domingo, 3 de diciembre de 2017

EL HUNDIMIENTO DEL SUBMARINO C-6




La apertura de los archivos navales soviéticos permitió a los investigadores acceder a nuevas informaciones sobre la guerra de España, así como a datos de la participación soviética en ella. De la mano de Willard C.Frank, Jr., Profesor Asociado de Historia en la Universidad de Old Dominion, Norfolk, Virginia y Profesor Adjunto en la Academia Naval de los Estados Unidos, Annapolis. nos llegan una serie de informes emitidos por oficiales de la marina soviética que participaron en nuestra guerra al servicio de la República.

La Revista de Historia Naval, editada por el Ministerio de Defensa e integrada en el Instituto de Historia y Cultura Naval, recoge en sus números 64 y 69, publicados en los años 1999 y 2000 respectivamente, parte del trabajo de Willard C.Frank,Jr, bajo el título de "Submarinos republicanos españoles bajo mando soviético", (1) en el que se dan a conocer por primera vez informes en poder del Archivo Estatal de la Marina Rusa, elaborados por los oficiales de la marina soviética I.A. Burmistrov y N.P Eguipko en relación con su paso por el arma submarina española, concretamente en los submarinos de la Clase C.

El "kapitan-leitenat" Nicolai Pavlovich Eguipko, que actuó en España bajo los seudónimos de "Severino Moreno López" y "Matisse", experimentado comandante de submarinos de la flota soviética en el Pacífico, nos deja su relato sobre el hundimiento del "C-6" en la madrugada del 20 de octubre de 1937, aproximadamente a 3 millas náuticas del puerto de El Musel (Gijón). La transcribo a continuación:

Cuando quedó claro a nuestro consejero naval que Santander estaba predestinado a caer, resultó obvio que la totalidad de la Flota del Norte no podía basarse en el puerto de Gijón, pues ello conduciría a su destrucción. Esta opinión fue trasladada a nuestros jefes de Valencia y al Ministerio de Defensa Nacional. Se recibió un telegrama de respuesta del ministro, ordenando "que la flota quedase basada en el puerto de Gijón". (2) 

Willard C.Frank,Jr
Las condiciones técnicas del submarino "C-6" eran muy pobres. Hasta un total de quince equipos distintos de la maquinaria estaban totalmente inoperativos, no siendo posible su reparación, por no contarse allí con una base de reparaciones. En octubre de 1937 la batería suministraba únicamente la mitad de su potencia, de 3.000 a 3.500 amperios hora. Fue precisamente el camarada Burmistrov quien en su informe de 19 de junio de 1937, dirigido al jefe de la Flota del Norte, había dejado ya expuesto que las condiciones de la baterías eran tan pobres que en dos meses quedarían fuera de servicio.

A pesar de las relativamente pobres condiciones técnicas del submarino salí a la mar periódicamente para realizar operaciones de combate en las que el submarino jugaba un papel más importante como apoyo moral que como medio capaz de infligir daños materiales al enemigo. Salí para efectuar la última de estas operaciones en la noche del 14 al 15 de octubre. Al amanecer atacamos con éxito al enemigo mediante un fondeo de minas, ya que los torpedos no funcionaban. En la noche del 15 al 16 de octubre regresé a la base. Esta salida tuvo una duración de un solo día, porque al estar la batería agotada se elevaba tanto su temperatura al cargarla, que la carga tenía que realizarse fraccionadamente a lo largo de dos o tres noches.

