fortalecido, negándole aquel reiteradamente a los sublevados el derecho de beligerancia y manteniendo su representación diplomática con el de la República soberana.

Por Decretos de 25 de julio y 14 de agosto de 1936, declaró el Gobierno legítimo que los buques rebeldes quedaban fuera de la ley, excluidos de las listas de la marina militar y sin derecho a usar el pabellón español, perdiendo todo carácter militar las dotaciones que los tripulan, y debiendo, en consecuencia, ser considerados como piratas, que podían ser detenidos y apresados en alta mar o en cualquier puerto en que se encontrasen, para ser juzgados sus tripulantes, con arreglo a las normas internacionales que persiguen la piratería y conforme a la legislación penal del país del buque que realizase su captura.

Conforme al artículo segundo del Convenio signado con la Gran Bretaña, el 4 de julio de 1878, se pactó que ambos estados se concederían recíprocamente la extradición por los siguientes crímenes según el artículo veintiuno. Crímenes que se cometan en el mar: Apartado a) Piratería.

Más como la entrega inmediata de  de los delincuentes a los buques del mando rebelde, efectuada por los destructores ingleses que intervenían en el salvamento, invalidó la acción del Gobierno legítimo de la República para formalizar su demanda de extradición contra los culpables, resultando evidente que por los buques “Boreas” y “Kempenfelt” se infringió el artículo 1º del Convenio y se ha colocado el caso en una situación irreparable que perjudica al Gobierno de España. Debe llamar el que informa a V.E la atención, respecto a la paradójica consecuencia que el caso expuesto revela.

Si Inglaterra hubiera reconocido la beligerancia a los rebeldes, el obligado cumplimiento de las leyes internacionales hubiera hecho preciso el internamiento de los náufragos. Pero la realidad es otra; el Gobierno de la Gran Bretaña no ha reconocido el derecho a beligerancia a los sublevados y, según ha declarado explícitamente, no reconoce otro representante de la nación que el de la República Española. Ahora bien, si en el primer caso, más favorable a los rebeldes, era obligado el internamiento de los náufragos, en el segundo, más favorable a Gobierno legítimo, se imponía, cuando menos, una solución de este tipo, cosa que, por otra parte, hubiera supuesto una interpretación errónea del mencionado Convenio de extradición.

Lo que tengo el honor de trasladar a V.E. a los efectos que sean oportunos. Barcelona 13 de marzo de 1938.- El Subsecretario.- Valentín Fuentes –rubricado-.

 


En los Archivos y unida a lo anterior se encuentra el siguiente párrafo: 

Séptimo.- Al ser transbordados a otros navíos facciosos, o desembarcados en territorio sometido a los rebeldes, los supervivientes del “Baleares” que recogieron los navíos británicos, transbordo y desembarque seguramente efectuados sin tomar siquiera la filiación de los náufragos, el Gobierno Británico, implicado en el Comité de No Intervención, ha perdido una magnifica coyuntura para probar que otras naciones, partícipes de dicho Convenio  lo infringen con pleno descaro, pues seguramente habría podido descubrir entre los tripulantes del “Baleares” a individuos de nacionalidad italiana y alemana pertenecientes a las respectivas flotas militares que coadyuvan a la acción de los rebeldes españoles a bordo de los buques de que estos disponen, como coadyuvan a la misma acción en el ejercito de tierra y las fuerzas aéreas de la facción muchos individuos que pertenecen a los ejércitos de tierra y del aire de Italia y Alemania.

A buen seguro que el Gobierno de España pondría lo sucedido en conocimiento del Gobierno británico, pero como bien se dice en la comunicación al ministro de Defensa la actuación de los destructores ingleses era ya irreparable. Lo peor de todo es que este tipo de "condescendencias" de los ingleses para con la armada sublevada y sus socios italianos y alemanes fue habitual durante toda la guerra; muchas, y a todos los niveles, fueron las quejas presentadas por el Gobierno republicano ante las autoridades encargadas del cumplimiento de los términos del Pacto de No Intervención, pero todas fueron en vano y las consecuencias de tales incumplimientos decidieron contundentemente el desarrollo y resultado de la guerra.

 

Fuente del documento: PARES

lunes, 9 de noviembre de 2020

APUNTES SOBRE LA FLOTA REPUBLICANA

 

(Publicado en "Ímpetu" el uno de enero de 1939)


Al lector coaccionado de antiguo por una política de tipo antimarítimo, le será difícil comprender el arduo y heroico papel que el destino reservaba a la Marina leal en el drama español. De antes pensaban los conjurados otorgarle una misión de gran importancia.



El curso de la Escuela de Guerra Naval terminó poco antes de estallar la sublevación militar. Tomaban parte en él algunos oficiales y jefes de Marinas extranjeras. La Escuadra iba a efectuar maniobras. Cuando todos los alumnos estaban preparando sus equipajes para embarcar, llegó una orden: "Los marinos extranjeros no podrán asistir a las maniobras." ¿Por qué? se preguntaron ellos, ¡Si hasta la celosa Albión lo permite! Algunos se acercaron al jefe del Estado Mayor Centra1 de la Armada  "No, no podrán asistir ustedes a las maniobras." Quedaron perplejos ante una negativa tan categórica.

Pronto iba a desvelárseles la dramática razón que les ponía el veto para ir bordo. La oficialidad comprometida quería estar a solas para organizar su sublevación aprovechando la concentración de la Escuadra con motivo de las maniobras.

Precipitáronse los acontecimientos en la forma conocida. El grito lanzado en África en la tarde del 17 de Julio repercutió dolorosamente en los corazones leales. Los rebeldes aprovechaban algunos destructores para el transporte de tropas a la Península. Otras unidades estaban en la base de Ferrol. Alguna frente a las costas lusitanas, en camino hacia el Sur. Las tripulaciones ignoraban la sublevación. La República carecía virtualmente de Armada. Para la República era preciso tomar la Flota. La radio funcionó incesantemente desde Madrid para localizar a las distintas unidades. Las dotaciones, enteradas de la rebelión, se hicieron dueñas de casi todos los barcos. Alguno, como el "Almirante Cervera" estuvo pocas horas en manos de la marinería. Encerrado en la ría ferrolana, amenazado por las baterías de tierra y la aviación, hubo de rendirse. Los otros, incorporados de nuevo a la bandera republicana, hicieron rumbo hacia los puertos leales. EI primer episodio, el más difícil, el de la toma de la Escuadra, estaba terminado.


Siguió después el periodo que podemos llamar de reorganización de la Armada. Mermados considerablemente los cuadros de Mando por la defección o el castigo de quienes los constituían, se hacía preciso reorganizarlos para dotar de eficacia a los buques. Había que crear una oficialidad enlazada en la marinería por lazos de la más severa disciplina. Surgió entonces la Escuela Naval (1), y los hombres de ella salidos, sumados los jefes y oficiales que no habían querido hacer el papel triste de agregados a la traición, reorganizaron en pocos meses los servicios a sus órdenes. El ministerio de Defensa Nacional elaboró el esquema de una organización sometida una disciplina de hierro, que nace no del temor, sino del mutuo afecto de la comprensión por cada uno de cuál es su deber para con España, de cómo por modesto o insignificante que parezca ese deber, España le necesita apremiantemente. 

A esto sigue, y se perfecciona con creciente eficacia en nuestros días, el período de la Marina organizada. Para el público destacan dos hechos de importancia: el hundimiento del "Baleares" y el paso del Estrecho por el "José Luis Diez". Para el técnico, los dos acontecimientos tienen un relieve mucho mayor que el que pueda darles el hombre ajeno a la táctica de la guerra naval. El "Lepanto” incorpora una página nueva a la historia de la Marina al destruir con un torpedo una unidad infinitamente más poderosa que él. Las unidades grandes es lo que más temen, el ataque del torpedo 

El destructor se lo juega todo. Cuando los destructores despliegan para llegar a un ataque, saben que antes de colocarse en la posición de lanzamiento les barrerá la artillería media y gruesa del enemigo. Es tan cierto esto, que en el anecdotario naval se recuerda la frase del jefe de una de las divisiones de destructores, en la batalla de Jutlandia, al recibir la orden del almirante Jellicoe para lanzarse sobre la flota alemana: "Y ahora, ¿a dónde vamos, mi comandante?, le preguntó su segundo, "Al cielo derechos, no le quepa a usted duda", respondió impávido el comandante.

La hazaña de la Flota leal al pelear en condiciones de notoria inferioridad con la enemiga, destruirle su unidad más poderosa es la mejor confirmación de la disciplina, del conocimiento y del valor de nuestros marinos. 

Finalmente, la fría audacia y la serenidad con que el “José Luis Díez", pobre barquito sin protección, débilmente artillado, salvó el círculo de hierro del enemigo, confirman el denuedo y la pericia de la Flota republicana frente la impotencia y la mala técnica del enemigo.

Y aún hay que mencionar otra labor, casi totalmente desconocida para el público, la protección de convoyes. Páginas novelescas románticas de todas las unidades de la Escuadra, pero muy en particular de esos valientes guardacostas que a diario salvan los cargamentos destinados la España leal.




(1) La Escuela Naval Popular comenzó a funcionar en diciembre de 1937.


viernes, 6 de noviembre de 2020

EL COMBATE NAVAL DE CABO DE PALOS



Una visión técnica.

(Publicado en Nuestro Ejército. Abril de 1938)



Casi todos los días llegaba a nosotros, en tono derrotista, la información de la superioridad naval de la Escuadra facciosa. Si ésta se medía de unidad a unidad, era justo el apreciarlo así, pero es totalmente falso el juzgar de esta forma la superioridad o inferioridad de una flota. Para justipreciar el valor de las fuerzas navales, se hace imprescindible tener en cuenta desde luego, la potencialidad militar de cada unidad, hacer un conjunto-flota, estudiar el valor militar de él, y al compararlo con el enemigo podremos sacar una conclusión que más se acerque a la realidad.

Es sabido que nuestros cruceros son inferiores a los iguales del tipo “Baleares”; esta inferioridad desaparecería porque nuestra flota está compuesta, además, de tres cruceros, por la escuadrilla de destructores, arma valiosa, máxime cuando se tiene enfrente una Escuadra que no cuenta con categoría de buques y esto, unido a la capacidad del Mando y demás personal de las dotaciones, fue lo que nos dio la victoria.

