La Marina civil, como ocurrió con la militar, fue objeto de profundas reformas con la llegada de la República. Estas reformas quedaron plasmadas en la Ley de 12 de enero de 1932, que creaba una Subsecretaria de la Marina Civil, absolutamente separada del estamento militar y que asumía competencias en materia de navegación, puertos, inscripción marítima, pesca y construcción naval. Las antiguas Comandancias y Ayudantías de Marina, controladas por la Armada, se sustituían por Delegaciones y Subdelegaciones Marítimas de ámbito civil. En cada provincia marítima se nombraría un delegado con jurisdicción en materia de navegación, servicios portuarios e inscripción marítima. De él dependían tantos subdelegados como distritos marítimos existieran en la provincia; los subdelegados eran a la vez capitanes de puerto de su demarcación. La inspección pesquera se organizó separadamente en Delegaciones regionales de Pesca. Para cubrir estos puestos se creó el Cuerpo General de Servicios Marítimos, al que se incorporarían tanto capitanes de la Marina Mercante, como oficiales del Cuerpo General de la Armada o de la Reserva Naval. La administración periférica tomaba de este modo también un carácter netamente civil.
La Subsecretaría de Marina llegaría a disponer de su propia flotilla dedicada a la vigilancia pesquera que, en 1936, contaba con una quincena de pequeñas lanchas guardapescas. Las lanchas se identificaban con la inicial “V” seguida de un número. También existía otro servicio de vigilancia marítima, independiente de la Subsecretaría, se trataba del “Servicio Especial de Vigilancia Terrestre y Marítima de Tabacalera”, con cerca de una veintena de lanchas, identificadas con las letras “I” (las mayores de 100 toneladas) y “C” (las menores de 100 toneladas) seguidas de un número.
A comienzos de 1936, la Flota Mercante y de Pesca de la República española alcanzaba 1.180.000 toneladas de registro bruto (TRB), repartidas en cerca de un millar de unidades de más de 100 toneladas, lo que le situaba en el puesto número diez del ranking mundial. Una mayoría de estas unidades eran de matrícula vasca, concretamente 353 buques con 555.000 TRB.
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La situación de la Flota no era precisamente la mejor de los últimos años. La crisis del mercado de fletes había arruinado a muchos armadores y había obligado a amarrar un buen número de mercantes en espera del inevitable desguace.
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Las más importantes navieras de la época eran: la Cía. Naviera Sota y Aznar, de Bilbao (49 buques con 171.991 TRB); seguida de la Cía. Transmediterránea, de Barcelona (52 buques con 122.954 TRB); Ibarra y Cía., de Sevilla (25 buques con 103.052 TRB); Cía. Transatlántica, de Barcelona (15 buques con 106.451 TRB), y CAMPSA, de Barcelona (21 buques con 79.510 TRB). Aparte de Sota y Aznar, Bilbao era sede de un buen número de compañías importantes:
Navieras Mercantes
Cía. Naviera Sota y Aznar. Bilbao
Cía Marítima del Nervión. Bilbao
Cía. Naviera Bachi, S.A. Bilbao
Cía. Anónima Marítima Unión. Bilbao
Cía. Naviera Vascongada, S.A. Bilbao
Cía. Naviera Amaya, S.A. Bilbao
Altos Hornos de Vizcaya, S.A. Bilbao
Cía. Naviera Guipuzcoana, S.A. San Sebastián
Compañías pesqueras
PYSBE San Sebastián
Javier Arcelus Irizar San Sebastián
Francisco Andonaegui Pasajes. Garmendia
Tomás Lerchundi e Hijos San Sebastián
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La Flota de Pesca estaba integrada por media docena de bacaladeros, varios cientos de embarcaciones de arrastre tipo “bou” y “pareja, en su mayoría de vapor, y un sinfín de boniteras, bacas y demás embarcaciones de pequeño tonelaje. En total unas 270 unidades de más de 100 toneladas con 50.165 TRB. En 1936 la mayoría de estas embarcaciones se concentraba en el Cantábrico, en especial en el puerto de Pasajes. La matrícula guipuzcoana tenía inscritos un centenar de pesqueros por encima de 100 toneladas, con 23.023 TRB, lo que representaba el 37% de las embarcaciones y el 46% del tonelaje de toda la Flota pesquera del Estado. Aunque si se contabilizaban todas las embarcaciones que operaban habitualmente desde Pasajes, incluso las más pequeñas y las pertenecientes a armadores de otros lugares, la cifra alcanzaba las 160 unidades con unas 25.000 TRB.