Nicolai Pavlovich Eguipko
La batería no podía cargarse durante el día debido a los inesperados ataques de aviación al puerto de Gijón. Se inició una carga en la noche del 16 al 17 de octubre, continuandose durante la noche siguiente y las horas diurnas del 18, día en que suponíamos podríamos terminar la reparación de la única bomba de achique de sentinas de que disponíamos y que podríamos salir en la noche del 18 al 19 de octubre. En la mañana de ese mismo día entró en Gijón un mercante panameño con armas. Fue descubierto por el enemigo, el cual inició un bombardeo aéreo excepcionalmente intenso sobre el puerto, continuándolo hasta que el buque se hundió. Durante este bombardeo cayeron dos bombas en las proximidades del costado del submarino "C-6", originándose orificios en el pantoque de sus cascos exterior y resistente, y el desprendimiento de muchos remaches. Estallaron todos los elementos de la batería de popa, derramándose el electrolito en el pocete del cajón de ésta. Estallaron también algunos elementos de la batería de proa y quedó fuera de servicio la aguja giroscópica. Se produjeron fendas en los diesel e importantes deformaciones de mamparos. Muchos elementos de la maquinaria fueron arrancados de sus basadas y otros quedaron totalmente averiados. En tales condiciones el submarino quedó incapacitado para salir a la mar, tanto en superficie como en inmersión.

Con objeto de determinar las condiciones técnicas del submarino, el jefe de la Flota designó el 19 de octubre una comisión constituida por un maquinista de la Flota y dos ingenieros civiles pertenecientes a la industria militar. A instancias mías, esta comisión vino a mi buque durante las horas diurnas del día 19, aunque por mostrarse temerosos de los bombardeos diurnos se resistían a ello. Este mismo día se llegó a la conclusión de que Gijón sería capturado por el enemigo en uno o dos días. Dada mi responsabilidad sobre el submarino y preocupado porque no cayese en manos del enemigo, insistí enérgicamente en que la citada comisión realizase sus trabajos a bordo del submarino en horas diurnas, incluso aunque hubiese bombardeos. La comisión llegó a la conclusión de que era imposible la salida al mar del submarino.

El jefe de la Flota envió un telegrama al Ministerio de Defensa solicitando autorización para hundir el submarino, autorización que se recibió al final de la tarde. Como no me fue posible encontrar al jefe de la Flota, y dado que esta noche era la última de que se disponía, saqué el submarino a la mar a las 23:30 horas, sin notificárselo, utilizando un remolcador y uno de los motores diesel.

Hundí el buque a unas 2,5 - 3 millas del puerto. El equipo de once hombres que realizó el hundimiento vino en una lancha y regresó en ella a Gijón. Al amanecer de esa misma noche, nuestro último grupo ruso, incluyéndome a mí, abandonó Gijón en avión. Esta ciudad fue capturada por el enemigo en la tarde del día 20 o en la mañana del 21 de octubre.

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Algunos datos sobre el "C-6" (3):

Submarino de la Marina Española, botado el 26-12-29 en Cartagena y construido en 1930 por la Sociedad Española de Construcción Naval. Al comenzar la guerra estaba en Cartagena. Realizó dos viajes al Cantábrico en agosto y septiembre de 1936, sin ningún resultado práctico. Volvió al Norte en mayo de 1937, bajo mando de un oficial soviético. Fue averiado durante un ataque aéreo en Portugalete (12-5-37) que le causó 6 muertos. Para cubrir las bajas y sustituir algún tripulante indisciplinado, su comandante solicitó personal a la Marina de Euzkadi que le facilitó 9 hombres. Fue el submarino republicano que más se destacó en la guerra por su combatividad, lanzando torpedos contra el crucero Cervera (20-6-37), el crucero Baleares (24-7-37) y el minador Júpiter (15-10-37), aunque sin lograr ningún blanco. Fue inutilizado en Gijón por un bombardeo aéreo (19-10-37), por lo que su tripulación lo hundió cerca de Cabo Torres el día 20 para evitar su captura. Fue reflotado el 27-11-47, pero volvió a hundirse cuando era conducido al desguace el 28-3-48.

Comandantes

CC Mariano Romero Carnero (Ago.36)
AN Julian Sanchez Gómez (Sep.36)
CC Remigio Verdía y Jolí (Sep.36-Ene.37)
CC Fidel Emparanza Zabala (Ene.37-Feb.37)
CC "Luis Martinez" (Ivan Alekseevich Burmistrov) (Feb.37-Jul.37)
CC "Severino Moreno" (Nikolai Pavlovich Eguipko) (Jul.37-Oct.37)


Imagen: Foro Naval


Benito Sacaluga.