Indudablemente que jugó un rol importante en este combate naval, el hecho de verse el enemigo entre nuestros buques y tierra y el temor de ser lanzado a la costa le llevó a tratar de romper nuestra formación, separando la escuadrilla de destructores de nuestros cruceros, lo que, para él, significaba asegurarse el éxito del combate.

Este movimiento táctico, que le hubiera dado buen resultado de contar con destructores que pudiera emplear a vanguardia, fue una parte esencial de su derrota, puesto que así acercó sus cruceros a tiro de torpedo. Dos mil quinientos metros era la distancia que separaba a las dos flotas. 

Mando firme y temple sereno, incapaz de hacer inmutar a los hombres ante las siluetas potentes de cruceros rebeldes que avanzaban a toda la velocidad de sus turbinas, era la condición precisa para que el tiro de nuestros destructores fuese infalible. Y así fue. Para mejor comprender el desarrollo del combate naval, la capacidad del Mando, la preparación específica del Cuerpo Auxiliar, de cabos y marineros, la valentía y coraje de todos, en fin, vamos a señalar las características relevantes de la capacidad militar de los buques que se enfrentaban.

La flota facciosa estaba compuesta por los cruceros «Canarias», «Baleares» y «Almirante Cervera» (los primeros de la clase “County” británica, modernos y reputados como uno de los mejores en la actualidad) el último igual a los nuestros tipo «Libertad» (hay una nota en que se dice que además eran acompañados por varios destructores tipo «Poerio», pero esto no está confirmado). La flota de la República estaba integrada por los cruceros «Libertad» y «Miguel de Cervantes» (este último inferior en desplazamiento y poder ofensivo a todos los anteriores) y por la flotilla de destructores compuesta por el «Sánchez Barcaiztegui», «Lepanto» y «Antequera» ; «Gravina» y «Lazaga», este último inferior a los demás.

Los ocho cañones que montan los cruceros tipo «Canarias», de un diámetro de 203 mm., tienen un alcance de 30 km., con un peso de proyectil de 116 kg., lo que hace un total de peso por andanada de 928 kg. El armamento del «Cervera» es de 6 cañones de 152 mm. de diámetro, con un peso de proyectil de 45 kg., lo que significa un total por andanada de 360 kg. y con un alcancede 14 km. De estos datos se desprende que, además de la enorme ventaja en alcance de la artillería enemiga, en lo que respecta a los buques tipo «Canarias», el peso total por andanada de sus barcos que entraron en acción es de 2.216 kg., mientras que la de los nuestros es de 630 kg., pues hay que tener en cuenta que el crucero «Méndez Núñez» sólo lleva seis cañones de 152 mm.



Otra ventaja de los buques enemigos es la mayor velocidad; si bien es cierto que todos ellos dieron una velocidad de 33 nudos al ser entregados a la Marina, a excepción del «Méndez Núñez», que dio 29, hay que tener muy en cuenta el tiempo que llevan navegando, pues ello significa desgaste y, por lo tanto, pérdida de potencia en sus turbinas. Nuestros cruceros hace diez años que navegan, mientras el «Canarias» y el «Baleares» fueron puestos a navegar, por los facciosos, después del 18 de julio de 1936.

El poder defensivo de estos buques (tipo «Canarias») es también superior. El blindaje de cintura de estos cruceros es de 101 mm., y el de los buques leales es de 75 mm.; además, los primeros cuentan con cubierta blindada ,de cuya defensa carecen nuestros cruceros.

En la preparación del combate, como en el desarrollo del mismo, nuestro mando tuvo en cuenta el valor agresivo y defensivo de las dos flotas, y considerando la potencia militar que daba a la nuestra la flotilla de destructores empleándola en un golpe audaz, que bien podía compensar la desproporción entre los cruceros, ordenó un movimiento estratégico que, como decimos más arriba, obligó al enemigo a colocarse a una distancia inferior a 3.000 metros de nuestros destructores, haciendo eficaz, por lo tanto, el ataque por torpedos, de tal forma, que alguno de los buques facciosos tenía que ser tocado.



El feliz resultado de esta acción, en la que se ha demostrado plenamente la capacidad táctica y el perfecto estado de la disciplina y entrenamiento de las dotaciones, ha tenido una gran importancia, toda vez que casi ha igualado la potencialidad naval en lo que respecta a los buques de línea. En cuanto a las fuerzas sutiles (destructores, submarinos) siempre fué superior nuestra Armada, puesto que los facciosos cuentan únicamente con el destructor “Velasco” aparte, claro está, de los destructores y submarinos que les ceden los italianos y alemanes, cuyo número es imposible precisar.

Si tenemos en cuenta la experiencia de este combate y ponemos en tensión todos nuestros recursos, podremos en breve plazo estar dispuestos a batir el resto de la flota rebelde, en forma absoluta, aun con la pretendida «superioridad» naval de los facciosos, y lo que esto nos traería de posibilidades para nuestra lucha sería inmenso.  


********************


martes, 27 de octubre de 2020

EL TRASATLANTICO “JUAN SEBASTIAN ELCANO” AL SERVICIO DE LA REPÚBLICA

 

Construido en los astilleros de Sestao (Bilbao), botado en noviembre de 1926. Era el primero de una serie de tres, construidos para la flota de la Compañía Trasatlántica Española. 

Tenía 145,13 metros de eslora, 9,79 m. de puntal y 17,14 m. de manga, completando un peso de 9.900 toneladas de registro bruto, con un desplazamiento máximo de 13.200 toneladas y 6.200 toneladas de peso muerto. Se propulsaba gracias a dos grupos de turbinas Curtiss-Parsons que funcionaban con el vapor obtenido de cinco calderas alimentadas por fuel-oil que, con quince hornos, trabajaban a una presión máxima de 25,20 kilos/cm2.

El 18 de julio de 1936, el trasatlántico se encontraba en San Juan de Puerto Rico. De allí zarpó en viaje a Santo Domingo, La Guaira y Puerto Cabello y después de recalar de nuevo en San Juan, hizo viaje directo a Barcelona, a donde arribó el 15 de agosto. 

A su llegada fue requisado por el Gobierno de la República para el alojamiento de refugiados, situación en la que permaneció hasta el mes de octubre. Ante la necesidad que tenía el Gobierno de la República de disponer de barcos de capacidad y velocidad para asegurar el suministro de armamento y municiones, el 15 de enero de 1937, armado con 2 cañones antiaéreos y 4 ametralladoras A.A.,  inició una ruta insólita para él hasta ese momento, se trataba de Odessa, localidad ucraniana a orillas del Mar Negro. Allí cargó trigo, algodón y material de guerra, arribando a Barcelona el 20 de febrero. Sería el primero de tres viajes; en marzo volvió, esta vez para descargar en Valencia, y el 11 de julio, deja atrás España para ya no volver. 

En septiembre de 1937, ya cargado en Odessa para partir rumbo a España, las autoridades rusas advirtieron de la presencia de submarinos italianos y alemanes en los Dardanelos esperando al buque para apresarlo o hundirlo. El buque fue incautado por la Unión Soviética, incorporándose a la Armada Soviética con el nombre de “Volga” y usado como transporte de guerra con base en Sebastopol. Más tarde fue transformado en buque hospital y su nombre fue cambiado por el de “Odessa”. Acabó sus días como mercante, con el nombre de “Jakutia” hasta su desguace en 1968.


La tripulación fue trasladada a un campo de concentración donde no eran considerados ni prisioneros de guerra, ni delincuentes, ni siquiera enemigos, solo permanecían allí. Fueron consultados sobre su deseo de regresar a España o, por el contrario, quedarse en la Unión Soviética. Unos decidieron quedarse en la URRS, otros regresar a España, como es el caso de José Conde Galiñanes, Auxiliar de Artillería del “Jaime I” y destinado al trasatlántico tras el hundimiento del acorazado, ya en España fue condenado a 30 años de cárcel por el régimen franquista; otros pidieron ser llevados a otros países europeos o sudamericanos.

*************

Extractado de: EcuRed./ Archivo Histórico del PCE. Memorias de José Conde Galiñanes/ Buques.org / Escoben.


martes, 20 de octubre de 2020

LAS OPERACIONES NAVALES SEGÚN EL JEFE DEL ESTADO MAYOR DE LA FLOTA REPUBLICANA.




El "Artabro", hundido en Málaga, febrero 1937 (1)


Con fecha del 2 de enero de 1937, Luis G. Ubieta, Jefe del Estado Mayor de la Flota, elabora una memoria dirigida al Mº de Marina y Aire sobre los puntos débiles de las fuerzas navales, entre otras puntualizaciones más, le dice al ministro:

“Es sabido que las operaciones navales tienden a un solo fin: disputarse y conseguir el dominio del mar. Si las fuerzas contendientes son muy desiguales, la inferior tendrá que limitarse a estorbar el dominio de la otra; si las fuerzas se equilibran, se disputará el dominio. En este segundo caso, vencerá el que cuente con bases de apoyo suficientes y estratégicamente dispuestas; el problema para nosotros es, pues, más de bases que de fuerzas a flote.”

Como todos ya sabemos, la armada sublevada es extremadamente inferior a la republicana en lo que se refiere a unidades navales, cuenta con Bases en el Cantábrico (Ferrol), el Atlántico (Ferrol y Cádiz) y el Mediterráneo (Palma de Mallorca), sin embargo la Flota republicana solo cuenta con la base de Cartagena (Murcia) estratégicamente bien situada en el Mediterráneo, pero lejos de Algeciras, punto caliente del tráfico entre África y la península (Punta Europa). 

En su informe, Ubieta da por prácticamente perdida cualquier opción de recuperar cualquier base facciosa, incluso la de Mallorca, limitándose a imponer la necesidad de conservar y potenciar Málaga como Base Naval, ya habilitada oficialmente como tal el 24 de julio de 1936, para así facilitar el control del Estrecho con parte de las unidades navales entonces basadas en Cartagena.