Bou Gipuzkoa |
Desglosada por tipos de buques, la Flota de Pasajes se componía de 6 bacaladeros de unas 1.200 toneladas cada uno, 20 bous de entre 140 y 300 toneladas, 82 parejas de vapor y 34 de motor de 30 a 150 toneladas y 18 bacas y parejas sueltas de menos de 100 toneladas. La más importante de todas las compañías pesqueras del país era la donostiarra Pesquerías y Secaderos de Bacalao de España (PYSBE); detrás de ella, otros armadores guipuzcoanos estaban también entre los grandes de la Pesca: Arcelus, Andonaegui, Lerchundi, la familia Ciriza,..
Los efectivos de la Marina Mercante y de Pesca se estimaban en unas 46.000 personas: 300 armadores, 3.000 capitanes y oficiales, 2.500 patrones de pesca y cabotaje, 39.000 tripulantes y 1.500 entre personal de inspección y de tierra. El mayor contingente de oficiales y personal de cubierta procedía de Euskal Herria y Galicia, entre los maquinistas abundaban los originarios de Levante y entre los hombres de fonda los vascos y andaluces.
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El nivel de sindicación era muy alto, los capitanes y pilotos estaban agrupados generalmente en asociaciones profesionales de carácter territorial (Agrupaciones Náuticas o Sindicatos de Capitanes y Pilotos) y los maquinistas en la Asociación General de Maquinistas Navales, aunque no faltaban tampoco los afiliados a organizaciones de clase. La práctica totalidad de las tripulaciones estaban sindicadas en la UGT y CNT y, en Euskal Herria, además, en Solidaridad de Trabajadores Vascos. Poco antes de la guerra, todas las organizaciones sindicales y agrupaciones de oficiales crearon un órgano de coordinación y enlace denominado Alianza de Federaciones Marítimas. En Pasajes, el Sindicato de mayor implantación era “Avance Marino” de la CNT, con unos 1.000 afiliados, le seguía “La Unión Marítima” de la UGT con 700 y STV con 400. En Vizcaya, en cambio, era mayoritaria la afiliación a STV y menor el peso relativo de la CNT.
El 15 de octubre de 1936, José Antonio de Aguirre creaba una Sección de Marina dentro del Departamento de Defensa y nombraba para dirigirla al anterior responsable de los asuntos marítimos de la Junta de Defensa de Vizcaya, Joaquín de Egia y Untzueta. En una memoria elaborada año y medio después Egia indicaba las causas que habían llevado al Gobierno Vasco a crear unas fuerzas navales propias, que resumidas eran las siguientes:
l) El acoso de los buques rebeldes, atacando éstos el tráfico mercante republicano y obstaculizando el libre ejercicio de la pesca, minando los accesos al puerto de Bilbao y bombardeando objetivos costeros.
2) La desmoralización que tales acciones causaba en la Marina mercante y de pesca y en la población civil.
3) La ineficacia de las unidades navales republicanas destacadas en el Cantábrico.
4) La posible utilización de la vía marítima para fugas de enemigos de la República o actividades de espionaje.
La misión confiada a esta Sección –que comenzó a actuar el 25 de octubre– consistía en la formación de una fuerza auxiliar de la Marina de Guerra Republicana que se dedicara a la protección de la pesca y de la libre navegación en aguas territoriales y mantuviera libres de obstáculos los accesos a puertos vascos. Esta fuerza auxiliar tenía, por tanto, como objeto el descargar de tareas secundarias, en aguas de Euskal Herria, a las Fuerzas Navales del Cantábrico, que así podrían centrar su labor en el combate contra las unidades enemigas y las escoltas a gran distancia de la costa. Con este fin, Joaquín de Egia constituyó la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi.