(1) En la presentación de estos trabajos, el contralmirante José Ignacio González-Aller, director del Instituto de Historia y Cultura Naval, reconoce los errores cometidos en el libro "Submarinos Republicanos en la Guerra Civil Española", del que es autor junto al capitán de navío Gonzalo Rodríguez Martín Granizo. Errores, apreciaciones sin fundamento, en relación con la falta de capacidad de los oficiales soviéticos que participaron como submarinistas en la Flota Republicana, en este sentido nos dice:

...(sic) Es de justicia consignar que estábamos equivocados, a juzgar por los informes que enviaron a sus superiores dos de los citados mandos: I.A.Burmistrov y N.P. Eguipko, y que, gracias a la amabilidad del incansable investigador de la guerra civil española Willard C.Frank,Jr, hemos tenido acceso a ellos y hoy se dan a conocer por primera vez.

Un reconocimiento de los errores que les honra y que es de agradecer y mucho, tanto como deseable es que otros autores rectifiquen sus trabajos ya publicados en base a las constantes informaciones y documentos que se van desclasificando.

(2) Otro error más de los innumerables cometidos por Indalecio Prieto, y que en esta ocasión nos costó un submarino.

(3) La Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi (1936-39). Gipuzkoakuktura.net



sábado, 18 de noviembre de 2017

ALGO MÁS SOBRE LA VOLADURA DEL "JAIME I"




En enero de 2009, Manuel Rolandi Sánchez-Solís, investigador histórico, descubre entre los papeles guardados por su padre, Enrique Rolandi Gaite, oficial destinado en el crucero "Canarias" durante la Guerra de España (1936-1939), una serie de documentos escritos por un marino republicano sobre los bombardeos aéreos de Cartagena y la voladura del acorazado "Jaime I".  Los documentos relacionados con la explosión producida en el acorazado, están representados por dos cuartillas mecanografiadas, dentro de un sobre dirigido al "Camarada Augusto Pérez", embarcado en el crucero "Libertad". Estos documentos carecen de firma, por lo que no puede acreditarse su autoría, aunque queda claro que el autor es uno de los supervivientes a la explosión.

Mucho se ha escrito y especulado sobre los motivos que provocaron la explosión que se produjo en el "Jaime I" el 17 de junio de 1937, mientras se encontraba atracado en el puerto de Cartagena. Son varios los testimonios de otros supervivientes y testigos, entre ellos el del Comisario General de la Flota, D. Bruno Alonso. Existen varias versiones e hipótesis de lo sucedido, entre las que destaco el trabajo llevado a cabo por el historiador Pedro Mª Egea Bruno, de título "Contribución al estudio de la Flota Republicana durante la Guerra Civil: La voladura del acorazado Jaime I en el puerto de Cartagena", publicado en Mugertana, núm:93 (1996).   En este otro enlace: "La explosión del Jaime según Benavides" se aportan datos que apuntan a que dicha explosión fue un acto de sabotaje.

Los documentos aportados por Manuel Rolandi nada aportan al esclarecimiento de los motivos de la explosión, no obstante el indudable interés de los mismos recomienda su difusión, y a tal fin lo transcribo a continuación:

Recreación del "Jaime I"
(Imagen: domestica.org)

