Juan de Borbón en agosto de 1936
Acaba de celebrarse en España ‘La
Pascua Militar’, una ceremonia castrense implantada en nuestro país por el borbón
Carlos III en el último cuatro del siglo XVIII.
Según la tradición, dicho acto solemne da inicio al año militar, se
realiza un balance del año anterior y se marcan las líneas de acción a desarrollar
en el que comienza. Recepción en Palacio, discursos, saludos, desfiles y toda
la parafernalia uniformada que nos podamos imaginar, eso sí, a espaldas de los
ciudadanos, celebrada prácticamente a puerta cerrada en un Palacio que,
paradójicamente es propiedad del Estado, ósea de todos los ciudadanos
españoles.
Por los medios de comunicación
hemos podido llegar a conocer parte del discurso pronunciado por el rey Felipe
VI, un discurso que ha suscitado no pocas críticas desfavorables, especialmente por
determinados párrafos relacionados con la defensa de la democracia, la unidad
nacional y la función garante de los Ejércitos en la conservación de los
mismos, afirmando que:
«... durante este casi medio siglo, las Fuerzas Armadas
habéis cumplido vuestra misión de contribuir a que los españoles podamos
disfrutar de nuestros derechos y de nuestras libertades».
Luis Gonzalo Segura se ha
apresurado a “contestar” al Borbón en las RRSS, calificando el discurso de “reaccionario,
falso y ultraderechista”. Las razones que esgrime Luis Gonzalo, otrora teniente
del Ejército, en apoyo de tal calificación son claras y contundentes. Os dejo
aquí el enlace a su publicación: https://twitter.com/luisgonzaloseg/status/1743745786851062076?ref_src=twsrc%5Egoogle%7Ctwcamp%5Eserp%7Ctwgr%5Etweet
, no obstante, y por si los censores de las redes actúan, reproduzco íntegramente el texto al final de esta entrada.
Después de todo lo expresado por Luís
Gonzalo Segura, poco o nada puedo añadir yo sobre este tema, aparte de recordar
un episodio de la historia contemporánea de España protagonizado por otros
borbones, también admiradores de la cultura militar proteccionista y declarados partidarios, de forma entusiasta, de los militares que en 1936 se sublevaron
contra el Gobierno de la II República, para subvertir precisamente esos derechos
y libertades que hoy otro borbón dice defender encomendado dicha labor a los
ejércitos.
Vamos con la historia: El
alzamiento militar contra la República se había convertido en una guerra en la que el pueblo y los militares demócratas luchaban contra los militares facciosos.
Juan de Borbón, abuelo de Felipe
VI, tiene por aquel entonces 26 años y vive en el extranjero, concretamente en
Cannes (Francia). Con el beneplácito de su regio padre, el uno de agosto de
1936 cruza la frontera y entra en España, lo hace con la intención de unirse
voluntariamente a los ejércitos sublevados. Otros borbones como él ya empuñaban
las armas franquistas: Carlos de Borbón y Orleáns, alférez del Grupo Mixto de
Ingenieros de Pamplona (1); Alfonso María de Borbón y Pinto, Teniente de
Caballería y Comandante del Tercio de Requetés Castellano (2) y José Eugenio de
Baviera y Borbón, alférez de Ingenieros (3).
La entrada a España de Juan de
Borbón para unirse al bando franquista se produjo por el paso de Dantxarinea
(Baztan), acompañado por el conde de Ruiseñada y el infante José Eugenio de
Baviera. El compromiso del abuelo de Felipe VI con el bando sublevado quedó
patente cuando, al llegar a Pamplona, se puso un mono azul y la boina roja
carlista, con un emblema falangista en la solapa (Imagen superior). Adopta el seudónimo de Juan
López.
Desde Pamplona llega a Burgos,
allí se presenta ante la Junta de Defensa Nacional y se ofrece para
alistarse en sus filas, algo que no consigue.
El Borbón no se da por vencido y
cuando Franco toma el mando absoluto con el cargo de Generalísimo le envía
una carta, fechada el 7 de diciembre de 1936, en la que, entre otras cosas de
elevado “carácter patriótico”, le dice:
Según noticias de prensa, se hallará pronto listo para hacerse a la mar
el crucero Baleares, en el que podría prestar algún servicio útil, ya que he
realizado mis estudios en la Escuela Naval Británica, he navegado dos años y
medio en el crucero Enterprise de la cuarta Escuadra, he seguido luego un curso
especial de artillería en el acorazado Iron Duke, y por último, antes de
abandonar la Marina inglesa con la graduación de teniente de navío estuve tres
meses en el destructor Winchester.
Yo me incorporaría directamente al buque, me abstendría en absoluto de
desembarcar en puerto alguno español, y desde luego le empeño mi palabra de que
no recibiría ni aun a mis amigos personales. Yo no sé, mi General, si al
escribirle así infrinjo las normas protocolarias con que es normal dirigirse a
un jefe de Estado. Le ruego, en todo caso, disculpe el que confíe a su corazón
de soldado este anhelo mío de servir a España al lado de mis compañeros.
Con mis votos más fervientes porque Dios le ayude en la noble empresa
de salvar a España, le ruego acepte el testimonio del respeto con que se
reitera a sus órdenes y muy afectuosamente e.s.m.,
JUAN DE BORBÓN
Franco no aceptó el ofrecimiento.
Crucero 'Baleares'
El crucero ‘Baleares’ entró en
servicio los últimos días de 1936. En febrero de 1937 participó en la masacre
de los miles de civiles malagueños que huyen a pie de la capital por la carretera
de Almería, un crimen de guerra en toda regla.
Sus acciones en la guerra naval
prácticamente se reducen a un par de escaramuzas con buques de guerra republicanos y la escolta de buques con destino a puertos
franquistas o el ataque a los que tienen destino zonas republicanas.