Como todos sabemos, Málaga fue totalmente abandonada a su suerte, y el 8 de febrero de 1937, transcurrido poco mas de un mes desde el informe de Ubieta, Málaga cae en poder de las tropas sublevadas. Antes de ser tomada la Base, el jefe de la base hunde el “Artabro”, el “Xauen” y dos lanchas patrulleras en evitación de que caigan en manos facciosas.




(1) Imagen publicada en "Malaga: Base Naval Accidental". Luis M.Cerdera.


domingo, 27 de septiembre de 2020

LA FLOTA PARTE RUMBO A ÁFRICA, COMUNICADOS DURANTE LA RUTA

 

6 de marzo de 1939

La Flota de la República se encuentra en alta mar, camino de las costas de África tras sublevarse Cartagena, su Base Naval y Arsenal siguiendo los planes del golpista Casado. Desde que partieron de Cartagena los buques están atentos a sus radios, necesitan conocer cual es la situación para tomar la decisión de seguir su ruta o volver a su Base.



A las 2,06 horas del 6 de marzo, el crucero “Libertad” comunica al crucero “Miguel de Cervantes” lo siguiente:

“Transmitido por Unión Radio Madrid ha pronunciado una alocución General Casado. Después habló Mera, que calificó duramente a Negrín. Inmediatamente después leyó un manifiesto anunciando la constitución de un Consejo Nacional de Defensa presidido por Casado y con la colaboración de Besteiro, Wenceslao Carrillo y Cipriano Mera. En el manifiesto se le dice al pueblo la verdad de la guerra y se califica al Gobierno de Negrín de traidor al pueblo y que tenía preparada la fuga. Apoyan al Consejo Nacional de Defensa, Izquierda Republicana, Partido Socialista, CNT, UGT, Juventudes Libertarias. Están excluidos los comunistas. ¡Ya era hora! Anuncian que se constituyen por encima del Gobierno, el cual parece que no ha dimitido todavía”.

El comunicado llega a todos los buques, se cruzan numerosos radios entre ellos, la confusión sobre la situación en Cartagena es total.

A la 5,54 desde el “Miguel de Cervantes” se emite el siguiente radio: 

“Cervantes a todos, Rumbo 277” (Rumbo de regreso a Cartagena)

Cinco minutos después de poner rumbo a Cartagena el “Miguel de Cervantes” recibe un radio del submarino “C-2”, comunicado que el “Cervantes” transmite al resto de buques a las 6,27 horas, dice así: 

“En Cartagena a las ordenes de Franco”.  

Al comunicado del “C-2” el "Cervantes" une: 

Lo que demuestra que la Base no está en poder de la República y en ese caso la opinión del Mando de la Flota es que esta no debe regresar a Cartagena.  A las 6,30 horas se emite la siguiente orden: Rumbo 232” (Abandono de la ruta de regreso). 

El radio del “C-2” fue una maniobra para engañar a los mandos de la Flota, dicho radio se puso después de zarpar el submarino, cuando su comandante huía precisamente de Cartagena con los sublevados del Arsenal tras haberse recuperado totalmente la ciudad para la República, pero surtió efecto, la Flota, engañada por el comunicado del “C-2”, no regresó a Cartagena.

El submarino “C-2” no había partido con la Flota hacía África. Cuando los republicanos sofocaron la rebelión y se hicieron con el control de la Base de Cartagena huyó llevando a bordo un número no determinado de sublevados, llegando a Palma de Mallorca y entregándose a la Armada franquista. 



Fuente de los comunicados: “La Escuadra la mandan los cabos” Apéndice 20. MD. Benavides. Edicios do Castro. 4ª Edición (2005)


domingo, 20 de septiembre de 2020

LA GESTA HEROICA Y EJEMPLAR DE NUESTRA MARINA. LA VIDA POR EL IDEAL

 

Reproduzco a continuación un artículo firmado por Pedro de Basaldúa (1), posiblemente publicado en la revista Gudari. Se trata de una recreación del combate naval de Cabo Machichaco (2), mantenido el cinco de marzo de 1937 entre bous (3) de la Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi y el crucero faccioso "Canarias".


El bou "Guipuzkoa" llegando a la costa tras el combate

Sobre la cubierta del Bou “Guipuzkoa”, allá en lontananza, a muchas millas de la costa, donde mar y cielo se funden en abrazo apasionado, ha resonado fuerte la voz de un joven oficial.

    ¡En zafarrancho de combate! ¡Cada uno a su puesto!

Y el eco metálico y vibrante de la campana se funde con el griterío y algarabía de la tripulación, con las órdenes y voces de mando y el trepidar del buque en cuyas entrañas trabajan las máquinas a toda presión…

El crucero rebelde “Canarias”, con su penacho de humo negro, a toda máquina, en ondulaciones bruscas se aproxima raudo pretendiendo darle caza.

La tripulación del “Guipuzkoa”, cada cual en su puesto, listos los cañones, espera impaciente.

- No lleva bandera, dice el oficial con los prismáticos en la mano.

- Parece un buque inglés, afirma otro.

Y de pronto un resplandor siniestro y un estampido formidable como choque de nubes. A borbotones ha saltado el agua a un costado del bou.

- Es un buque faccioso, se oye en cubierta.

- ¡Cada uno en su sitio, muchachos! ¡Disparen! exclama el capitán.

Lenguas de fuego se divisan por doquier. El estampido de los cañones es ensordecedor. El bou se agita furioso e intensamente. El mar encrespado salta con ímpetu barriendo la cubierta.

Se repiten e intensifican los estampidos del cañón. El “Canarias”, desde sus torretas acorazadas lanza proyectiles y más proyectiles en grupo, sin cesar. Así va dibujando una línea en torno del bou que avanza a toda marcha en dirección a la costa. Y mientras tanto, sus dos cañones vomitan metralla sobre el crucero.

De súbito, un golpetazo horrible hace tambalear al bou. Sobre una de sus piezas ha caído un proyectil. Tres hombres yacen en el suelo desangrándose, muertos. En el puente otros dos proyectiles, estos incendiarios. Y también allí, dos hombres envueltos entre maderas y llamas, humo y asfixia, carbonizados.

Estado del cañón de proa tras el combate


Desde la otra pieza continúan disparando los marinos del bou, manteniendo así la distancia al crucero faccioso.

Llamas imponentes se elevan al cielo. El fuego se extiende rápidamente. Y envueltos en aquel infierno , dentro de los dos puentes incendiados, entre escombros se dedican a retirar bombas de mano que explotan a cada momento.

Todo está envuelto en humareda densa y negra. Y trepida hasta romper los oídos, el cañonazo bárbaro y terrible.

Un trozo de metralla, de aquella metralla que llueve sobre cubierta, perforando y destrozando todo, incluso carne joven, inutiliza el último cañón, que queda encasquillado.

- ¡Prepárense con bombas de mano! Es la voz de mando en aquella hora trágica.

Y n aquel momento de dramática decisión definitiva, las voces todas gritan con entusiasmo y júbilo:

-¡ Las baterías le han tocado! Mirad, mirad la columna de humo.

Y así es. Un cañonazo de nuestras baterías de costa ha dado en la cubierta del “Canarias”, que se aleja rápido y medroso. 

Avanza entonces el “Guipuzkoa”, sin mando en el timón, sin rumbo fijo y envuelto en llamas, como hoguera viviente.

Desde la costa vemos con inquietud en el corazón como luchan a bordo medio desnudos, entre el fuego y los escombros. Allí vienen rotos, heridos, con sus muertos, pero sin entregarse, sin levantar bandera blanca, triunfan tes en la lucha brava y desigual.

Y en el mar continua la gesta heroica. El bou “Nabarra”, protegiendo al vapor de pasaje “Galdames” y bou “Donostia”, se enfrentan ahora al crucero “Canarias”. Y mientras se desarrolla la lucha épica, gloriosa para la marinería vasca, el bou “Bizkaya” arrebata al “Canarias” el buque mercante “Yorkbrook”, con armamento y material de guerra para los facciosos, entrando en Bermeo y custodiándolo allí.

¡La lucha del “Nabarra”! ¡El episodio más emocionante, más profundo, más lleno de grandiosidad y maravilla. Hecho el más dramático y heroico de la guerra toda. ¡ Un bou de dos cañones frente a un crucero gigantesco, cincuenta hombres de tripulación frente a más de seiscientos!

Bou "Nabarra"

El pasado todo de la raza vasca encarnado en el corazón y el temple de estos marinos.

El bou agitado por los cañonazos, impulsado por las olas, ya parecía elevarse a las nubes, ya hundiéndose entre dos montañas de agua. Los proyectiles caían ciegos sobre él. No obedecía el timón. Ardía todo. Se ladeaba a veces como si fuera a volcarse. El agua que subía por encima de la cubierta la barría con furia y penetraba hacia el fondo. Y ambos continuaban disparándose proyectiles. Y ambos también haciendo blanco.

El “Nabarra” era una llama, sus hombres al pie del cañón, sobre cubierta, manteniéndose con fe y entusiasmo. Medio desnudos, sangrando, destrozados por la lucha, al fuego y la metralla aguantaron más de tres horas de encarnizado combate con la mole artillada. Al fin, agujereado, roto, comenzó a hundirse. Y hasta que se escondió en la encrespada mar continuaron en su puesto los héroes firmes en su ideal, musitando una oración en sus labios pálidos y temblorosos.

Con bravura, con heroísmo e ideal, iluminado todo por la fe dieron la vida quienes han escrito la página más hermosa y conmovedora de esta guerra bárbara y cruel.

Pedro de Basaldúa 



(1) Pedro de Basaldua Ibarmia. Baracaldo 1906 – Buenos Aires (Argentina) 1985. Escritor, político (PNV) y periodista. Director de la revista Gudari. Fue uno de los fundadores del Instituto de Estudios Vascos. Dirigió el Eusko Deya. Miembro de la Sociedad Argentina de Escritores. 

(2) Enlace recomendado en el que se explica con todo detalle el combate de Cabo Machichaco:

EL DESIGUAL COMBATE NAVAL DE CABO MACHICHACO (1937)

(3) Buques bacaladeros artillados para la protección del tráfico mercante y de los pesqueros que faenaban en aguas territoriales vascas, integrados en la Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi (1936-1939)


ANEXO

VICTIMAS DE LA TRIPULACIÓN DEL BOU “GUIPUZKOA”,  TRAS EL COMBATE SOSTENIDO CON EL CRUCERO FACCIOSO “CANARIAS”  EL DÍA 5 DE MARZO DE 1937.