Sus medios iniciales fueron muy modestos, apenas una decena de embarcaciones procedentes de los Servicios Marítimos de las Milicias Vascas o seleccionados entre los pesqueros de la Flota de Pasajes y alrededor de un centenar de hombres. Sin embargo, la incapacidad de las FNC para cumplir sus tareas, conduciría a que la Marina de Guerra Auxiliar asumiera algunas de ellas y llevara prácticamente el peso de la campaña naval hasta la caída de Bilbao. A mediados de 1937 encuadraba ya a cerca de medio centenar de embarcaciones y unos 650 hombres, distribuidos entre las oficinas y servicios de tierra, buques artillados, dragaminas, lanchas y canoas auxiliares y el personal destinado a los servicios y buques de las FNC. Durante los diez meses de vida operativa la Marina Auxiliar, aunque modesta y limitada, se convirtió en una fuerza naval eficaz que cumplió los cometidos asignados, supliendo su falta de preparación militar con un elevado espíritu de servicio.
La Marina Auxiliar no dependía de las Fuerzas Navales del Cantábrico, sino directamente del consejero de Defensa y, a la vez, Presidente del Gobierno Vasco. La Sección de Marina se ocupaba de la dirección administrativa y operativa de los buques auxiliares, mientras que Fuerzas Navales del Cantábrico ceñía su jurisdicción a los buques de guerra propiamente dichos. La planificación y preparación de las operaciones era asumida por el Estado Mayor de las FNC, quien se encargaba de redactar las órdenes de operaciones correspondientes a los servicios que le encomendaba el Gobierno de Euzkadi.
Los Bous armados
Como núcleo central de esta fuerza naval, Egia seleccionó a los cuatro bacaladeros de PYSBE, que estaban siendo artillados por las FNC. Como aún no se había delimitado oficialmente la jurisdicción a que habían de encontrarse sometidos estos buques. Egia propuso que el Gobierno Vasco se incautara de ellos y así se hizo. Con fecha 30 de octubre, José Antonio Aguirre firmó los decretos de incautación de los buques Mistral, Vendaval, Euzkal-Erria e Hispania, en nombre del Gobierno Vasco. Sin embargo, estos buques no quedarían realmente bajo el completo control de la Marina vasca hasta el mes de diciembre, cuando todas sus tripulaciones estuvieran formadas por personal de la Jefatura de Marina de Euzkadi y sus nombres fueran cambiados, pasando a ser Gipuzkoa, Nabarra, Bizkaia y Araba respectivamente. Como comandantes se mantuvieron los designados por las FNC, salvo el del Bizkaya que fue sustituido por Alejo Bilbao; al nombrarlos se les asimiló a la categoría de tenientes de navío. Una vez incorporados a la Marina Auxiliar, se instaló a todos los bous, menos al Araba, un segundo cañón de 101’6 mm. a popa. El Araba, que siempre tuvo sus calderas en muy mal estado, fue desarmado en febrero de 1937 y entró seguidamente en dique para sufrir una profunda transformación. Todos los bacaladeros poseían estación radiotelegráfica completa, a la que se añadió otra de radiotelefonía. Ya por cuenta de la Marina de Euzkadi, en diciembre fueron artilladas también dos parejas de arrastre llegadas en la evacuación de Guipúzcoa, el Goizeko-Izarra y el Iparrekolzarra. Se les armó con un cañón Vickers de 57 mm. a popa a cada una y además al Iparreko-Izarra, con una ametralladora antiaérea Steyr de 8 mm. en el puente y un fusil ametrallador de 9 mm. y 10 fusiles como armamento portátil. Se pusieron bajo el mando de los capitanes Antonio de Zinkunegi Atxurra y Pedro Ruiz de Loizaga Urigoitia. En febrero entró en servicio el bou Donostia que anteriormente había sido el bou armado franquista Virgen del Carmen, cuya tripulación se sublevó la noche del 5 al 6 de diciembre y metió el buque en Bilbao. Su armamento consistía en un cañón Vickers de 76’2 mm. a proa y otro de la misma marca de 47 mm. a popa, dos ametralladoras, y seis cargas de profundidad de fabricación alemana que llevaba el propio buque cuando entró en Bilbao y como armamento portátil un fusil ametrallador Hotchkiss de 7 mm., 13 fusiles y bombas de mano. Para mandarlo se nombró a Francisco de Elortegi y Ganbe, también asimilado a teniente de navío. A los bous menores sólo se les instaló estación de radiotelefonía.
