lunes, 22 de diciembre de 2014

UN MARINO LEAL A LA REPÚBLICA.




Juan Antonio Castro
Juan Antonio Castro Iizaguirre nace en Tolosa el 26 de junio de 1911. Falleció en Biarritz el 23 de junio de 1994. Estudia el bachiller en el Colegio de los PP Escolapios e impulsado por decidida vocación, ingresa en 1931 en la Academia Naval de San Fernando (Cádiz) donde cursa los estudios correspondientes al Cuerpo General de la Armada, saliendo el año 1936 con el grado de Alférez de Fragata. En la guerra civil hace sus primeras armas en tierra, en la defensa de Tolosa y más tarde en Irún, pasando a continuación a la Base Naval de Cartagena donde se le destina al crucero "Méndez Núñez" de segundo Comandante. En abril de 1937 pasa a Bilbao, tomando el mando del destructor "Ciscar" con el cual hace la campaña del Norte hasta su parcial hundimiento en El Musel, puerto de Gijón.

De allí pasa a Francia por mar y se reúne con su familia en San Juan de Luz, poniéndose inmediatamente a las órdenes del Gobierno de la República, quien le da orden de tomar el mando del destructor "José Luis Díez", que se encuentra en reparación en el puerto francés de El Havre. Durante parte de 1938 se ocupa de la reparación del destructor, al que cambia de tripulación, rodeándose de algunos marinos vascos de confianza.