Muertos

Francisco de Elordi Bilbao. Artillero. 24 años

Faustino Bastida Martínez. Cabo de Artillería. 32 años

        Heridos

Pedro Benítez Pérez. Engrasador. 24 años

Basilio de Badiola Arroita. Oficial 3º. 23 años

Jacinto de Usategui Uría. Artillero. 23 años

Atanasio Camín Ucin. Mozo. 26 años

Manuel Aranguren Iñarra. Marinero. 26 años

Angel de Irurrate Txopitea. Cabo de Marinería. 45 años.


Fuente: Gobierno de Euskadi. Jefatura de Marina. 






sábado, 12 de septiembre de 2020

JUAN CONESA CASTILLO, CABO APUNTADOR DE ARTILLERÍA

 

(Extractado de “Juan El Ruso”. Luis Miguel Pérez Adán (1). La Verdad. (4/11/2019)


Juan Conesa Castillo nace en Cartagena en 1914. A los 16 años ingresa en el Arsenal como aprendiz de marinero, iniciando una carrera como marino militar. En 1935, embarcado en el destructor 'Alcalá Galiano', obtiene el grado de cabo apuntador de artillería.

El 18 de julio de 1936, al iniciarse la Guerra Civil, se encontraba representando al Arsenal de Cartagena en unas pruebas deportivas, en las cuales obtuvo medalla de oro. A su llegada a nuestra ciudad es detenido y encarcelado en la prisión de San Antón. Finalmente es liberado el 17 de enero de 1937 y destinado al acorazado 'Jaime I', donde permaneció hasta que se produjo su voladura en el espigón de La Curra el 17 de junio de 1937. Precisamente él se encontraba de guardia ese día. Herido en el pecho, cayó al agua pero tras una breve recuperación, volvió a ser embarcado, esta vez en un buque mercante de nombre 'Cabo de San Agustín'.

Con este barco, al servicio del Gobierno de la República, realizó varios viajes desde Cartagena a la ciudad soviética de Odesa, en el Mar Negro, transportando material bélico. Fue allí cuando, en marzo de 1939, encontrándose a punto de partir de nuevo hacia Cartagena desde el puerto ucraniano, la guerra terminó. Los soviéticos impidieron la salida y se incautaron de este barco, junto a otros cuatro más, y detuvieron a sus dotaciones.

Junto a otros grupos de republicanos, pilotos de aviones que estaban en la academia militar de Kirovabad, se convirtieron sin quererlo en unos exiliados circunstanciales. Se calcula que había unos 4.195 republicanos españoles (891 políticos, 192 alumnos en aviación y marinería, 130 profesores y 2.982 niños).

Algunos se incorporaron a la lucha contra la Alemania Nazi, encuadrados en el Ejército Rojo, y obtuvieron la nacionalidad rusa. Otros solicitaron el exilio a terceros países, como Méjico o Francia, y un tercer grupo expresó su deseo de regresar a España. Juan Conesa quería volver a Cartagena, donde su novia, Dolores Beján García, le esperaba para casarse con él.

Sobre estos últimos se levantó la sospecha, por parte del comisariado del pueblo, de que, si querían volver a la España de Franco, es que eran fascistas y por lo tanto «enemigos del pueblo» y «antisoviéticos», terrible acusación que solo tenía una respuesta: el internamiento en un Gulag (campos de trabajos forzados dirigidos por la policía de la Unión Soviética y la KGB). Las condiciones en estos campos fueron terribles hasta 1953, cuando murió Stalin. Se calcula que más de dos millones de personas murieron en estos denominados Gulags.

Olvidados por todos y sometidos a las purgas estalinistas, fueron de gulag en gulag, al cual peor. Juan Conesa y otros 48 marinos estuvieron en campos siberianos como Norilsk y Krasnoiarsk, campos de la estepa de Kazajstán como Spassk y Kok-Uzek o campos occidentales, como los de Odessa, Cherepovetz, Borovitchi, Stalino y Vorochilovgrad. Muchos de ellos no pudieron sobrevivir al trabajo impuesto, a la falta de comida, a las pésimas condiciones de higiene, a las enfermedades, al frío siberiano y al calor estepario. Solo una gran capacidad física, como la que tenía Juan Conesa le permitió sopórtalo.

El destino quiso que compartiera penalidades en estos Gulag con los prisioneros españoles de la División Azul, que habían ido a Rusia a combatir al comunismo encuadrados en el ejército alemán. Ya no estaban separados por ideología ni por trincheras, ahora conllevaban penalidades y sufrimiento.

Solo la habilidad de Juan, al facilitarle sus datos a un prisionero alemán repatriado, hizo posible que la Cruz Roja pudiera incluirlo en sus listas para que, tras 15 años de internamiento, pudiera regresar a España en el mismo barco que lo hicieron los últimos divisionarios. Fue el 2 de abril de 1954. El navío griego 'Semíramis' atracó en el puerto de Barcelona. A bordo había 286 repatriados españoles, entre los que se contaban 248 soldados de la División Azul y 38 republicanos de izquierda (19 marineros, 12 pilotos, 4 niños de la guerra y 3 miembros de la embajada berlinesa). Juan Conesa había regresado.



Llegada al puerto de Barcelona del buque griego 'Semíramis', el 2 de abril de 1954, con Juan Conesa a bordo.
Imagen: La Verdad

Cartagena, 30 de abril de 1954. En la estación de tren, Dolores Befán García espera la llegada de Juan. Él tiene ahora 40 años. Cuando se vieron por última vez tenía 25, han muerto sus padres y dos hermanos, pero su novia le está aguardando. Se casarían unos meses más tarde, iniciando una nueva vida en Cartagena, junto a su familia, como si nada hubiera pasado. Juan 'el Ruso', que así será conocido ahora por saber hablar en ese idioma, encontró trabajo, primero en el Ayuntamiento y después en el Instituto Nacional de Previsión. Nunca perdió su porte atlético y siempre agradeció que la vida le hubiera dado una segunda oportunidad.



(1) Luis Miguel Pérez Adán es historiador y Cronista Oficial de Cartagena.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

JOSÉ PÉREZ JURADO, JEFE DE DERROTA DEL CRUCERO LIBERTAD


Publicado en "La Voz" (Alicante) el 19 de agosto de 1936.




Un marino alicantino, uno de los pocos funcionarios netamente republicanos del Ministerio de Marina y alto funcionario de la Dirección de la Marina Civil, D. José Pérez Jurado, ha estado breves horas en Alicante. En la actualidad el Sr. Pérez Jurado es Jefe de Derrota del crucero "Libertad". Hemos conversado con él y nos ha hecho historia de las actividades de la escuadra leal en el transcurso de la lucha contra loa facciosos.


Por orden del ministro de Marina, comienza diciendo, en la madrugada del 24 de julio se me hizo salir en avión para Los Alcázares con la misión de arrojar periódicos de Madrid sobre Albacete en plena sublevación.Cumplida la misión, desde Los Alcázares, en un hidroavión, en un salto sobre el mar, llegué a Málaga, lugar de mi destino. 

En la madrugada del día 25 se me dio el puesto de Jefe de Derrota del crucero "Libertad", barco insignia de la flota que mandaba D. Miguel Buiza, jefe competentísimo, republicano y patriota digno de mandar aquellas tripulaciones, de cuya abnegación y entusiasmo por las fuerzas republicanas, destreza y disciplina nunca se podrá hacer el elogio merecido.

A poco de embarcar, el "Libertad", con el "Cervantes" y el "Jaime " se hacía a la mar, dispuesto y preparado para el combate.

EL CRUCERO "LIBERTAD"

En línea, la Escuadra pasó junto a las costas africanas. Era un tanteo preliminar. Marchábamos a 16 kilómetros de la costa, y al ofrecernos Ceuta blanco se abrió fuego de cañón contra la plaza durante hora y media. Nuestras baterías vomitaban fuego sin cesar, y del certero tiro de nuestros artilleros darán fe los ceutíes. La artillería enemiga nos contestó; pero sus tiros quedaron enormemente cortos.

Los buques pasaron de largo indemnes, para volver a poco, y ya a una distancia de nueve kilómetros, reproduciendo el cañoneo, que duró otra hora y media, con eficacia aún mayor. Ceuta, mejor dicho los rebeldes de Ceuta, contestaron torpemente. Sus proyectiles ya no caían lejos, sino que iban festoneando nuestros navíos, pero sin lograr hacer un solo blanco No demostraron, no han demostrado todavía, su pericia y su destreza los artilleros de Marruecos. Un trimotor salió en nuestra persecución; pero tampoco los bombardeos se acreditaron, y el aparato volvió hacia Río Martín, habiendo perdido el tiempo. El "Libertad" regresó a Almería después de esta magnifica diversión estratégica. Los otros dos buques, a su base de Málaga.

CONTRA MELILLA

El domingo 26 se reunieron los tres barcos en el centro del Mediterráneo, y a las tres de la tarde se presentaron frente a Melilla, abriendo fuego de cañón contra la plaza, fortificaciones y aeródromo de Mar Chica. El bombardeo no cesó durante cuatro horas. De sus efectos debe hablar mejor el enemigo. Durante toda la acción no cesaron de zumbar sobre nosotros los aviones facciosos; pero inútilmente. Los buques regresaron sin novedad a Málaga. Estas operaciones se simultanearon con la no menos importante de vigilar las costas africanas para impedir, como se ha impedido, que de allí vinieran fuerzas sublevadas a España.

EN EL ESTRECHO

Otro día, nuestros tiros fueron contra las fortificaciones del Estrecho, principalmente contra las de Tarifa. Y siempre, los buques regresaron a sus bases sin novedad y con la tripulación completa y llena de fe en la victoria.