17 de junio.
Día trágico para la Marina Republicana. Me encontraba a bordo del “Jaime I” dando clase a varios compañeros en la casamata número ocho cuando una explosión, percibida más por sus efectos que por el ruido que suele acompañarlas, me empujó en unión de los compañeros hacia el mamparo de popa de la casamata, donde permanecimos unos instantes en la más completa obscuridad y notando como aumentaba la producción de gases al oír unos ruidos parecidos a los que se originan en una botella o tubería de aire comprimido cuando por rotura u otra causa sale el aire al exterior a través de un orificio relativamente pequeño si se le compara con la presión del aire. 
La atmósfera era irrespirable a consecuencia principalmente de la gran cantidad de carbón que, finamente pulverizado contenía; también contenía humo, pero sin que se percibiese olor a pólvora. Pasó por mi imaginación la idea de una potente bomba de aviación sin embargo la conmoción notaba no era tan violenta como suelen ser las producidas por bombas o proyectiles. A tientas me acerqué al cañón de popa para ver si por alguno de los huecos que dan al exterior se podía respirar mejor, observando que por los correspondientes a los anteojos no solamente no entraba aire, sino que aún salía humo y polvillo de carbón de la casamata, por lo cual la respiración se hacía allí todavía más difícil; bajé de la plataforma del cañón y buscando aire más respirable , me agaché a la parte inferior del mantelete, pareciéndome que entraba algo de aire del exterior por el resquicio que hay entre el mantelete, móvil horizontalmente con el cañón, y el costado, debido a lo cual se respiraba algo mejor. Indiqué a los demás que aquello pasaría y procurasen mientras tanto respirar lo mejor posible por la nariz; se notó un pequeño aumento de la presión y temperatura, dando la impresión de que algún incendio se había producido, en cuyo momento supuse que no era bomba de aviación el origen de aquello; no obstante, unas explosiones que se empezaron a oír y que producían alguna sacudida en el buque me hicieron nuevamente dudar al creer que eran disparos contra aviones.
Continuaron las explosiones y al ver que el aire era cada vez más irrespirable abandoné la idea de los aviones y supuse que era algo más grave, por lo cual dije a los demás: “Hay que procurar salir de la casamata; yo se donde está la puerta y veré si por ella se puede salir”; me acerqué a ella pero la salida no era fácil, pues la puerta era precisamente una de las entradas de humo y carbón, de modo que salir era peor. Dije: "Por la puerta no se puede salir, hay que buscar otra salida”. “No hay salidas" –oí–; "bueno, pues intentemos sacar un cañón de batería, tal vez si lo logramos rápidamente podamos salir por la tronera antes de que sea demasiado tarde".
Pronto, sin embargo, hube de convencerme de que aquello era más fácil decirlo que hacerlo, pues en medio de aquella obscuridad que no permitía dar un paso con seguridad, al buscar febrilmente las herramientas tropezábamos unos con otros y con todo menos con lo que buscábamos; esto unido a la asfixia que ponía en aprieto nuestras vidas, determinaba una confusión que me hizo pensar que si no había otro procedimiento para salir, bien perdidos estábamos. Las explosiones se sucedían, y en medio de este caos, notamos otra especie de onda explosiva débil, que nos envolvió, y al pasar unos instantes oí decir: “parece que por allí se ve algo de luz o salida de humo”. Y pensé: A ese pobre hombre la asfixia ya lo ha privado de la razón; no obstante miré como los demás en todas direcciones y no vi nada, pero al pasar escasamente un segundo me pareció que también lo veía hacia proa de la casamata; allí me dirigí y ya había dos o tres cuando llegué, uno de los cuales precisamente al tratar de saltar puso un pie en el vacío y seguramente hubiera caído de no encontrar con los brazos los cuerpos de los compañeros, a los que se aferró fuertemente, evitando así la caída. 
En efecto, allí había una escotilla de carbonear abierta, por la que entraba una débil luz, y en el piso de la casamata estaba la otra escotilla debajo de la anterior, por la que estuvo a punto de caer aquel compañero; ayudándonos unos a otros pudimos salir todos, y al preguntar desde arriba si quedaba alguno más y no obtener contestación, cada uno se fue por su lado, yo me dirigí a la toldilla, desde donde salté a la barandilla y de allí a un bote que, como se abrió en aquel momento, caí al agua y nadé hasta el malecón, donde después de ayudar a transportar algún herido, cogí el chinchorro de a bordo que me trajo al “Libertad”.

El "Jaime I" en la primavera de 1936

Estado de la torre nº3 después de la voladura
(Imagen: ascnaval)


Benito Sacaluga





Fuente:

" Algo más sobre los bombardeos de Cartagena y la voladura del acorazado Jaime I ". Manuel Rolandi Sánchez-Solís. Cartagena Histórica nº 31.Octubre-Noviembre 2009.

lunes, 13 de noviembre de 2017

EL 18 DE JULIO DE 1936 EN EL CRUCERO "LIBERTAD"




(1) Con la llegada de la II República, la Armada, sus miembros, tuvieron la oportunidad de organizarse para defender sus reivindicaciones y derechos. Marinos ajenos al Cuerpo General, integrados por auxiliares, y en su gran mayoría cabos y marinería de todas las especialidades de la Armada, tenían constituida una asociación de carácter político-sindicalista. Existía una delegación de ésta en cada uno de los departamentos marítimos (Ferrol, Cádiz y Cartagena) y una central en el Ministerio de Madrid. A mediados de julio de 1936, dichas asociaciones habían dado como consigna mantenerse vigilantes y a la expectativa ante las informaciones que avisaban de una sublevación militar.