Con las reparaciones del buque terminadas Castro recibe en El Havre una carta firmada por José Tapia, cartero de Salvador Moreno, segundo Jefe del Estado Mayor de la Armada sublevada, cuyo contenido es el siguiente:
Sr.D. Juan Antonio Castro. Presente. 
Mi querido amigo: De paso rápido por ésta y al objeto de saludarle y cumplimentar un encargo confiado por su padre, Don Luis, le ruego acuda alrededor de las siete de esta tarde al café Guillaume Tell, que está frente al Ayuntamiento. Esperando acuda y hasta entonces, reciba un abrazo de su buen amigo.
El comandante Castro acudió al café, donde le presentaron a las personas que le entregaron otra carta, firmada por Salvador Moreno, un traidor a la República, alentándole a desertar, junto con instrucciones para llevar a cabo la traición, documentos que reproduzco a continuación avisando ahora de que su lectura revolverá el estomago, no solo el de las victimas de la Armada Republicana y sus familiares si no también el de cualquier republicano español.
Cuartel General del Generalísimo: El contralmirante segundo jefe del Estado Mayor de la Armada.- Burgos.27 de julio, II Año Triunfal.-
Sr.D. Juan Antonio Castro Izaguirre.
Mi querido amigo: Quisiera añadir y “compañero”, recordando al guardia marina del “Elcano”, revoltoso y desaplicado, pero noblote y caballero, que estoy cierto tiembla de emoción y de dolor al recordar sus años de convivencia con aquel grupo de valientes cuya memoria es hoy orgullo de todos y muy en particular de quien tuvo el honor de orientarlos en los primeros pasos dentro de la Corporación, pero comprenderá usted que mientras subsista entre los dos el abismo que en la actualidad nos separa, me veo obligado, ya sea con verdadero dolor, un vocablo que implica comunidad de sentimientos e ideales, por lo menos en cuanto se refiere a los de carácter tan sagrado como los de la Patria y Marina. ¿Se prestará un momento a escuchar a su comandante de ayer? No olvide usted que entre mis muchos defectos, nadie podrá encontrar la hipocresía, así como que entre mis escasas virtudes ocupa el primer lugar la de dejarme llevar más por el corazón que por el cerebro; pues bien, óigame. 
Doy por hecho que si pasó usted por momentos de confusión que le impidieron descubrir bien acerca de cual era su deber como oficial de marina español, hoy está arrepentido y ansioso de lavar su falta. Aprecio su situación y quisiera ayudarle a salir de ella anticipándole que no me guía otro móvil que el afecto que le conservo y la conciencia que tengo de su hombría de bien. No se deje arrollar por el recuerdo del pasado; está a tiempo de salvar su honorabilidad y de encontrar la paz para su conciencia. Traicionó usted a España, es cierto; pero España le perdonará si sabe usted mostrarse digno de ella. ¿Qué hacer? Muy sencillo. Es usted valiente y decidido; manda un barco que, siendo nuestro arbola un pabellón que cobija a los más cobardes y a los más canallas… a los más vulgares asesinos. Devuélvanoslo, y si no puede, estréllelo, húndalo, todo antes que entregar nuevas armas a los que intentan destruir España y vender sus pedazos al extranjero. 
Si es preciso morir en la empresa, no lo dude un momento; alcanzará usted el mayor honor y la mayor gloria; yo cuidaré de reivindicar su nombre y de hacerlo figurar en el cuadro de los valientes, al lado de los Granullaque, Varela, Revuelta, Tapia…y Dios, que está visiblemente a nuestro lado, le perdonará. No es usted peor que los demás, ¿por qué manchar su apellido para siempre? Mañana, es decir, muy pronto será tarde; no puede ignorarlo, como tampoco que cuanto le digo envuelva una cuestión de honor exento de todo egoísmo. El barco, al fin y al cabo, caerá; pero usted…usted no debe caer como no sea dando la vida a España. Piénselo, medite bien su plan y proceda. No le faltarán facilidades, como tampoco ha de faltarle valor. La entrega del barco representará su rehabilitación absoluta; yo se lo garantizo; continuar en él después de este aviso es su perdición cierta, irremediable. Se lo piden a usted los 300 jefes y oficiales de marina que prefirieron morir oscuramente antes de faltar a su deber. 
Espero sus noticias o sus hechos, seguro que responderá en todo a su reconocida caballerosidad. ¿Todo por España!  ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco! ¡Que Dios le ilumine y le proteja permitiéndole volver a merecer el afecto de la Corporación y muy en particular el de su amigo y ex comandante! 
Salvador Moreno.
Acompañan a la carta las siguientes instrucciones:
Estado Mayor de Marina. Segunda Sección.
Instrucciones para la posible entrega del “José Luis Diez”.
Dos posiciones hay que tener en cuenta: 
Primera: Que el comandante del barco pueda hacerse con la mayor parte de la dotación. Segunda: Que sea una pequeña minoría la de aquellos que quieran entregar el barco. 
En el primer caso debe entrar en un puerto de la Costa Cantábrica, señalando previamente cual es el elegido, para prevenir a las autoridades de marina y baterías de costa. En el segundo, la entrega debe hacerse en la mar a un crucero nacional que saldrá a su encuentro.  
La manera de proceder por parte de los adictos a nuestra causa será la siguiente: al verificarse el encuentro, el crucero nacional irá por el “José Luis Diez” con su artillería dispuesta para hacer fuego. El “José Luis Diez”, tratará de huir, pero en las máquinas debe producirse una avería que lleve consigo una gran perdida de vacío en el condensador, lo que hará caer gradualmente la velocidad. De esta manera el crucero alcanzará al destructor y en ese momento los elementos adictos deben producir una desmoralización de la dotación del  mismo, haciéndoles ver que no hay posibilidad de salvación y que como único remedio ,para evitar males mayores el buque debe rendirse izando bandera blanca. Una vez hecho esto, si el tiempo lo permite, deberán dirigirse a bordo del crucero los botes del destructor con la dotación del mismo, quedando solamente en él los elementos adictos y los que el comandante del barco considere indispensables para la seguridad del mismo, en tanto no le llegue del crucero la dotación que marine el destructor para continuar viaje. Si el tiempo no lo permite, los elementos adictos pondrán a buen recaudo a los individuos más peligrosos y seguirán las indicaciones del crucero para tomar el puerto que éste designe 
El encuentro será dese luego en el Atlántico, no pudiendo fijar punto exacto porque ello dependerá de la rapidez con que se nos comunique la salida. En todo caso, si el comandante del barco nos indica el punto de reunión con tiempo suficiente se acudirá a él, pero esto lo consideramos muy difícil, pues creemos que el comandante no podrá facilitar este dato con la suficiente anticipación. Si existe la posibilidad de hacer señales por radio durante la navegación, que nos diga cuales serán éstas y la longitud de la onda en que serán emitidas.
Burgos, 27 de julio de 1938.
El comandante Castro no traicionó a la República. Del mando de la Flota Republicana recibió órdenes de dirigirse desde El Havre a la Base Naval de Cartagena. Para llegar a Cartagena era necesario romper en solitario el bloqueo naval del Estrecho de Gibraltar. Para aumentar las escasas posibilidades de romper el bloqueo se "disfraza" para hacerse pasar por un destructor de la Royal Navy, muy similares a los españoles de la clase Churruca. Los servicios de espionaje alemanes alertan del intento a la flota sublevada, la cual sitúa en el Estrecho a tres cruceros fascistas (entre ellos el “Canarias”), tres destructores y un cañonero que esperan su llegada y lo atacan en bloque, pero a pesar de la espectacular potencia de fuego de los tres cruceros sublevados no consiguieron hundir ni apresar al destructor republicano. Averiado de importancia logra refugiarse en el puerto de Gibraltar.