El 6 de marzo de 1938 el ‘Baleares’
es hundido en combate por buques de la Flota Republicana, en lo que vino a denominarse
“Combate de Cabo de Palos”. Murieron 788 miembros de la tripulación.
Quizás si Franco hubiera admitido
el ofrecimiento de Juan de Borbón es muy posible que éste hubiera perdido la
vida a bordo del 'Baleares', y la historia de España habría sido otra, no creo que mejor pero si diferente, desde luego no peor.
La guerra acaba, pero los
Borbones siguen en su afán, sin importarles lo más mínimo formar parte del
régimen dictatorial que se avecinaba. El 9 de abril de 1939, Alfonso XIII envió
un telegrama a Franco para ponerse a su disposición:
“A sus órdenes, como siempre, para cooperar en lo que de mí dependa a
esta difícil tarea, seguro de que triunfará y de que llevará a España hasta el
final por el camino de la gloria y de la grandeza que todos anhelamos”.
Me parece que el tan preparado
Felipe VI debería revisar sus discursos y sobre todo aquellos que mezclan la
unidad de España con sus ejércitos, ya que como bien dice Luis Gonzalo Segura :
“…en las democracias plenas los militares no son garantes de nada. Son
un colectivo más subordinado al poder civil”
Felipe VI debe, o debería,
conocer al menos las trayectorias de sus antepasados, ser consciente de la "mochila que lleva a sus espaldas" y tener en cuenta que
todos los galones y bandas militares que adornan su figura son un mero ornamento autorizado por una Constitución
Una Constitución que debe ser modificada lo antes posible en lo relativo al Título II en toda su extensión, y consecuentemente del Art.3 de su Título Preliminar.
Benito Sacaluga
(1) Carlos de Borbón y Orleans. Alférez del Grupo Mixto de Ingenieros de Pamplona, muerto heroicamente al frente de sus hombres en Elgoibar el 27 de Septiembre de 1936.
(2) Alfonso María de Borbón y Pinto, Teniente de Caballería y Comandante del Tercio de Requetés Castellano, Medalla Militar, muerto el 21 de Diciembre de 1938 en Lérida.
(3) José Eugenio de Baviera y Borbón, Alférez de Ingenieros. Alcanzó el empleo de Comandante en el Regimiento de Transmisiones del Ejército del Aire
Fuentes consultadas:
- Blog personal del General de
División (R.) Rafael Dávila Álvarez
- El día en el que Juan de Borbón
se unió a Franco en la Guerra Civil. (lamarea.com 05/08/2015)
Texto de lo publicado por Luís Gonzalo Segura en X el pasado 6 de enero.
Felipe VI, mentiroso y
ultraderechista
Felipe VI ha emitido un discurso
ultraderechista y plagado de falsedades durante la Pascua Militar. Sin embargo,
lejos de generar alarma en los medios de comunicación, estos lo han difundido
con una inquietante normalidad.
El jefe del Estado español ha
elogiado a los militares como defensores del «marco de convivencia
democráticamente elegido por los españoles»; ha afirmado que «durante este casi
medio siglo, las Fuerzas Armadas habéis cumplido vuestra misión de contribuir a
que los españoles podamos disfrutar de nuestros derechos y de nuestras
libertades»; y que deben modernizarse, «pero sin dejar de ser impecablemente
respetuosos con las tradiciones y costumbres nacionales, asumiendo un papel
fundamental en la preservación de la identidad histórica de España».
En primer lugar, es falso que los
militares hayan contribuido a que los españoles puedan disfrutar de derechos y
libertades durante los últimos cincuenta años: han protagonizado golpes de
Estado, intentonas golpistas, pronunciamientos, amenazas, manifiestos
franquistas y cartas golpistas y ultras. Si se disfrutan de derechos y
libertades no es gracias a los militares, como en Portugal, sino a pesar de
ellos.
En segundo lugar, convertir a los
militares en garantes de la «convivencia» o «la preservación de la identidad
histórica de España» es parte del ideario ultraderechista y del anacrónico y
franquista Artículo 8 de la Constitución Española, pues en las democracias
plenas los militares no son garantes de nada. Son un colectivo más subordinado al
poder civil. De hecho, no hay mayor señal de falta, carencia o debilidad
democrática que otorgar a los militares papel alguno en la defensa o
preservación de la misma. Una democracia plena, madura y fuerte no necesita que
la defiendan, al menos en una lógica interior, se defiende por sí misma.
Y un jefe de Estado democrático
no elogiaría que los militares ocupen papel alguno en la democracia, sino que
lo criticaría y trabajaría para terminar con una situación tan antidemocrática.
Y, sobre todo, unos medios de
comunicación y una sociedad democráticos estarían muy alarmados ante un
discurso tan reaccionario, falso y ultraderechista. Sobre todo, si omite el
grave problema ultraderechista que todavía hoy existe en el Ejército español y
falsea la amenaza que los militares han representado en los últimos cincuenta
años, golpe de Estado incluido, para la democracia y la sociedad civil.
Una prueba de todo lo reseñado es
que el teniente general Mena fue destituido en el año 2006 por amenazar con el
artículo 8 de la Constitución Española, precisamente en una Pascua Militar.
Es decir, Felipe VI no solo se ha
situado en las coordenadas golpistas del teniente general Mena, es que le ha
parafraseado y hasta homenajeado reforzando sus argumentos.
Si fuera un jefe de Estado
electo, sería destituido, pero siendo hijo de un delincuente múltiple impune y
descendiente de una de las familias más delictivas de la historia de España, y
esta un estado fallido al servicio de Estados Unidos, no pasará nada. Pero no
deja de ser gravísimo y revelador.
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