lunes, 19 de agosto de 2013

ACORAZADO JAIME I


A causa del conflicto de España con Estados Unidos relacionado con la isla de Cuba, que dio lugar a la guerra entre estos dos países, la Armada Española perdió en combate dos flotas completas, una en la batalla de Cavite y otra en la de Santiago de Cuba. En el año en que tuvo lugar el conflicto,1898, la Armada española estaba considerada como una de las cuatro primeras potencia navales del mundo e integrada en su mayoria por buques construidos a raíz de las iniciativas de tres ministros de Marina, el almirante Pavía (1881), el vicealmirante Antequera (1884) y el vicealmirante Berenguer (1885) siendo este último el responsable del Plan de Creación de Escuadra en el año 1887.

El plan de Berenguer contemplaba la construcción en un periodo de diez años de las siguientes unidades navales:

  • 17        Cruceros
  • 16        Cañoneros Torpederos
  • 138      Torpederos
  • 12        Cañoneros
  • 1          Transporte

Un año más tarde Berenguer decreta la nueva organización y distribución de las unidades navales, junto con la adaptación de las ya obsoletas fragatas "Vitoria" y "Numancia", el "Reina Cristina" y el "Reina Mercedes" y que se refleja en los siguientes artículos del Decreto :

Art.3.- La Escuadra se organizará en tres divisiones, compuesta cada una de los siguientes buques de combate :


Primera División: Con Base en Cádiz.

La compondrán los buques de Primera clase "Emperador Carlos V", de 9.000 toneladas, los cruceros de 7.000 toneladas "Princesa de Asturias" e "Infanta María Teresa" y el"Reina Regente" de 5.000. 
Segunda División: Con Base en Ferrol.
La compondrán un buque de 9.000 toneladas que ha de construirse, los cruceros de 7.000 "Cardenal Cisneros" y "Oquendo" y el "Alfonso XIII" de 5.000.
Auxiliares: dos cruceros de tercera clase, dos cañoneros torpederos y tres torpederos.

Tercera División: Con Base en Cartagena.
La compondrán los buques de Primera clase Pelayo de 9.000 toneladas, los cruceros de 7.000 "Cataluña" y "Vizcaya" y el "Lepanto" de 5.000.
Auxiliares: dos cruceros de tercera clase, dos cañoneros torpederos y tres torpederos.


Art.5.- Las fragatas "Vitoria" y "Numancia", de 7.200 toneladas, sufrirán las modernizaciones necesarias reforzando el sistema de sus máquinas para aumentar su velocidad, a fin de ponerlas en condiciones de prestar servicio como buques de combate, en armonia con lo dispuesto en el presente Decreto.


Art.6.- En tiempo oportuno y para utilizar una parte del material existente, que por su falta de condiciones es incapaz para la guerra moderna, formaran parte de la Escuadra, habilitandose como transportes los buques siguientes: "Reina Cristina", transporte para mil soldados de infantería; "Reina Mercedes" para caballería de Ejercito y municiones de guerra; "Alfonso XII" como arsenal flotante, depósito de material de escuadra y torpedos.

En 1907 y para recuperar las perdidas del desastre de 1898 Antonio Maura nombre ministro de Marina al capitán de navío José Fernández Niño y le encarga la redacción de un plan de reforma naval el cual es finalmente aprobado como proyecto de ley en 1908. La dotación del plan era en un principio de 200 millones de pesetas. Las unidades que la ley contemplaba construir eran tres acorazados, tres destructores y varios buques de menor entidad.
El Gobierno saca a concurso publico la construcción de los buques resultando adjudicataria del mismo la Sociedad Española de Construcción Naval (SECN), una empresa gobernada por el Marqués de Comillas y el Conde de Zubiri en asociación con las compañas británicas Vickers, Armstrong y John Brown & Co. El contrato de adjudicación contemplaba la cesión a SECN por parte del Estado de la gestión de las zonas industriales de los arsenales de Ferrol, La Carraca (Cádiz) y Cartagena.

Cuatro años mas tarde, en 1912, se bota el acorazado "Alfonso XIII", y se inicia la construcción del acorazado "Jaime I". El 21 de septiembre de 1914 el "Jaime I" es botado en Ferrol. En 1922 se  inicia la construcción de los cruceros de la clase Cervera, los destructores de la clase Churruca y los submarinos Clase B. En 1926 durante la dictadura de Primo de Rivera se inicia la construcción de los cruceros "Canarias" y "Baleares", tres destructores de la clase Churruca y seis submarinos Clase C. En 1929 se inicia la construcción de otros siete destructores de la clase Churruca.