Nada más conocerse por la Flota Republicana el desenlace del combate y la situación del barco en Gibraltar se pensó que las autoridades inglesas colaborarían en la reparación de las averías, nada más lejos de lo que realmente sucedió ya que los ingleses del Peñón le prohibieron la entrada a su Arsenal y además le dieron de plazo menos de un mes para que la tripulación del destructor, por sus propios y exclusivos medios, efectuase las reparaciones necesarias, plazo que de no cumplirse se procedería al embargo del buque.

Después de un fallido intento de volver a Cartagena ya en el mes de diciembre, es atacado nuevamente y acaba embarrancando. Los ingleses apresan a la tripulación y los ingresan en prisión, quince días después son transportados hasta Almería. Antes de acabar la guerra, el 25 de marzo de 1939, los ingleses entregan el destructor a los franquistas, siguió operativo hasta 1965.

El comandante Castro consigue llegar a Cartagena y de allí a Barcelona y a Francia, terminando la guerra civil poco después. Comenzada la segunda guerra mundial, es internado con otros muchos refugiados españoles en el campo de concentración de Gurs, de donde consigue escapar ante la proximidad de las tropas alemanas, embarcando en San Juan de Luz en un langostero, al que conduce hasta las costas de Irlanda junto con otros exiliados vascos. 

Antes de terminar el año 1940, se presenta a las fuerzas francesas libres del General de Gaulle, haciendo la guerra en aguas del Pacífico de segundo comandante del crucero francés "Triomphant". Terminado el conflicto y adquirida la nacionalidad francesa, contrae matrimonio con Simone Larrodé y ostenta diversos mandos dentro de la marina francesa. 

Como ya he dicho y repetido hasta la saciedad, con marinos como  Juan Antonio Castro en la Armada la sublevación franquista habría tardado pocas semanas en fracasar. El problema fue que España era una República con Marina monárquica.


Benito Sacaluga.


Fuente de las cartas e instrucciones: La Escuadra la mandan los Cabos. Apéndice 16. M.D.Benavides. 





sábado, 20 de diciembre de 2014

EN MANOS DE QUIEN ESTA LA FLOTA




Bou "Nabarra" con la pieza de 101,6 mm montada en la proa
El uno de octubre de 1936 se aprueba por las Cortes Republicanas el Estatuto de Autonomía del País Vasco y se crea la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi, al mando de Joaquín de Eguía y Unzueta (Capitán de la Marina Mercante y Subinspector Local de Servicios Marinos), sus unidades son seis bacaladeros de altura (Bous) requisados a los que se les dotó de cañones de 101,6 mm cedidos por el acorazado Jaime I. En esos momentos la práctica totalidad de la Flota estaba en el Norte, una vez que se pierde el control del Estrecho de Gibraltar la Flota regresa al Mediterráneo permaneciendo en aguas del Cantábrico los destructores “Ciscar” y “José Luis Diez” junto a los submarinos “C-2”, C-4” y “C-6”. El Ministro de Marina, Indalecio Prieto, cursa un telegrama desde Valencia previniendo de posibles ataques de buques de guerra alemanes e italianos los cuales actuarían contraviniendo el Pacto de No Intervención.  El Jefe de las Fuerzas Navales del Cantábrico convoca una reunión entre los comandantes de los buques republicanos citados, el Comisario Político de las Fuerzas Navales y los Comisarios de los buques. Transcribo a continuación el contenido literal del Acta levantada sobre el contenido de la reunión:



INFORME SOBRE LA REUNIÓN CONVOCADA EN FUERZAS NAVALES DEL CANTÁBRICO  A LOS COMANDANTES Y DELEGADOS POLÍTICOS DEL  LA FLOTA REPUBLICANA, CELEBRADA EN SANTANDER EL 23 DE JUNIO DE 1937, SEGÚN REDACCIÓN DEL COMISARIO POLÍTICO DEL DESTRUCTOR “CISCAR"
El día 23 del corriente por la tarde y bajo la presidencia del Jefe de las Fuerzas Navales estando presente el Sr. Jefe del E.M. y el Comisario Político de las Fuerzas Navales en el Norte, se reunieron los Comandantes y Delegados Políticos de los destructores “Ciscar”, “José Luis Diez”  y de los submarinos “C-2”, “C-4” y “C-6”
El Jefe de las Fuerzas Navales explica a los reunidos el motivo de la reunión diciendo que obedece a haberse recibido un telegrama del Ministro desde Valencia en el cual hace saber el temor existente sobre un posible ataque de buques de guerra alemanes e italianos (sin indicar lugar) ordenando que se tomen las debidas precauciones y para ello ruega a los reunidos expongan sus puntos de vista. 
Hace uso de la palabra el comandante del “C-2” que se expresa en el sentido de que para evitar los lamentables sucesos ocurridos en Bilbao nos hace falta conocer la situación exacta, como es la defensa artillera de la costa, la situación de los frentes y la información completa de la costa, cuyas informaciones deberían enviarse diariamente a todos los buques. 
El Jefe de las Fuerzas Navales hace saber que hace bastantes días se pidió al E.M. del Ejército informe sobre la artillería de la costa y aún no ha respondido, por lo cual y en compañía de cualquiera de los reunidos se trasladaría inmediatamente al E.M. del Ejército para enterarse de ello. En lo que se refiere a la información de la costa dice que cada media hora y por medio de estaciones costeras se anuncia la situación de los piratas haciendo saber que si tarda algún tiempo desde una comunicación a otra es debido a que no varia la situación. 
Interviene el Comisario Político diciendo que cree que se ha variado el tema de la discusión pues a su entender lo que hace falta es tener clara una manera de proceder en caso de un posible ataque.
El comandante del “Ciscar” dice que él entiende que en cuanto se acuse la presencia de buques alemanes o italianos se debe perder contacto con ellos y en caso de ser atacados repeler la agresión. 
Pregunta el Comisario Político si eso sería dentro de las tres millas a lo cual todos responden que en todas las aguas.  De nuevo pregunta el Comisario Político si no sería conveniente  hacer una llamada telegráfica a los buques de guerra del Control, respondiéndole el comandante y el Delegado Político del “Ciscar” que siendo esta la primera medida a tomar no se debe esperar en replicar a los ataques pues mientras acuden los buques del Control puede ser hundido el buque atacado, quedando todos conformes con ello. 
En cuanto a la defensa toma de nuevo la palabra el Comandante del “C-2” para decir que siendo Santander el puerto que tiene más garantía en el Norte, se debían reunir lo ante posible todos los buques de guerra, incluidos el torpedero “T-3” y los Bous para poder disponer de más elementos en caso de una agresión, sumándose a esta manifestación el Delegado Político del “José Luis Diez”. 
El Comandante del “José Luis Diez” dice que el entiende que siendo por el momento en el Norte el pirata “Cervera” el único enemigo, ya que a los otros se les puede enfrentar, debía permanecer un destructor en Gijón al objeto de que ande más vigilante recorriendo toda la costa. El Jefe de las Fuerzas Navales dice que eso no puede ser ya que en Gijón no hay petróleo por lo cual tiene que venir por fuerza a Santander y aunque aquí por el momento solamente hay un stock de 390 toneladas se podría repartir a ambos destructores, quedando todos conformes en esto. 
Hace uso de la palabra el Delegado Político del “Ciscar” para decir que en lo que se refiere a los Bous se debía proceder a desartillarlos y con los cuatro cañones de estos aumentar la artillería de la costa, ya que entiende que la efectividad de los Bous no contando con la defensa que se les pueda hacer desde la costa, pues no podrían salir más de cinco millas y aún estando dentro de esas cinco millas serian barridos por cualquier pirata debido a la superioridad artillera de estos. A esta manifestación se une el Comandante del “Ciscar” alegando que los Bous tendrían alguna eficacia si se contara con baterías de costa como en Punta Galea y Lucero, pero aquí no tienen ninguna eficacia, opinando que la artillería de los Bous se debería emplazar en la costa para llegado el momento poder refugiarse a su amparo, quedando todos conformes en que una vez estudiada la batería que existe actualmente en la costa se procederá o no a desartillarlos. 
Insiste el Comandante del “C-2” en que los Bous se deben dotar de cargas de profundidad y un cañón pequeño contra submarinos a lo que el Comandante del “Ciscar” pregunta si tendrían alguna efectividad las cargas sin lanza-cargas, a lo que el Comandante del “C-2” contesta diciendo que los Bous piratas tienen solamente un tobo a popa por donde arrojan las cargas. De nuevo el Comandante del “Ciscar” dice que debido al poco andar de los Bous las cargas no serían efectivas. 
Toma la palabra el Delegado Político del “Ciscar” y dice que el Gobierno Vasco estaba estudiando la manera de dotar a los Bous de cargas de profundidad con sus correspondientes lanzaderas, quedando por fin sin aclarar el asunto concerniente a los Bous. 
El Comandante del “Ciscar” para decir que él por su parte entiende que acusando la presencia de un submarino se debe proceder a hundirle inmediatamente y tras varias aclaraciones se quedan todos conformes con este criterio. 
Valiéndose de un intérprete hace uso de la palabra el Comandante del “C-6”, quien hace sus observaciones, respondiéndole estar conformes en todo. 
Y por fin, preguntando la situación actual de los buques a los Comandantes respectivos por el Jefe de las Fuerzas Navales damos por terminada la reunión, quedando todos en reunirnos con más frecuencia para cambiar impresiones. 
Santander a 23 de junio de 1937.