OPERACIÓN SIMULTÁNEA. ALGECIRAS Y EL "DATO"

El 7 de agosto se llevó a cabo una operación de mayor envergadura. Ya ha hablado minuciosamente de ella la Prensa. Fue una operación simultánea, bombardeándose terriblemente Ardía, Larache, Cádiz, Ceuta y Algeciras. La fase más importante se desarrolló frente a Algeciras y a la vista del vecindario de Gibraltar, en buena parte integrado por los fascistas monárquicos huidos. Ellos tendrán recuerdo trágico de lo que sus ojos vieron.

"El Libertad" preparó la operación, acallando los fuegos enemigos de Punta Carnero y Getares en Algeciras, y el "Jaime I", majestuoso y temerario, penetró en la bahía hasta dos mil metros, abriendo un cañoneo terrorífico, certero e incesante sobre el cañonero "Dato", al que el segundo blanco abrió brecha en su costado, haciendo saltar la santabárbara, quedando envuelto en llamas y destruido. Luego, el cañoneo terrible iba destruyendo la Aduana, los almacenes del puerto, estación del ferrocarril y los depósitos de municiones, así como dos barcos transportes que los rebeldes tenían requisados. Los gigantescos incendios envolvían Algeciras y las explosiones de los depósitos de guerra atronaban constantemente el espacio. Un proyectil cayó en la comandancia militar, destruyéndola, y a continuación otro convirtió en ruinas el Cuartel de Artillería y otro, después, acabó con la central eléctrica. Fue algo espantoso. Difícilmente se dará al enemigo un castigo tan severo. La población, empavorecida huyó al campo entre columnas de humo, estampidos y explosiones incesantes.

La operación tuvo otra fase. Temiéndose un bombardeo de los facciosos, se cañonearon las concentraciones enemigas entre el río Guadiaro y La Línea, en combinación acertadísima con la aviación leal. ¡Sin una baja!

Por la tarde del mismo día, el "Cervantes" se incorporó al "Jaime” y al "Libertad". Entrando en la bahía de Algeciras daba la impresión de ser una ciudad muerta, deshabitada.

Y así, durante más de veinte días han luchado los buques republicanos, eficazmente ayudados por la aviación, y así seguirán luchando hasta el fin. Las tripulaciones, bravas y entusiastas, no se dejarán vencer.

Ahora regreso a Madrid, termina diciendo el señor Pérez Jurado, para dar cuenta al ministro de la actuación de la Armada en esos días y para que se me destine  a donde hagan falta mis servicios.




jueves, 27 de agosto de 2020

DON VALENTIN FUENTES, ALMIRANTE DE LA REPÚBLICA (1882-1975)



(1) La ilustre figura del que fue Almirante de la República, don Valentín FUENTES LÓPEZ, a quien hoy rendimos homenaje y de cuya vida recordamos algunos trazos, permanece y será un ejemplo por sus virtudes castrenses.

D. Valentín Fuentes con los
galones de Contralmirante.
Marino, muy joven pisó por vez primera las cubiertas, toldillas y puentes de los buques de guerra, surcando las aguas de diferentes mares. Ocupó puestos de responsabilidad embarcado y en tierra, saliendo siempre airoso, incluso en momentos difíciles, demostrando en todas las ocasiones sus dotes de valor, inteligencia, razonamiento y conocimientos técnicos.

Ingeniero Geógrafo, conoció los picos, crestas y valles de nuestra geografía nacional, conjugando alternativa y perspicazmente sus dos actividades terrestres y navales. En el exilio mantuvo su invariable dignidad, fiel a sus ideales republicanos hasta su último momento. En la madrugada del cinco de junio último (1975) se extinguió, causándonos una inmensa pena, sin tener la dicha de ser testigo de la desaparición del odioso y criminal régimen que combatió.

Por encima de este triple aspecto de su vida, flota su caballerosidad intachable, el cumplimiento del deber, con sus diferentes corolarios; abnegación, sacrificio, valor y disciplina. Lealtad: haciendo honor a la palabra dada de defender el régimen que un día escogió libremente el pueblo español, defendió la República, mientras tantos compañeros se sublevaban, adquiriendo el título de traidores. Su vida fue un modelo a imitar, un símbolo para las generaciones actuales y venideras, que no deben olvidar.

El que más tarde sería marino, nació lejos de la mar, al pie de los Pirineos aragoneses, en Huesca, el 26 de febrero de 1882. Ingresó, por oposición, el día 9 de enero de 1899, cuando tenia diez y seis años todavía, en la Escuela Naval Militar, que se encontraba embarcada en el buque-escuela "ASTURIAS", vieja fragata de madera de 1.576 toneladas que había sido botada el año 1857. Fue promovido a Guardia Marina dos años más tarde, y en otros dos a Alférez de Fragata, siendo nombrado Alférez de Navío el 12 de julio de 1904.

Fragata "Asturias"
Escuela naval Flotante
Ascendió sucesivamente a Teniente de Navío el 22 de abril de 1912; a Capitán de Corbeta el 7 de agosto de 1922; a Capitán de Fragata el 15 de enero de 1929; a Capitán de Navío, el 16 de enero de 1936, y finalmente el Gobierno de la República le ascendió a Contralmirante el 16 de diciembre de 1937, siendo el único ascenso que hizo a esta categoría el citado Gobierno durante la guerra, en el Cuerpo General de la Armada. Poseía, desde el año 1912, el título de Ingeniero Torpedista-Electricista.

Durante su vida marítima, estuvo embarcado, además de en la fragata ya citada, en: 

- Corbeta "NAUTILUS" buque-escuela de Guardias-Marinas

- Fragata-acorazada "VITORIA"

Fragata acorazada "Vitoria"

- Acorazado "PELAYO"

Acorazado "Pelayo"
- Crucero "LEPANTO" - años más tarde encontraremos, no el mismo buque, pero sí el mismo nombre en su acción contra Almería.

- Contratorpedero "DESTRUCTOR", que por sus características y técnicas avanzadas, fue precursor de una categoría de buques, y legó su nombre a la posteridad.


- Crucero "EXTREMADURA", regalo de la colonia española en Méjico, después de la pérdida de la Escuadra mandada por el almirante Cervera, en Santiago de Cuba, el 3 de julio de 1898, en combate contra la escuadra norte-americana del almirante Sampson.

- Crucero "CARLOS V", que por una coincidencia era botado casi al mismo tiempo que el crucero "REINA REGENTE" se hundía en marzo de 1895, sin dejar traza alguna, durante un temporal, efectuando la travesía de Tanger a Cadiz.

- Contratorpedero "OSADO"

- Crucero "PRINCESA DE ASTURIAS" y su gemelo "CATALUÑA"

- Cañonero "ALVARO DE BAZAN" 

- Torpederos "NUMERO 12" ÿ "NUMERO 9" 

- Remolcador "CÍCLOPE"

- Crucero "REPÚBLICA"

Crucero República


- Destructor "LEPANTO"

- Destructor "CISCAR"

- Comandó los torpederos "NUMERO 9" y "NUMERO 12", Remolcador "CÍCLOPE" y Destructor "LEPANTO".

Fue Jefe de la Flotilla de Destructores, de las Fuerzas Navales del Cantábrico y de la Base Naval de Cartagena.

En destinos de tierra ocupó los siguientes cargos:

- Jefe del Estado Mayor de la Armada,
- Subsecretario de Marina,
- Vocal representando a la Marina de Guerra en la Gerencia Oficial la Flota Mercante Española,
- Presidente de la Mancomunidad de las Aguas del Taivilla (Murcia)
- Presidente del Consejo de Administración de la Asociación Benéfica, de Huérfanos de Generales, Jefes y Oficiales de la Armada,
- Secretario Canciller de la Orden de la Liberación de España.

Poseía varias condecoraciones:

- Medallas de Melilla, de África, Militar de Marruecos y de la Paz de Marruecos
- Dos cruces Blancas y cuatro Rojas del Mérito Naval
- Una cruz Blanca y dos Rojas del Mérito Militar
- Cruz, Placa y Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo
- Placa de Ingeniero Geógrafo,
- Oficial de la Orden Real del Salvador, de Grecia,
- Medalla Conmemorativa de la Unión de Combatientes de la Guerre de Libéración Nacional de Yugoslavia,
- Medalla Conmemorativa del Vigésimo Aniversario de la Formación de las Brigadas Internacionales del Ejército Republicano Español (Yugoeslavia)
- Maestre de la Orden Civil de la Liberación de España
- Caballero de la Orden de la Lealtad.

No satisfecho de pertenecer al Cuerpo General de la Armada, quiso superarse, extender más todavía sus conocimientos en el aspecto científico y el 14 de mayo de 1906 ingresó por concurso en el Cuerpo de Ingenieros Geógrafos, del Instïtuto Geográfico y Catastral, con la categoría de Ingeniero Geógrafo, asimilado a Oficial 1º de Administración Civil, pasando por los diferentes grados, hasta alcanzar el 12 de Enero de 1935, la categoría de Ingeniero Jefe, Jefe Superior de Administración Civil.

Simultaneó sus dos vocaciones, volviendo regularmente a las cubiertas de los buques, a fin de cumplir las condiciones de embarco reglamentarias para poder ascender al empleo inmediato en la Marina.

Entre las acciones marineras que efectuó, se destaca por la dificultad e importancia del momento, la llevada a cabo, siendo comandante del remolcador "CÍCLOPE" de 570 toneladas, cuarenta metros de eslora y 1.250 CV de potencia. Se trataba de llevar a remolque una caldera cilíndrica de hierro de cuatro metros de diámetro y cincuenta toneladas, desde los Astilleros de Matagorda en Cádïz, a la Cala del Quemado, en las proximidades de la bahía de Alhucemas, en la Zona del entonces Protectorado Español en Marruecos.

Remolcador de altura "Cíclope"
En los primeros días del mes de septiembre del años 1925, se llevó a cabo el desembarco y ocupación de la bahía de Alhucemas, entre Cabo Quilates y Morro Nuevo. Existe una pequeña Cala llamada del Quemado, y en sus alturas se fundó un poblado al que hubo que dotar de agua potable, por no existir en sus inmediaciones ni manantial ni pozo de este precioso líquido que pudiera surtirle con plena libertad. Como todas las posiciones de la costa estaban abastecidas por aljibes que procedían de Málaga, se tomó como solución urgente instalar una planta de destilación de agua del mar en esta región. Dada la premura, sin tener en cuenta ni haber estudiado las grandes dificultades que se presentarían para llevarla a su. emplazamiento, se decidió adquirir en el extranjero una enorme caldera que había sido construida probablemente para algún gran transatlántico, y que llegó a Cádiz en las bodegas de un barco de carga, el único puerto que disponía de la maquinaria necesaria que era capaz de izarla de sus bodegas y depositarla en el muelle, aun cuando con mucho riesgo, pues tal aparato llevaba ya muchos años sin funcionar y se rebasaban los limites de seguridad.