El Jaime I

Fue el último acorazado construido (clase España) de los tres aprobados en la ley de 1908, le precedieron el "España" y el "Alfonso XIII".

Botado en 1914 en plena I Guerra Mundial no pudo ser entregado a la Armada hasta 1921 a causa de los retrasos provocados por la guerra en el suministro de su artillería.

Disponía de una eslora de 139,90 metros, prácticamente 40 metros más que los destructores de la clase Churruca. Su manga era de 24 metros frente a los 10 metros escasos de los destructores. Estas dimensiones junto con su diseño le otorgaban un desplazamiento de 16  toneladas, diez veces más que la de los destructores.

Dada su condición de acorazado disponía de un blindaje de acero cuyo grosor estaba comprendido entre los 23 y los 5 centímetros, dependiendo de la vulnerabilidad de las partes del buque, el mayor grosor (23 cms.) se encontraba recubriendo su franja media y disminuyendo desde el centro hacia proa y popa.

Estaba provisto de 12 calderas Yarrow alimentadas con carbón que suministraban vapor a las cuatro turbinas encargadas de mover las cuatro hélices de que disponía, consiguiendo una potencia máxima de 20.000 caballos y permitiéndole alcanzar una velocidad máxima cercana a los 20 nudos. Los depósitos de carbón tenían capacidad para 1.900 toneladas de carbón, sus depósitos de aceite podían albergar hasta 20 toneladas. Veintiséis Maquinistas de diversas categorías, ciento cuarenta fogoneros y dieciséis operarios mecánicos eran los encargados de sus maquinas.

Su armamento principal lo constituían 28 cañones ingleses Vickers, ocho en cubierta, diez en el costado de babor y otros diez en el de estribor, dispuestos estos últimos de forma semejante a la utilizada en los antiguos navíos de línea.

Los cañones de cubierta se integraban en cuatro torres, una a proa, otra a popa y las dos restantes en el centro, a ambos lados de la línea de crujía. Las piezas eran de 305/50 (305 mm de diámetro interno del tubo y 15,25 metros (305x50/1000) de tubo desde la boca de carga del proyectil hasta la boca de descarga) idéntico al que poseen algunas piezas de las baterías costeras, solo superado por los 381/45 y superior al que disponían las piezas principales del "Canarias" de “solo” 203mm.

El peso de cada torre superaba las 130 toneladas. Los cañones eran capaces de lanzar cada minuto un proyectil de 386 kilos a una distancia superior a los 20 kilómetros.
Las piezas de los costados eran de calibre 101/50. Además de la piezas citadas el "Jaime I" disponía de dos cañones antiaéreos de 47 mm, dos ametralladoras de gran calibre, y dos piezas de desembarco de 70 mm.

La dotación total  estándar del acorazado estaba compuesta principalmente por:

  • Un capitán de navío
  • Un capitán de fragata
  • Dos capitanes de corbeta
  • Diez tenientes de navío
  • Nueve alféreces de navío
  • Dos médicos
  • Un contador de navío
  • Un capellán
  • Un comandante de máquinas
  • Dos oficiales maquinistas
  • Diez contramaestres
  • Once condestables
  • Cuatro maestres de marinería
  • Ocho maestres de artillería
  • Un radiotelegrafista
  • Veinticuatro maquinistas
  • Dieciséis mecánicos
  • Dos practicantes
  • Dos maestros carpinteros
  • Dos maestros armeros
  • Un maestro buzo
  • Un maestro panadero
  • Cuatro ajustadores de artillería
  • Cuatro torpedistas electricistas
  • Dos escribientes
  • Veinticuatro cabos de marinería
  • Trescientos cinco marineros de diversas categorías
  • Sesenta y cuatro cabos de artillería
  • Dos cabos telegrafistas
  • Dos cabos electricistas
  • Dos cabos armeros
  • Un sastre
  • Un zapatero
  • Dos barberos
  • Tres panaderos
  • Dos despenseros
  • Cuatro cornetas
  • Dos tambores
  • Un cocinero
  • Veintiún cabos fogoneros
  • Ciento diecinueve fogoneros

Su primera acción de guerra tuvo lugar en 1924 durante la guerra con Marruecos, posteriormente en 1925 participó en el Desembarco de Alhucemas. Nueve años más tarde, en 1934, participó en los bombardeos efectuados durante la Revolución de Asturias.

