El día 4 de marzo de 1939, ante el imparable avance de las tropas rebeldes sobre Cartagena, el Comisario General de la Flota Republicana, D.Bruno Alonso, se dirige a los marinos republicanos antes de tener conocimiento del decreto de Negrín entregando los mandos principales del ejército a los comunistas, en el que se nombraba Jefe de la Base Naval de Cartagena al destacado comunista Francisco Galán. Todo el mundo juzgó estos nombramientos como un verdadero golpe de Estado, en virtud del cual el Partido Comunista se apoderaba de todas las palancas del poder, y fue sin duda esto lo que hizo a los jefes militares desistir del acuerdo de no derrocar al Gobierno Negrín. Si en toda España la situación era gravísima, lo era tanto más en Cartagena, donde un conjunto de circunstancias dieron lugar a consecuencias muy diferentes de las que el Gobierno se proponía.
*Alocución de D.Bruno Alonso
Como han podido ver comandantes y comisarios en la reunión celebrada con nuestro almirante y Estado Mayor, el señor jefe de la flota explicó cumplidamente cuál es el momento actual y lo que con tal motivo piensa y estudia el Mando.
En su virtud, sabemos que se hacen por el Gobierno gestiones para llegar a una paz lo más justa para todos, y que tanto nuestro jefe como este comisario general han de estar muy atentos a todo cuanto suceda, por cuya explicación comandantes y comisarios ofrecieron al Mando de la Flota, además de su completa satisfacción, su absoluta lealtad y su plena colaboración, permaneciendo todos en sus puestos de combate con incondicional adhesión a las órdenes del Mando.
Quede, pues, bien claro y bien terminante que el Mando de la Flota, además de estar en su puesto aguantando como todos las bombas del enemigo, está también muy atento para que nadie la olvide.
Ahora bien; el honor y el recuerdo de nuestros queridos muertos con la historia de nuestra flota, sus mandos y dotaciones, y más aún, aquellos que el 18 de julio dieron los barcos al pueblo, exige que no se manche en estas horas dramáticas; hay que exigir, imponiendo a todos ¡serenidad absoluta!, y hay que exigir e imponer esa serenidad a quienes la pierdan, manteniendo la razón con la razón, pero prevenidos y a tiempo para cortar por el fuego cualquier deserción o infamia.
El comisario y sus auxiliares —que deben serlo todos— permanecerán en su puesto sin descuidarse un instante al lado del comandante, mostrando con su presencia la estrecha hermandad que los une, y si fuese necesario que con su sangre se cubra la vida de nuestros mandos, que sea en ellos el primero el comisario político, pero ¡atención, atención, amigos! Que en esa hermandad suprema que nos une en nuestra Flota, ¡que nadie duerma su guardia! y que cualquier impaciencia, la traición o la infamia no sorprendan a ninguno.
Los cañones de nuestra Flota valen por toda una plaza, y la bandera que arbola es bandera de combate, y lo mismo que al izarla le rendimos nuestro honor, al arriarla se hace con el mismo honor y ¡derechos!
A bordo del crucero Miguel de Cervantes, 4 de marzo de 1939»
El Tte.Coronel Maquinista Benito Sacaluga, fue testigo, sin duda alguna y en primera fila, de estas palabras y consignas, las respetó y cumplió hasta las últimas consecuencias.
Benito Sacaluga
* Extractado de "La Flota Republicana y la guerra civil de España" Bruno Alonso.Editado por el autor en México en 1944.