En este momento encomendaron a don Valentín la preparación y ejecución de la operación. Era preciso primeramente asegurar la flotabilidad de la caldera, y hacerla estanca taponando todas las bocas y orificios, teniendo en cuenta que existían un centenar de bocas de los tubos de circulación de llama en retorno. Hubo que preparar el sistema de remolque, y cuando esta primera parte estuvo terminada, se procedió con la misma máquina, y tomando las mayores precauciones fue echada al agua, comprobando por la posición que adoptó, que la estanquidad de la caldera era perfecta así como la exactitud de los cálculos efectuados.

Durante este periodo, don Valentín encontró grandes dificultades de las Autoridades Marítimas de Cádiz. Pensaban que la maniobra terminaría por un resonante fracaso, quedando mal parado el prestigio de la Marina de Guerra. Les incitaba a ello, que el Ministerio de la Guerra había recurrido a varias casas o entidades nacionales y extranjeras, especializadas en estas faenas, y todas ellas se negaron categóricamente. A pesar de todo y, gracias a su tenacidad, el día 20 de enero de 1926 salió de Cádiz, después de haberse cerciorado de las buenas condiciones meteorológicas y de que el remolque de la caldera había sido bien estudiado.

Cerca del punto de llegada, hubo momentos en que el conjunto remolcador-caldera, no solo no avanzaba,  sino que retrocedía, debido a la fuerte corriente y al viento opuestos. Finalmente llegaron a su destino y después de muchas dificultades, la caldera quedó varada en tierra firme. Dados los escasos medios con que contaba el buque, las las maniobras se efectuaron satisfactoriamente gracias a las dotes de mando y conocimientos marineros de don Valentín, y a la ayuda eficaz y valiente de la tripulación, a quién nunca dejó de elogiar.

El Ministerio de la Guerra se apresuró a condecorar al Comandante y al personal del buque que más se habían distinguido en las diferentes faenas, con sendas Cruces Blancas del Mérito Militar. El Ministerio de la Marina ignoró esta empresa marinera.

En abril de 1931 se encontraba destinado en Madrid en el Instituto Geográfico, Ingeniero Jefe de lª Clase. Con respecto a la Marina, era Capitán de Corbeta en situación de supernumerario.

Vuelve a embarcar en noviembre de 1934 por haber sido nombrado Segundo Comandante del crucero "REPÚBLICA", teniendo la categoría de Capitán de Fragata.

El 12 de julio de 1935 toma el mando del destructor "LEPANTO", como resultado del concurso celebrado al efecto. Con su barco asistió a las maniobras navales que tuvieron lugar en aguas de las Islas Canarias en mayo del 36. Casi todos los años era costumbre celebrar maniobras en aguas peninsulares, pero para las de ese año, en Alto Estado Mayor de la Armada, cuyo Jefe era el Almirante Salas, bien conocido por sus ideas monárquicas, decidió llevarlas a cabo !Oh  coincidencia! frente a las costas cuyo jefe militar era Franco. Este ofreció en Santa Cruz de Tenerife una recepción en honor de los Jefes y Oficiales, y dijo en el brindis que "... a lo largo de la Historia, la grandeza de España había corrido pareja con la estrecha unión de sus fuerzas navales y militares, terminando con un "Viva España". A esto el Gobernador Civil que se encontraba a su derecha gritó : "Señores Viva la República". Esto desconcertó un poco a los asistentes. El Almirante Sala contestó con unas frases triviales, sin dar la respuesta que sin, duda se esperaba. Al terminar, y al pie de la escalera, se disponían a sacar una fotografías, cuando se dieron cuenta de la ausencia del Gobernador Civil, a quien se esperaba para hacerlas. El acto terminó en un ambiente un poco enrarecido. Al día siguiente aparecieron en las fachadas, escritos : "Franco, fascista", y el Ministro de Marina dio orden de que regresara la Escuadra a la Península.

Cuando los buques se concentraron en Cádiz, para continuar viaje a Canarias, alguien dijo a don Valentín, que el Almirante Carranza, persona destacadisima y de gran posición en la ciudad, que habitaba una suntuosa morada, pensaba reunir en su casa a los amigos y compañeros de la Flota para mostrarles una curiosisima colección de relojes de todos los tiempos que poseía en su mansión, invitándole a asistir. Contestó que asistiría con el mayor placer a tan sugestiva reunión por su gran afición a todo cuanto significaba Arte. Durante los dos días de estancia en Cádiz nadie vino a avisarle de la fecha y hora. No supo si tuvo lugar, y en caso afirmativo, al amparo de ella, hubo cambio de impresiones sobre los candentes problemas nacionales, se supone que por sus ideas liberales, se le mantuvo al margen, no invitándole.

En julio de 1936 continuaba siendo comandante del destructor "LEPANTO", Capitán de Fragata todavía, es el número uno de su categoría. Debía haber ascendido ya, pero le faltaban las condiciones de embarco necesarias. Este retardo no le producía perjuicio ulterior alguno, pues una vez cumplidas las dichas condiciones, ascendía y ocupaba en el escalafón el puesto que le correspondía.

No voy a trazar más en detalle su dilatada vida marinera militar y científica, en el período anterior a esta fecha, donde puso en evidencia y felizmente, sus dotes y cualidades. Únicamente diré que en tiempo de paz, sus ansias de saber le llevaron a obtener el titulo de Ingeniero Torpedista-Electricista, en noviembre de 1912, pensando probablemente en la locución latina: "Si vis pacem, para bellum ", queriendo estar en inmejorables condiciones para defender la Patria el día que fuera atacada por un enemigo exterior.

Desgraciadamente fue del interior donde se cobijaba el adversario se presentó. Se descubrió, el 18 de julio. Militares de todas las Armas, olvidando la promesa de defender el Régimen establecido por la voluntad nacional, se levantaron en armas contra la República a la cual muchos tanto debían; fusilando a todos los que se oponían a tal felonía. Sin la ayuda de las Fuerzas Regulares Indígenas y del Tercio Extranjero primeramente, y la que Italia y Alemania les prestaron inmediatamente, no hubiera pasado de ser un motín sin graves consecuencias.

Entre los militares que se mantuvieron dignos y no dudaron un solo momento donde estaba el deber, se encontraba don Valentín. No era un secreto para sus compañeros, como ya hemos visto, las ideas liberales que profesaba, y seguros que no podían contar con é1 para participar en la sublevación que preparaban, se abstuvieron de informarle de sus ideas criminales.

Referente a esto, me contó, que allá, por el años 35 estaba embarcado en el crucero "REPÚBLICA", buque insignia del Almirante Jefe de la División de cruceros, y era costumbre en la Marina, que el Almirante sentase a su mesa, de vez en cuando y sucesivamente a los Comandantes y Jefes de los buques afectos a su insignia.. En cierta ocasión le llegó el turno a don Valentín, y en medio de una conversación amena y correcta, se trataron temas de la actualidad política. Cada uno iba exponiendo su criterio, todos ellos coincidentes hacia una disciplina social inspirada, ingenuamente, en la disciplina castrense que tanto simplifica, al primer golpe de vista, la solución de los complejos problemas de una nación.

Como, a pesar de su fama de locuaz, permanecía callado, el Almirante se dirigió a él : "¿Y Vd. don Valentín, no dice nada?". La respuesta fue: "Yo, Almirante, temo desentonar es este concierto, porque, aunque Vds. me tilden de romántico y hombre de otros tiempos, amo la libertad como se ama a la primera novia". Una cariñosa carcajada acogió sus palabras, poniendo fin a tal tema y discurriendo inmediatamente la conversación por otros derroteros.

El día 16 de julio de 1936, se encontraba con su buque en Cartagena. A las seis de la mañana recibió la orden urgentisima de alistar el buque y hacerse a la mar rumbo a Barcelona. Dos horas más tarde, empezó la maniobra de salida del puerto, y cuando se encontraba con el ancla a pique, llegó una motora con la orden de "suspender el viaje y volver a su sitio de amarre". Su Jefe inmediato le manifestó que, al dar cuenta a Madrid de la misión que le había encomendado, se le contestó que la dejara sin efecto y enviara otro destructor. El Comandante de este buque había sido desembarcado, el Segundo Comandante se negó a tomar el mando provisionalmente como se le ordenaba, y de acuerdo con los Oficiales demostraron gran descontento y opusieron una resistencia pasiva rayana en la indisciplina, y fue el propio Jefe de Flotillas quien tomó el mando. El Comandante destituido era uno de los principales cabecillas de la rebelión.

El buque de don Valentín quedó "con fuegos retirados para dos horas". La jornada transcurrió sin incidentes y a las diez de la noche recibió de nuevo la orden de alistarse para hacerse a la mar. Como el Capitán General del Departamento había asumido provisionalmente las funciones de Jefe de las Flotillas, fue al edificio de Capitanía para recibir instrucciones. Desde su llegada tuvo la sensación de una situación inquietante. A pesar de la hora, todo el personal de las distintas Oficinas estaba presente, con la pistola al cinto. Pasó al despacho del Almirante quien le transmitió la orden recibida de Madrid: "...hacerse a la mar rumbo al sur y al estar fuera de la vista de castas, comunicar su situación a Madrid para recibir instrucciones". Como le pareció la situación bastante grave, se lo exteriorizó al Almirante, que no pudo responder, y salió de su despacho.