El 18 de julio de 1936 el acorazado se hallaba fondeado en Santander, desde allí recibió la orden del Gobierno de dirigirse a aguas del Estrecho de Gibraltar,  a mitad de la travesía sus oficiales intentaron desviarse de la ruta para poner el acorazado en manos de los sublevados, la tripulación lo impide enfrentándose con los oficiales desleales, en el combate abordo mueren varios oficiales rebeldes y marineros partidarios del Gobierno. La tripulación se hace con el mando del buque, detiene a los oficiales y pone rumbo al Mediterráneo.

Participa en los bombardeos de posiciones enemigas en La Línea y el norte de África. En agosto de 1936  y durante su intervención en el desembarco de Mallorca es alcanzado por una bomba de aviación y obligado a retirarse a Málaga para ser reparado. Desde Málaga parte con once buques más rumbo al Cantábrico siguiendo las fatídicas órdenes de Indalecio Prieto, ministro de Marina y Aire. A la vuelta al Mediterráneo forma parte de los buques que bombardean Algeciras después de que el Canarias hundiera al destructor "Almirante Ferrándiz". En mayo de 1937, en el puerto de Almería, es bombardeado por aviones italianos, averiado de importancia tiene que dirigirse a Cartagena para ser reparado. Un mes después de llegar a Cartagena se produce una explosión en una de sus torres y el acorazado queda definitivamente fuera de servicio. Sobre las causas de la explosión aún hoy en día coexisten diferentes versiones que van desde la imprudencia hasta el sabotaje.

Cuando comenzó la guerra civil el "Jaime I" era el único acorazado en condiciones de combate, su gemelo el España (ex Alfonso XIII) se salvó del desguace pero finalmente se hundió en el Cantábrico en abril de 1937 después de impactar con una mina durante un ataque de la aviación republicana.

Pasados los primeros meses desde la sublevación y después de una reorganización de la estructura de mando y la influencia comunista, el Jaime I se convirtió en  potenciador destacado de la defensa de la libertad. A bordo se empezó a editar el diario Amanecer, conteniendo partes de guerra, noticias y consignas, además de resúmenes de discursos de destacados lideres políticos. Colaboraban en Amanecer miembros de la dotación del buque (el Tte.coronel Maquinista Benito Sacaluga publicó varios artículos, uno de ellos fue utilizado como prueba de cargo en su Consejo de Guerra), también participaba con regularidad la dotación del crucero "Libertad" y el Comisario de la Flota D. Bruno Alonso.

La voladura.- (1)

El 17 de junio de 1937 pasadas las 3 de la tarde el Comisario de la Flota D. Bruno Alonso se encontraba a bordo del crucero Libertad, siendo testigo ocular de lo sucedido y que relata así:

El Jaime I después de las explosiones
“Acabábamos de llegar a nuestro camarote en el crucero Libertad cuando una explosión terrible impresionó nuestro espíritu, penetrando una ráfaga de fuego por el portillo abierto. Era la primera explosión del Jaime I que se hallaba a 200 metros de distancia. Me apresuré a salir a cubierta y desde allí, presencié la repetición de unas 40 explosiones de pólvora y proyectiles que arrojaban al aire trozos de hierro y cuerpos humanos.....”

El número aproximado de muertos fue de 300 y más de 100 los heridos, entre ellos marineros en formación de prácticas de artillería y obreros de la Constructora Naval. Gracias a que un maquinista acertó a abrir las válvulas de inundación se impidió que la multiplicación de las  explosiones alcanzara al resto de la Escuadra antes de que estos maniobraran para alejarse del acorazado.

Después de la voladura solo quedaba enterrar a las victimas, se les dio sepultura el día 18 con los debidos honores. En un principio se pensó en la posibilidad de reflotar el acorazado, llegándose a abrir suscripciones populares para recaudar fondos, al final no fue posible y se desguazó una vez terminada la guerra. De forma inmediata se procedió al cese de Valentín Fuertes,  Jefe de la Base, ninguno de los mandos del acorazado fue molestado.

Para esclarecer lo sucedido se procedió a la apertura de un sumario, el cual quedó a cargo de D. Ricardo Calderón, magistrado de la Sala Sexta del Tribunal Supremo, las pruebas periciales se encargaron al Director de la Constructora, D. Esteban Calderón. Las primeras investigaciones apuntaron que durante la mañana se estuvo extrayendo munición de las torres 1 y 4, no habiéndose operado en la número 3, lugar del accidente, al estar averiado el montacargas a consecuencia del ataque sufrido en Almería, conservándose en esa torre gran numero de proyectiles del 30,5, antiaéreos con espoleta y cartuchos de muy fácil explosión.