Bou Bizkaia |
En diciembre, el Gobierno Vasco intentó hacerse con dos bacaladeros de PYSBE que estaban en construcción en Dinamarca y se completarían a comienzos de 1937. Se incautó de ellos por decreto de 12 de diciembre de 1936 y envió a un representante para hacerse cargo, pero en Dinamarca se encontró con que los franquistas también habían enviado a una persona con el mismo propósito. Finalmente, las autoridades danesas decidieron impedir su salida hasta después de acabada la guerra, sin tomar partido en el litigio.
Avanzada la primavera de 1937 se iniciaron las modificaciones necesarias para armar otros dos buques, el bou Santa Rosa y el costero Mari Begoña a los que se puso por nombre Gazteiz e Iruña, pero la caída de Bilbao sorprendió al último en plena modificación y a ambos sin material artillero.
La gente conocía popularmente a estos buques como «los bous armados». Todos ellos fueron pintados de color gris aplomado, portando en sus amuras, en color negro, la inicial del nombre. Llevaban izada la ikurriña a proa y la bandera tricolor republicana en el mástil principal. Tenían su base en Portugalete y fondeaban habitualmente en la dársena de la Benedicta o de Galdames.
Se les encomendaron las tareas de escolta de buques mercantes que iban o venían de Bilbao, la protección de los pesqueros que faenaban en aguas territoriales y la vigilancia de la costa y de los accesos a puertos vascos. El Consejero de Defensa, previo asesoramiento de la Jefatura de Marina, era quien disponía los servicios a realizar, encomendándose al Estado Mayor de las Fuerzas Navales del Cantábrico la redacción de la correspondiente orden de operaciones. Estas órdenes de operaciones, una vez aprobadas por el Consejero, eran transmitidas a los comandantes de los bous encargados de su cumplimiento, quienes, después de efectuado el servicio, cursaban el parte a la Jefatura de la Sección de Marina y a la vez a las Fuerzas Navales del Cantábrico. Los bous poseían claves especiales, que se renovaban periódicamente, para comunicarse entre sí y con los buques de las FNC, y un código particular de señales de banderas y radiotelegráficas para coordinar sus evoluciones.
Tripulantes del bou 'Gipuzkoa' tras un combate; con gabardina larga, el comandante |
Los dragaminas y buques auxiliares
Para la recogida y destrucción de las minas sembradas en aguas de Euskadi se seleccionaron unos cuantos pesqueros tipo pareja de arrastre que recibieron el nombre de «dragaminas» o «barreminas». Los primeros dragaminas se utilizaron en Euskadi a finales de septiembre de 1936 cuando la Junta de Defensa de Vizcaya, ante un posible minado de Bilbao, movilizó la pareja Danak-Ondo y Marce. La pareja se estrenó pocos días después, al confirmarse que el destructor enemigo Velasco había sembrado minas en el Abra para impedir la entrada de la Flota Republicana. La amenaza del cierre del puerto de Bilbao obligó a la Marina de Guerra Auxiliar a organizar el servicio de rastreo en diciembre. Utilizó para ello varias embarcaciones tipo pareja de arrastre procedentes de la Flota de Pasajes: Jaimín, Rafael Cantos, Arco, Iris, Mari-Toya, Gure Artizar y Gure Izarra.
Los sucesivos minados realizados entre enero y abril hicieron incrementar su número hasta llegar a 24 en mayo de 1937, incorporando nuevas parejas de Pasajes y de Ondárroa. Al principio, estas embarcaciones conservaron sus nombres originarios, pero en mayo se les suprimieron, asignándoles los numerales D-1 a D-24 del siguiente modo: María Angeles (D-1), Julito (D-2), Domayo (D-3), Mourisca (D-4), Gure Artizar (D-5), Gure Izarra (D-6), Alque (D-7), Alción (D-8), Nuevo Constante (D-9), Constante Barreiro (D-10), Arco (D-11), Iris (D-12), Motrico (D-13), Ondarroa (D-14), Eduardito (D-15), Anthon Mari (D-16), Delfina (D-17), Marcos (D-18), Ibai-Ederra (D-19), Salvadora (D-20), Nazareno nº6 (D-21), Aralarko-Mikel-Deuna (D-22), Eugenio (D-23) y Julia (D-24). Además a los D-3 y D-4 se les asignaron los nombres de Napartarra y Arabarra respectivamente.