Crucero "Libertad"
Buque insignia dela Flota Repúblicana


Llegado el 18 de julio, los avisos pasados por la Falange Española a los mandos y oficiales de los buques fueron conocidos por los cabos y marinería, debido sin duda a los oficiales que estaban considerados entre los de confianza para sublevarse contra el Gobierno.

La primera noticia en circular por Ferrol aludía a las fuerzas del ejército de África que se habían sublevado contra el Gobierno. y que trataban de desembarcar en Algeciras, aunque también por otro lado se tuvo conocimiento de que la Escuadra seguía leal al Gobierno de la República. Inmediatamente se celebraron en tierra reuniones entre los cabos más destacados que representaban a estas asociaciones en cada buque; la consigna en esta ocasión era impedir el triunfo del movimiento de sublevación con un plan a seguir en cada barco.

El 18 de julio realizaba su salida de Ferrol rumbo a Cádiz el "Libertad", primer barco de la Escuadra que recibía esta orden. El crucero inició su travesía a las 13:00 horas. La mayor parte de oficiales se encontraban en la cámara, donde tenían instalada una radio por la que iban conociendo los primeros detalles del llamado "movimiento salvador", con el que estaban de acuerdo todos los oficiales del buque, pues ya con anterioridad habían tratado sobre el tema en Marín, acordando sumarse al mismo.

El primer día de navegación transcurrió sin incidente alguno. Los oficiales volvieron a celebrar consulta con el tercer comandante, acordando unirse al movimiento y hablar con el comandante, confiados en que la dotación les seguiría y ajenos en absoluto a las actividades de los cabos, que se dedicaban a preparar la contra sublevación, no obstante haber sido advertidos por algunos oficiales de la excitación extraña que notaban a bordo.

En la tarde del segundo día de navegación se dió vista al puerto de Cádiz, eran las 15:00 horas del día 19 y el crucero navegaba a una velocidad de 28 millas. Fernando Pérez Méndez, considerado como el principal promotor de la sublevación contra jefes y oficiales, daba las consignas precisas y ponía en antecedentes a sus compañeros de cuantos partes de radio se habían recibido a bordo. A continuación, en el interior del buque. se celebraron diferentes reuniones en calderas y máquinas, aparatos auxiliares y otras dependencias, incluidos los sollados. Finalmente se ponían de acuerdo todos los asistentes (marineros, fogoneros, cabos auxiliares de todos los cuerpos y maquinistas) para detener a jefes y oficiales sin darles tiempo a defenderse (la reunión principal se celebra en el sollado número seis, donde se encontraban la mayor parte de los cabos). Para ello se hicieron ganzúas de los pañoles de proyectiles y pólvoras, y seguidamente se armó a los cabos y a la marinería tras reventar los armeros. 

Encontrándose a altura del Estrecho, la dotación nota algo anormal a bordo, sienten que el buque da la vuelta en redondo y en lugar de continuar hacia Algeciras observan como el barco trata de dirigirse a Cádiz. Aproximadamente a las 16:00 horas, suena, ordenado por el comandante, zafarrancho de combate y preparar la artillería. "Zafarrancho de combate" era también la consigna que habían establecido a bordo los cabos para iniciar las detenciones de los oficiales. Varios grupos armados, dirigidos por cabos, entre los que se encontraban Bertalo, Romero y Fernando Pérez Lago, se dirigen corriendo por las escotillas a cubierta. Tras observar esto, el teniente maquinista Prudencio Piñero Menacho trata de ponerse inmediatamente al habla, por medio del teléfono instalado en la oficina de máquinas, con el oficial de derrota, teniente de navío Celestino Díaz. Al no conseguirlo, sale de la oficina para avisar de lo ocurrido al jefe de máquinas, comandante maquinista Eusebio Fernández, que se encontraba descansando en su camarote, situado en las proximidades. Antes de llegar al camarote el comandante salió y ambos volvieron a intentar comunicarse con el puente sin conseguirlo; pocos instantes después ambos son detenidos por un grupo armado del que destacaba el cabo de artillería Romero.