Dos hipótesis se contemplaron, una la del sabotaje basada en el quintacolumnismo, propiciado por las rehabilitaciones de personal, y otra la de imprudencia temeraria. En nuestros días Cerezo y Fernández Bastarreche han incluido la posibilidad del desencadenamiento fortuito, aunque sin argumentos consistentes.

En los años 90 se tuvo acceso a la documentación de las indagaciones que se encomendaron a los cuerpos de Seguridad y que recoge los testimonios de jefes y supervivientes, informes oficiales de los que se desprenden las siguientes conclusiones:

El primer dato a destacar es la diferencia de opinión entre superiores y clases sobre la consideración de lo sucedido:
 “... existe una disparidad de criterios respecto al origen por parte del personal de marinería y personal de la oficialidad, solidarizándose los primeros en la idea de que ha sido producida la explosión por una mano criminal que ha atentado contra las personas y los intereses del Estado…En contraposición a ello la oficialidad opina que ha sido una imprudencia temeraria...Unos y otros rechazan la posibilidad de una “contingencia aleatoria.”

En el sentido indicado se expresó el comandante del buque, Francisco Benavente y García de la Vega que se encontraba en Madrid cuando se produjo el percance:
 “...No sabe a que atribuir, exactamente, lo ocurrido, siendo su impresión la de que alguna imprudencia, cometida por alguien que se introdujera subrepticiamente en el pañol haya sido el origen del suceso. Descarta la teoría de la temperatura excesiva, ya que al ser tomada, sobre las 14 horas aproximadamente, se ordenó fueran puestos en marcha los termo-tanques para refrigerar los pañoles, lo cual se hizo, estando funcionando cuando ocurrió el siniestro...”. Esta última suposición es por supuesto acertada, máxime teniendo en cuenta que el compartimiento número dos, lindante con la zona afectada, resistió cuando se alcanzaron centenares de grados.

El segundo comandante, José Morales, profundizaba en la misma línea eliminando otra “eventualidad; 
“... a consecuencia del bombardeo de Almería fue rota la cubierta primera en las inmediaciones de la torre número 3, estando colocados sobre la segunda cubierta sacos terreros, los cuales se mojaban constantemente para evitar posible riesgo de incendio al trabajar en sus inmediaciones con sopletes los obreros de la Constructora, estimando imposible que alguna chispa desprendida pudiera introducirse y pegar fuego en el pañol...”

Al desecharse cualquier tipo de imprevisto, incluido el mal estado de las pólvoras, tomaban cuerpo las dos alternativas mencionadas, sabotaje o accidente. En opinión de los que sustanciaban la causa ambas gozaban de entera viabilidad alegando la atmósfera que prevalecía a bordo : 
“...por otro lado se aprecia una inobservancia casi absoluta de lo reglamentado para el estado de guerra, lo cual, da lugar a que pueda ser cometido cualquier acto de sabotaje como cualquier imprudencia, ya que al no estar custodiada debidamente una parte tan vital e importante, cual son las torres y pañoles, facilita la acción criminal o imprudente”
Sendas explicaciones se daban la mano al ser el buque frecuentado tránsito de  obreros y alumnos en prácticas, que gozaban además de una completa movilidad. Alcanzar la santabárbara no ofrecía una gran dificultad, pues aunque 
“... los pañoles, según ordenes, debían estar constantemente cerrados y las llaves en situación de permanencia en puerto en una caja destinada al efecto (...) dado a como está montado el servicio si es fácil el que alguien por el interior de la torre pueda bajar a los pañoles y maniobrar...”
El argumento de la impremeditación será interesadamente remarcado por Manuel Gómez, oficial de cargo de artillería y principal sospechoso: 
“... al ser preguntado por los comisionados de la investigación demostró una prisa grande evacuando el informe de forma precipitada, manifestando que con ocasión de tener que estar constantemente en plan de combate, cuando estaban en Almería, lo cual llevaba anejo el que durmieran, comieran e hicieran su vida dentro de las torres y pañoles los sirvientes de los mismos, casi afirma que el primer día se hacía lo reglamentado cual era no fumar en los pañoles los sirvientes de los mismos, pero que consideraba que durante días sucesivos y conforme se iba adquiriendo confianza en el lugar de la permanencia, los sirvientes de los pañoles fumaban, quizás al principio con precaución, pero al ver que no ocurría nada, es su opinión que llegaron a fumar con total tranquilidad y confianza, admitiendo la hipótesis de que el accidente fuera producido bien por estar alguno o algunos de los alumnos en prácticas en dicho buque o personal de la Constructora, fumando e indebidamente manipulando en las jarras de pólvora fácilmente, pues en los momentos actuales, debido a las circunstancias, las frisas de dichas jarras estaban aflojadas y sin esfuerzo alguno podrían abrirse...”