El servicio de rastreo lo supervisaba el delegado de Marina en Portugalete, José María Burgaña Belaustegi, que preparaba cada día los planes de trabajo de la Flotilla. Uno de los dragaminas iba siempre mandado por un capitán que actuaba como jefe de la Flotilla y dirigía personalmente las operaciones. Algunos dragaminas fueron también empleados en misiones especiales como el Mourisca (servicio de comunicaciones y transporte entre Bilbao y Bayona), el Domayo (servicio de enlace radiofónico entre Bilbao y Bayona) y el D-5 y D-6 (transporte de armas en colaboración con Lezo de Urreiztieta). Los barcos eran mandados por patrones de cabotaje o de pesca salvo en misiones especiales en que lo hacía un capitán.
En labores auxiliares de localización y desactivación de minas y de vigilancia nocturna de la costa se utilizaron hasta seis pesqueros de bajura, en su mayoría de Motrico, clasificados como «lanchas auxiliares». Actuaban principalmente de noche y cerca de la costa. Si operaban de día lo hacían como auxiliares de los dragaminas en misiones de exploración. A comienzos de mayo sus nombres fueron sustituidos por los numerales L-1 a L-6: Nazareno nº1 (L-1), Angel de la Guarda (L-2), Josuren Ama (L-3), Nazareno nº9 (L-4), San Isidro (L-5) y San Ignacio de Loyola (L-6).
También formaron parte de la Marina Auxiliar varias parejas, canoas automóviles, yates y lanchas rápidas que se emplearon en otros servicios. Así, el Danak Ondo, Danak Batian y Marce prestaron servicio de prácticos mientras esa labor dependió de la Sección de Marina, de noviembre a marzo de 1937. Otro servicio especial fue el que prestaron desde noviembre de 1936, primero el Trintxerpe y más tarde el Domayo. Ambos buques se utilizaron para mantener un enlace permanente entre Bayona y la Presidencia del Gobierno Vasco a través de sus equipos de telefonía y telegrafía. En labores de enlace marítimo entre Bayona y Bilbao se emplearon el yate donostiarra Severiano Asarta –durante muy breve plazo–, el Mourisca ya citado y las lanchas rápidas Kayue y Txepetx (ex Pussycat), dos canoas de recreo capaces de superar los 20 nudos de velocidad.
Como auxiliares de los dragaminas se emplearon, desde mayo de 1937 varias canoas automóviles a las que inmediatamente se asignaron nuevos nombres: Comandante Moreno (ex IsiAnton), Aitor (ex S.C.), Sorgiña (ex Cedard Bird), Miren Garbiñe (ex Politena), y Berabille ( ex Tío Maco). En servicios portuarios se empleó inicialmente la motora Sheabe, llegada de Pasajes, y luego la Pili –rebautizada en mayo Miren Koldobike–, la Trinkertxu (ex Jaungoikoa Lagun) y el yate Izaro –desde
mayo Epailla 5.
Todos los buques tenían su base en Portugalete y solían amarrar en el muelle nuevo, cerca de los almacenes del ferrocarril que también eran utilizados por la Marina. Los dragaminas y las lanchas auxiliares se pintaron totalmente de color gris aplomado, al igual que los bous, llevando en cada amura el numeral correspondiente, en color negro. Ninguna de las embarcaciones iba armada, salvo el armamento portátil que en contadas ocasiones llevaban sus tripulantes.
Proyectos inacabados
En el transcurso de la guerra, el Departamento de Defensa estudió una serie de proyectos de construcciones navales y de adquisición de diverso material de uso naval. Todos estos proyectos se vieron frustrados por la caída de Bilbao en junio de 1937 y, aunque ninguno de ellos llegara a realizarse, merece la pena reseñarlos para dar una idea de cuáles eran la dimensión y los medios que se pretendía asignar a la Marina de Guerra Auxiliar. De todas formas, no está claro que todos estos
proyectos estuvieran concebidos para la Marina Auxiliar.