Resulta desalentadora la lectura del acta de la reunión, como toda medida se adopta la decisión de defenderse si algún submarino alemán o italiano ataca unidades republicanas o es avistado dentro de nuestras aguas territoriales, solo faltaría que los buques republicanos mirasen para otro lado o que rehusaran el combate, aunque a decir verdad esto pasó con demasiada frecuencia. Ninguna estrategia, ningún plan especial de observación, vigilancia o espionaje. Resulta incomprensible que los buques no tuvieran conocimiento exacto de la situación y estado de las baterías costeras y de los frentes; la pasividad del Jefe del E.M. aduciendo que ha pedido el informe hace días pero que no lo ha recibido resulta a todas luces intolerable. Permitir que las informaciones de las emisoras costeras no se produzcan exactamente en los intervalos acordados alegando que si no hay trasmisión no hay variación de la situación es poner en alto riesgo a los buques, muchos pueden ser los motivos por los que las emisiones no se llegasen a  realizar en los tiempos fijados: abandono del servicio, averías en el transmisor, deserción o muerte del operador,etc...sin embargo esta barbaridad se toleraba y más aún se aceptaba como normal.

El intento en desarmar los Bous es otra incongruencia. Si bien estos barcos (bacaladeros artillados) no eran buques de guerra cumplieron excelentemente con su cometido gracias a la pericia marinera y la valentía de sus tripulaciones, hasta tal punto que tuvieron el coraje de enfrentarse al crucero "Canarias", una gesta épica de los marinos vascos que se dio en llamar la Batalla de Cabo Machichaco. El "Canarias", que se encontraba navegando a la altura de Bilbao a la espera para atacar y apoderarse del mercante Mar Cantábrico, procedente de Nueva York con un importante cargamento de material de guerra para la República, recibió el cuatro de marzo la orden de capturar al mercante Galdames, en ruta a Bilbao desde el puerto francés de Bayona con un cargamento de moneda, iba escoltado por el "José Luis Díez"  y por los Bous de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi:  "Gipuzkoa", "Nabarra", "Bizkaia", "Pantzeska", "Joseba Mikel"y "Donostia". En la batalla uno de los bous, el Nabarra se enfrenta al Canarias y es hundido después de tres horas de combate, el mercante Galdames apresado y conducido por el Canarias hasta Pasajes. La tripulación y pasajeros del Galdames fueron condenados a prisión e incluso algunos fueron fusilados. Una batalla en la que no intervinieron ni los submarinos republicanos "C-2" y "C-5" ni el torpedero "T-3" allí destacados. Tampoco combatió el destructor "José Luis Diez", que escoltaba al mercante, su comandante el alférez de navío Carlos Moya, alegando una avería en las máquinas, huyó dirigiendo el buque al puerto de Burdeos, una vez allí procedió a sabotear las turbinas del destructor para después desertar junto con varios oficiales del buque.

Más que una reunión entre mandos de unas fuerzas navales y comisarios políticos para tratar un tema tan importante como la posibilidad de ataques sorpresa por parte de buques de guerra ajenos al conflicto, parece una reunión entre miembros de una comunidad de vecinos para decidir sobre la reparación del ascensor. La desafección republicana de los mandos y oficiales de la Flota quedaba otra vez más patente. Mientras tanto los leales combatían y morían en sus puestos, luchando contra dos enemigos: contra los buques fascistas y contra los mandos y oficiales traidores infiltrados a cientos en el seno de la Flota Republicana, el Estado Mayor y el propio Ministerio de Marina.