En el momento de despedirse del Jefe del Estado Mayor, que era compañero suyo, se oyó une fortísima detonación, apagándose el alumbrado eléctrico, restableciéndose casi en el acto la normalidad con el alumbrado supletorio de velas, que había visto preparar en el momento de su entrada en el edificio. El origen de la detonación fue una bomba colocada en el puesto transformador,
inmediato al edificio de Capitanía. Pensó en la coincidencia de los preparativos del alumbrado supletorio y la casi inmediata explosión. Como el apagón fue general, en medio de la mayor obscuridad llegó al buque, amarrado junto al Club de Regatas, y en cuanto pisó la cubierta -el buque estaba listo- ordenó "Babor y Estribor de guardia", que según me decía, nunca lo había hecho en situación de espíritu más confusa.

Al comenzar el día 17 largaba amarras y salía de Cartagena, rumbo al Sur. En alta mar comunicó su situación al Ministerio. Momentos después llegaba la orden: "Diríjase a Almería; póngase al habla con el Gobernador Civil para comunicar por teléfono con el de Cádiz, quien le dará las normas a seguir".

El barco llega el día 17 por la mañana al puerto de Almería. Un Oficial del buque enviado al Gobierno Civil informa, a su regreso, que el Gobernador está en su residencia veraniega y que suele venir hacia el mediodía. No ocurría novedad alguna. El Comandante esperó la hora, y como tenía tiempo por delante, aprovechó para hacer una visita al Gobernador Militar, como lo indica el ceremonial marítimo. Era un Teniente Coronel, Juan Huerta Topete, que le hizo una excelente acogida y le anunció que iría a devolverle la visita por la tarde, sin etiquetas, con objeto; de charlar. Ya veremos la importancia que tuvo ulteriormente esta visita, en el momento de la rendición de la Plaza.

Mariano Zapico Menendez
Ejecutado por los facciosos el 2/8/1936
Al despedirse don Valentín para dirigirse al Gobierno Civil, el Teniente Coronel se ofreció para conducirle en su coche, y una vez llegados al edificio, sin poderlo evitar, entró en el despacho del Gobernador Civil, al mismo tiempo que él. Poco más tarde al habla con el Gobernador Civil de Cádiz, don Mariano Zapico Menéndez, le puso al corriente de la sublevación de la guarnición de Melilla y que era preciso se dirigiera a ese puerto para impedir la salida de tropas con dirección a la Península, anunciándole al mismo tiempo que tropas leales salían de Ceuta para Melilla por vía marítima, con objeto de sofocar la rebelión. Una conferencia, casi simultánea con el Ministro, le confirmó esta orden.

Regresó a bordo y más tarde se presentó efectivamente el Gobernador Militar, y como éste en medio de una conversación carente de interés, admirase la artillería del buque, don Valentín elogió tanto la dirección de tiro por su precisión, como por la potencia destructora de los proyectiles -sobrepasando en mucho la verdad- que su interlocutor quedó verdaderamente impresionado. Por la noche el barco zarpaba para Melilla, llegando al día siguiente por la mañana., poco después se le incorporaron otros dos destructores el "SÁNCHEZ BARCÁIZTEGUI" y el "ALMIRANTE VALDÉS", procedentes de Cartagena. Por la conversación que mantuvo don Valentín, con uno de les Jefes de esos buques, se dió cuenta que estaban del lado de la rebelión. Los dos barcos entraron dentro del puerto y las dotaciones vieron venir unidades del Tercio. Salieron los buques antes que esas fuerzas embarcaran, pues los Jefes se percataron que las tripulaciones no estaban de su lado.

El mando de uno de los destructores, el "ALMIRANTE VALDÉS", trató en la maniobra de salida de lanzar el buque contra las piedras del muelle, lo cual, en parte, evitó la tripulación que no pudo impedir tocase la popa, produciendo averías, afortunadamente sin gran importancia, pues pudo llegar a Cartagena por sus propios medios, para reparar, y pocos días más tarde se hizo de nuevo a la mar. 

Tanto en este barco como en el otro que entró en puerto, las dotaciones se apoderaron de los jefes facciosos. Don Valentín reunió a los oficiales de su barco para exponerles la situación, y como el Maquinista de Cargo hablara en el mismo sentido que él, que había que defender la República, dió por terminada la reunión, dándose cuenta a la dotación, que naturalmente aprobó por unanimidad. Como el bloqueo del puerto estaba asegurado por la llegada de una flotilla de submarinos, don Valentín recibió la orden de dirigirse a Barcelona, lo cual efectuó inmediatamente. Una hora más tarde se le ordenó hacer rumbo a Málaga, llegando al día siguiente.

La tripulación del "LEPANTO", al habla con la del destructor "SÁNCHEZ BARCÁIZTEGUI", el tercero de los que habían estado frente a Melilla , se enteraron que habían detenido a sus oficiales, y manifestaron a don Valentín, que estaban con él, pero no así con el resto del Estado Mayor, en quien no tenían confianza y pedían que fueran desembarcados, lo cual se hizo, siendo enviados a Cartagena a bordo de un buque mercante.

Veamos lo ocurrido el día 21 de Julio en Almería, que terminó con rendición de dicha plaza, gracias a la actitud de don Valentín. Había salido de Málaga con orden de reconocer la costa entre Málaga y la punta de Calaburras al oeste, para impedir un supuesto desembarco de tropas rebeldes en Fuengirola. No habiendo encontrado buque alguno, se disponía a abocar el puerto de Málaga, cuando recibió la orden de dirigirse a Almería y ponerse a las órdenes del Gobernador Civil. En ruta, recibe un radio cifrado incomprensible. Pide rectificación; recibe un segundo, tan defectuoso como el primero; pide de nuevo aclaración, pero las horas han pasado y el buque se encuentra frente al puerto de destino. Por el "LEGAZPI", que se encuentra fondeado en rada, un buque mercante de la Transmediterránea, se le informa que los rebeldes han declarado el estado de guerra y dominan la ciudad.

A las 12,05 envía un radio al Comandante Militar de la Plaza : "Si en el plazo de media hora no se rinde, me veré obligado a destruirle".

Un cuarto de hora más tarde recibe contestación: "Le saludo afectuosamente y ruego me diga quién manda ese buque para parlamentar". Un nuevo radio conmina al jefe militar rebelde a izar bandera blanca en la Alcazaba y Cuartel y le ordena tratar las condiciones de rendición con el Gobernador Civil. Varias comunicaciones se cruzaron todavía. En una de ellas don Valentín se oponía a la prorroga de plazo pedida por los sublevados. En el mismo momento que estos se rendían se sorprendió un radio así redactado: "De general Franco a Comandante Militar de Almería: si se entrega o parlamenta con buque rebelde "LEPANTO" que marcha sin oficiales, ante un remoto peligro que evitará retirándose pueblo interior, les destruiré yo con aviación y les exigiré cuanta estrecha cobardía".

El resultado fue, que pudo anunciar al Ministro de Marina que Almería se había entregado y tenía a bordo detenidos, a unos cuarenta jefes y oficiales de la guarnición, que condujo a Cartagena más tarde, quedando detenidos en el buque prisión "ESPAÑA N° 3".  La rendición tuvo lugar a las 18 ,15 es decir que en seis horas todo había terminado. Almería quedó al lado del Gobierno, sin que el Comandante del "LEPANTO" tuviera que hacer uso de sus "potentes y mortíferos cañones". El Gobierno felicitó al Comandante y a la dotación por esta acción..

Lo que ignoraba don Valentín era, que la víspera, su amigo de años juveniles, y que luego bifurcaron en sus carrera respectivas sin volverse a ver, don Gabriel Pradal, había oído su nombre cuando el "LEPANTO" había pasado por Almería cuatro días antes, y habló por teléfono con don José Giral, nuevo Jefe del Gobierno y Ministro de Marina, pidiéndole enviase un barco: el suyo. De momento la respuesta no fue afirmativa, pues toda la atención estaba puesta en Marruecos y en aquellos momentos no se conocía exactamente la situación de muchos buques. Horas más tarde recibía don Valentín la orden de dirigirse a Almería., que, como acabamos de ver, terminó felizmente.

En la Monografía de la Guerra de España, redactada por el Servicio Histórico Militar franquista, se lee: "Almería.- El enfrentamiento entre la escasa guarnición y las masas revolucionarias se prolongó hasta el día 21, en que se presentó a la vista de la plaza el destructor "LEPANTO", amenazando con bombardear los reductos nacionales. Estos capitularon avanzada la tarde".

El 22 de julio por la tarde, con una compañía de marinería y doscientos fusiles con sus correspondientes municiones, zarpó para Alicante entregándolos al Gobernador Civil, a cuyas órdenes quedó afecto hasta el día 24. El día 21 de julio, el Presidente de la República don Manuel Azafia, había firmado un Decreto creando la Junta Delegada del Gobierno de la República para Levante, con autoridad sobre las provincias de Valencia, Alicante, Castellón de la Plana, Murcia, Albacete y Cuenca. Era designado Presidente, el que lo era de las Cortes, don Diego Martínez Barrio, y la integraban el Ministro de Agricultura don Mariano Ruiz Funes y los Subsecretarios de la Presidencia y Agricultura, señores Martínez Echevarría y Esplá. A las órdenes de esta Junta se puso al "LEPANTO" en el puerto de Valencia donde permaneció desde el 24 hasta el 12 de Agosto que se le ordenó ir a Málaga. 

El día 3 fue enviado al Estrecho para impedir el posible paso de convoyes desde Ceuta a Algeciras. El 4 por la noche, desde las baterías de Santa Catalina de Ceuta, le dispararon una salva de cuatro cañonazos, a unos dos mil metros, con gran precisión, pues fue circunscrito a menos de quince metros. Contestó el destructor en el acto, con tres salvas de cuatro cañonazos, consiguiendo al parecer, buenos impactos en dichas baterías.

El día, 5, a poco de amanecer, fue objeto el barco de un ataque de aviación que produjo la muerte de un marinero y cuatro heridos leves. Como carecía de médico por hallarse este con permiso de verano, don Valentín decidió entrar en Gibraltar para desembarcar el cadáver y curar a los heridos, de los cuales había uno que necesitaba la inmediata extracción de un casco de metralla.