• Hidroavión: En noviembre de 1936 el Gobierno de Euzkadi adquirió un hidroavión, modelo Sikorsky SB-38. Este tipo de hidroavión, capaz de realizar misiones de observación, se había construido en Estados Unidos hacia 1930. Según parece, el aparato lo adquirió el Gobierno Vasco a través de un periodista sueco. Fue sometido a diversas pruebas en Bilbao y Santander por personal de la Escuadrilla de Hidros de las FNC, comprobándose que debía ser objeto de una profunda reparación. Estos trabajos se iniciaron en febrero en la Constructora Naval y fueron seguidos de cerca por varios miembros del Estado Mayor de las FNC que planeaban desertar con él. No lo consiguieron porque, antes de completarse la reparación y próximo a caer Bilbao, fue trasladado a Santander para evitar su captura. Una vez terminados los trabajos, realizó un vuelo de prueba el 30 de julio de 1937, con tan mala fortuna que un grupo de cazas republicanos lo derribó a pocas millas de Suances. El avión no llevaba pintados los distintivos republicanos y los cazas no le reconocieron. Sus cuatro
tripulantes resultaron muertos.
Hidro Sikorsky S-38 |
• Buque escuela:
En noviembre, Egia solicitó al Consejero de Defensa la incautación del yate Goizeko-Izarra con el fin de destinarlo a “cuartel-escuela de instrucción naval” para el personal de la Marina. La propuesta no fue aceptada, por lo que, a partir de febrero, se hicieron gestiones para buscar un alojamiento en tierra que cumpliera la misma función. Finalmente se seleccionó y acondicionó un chalet próximo al balneario de Igeretxe y en él se instaló el Cuartel de Marina. La guarnición estuvo formada básicamente por la tripulación del Araba, mientras estuvo en reparación, y personal sin destino.
• Guardacostas y lanchas cañoneras: En diciembre de 1936 José Antonio Aguirre, transmitiendo órdenes del ministro de Marina de la República, encargó a la Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques la construcción de 12 guardacostas de un tipo parecido a otros ya construidos para Méjico. Aunque se iniciaron contactos para obtener los materiales necesarios, el proyecto no siguió adelante. En enero de 1937 Euskalduna presentó un nuevo proyecto. Se trataba esta vez de construir 6 lanchas cañoneras, calculando que para construir la primera embarcación se tardarían seis meses y añadiendo un mes más para terminar cada una de las cinco restantes. Tampoco llegó a ponerse en marcha este proyecto.
• Lanchas torpederas: Ya en febrero de 1937, Egia solicitó del Consejero de Defensa que pidiera a la Delegación Vasca de París si podía obtener planos de las embarcaciones lanzatorpedos de la Armada francesa y de los más modernos tipos de torpedos, así como de la “patente de origen japonés del denominado torpedo-humano”. En abril solicitó la adquisición de 6 lanchas torpederas rusas de gran velocidad. Aunque estas operaciones no parece que llegaran a materializarse, este mismo mes la Delegación del Gobierno Vasco en París gestionó a través de Lezo de Urreiztieta la construcción de varias canoas lanzatorpedos. Lezo llegó incluso a adquirir torpedos para ellas pero la caída de Bilbao frustró la ejecución del proyecto.
• Lanchas rápidas y cazasubmarinos: También en febrero de 1937, Egia solicitó al Consejero de Defensa que el Departamento de Industria le proporcionase 2 lanchas rápidas para situarlas en Bermeo y Lequeitio, con objeto de dar protección a la flotilla pesquera de esos puertos en su trabajo diario e impedir la labor de los pesqueros del enemigo. Volvió a solicitarlas en marzo, pero sin conseguirlas.
En abril de 1937 se organizó, por cuenta del Gobierno de Euzkadi, una Misión Militar secreta de consejeros y técnicos militares franceses encabezada por Joseph Crozier. Esta misión constaba de una primera sección de planificación y adquisición de material bélico, y una segunda destinada al asesoramiento táctico e instrucción del personal militar. La primera sección, operando desde Francia, inició estudios de defensa costera y preparó los planes de construcción de lanchas rápidas y cazasubmarinos por la industria vasca pero, como en los casos anteriores, la caída de Bilbao impidió que se llevaran a cabo. La segunda sección incluía un oficial de Marina, el teniente de navío de la Reserva Naval Georges Edmond Dupuy. La caída de Bilbao impidió también en este caso que pudiera desarrollar su labor y este oficial fue puesto al mando del mercante británico Bobie que tomaría parte en el intento de evacuación del Ejército vasco desde Santoña.
Extraido de "La Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi (1936-39)" . Juan Pardo San Gil