Desconozco si el acta de la reunión llegó a las manos de Prieto y si fue así que es lo que pensó, ya que hacer no hizo nada. Si hubiese llegado a las mías mi decisión hubiese sido destituir fulminantemente a todos y cada uno de los asistentes a la reunión aunque dada la falta de oficiales tuviese que haberlos reemplazado por Cabos.

Benito Sacaluga

sábado, 13 de diciembre de 2014

LA ZORRA Y LAS UVAS






Como ya se ha puesto de manifiesto en multitud de ocasiones, la Flota Republicana adolecía de Mandos y Oficiales. Muchos de los que estaban en el escalafón en 1936 se posicionaron del lado de los sublevados y otros, muchos también, que permanecieron en el lado gubernamental dedicaron su esfuerzo a la traición, el colaboracionismo con el enemigo y el sabotaje. A causa de esta situación se hizo necesario que muchos oficiales de baja graduación leales a la causa republicana asumieran el mando de los buques de la Flota.

A la vista de la situación descrita anteriormente la propaganda franquista puso su empeño en tratar de ridiculizar a los marinos republicanos, a los adscritos al Cuerpo General por su falta de experiencia y al resto de Cuerpos y Marinería por una supuesta continua falta de disciplina y respeto a los Mandos.




A mediados de 1938 el Tte.Col. de Máquinas y Jefe de los Servicios de Inspección de Máquinas de la Flota, Benito Sacaluga, sale al paso de la propaganda fascista publicando en el semanario "La Armada" el siguiente artículo:

LA ZORRA Y LAS UVAS

Repetidas veces y por diversos motivos, ha dicho y escrito el Comisario General de la Flota que únicamente cuando se termine la guerra se podrán saber los múltiples y variadisimos servicios prestados por ésta a la causa del pueblo.
La Flota Republicana fue, y seguirá siendo cada vez más,, una verdadera pesadilla para el Traidor, los traidores y demás compinches “nacionales” y extranjeros. Una buena prueba de ello es la constante “distinción” que le hacen por medio de su prensa y emisoras de radio. Casi diariamente le dedican por uno u otro medio, o por ambos, sus descalificaciones, lo que es debido a que casi diariamente también les da motivo para ello. 
Como les ocurre a todos los despechados les sucede a estos que nos insultan, esto es le quitan mérito a la actuación del adversario, a un adversario que les pega en cada ocasión que se le presenta, y sin proponérselo ponen de manifiesto nuestros propios méritos. Una de las ofensas que más prodigan es en todo aquello referente a los mandos militares de los buques republicanos. Dichos mandos, según ellos, son incapaces por estar desempeñados por individuos sin experiencia, por guardiamarinas, por Alféreces de Navío, por Tenientes de Navío cuando más.
La incapacidad de nuestros Mandos, tanto de los buques como de la Flota y Flotillas no podemos juzgarla teóricamente, pero práctica y positivamente no es que la juzguemos, es que la vemos, la sentimos y la vivimos. Así es, cuando los que hemos encanecido en los barcos que navegan comparamos ahora la manera tan segura y rápida como los manejan los “Guardiamarinas” de la República y como los manejaban aquellos graves carcamales “curtidos en su profesión” cuyo miedo e inseguridad culminó en aquel célebre “Paco, poco a poco”, nos damos perfecta cuenta de todo lo que la República puede esperar de su Flota, comprendiendo también las causas que motivan las series de fracasos que la “Escuadra Nacional” está cosechando continuamente.
Guárdense pues los traidores a sus laureados Mandos formados en aquella Escuela Superior de Guerra Naval situada en el centro del enfurecido océano del Prado madrileño, cuya competencia y pericia han puesto de manifiesto en cuantas ocasiones se les han presentado, y no se lamente de nuestros “incapaces” Mandos. Déjenlos seguir haciendo “incapacidades” y tengan muy presente que las que esperamos que sigan haciendo van a oscurecer a las anteriores a pesar de ser todas tan brillantes. Y vosotros, competitísimos estrategas navales, seguid haciendo vuestra campaña y navegaciones como siempre desde tierra; pero no olvidar que el más modesto de nuestros Mandos ha navegado y practicado la autentica guerra naval en estos dos años de lucha mucho más que hayan podido navegar y practicar todos esos “vices” y ”contra” que tanto navegaron, según sus hojas de servicio, por todos los mares de Europa, Asía, África, América y Oceanía. En cuanto al flamante jefe de la "Escuadra Nacional" le auguramos que muy pronto se verá obligado a telegrafiar a Puerto Real, si puede, lo siguiente: “Pascualito y yo buenos”.




Benito Sacaluga