lunes, 13 de enero de 2014

LAS AGUJAS DE MAREAR Y EL RELOJ DEL NORTE






En el año 1563, el sevillano Pedro de Medina publica una serie de libros a los que denomina "Reglamento de Navegación" libros que dedica y entrega a Felipe II, rey de España,  y que según el autor (sic) "Contiene las cosas que los pilotos han de saber para bien navegar, y los remedios y avisos que han de tener para los peligros que navegando les puedan suceder". Trescientos años más tarde, en 1867, el teniente de navío Rafael Pardo de Figueroa publica un libro con comentarios al contenido de los libros escritos por Pedro de Medina.

Transcribo a continuación lo relativo al libro cuarto dedicado a las "Agujas de Marear":

Como portada de este libro viene pintada una rosa de vientos, siendo de notar que el Norte lo marca una flor de lis, y una pequeña cruz griega encabeza el Este, tal como aún hoy en día se ve en algunas agujas. La explicación de la flor de lis la da luego el autor en un párrafo que por otro concepto hemos de copiar; pero nada dice de la cruz al Este. Ocúrresenos si, siendo este el rumbo que seguían los cruzados de Europa, cuando navegaban a la Palestina y aquella su divisa, pudieran tener conexión el santo símbolo y el rumbo del oriente. No se nos oculta que aún cuando la aplicación de las agujas imantadas a la navegación fue en Europa contemporánea o anterior a las cruzadas, no se estilaban todavía las rosas. Sin embargo bien pudieron los cruzados hacer esta marca en el través de babor del platillo que contenía la aguja flotante, dirigiendo de este modo la proa al Este cuando la punta de la aguja mirara a la cruz.




Apartándonos de esto dice así el autor: 

Capitulo primero.- De como el aguja es el instrumento más necesario en la navegación y como se marcaran las agujas para saber si están ciertas. Recomienda el escrupuloso cuidado que se ha de tener de dicho instrumento para asegurarse de su bondad y buen uso; que se marque la polar, cuando está en el meridiano, para saber la variación; y que esta operación se repita muchas veces por la dificultad que, para hacerlo con exactitud, ofrecía la falta de pínulas, el movimiento de la nave y la oscuridad de la noche. Repite con insistencia que la virtud de las agujas está en los aceros y no en la flor, y que por tanto, se tenga bien presente al determinar la variación y se obre en todo con arreglo a lo que cada aguja marque.
Advierte ser común opinión que en el meridiano de una de las Islas de las Azores la aguja no tiene variación; que de allí viniendo al E nordestea y navegando al O noroestea, pero no sabe a punto fijo si en esta aguja de que se trata la flor cae justamente sobre los aceros o no.

Creemos oportuno trasladar aqui la mayor parte del capitulo II, por el acertadisimo parecer que al final emite el autor, parecer que ya estaba bastante generalizado en 1606, según se desprende de la obra de García de Céspedes.

Capitulo segundo.- Del nordestear y noroestear de la aguja y de como debe entenderse.

(sic) Acerca de la  tendencia que he mencionado de que las agujas de navegar  tienen por no estar conformes la punta de la flor de la rosa y las puntas de los aceros, habiendo de ser todo un punto. Digo que en casi todas las agujas con se navega difiere la flor y la punta de los aceros por espacio de media cuarta que los aceros se apartan de los flor hacia el Nordeste, y esto es porque como antiguamente no había otra navegación sino de Flandes a levante; y las agujas en Flandes y en Francia se comenzaron a hacer; y de allí fue el principio de poner la flor de lis por cabeza en el Norte. Así en todas ponen aquel resguardo o diferencia de media cuarta y desde entonces ha quedado en hacerse las agujas de esta manera y aunque después se ha navegado y navega al poniente y muy larga navegación, nada se ha enmendado. Mi parecer sería que los pilotos que navegan a las Indias de vuestra Majestad llevasen con sus agujas una aguja que tuviese la flor sobre los aceros justamente puesta y a través de ella se conocería la diferencia con las otras. Yo tengo entendido que esta aguja sería muy provechosa para conocer muchas cosas que a la navegación convienen.

En el capitulo III y último dice: (sic) Tres cosas hallo yo en la navegación que aunque los efectos de ellas muy claros quedan ocultas las causas de donde proceden: estas son vientos, corrientes y variación de aguja.

Razona curiosamente sobre ello y termina este libro sin hablar de la precaución de no acercar objetos de hierro a la aguja imantada, ni de la virtud del hierro sobre el imán. Ambas cosas se darían por sobreentendidas,dada su gran importancia.

En otro de los libros que conforman la obra principal, el sexto nos habla del "Reloj del Norte":


Provecho grande y aviso muy bueno es para el que navega saber que hora es de la noche, donde quiera que estuviere, lo que por el ampolleta no puede todas veces saber, ya que algunas veces se para o se duerme el que lo vela.
Dice que a 19 de abril se verifica la culminación superior de la guarda delantera (Osa Menor) a media noche, pero que para redondear la cuenta se puede suponer que ocurre a mediados de abril, que a la misma hora se verifica la culminación inferior de dicha estrella a mediados de octubre y que cada quince días que transcurren se adelanta una hora. Así que en fin de abril estará a media noche una hora (15º) delante del meridiano. Para estas apreciaciones se consideraba el polo en la polar y como centro de un circulo que se dividía en 24 partes, cada una de las cuales era ocupada por el medio mes del año a que correspondía aquel lugar de la estrella para medianoche.


Autor: Rafael Pardo de Figueroa. Cadiz 1867. Eduardo Gautir.Libero-Editor.