El recibimiento que le hizo la Sanidad del Puerto, no fue muy amistoso. Trató de comunicar, sin conseguirlo, con nuestro Consulado, que ya se había pasado al campo rebelde. Al fondear, dirigió un radio al Jefe de la Flota Republicana, dándole cuenta de los motivos por los que había entrado momentáneamente, e informándole que los aviones rebeldes seguían volando, acechando su salida  A este radio se le contestó que demorará su salida hasta que llegase, en su ayuda, un destructor que se encontraba de vigilancia en los alrededores de Tánger. La Sanidad del Puerto le comunicó que aceptaba la curación de los heridos, pero que el cadáver lo arrojase a la mar.

Recibió con arreglo al ceremonial marítimo, la visita de un Oficial de la Escuadra inglesa, en nombre de su Almirante, para darle la bienvenida, a quien manifestó los motivos de su arribada y que pensaba hacerse a la mar en cuanto evacuase los heridos, por cuya razón le rogaba le excusara ante su Jefe el no poderle devolver la visita. Como no veía trazas del otro destructor que estaba anunciado para su ayuda, y por otra parte, la Sanidad al llevarse los heridos, pareció insinuar que todo ello era un pretexto para demorar la salida y no arrostrar la aviación enemiga, decidió darles un mentís, haciéndose a la mar inmediatamente, poniendo un radio al Jefe de la Flota, anunciándole : "Sin esperar más, salgo a la mar por dignidad". ¡Y allí fue Troya! Prontamente fue de nuevo atacado por aviones, sin más respiro que el tiempo necesario para cargar ellos de bombas en el inmediato campo de aviación próximo a Ceuta. Zigzagueando y sin perder de vista el trayecto Ceuta-Algeciras, tuvo la suerte de salir indemne, a pesar de las cincuenta bombas, aproximadamente que arrojaron en las cercanías del buque, hasta que se le ordenó dirigirse a Málaga, en cuya rada fondeó a las cinco de la tarde.

En el trayecto, avistó, de vuelta encontrada, al destructor que iba a relevarle, y sobre el cual dirigió sus ataques el último avión que venía persiguiéndole. Durante su estancia en las aguas del Estrecho no pasó buque alguno de Ceuta a Algeciras. El ataque de la aviación, tenía por objeto, como se supo más tarde, abrir el camino al convoy - llamado por ellos de la. Victoria - asegurando el dominio de la mar en esta zona del Estrecho durante el tiempo que durase la travesía. El citado convoy salió de Ceuta a las seis de la tarde, formado por las motonaves "Ciudad de Ceuta" y "Ciudad de Algeciras", mercante " Arango" y el remolcador de puerto "Benot".

Según informes conocidos mucho más tarde, el convoy estaba listo para salir a las cinco y media de la mañana de ese día 5. A pesar del fuerte viento y espesa niebla, no se desistía de la operación. Hacia las siete los aviones atacaron al "LEPANTO" como hemos visto, y el enemigo le vió entrar en Gibraltar. A las siete y media empezaron a ponerse en movimiento los buques, llegando inmediatamente la orden de suspensión. La causa fue -escrito por los rebeldes- que se suspendía hasta nuevo aviso, debido a la presencia del "LEPANTO" en Gibraltar, desde donde se temía que pudiese salir a atacar aquél. Cuando se le vió salir fue atacado de nuevo como ya hemos visto, y observando que hacía rumbo a Málaga, Franco ordenó la salida a las 17.50, y diez minutos después salía el convoy.

Esperaron que el "LEPANTO", que sabían bien quien era su Comandante, se alejara de las aguas del Estrecho para poderlo atravesar. Es, a mi parecer, un detalle que confirma la pericia de don Valentín, que era conocida de los rebeldes. Otro destructor, el "ALCALÁ GALIANO" se cruzó con el convoy, no pudiendo evitar que llegara a su destino. Desembarcaron en Algeciras, entre otros elementos, una bandera del Tercio, Tabor de Melilla, una batería de 105 mm, etc. 

El 21 de Septiembre sale con su buque de Málaga, formando parte de la Flota que se envió al Cantábrico para apoyar al Ejército de Tierra en sus combates contra el enemigo, permaneciendo cuatro semanas en aquellas aguas. Poco después de regresar al Mediterráneo, desembarcó don Valentín del "LEPANTO" por haber cumplido las condiciones de embarco reglamentarias, y fue ascendido a Capitán de Navío, con la antigüedad que le correspondía, es decir, la de enero del 36.

El 24 de Diciembre de ese mismo año sale del aeropuerto de Manises para la zona Norte, a bordo de un viejo y destartalado "Dornier", para tomar en Bilbao el mando de las Fuerzas Navales del Cantábrico. Iban también a bordo de ese aparato, el Teniente Coronel Francisco Galán Rodríguez y don Victor Salazar, Secretario de don Indalecio Prieto.

El 5 de Marzo de 1937 toma posesión de la Base Naval de Cartagena y, cuatro meses más tarde, el 9 de julio, es nombrado de nuevo Jefe de las Fuerzas Navales del Cantábrico, en Santander. Cuando perdimos el frente Norte, salió de Gijón el día 20 de Octubre de 1937, a bordo del "TORPEDERO NUMERO 3", un buque desmantelado, sin aguja magnética para orientarse, con varios agujeros en el casco, sin cargos ni pertrechos, pues estuvo a punto de ser hundido al caer Gijón. Le acompañan el Coronel Prada y todo el Estado Mayor del Ejército, en total unas noventa personas, en un barco de cincuenta metros de eslora y 180 toneladas de desplazamiento. Sin cartas marinas a bordo para situarse, hubo que navegar a ojo, y por la noche orientarse por la estrella Polar. En un momento dado, habrían recorrido únicamente los dos tercios del viaje, se agotó el carbón y quemando todo lo que era combustible, se consiguió llegar a Burdeos dos días más tarde. Hay que agregar que el servomotor, es decir el motor que mueve el timón, estaba averiado y hubo que manejar éste a brazo. Tuvieron la suerte de encontrar un marino como don Valentín, que supo poner a prueba sus dotes estratégicas, alejándose de la costa donde merodeaban los buques facciosos. Gracias a sus dotes excepcionales de navegante, pudo llevar a buen puerto -es el caso de decirlo- un cascarón de nuez que había sido botado veinticinco años antes. La mitad de la serie -fueron 22 barcos en el origen- había sido ya desguazada, y en circunstancias normales hubiera sido dado ya de baja en la Marina.

En las Memorias que ha escrito el que era en aquel momento Jefe de Estado Mayor de la Armada rebelde, puede leerse al citar esta acción: "El "CISCAR"--un destructor- quedó hundido en el puerto de Musel por una bomba de aviación y sus tripulantes, con el desdichado ex-Capitán de Fragata Valentín Fuentes, jefe supremo de los marinos fugitivos, huyeron en un remolcador a Bayona". Podía estar orgulloso don Valentín de este calificativo, cuando viene de la pluma de un marino faccioso -ex-almirante Cervera-, y no insulta quien quiere...

Años más tarde en otra de las monografías de la serie ya citada precedentemente, se lee : "El Capitán de Navío Valentín de Fuentes, jefe de las Fuerzas Navales".

En Noviembre de 1937 fue nombrado Jefe de Estado Mayor,de la Marina y el 16 de Diciembre es ascendido a Contralmirante. Más tarde es nombrado Subsecretario de Marina. Al cesar en este cargo, y dependiendo de la misma, quedó a las ordenes del Ministro de la Defensa Nacional, don Juan Negrín. Le indicaron que iba a ser enviado de Agregado Naval a una Embajada, pero como el tiempo pasaba y no se le daba destino, se dirigió al Ministro pidiéndole un puesto cualquiera,y si podía ser, uno activo que le pusiera en condiciones de enfrentarse con el enemigo.

El 19 de Noviembre de 1938, salió en avión con dirección a Ankara, formando parte de la misión extraordinaria compuesta por el Ministro de Comunicaciones y Transportes don Bernardo Giner de los Ríos, y los Generales de División don José Riquelme y López-Bago, y de Artillería de la Armada don Francisco Matz Sánchez, para representar al Gobierno de la República en los Solemnes funerales del Presidente y General Kemal Ataturk, regresando a Barcelona.

El 23 de Enero de 1939 conforme a la orden de evacuación de la Subsecretaría de Marina, salió para Rosas, y días más tarde a Cadaqués. Recibió la orden el día 29 de trasladarse a Port-Vendres, para organizar, de acuerdo con nuestro Consulado, la recepción y alojamiento del personal femenino e infantil que debían atravesar la frontera, debidamente autorizado y en breve plazo. Hizo saber al Embajador en París que estaba dispuesto a regresar de nuevo a la zona de combate -como lo hicieron otros- pero no les facilitaron el avión necesario para llegar a la zona gubernamental.

Llegó aquí a París, donde residió, hasta que ante el anuncio de la llegada inminente de los alemanes, salió hacia el sur, en, medio de aquellas poblaciones que se alejaban del invasor. Quedó en la llamada
"zona libre" y hubiera podido salir para Méjico, pero el titulado Gobierno de Vichy le negó el visado correspondiente, y cuando lo obtuvo era tarde. Francia era ocupada completamente.,

Pasó las privaciones y sufrimientos que todos los que han vivido en este país en aquella época conocieron. Hizo zapatillas en compañía de otros exiliados, entre ellos el general Hernández Saravia. En el momento de la Liberación trabajó como listero -tenía más de sesenta años y cuando en 1945 se formo el Gobierno de don José Giral, formó parte como asesor de la Marina en la Comisión creada para agrupar a todos los miembros de la fuerzas militares de Tierra, Mar y Aire. En 1947 se le nombra Oficial Mayor de la Subsecretaría de Defensa, hasta que fines de Octubre del 49, la plaza fue amortizada.

Desde hacia catorce años vivía en la "Residence Paul Doumer" gracias al "Servicio Social de Ayuda a los Refugiados", pues no dejó de ser refugiado político. Cobraba la modesta "Allocation Spéciale Vieillesse", poseía la carta de "Económicamente débil" y la "Carte de Séjour", con la indicación de "indigente".

Muchos de los aquí pidieron verle en sus últimos tiempos recorriendo los pasillos del metro y las calles de París, que conocía muy bien. Tenía buena memoria, y a sus noventa y tres años se mantenía,
firme y tenaz.



(1) Gobierno Republicano Español en el Exilio (1975). Archivo Municipal de Betanzos,