También se valoró la experiencia de los que allí realizaban su aprendizaje, que operaban con los sacos de pólvora, concurriendo quien indicó 
“...que dada la oscuridad de dichos pañoles, por averías en la instalación producidas en el bombardeo de Almería, encendieran alguna luz cuya llama se pusiese en contacto con alguna materia inflamable produciendo la explosión...” 
Es cierto que aquel mismo día se impartió enseñanza, pero fue en la torre número dos, sin olvidar que los aspirantes iban acompañados de profesores y especialistas.

Para la tripulación lo acontecido dejaba pocos resquicios a la duda, así se desprende de la denuncia vertida contra el precitado Manuel Gómez: 
“... es elemento de dudosa garantía y estaba vigilado, narrando un hecho sucedido al oficial de cargo cual es: que por el Alférez de navío D. Federico Vidal se le dijo al referido oficial de cargo que al hacer la descarga del material, debía descargarse primeramente la pólvora, por ser lo más peligroso y después los proyectiles, contestándole que como oficial de cargo hacia lo que estimaba más conveniente. Que sobre las doce y media, aproximadamente, del día de hechos, lo vio salir en traje de gala, saltando a tierra, ignorando las causas de dicha marcha...”
 Benavides extraerá consecuencias, culpando directamente al comandante Francisco Benavente, uno de los aprovechables : 
“...alcohólico, zaragatero y fascista. Fue este quien , en complicidad con el ramo de Artillería naval ordenó desalojar los pañoles de proyectiles con preferencia a los de pólvoras, prologo del sabotaje que ocasionó la explosión de los últimos y la destrucción del acorazado...”
Identificará igualmente al autor material: 
“... un cabo electricista de  las promociones hechas por Ángel Cervera, tipo meloso, de un catolicismo infrahumano...Actuará movido por el deseo de venganza, ya que la expeditiva Guardia Roja había acabado con la vida de su hermano". 
al parecer concluida la guerra, recibirá como premio la Laureada de San Fernando.

Las consideraciones expuestas son asumidas por el Comité Comarcal de Cartagena : 
“...No es cierto tampoco que la perdida del Acorazado Jaime I fuera como resultado de las imprecauciones de los marinos que fumaban en las cercanías de los pañoles de pólvora. Es verdad que la disciplina era débil en el Jaime I, pero su perdida se debió a un sabotaje, del cual tuvimos noticias que se preparaba e informamos de ello al Comité Central del Partido...”
Rodríguez Sierra lo conceptuará como el lógico desenlace de la política entreguista del Ministro Prieto: 

“...Hoy se sabe que la voladura fue planeada y llevada a la práctica en combinación de los elementos fascistas de la Flota protegidos de Prieto con los agentes del General Franco pasados a nuestro campo y embarcados en ella con el beneplácito de Prieto...”
Las causas del siniestro nunca fueron oficialmente esclarecidas. A la vista de lo expuesto podemos intuir las razones. Si la CNT deseaba ocultar sus censurables desatinos, el PSOE no estimará oportuno desentrañar unos sucesos que apuntaban cuando menos en una dirección tan sectaria como errónea en la política naval seguida por el titular de la cartera.

En el actual estado de la investigación histórica son limitados los riesgos planteados para establecer la certeza absoluta de lo ocurrido. En cualquier caso la mediación prietista – que en aras de una  supuesta eficacia revitalizó en Cuerpo General y destruyó las organizaciones de clase – debió ser la verdadera etiología : un sabotaje, si no realizado directamente, si propiciado al relajarse intencionadamente la disciplina por unos cuadros – con las salvedades de rigor – nada proclives a la causa republicana. ¿Qué habría sido preferible : carecer de mandos o tenerlos desafectos?


Benito Sacaluga



(1) Extractado de "Contribución al estudio de la Flota Republicana durante la Guerra civil: La voladura del acorazado Jaime I en el puerto de Cartagena." Autor: Pedro M. Egea Bruno.