Comandante y teniente fueron conducidos detenidos al sollado número tres, donde se encontraban el resto de oficiales y jefes del buque, a excepción del comisario de la Escuadra, teniente coronel de intendencia Federico Vidal y del teniente de navío Celestino Díaz, al que se le obligó a continuar en el puente para fondear el buque.

En el resto del crucero ocurrieron hechos parecidos; el auxiliar segundo de electricidad, Leonardo Gregorio Abella, fue llamado por el alférez de navío Juan Costela para ordenarle la preparación de la artillería. Cuando se encontraba en el montaje, se le acercó el cabo electricista Roberto Rúa, ordenando a los que estaban presentes que se marchasen, aunque el auxiliar Leonardo no hizo caso por el momento de esta orden. Habían transcurrido unos escasos segundos cuando llegó armado con una pistola un cabo de marinería, que les obligó a salir del montaje a la fuerza. Cuando el auxiliar salió ya habían sido detenidos los oficiales, a excepción del comandante, que continuó en su puesto hasta que una comisión de cabos, compuesta por Fernando Pérez, Bertalo, Romero, Ruiz y varios más, todos ellos armados con pistolas y fusiles, obligaron al comandante a bajar del puente, conduciéndolo detenido al sollado número tres, donde ya se encontraban detenidos el resto de oficiales.

En otro lugar del buque, en la caseta de señales, se encontraba esa mañana de guardia el marinero Francisco del Río Anca, cuando llegó el marinero Antonio Longueira Perelló diciéndoles a los allí presentes que había una reunión de cabos en el sollado número seis. Minutos más tarde, volvió nuevamente el marinero Longueira diciendo a los oficiales que estaban detenidos. Poco después se presentó en la caseta el cabo eléctricista Ruiz armado con una pistola, obligando a los que allí estaban a que marchasen para armarse. Con la tensión en sus más altas cotas, el marinero Del Río, le dijo: "Te salvas por no tener munición".

Posteriormente, Del Río escuchaba como el comandante le decía al auxiliar naval Dopico que había recibido un telegrama en el que se le ordenaba bombardear Cádiz, pero que él se negaba si no había una nueva confirmación. La respuesta de Dopico fue contundente: "Márchese para el camarote de mar del almirante en calidad de detenido".

Junto a Francisco del Río Anca se encontraba en la caseta de señales el timonel Manuel Gómez Zambrano, marinero de segunda, que fue obligado junto a otros a bajar al pasillo donde se encontraban los fusiles para armarse. De nuevo en la caseta, pudo ver como el cabo Bertalo llevaba al oficial Juan Costela manos arriba y detenido hacia la proa.

Tras ser detenidos los jefes y oficiales en el puente, fueron trasladados al sollado, donde ya se encontraban detenidos el cabo cartero Francisco Salazar, el contramaestre de cargo, Francisco Miguel Ferreiro, y un marinero al que habían conocido como falangista. Mientras tanto, en el puente es obligado a la fuerza el teniente de navío Celestino Días Hernández a mantenerse como oficial de derrota.

Al llegar a Tánger, el teniente de navío Celestino Díaz intentó embarrancar el barco, realizando una maniobra frente a la playa que perfectamente dio a conocer la intención de encallarlo, cosa que consiguió pero muy levemente. La maniobra fue observada desde el "Tofiño", que notó que iban hacia tierra, advirtiendo con rapidez al "Libertad", que dio enseguida las máquinas atrás. Rápidamente fue detenido el oficial y llevado al sollado junto al resto de sus compañeros. Una vez enterada la marinería de la detención, pidieron su libertad, pero el cabo Bertalo se opuso a ello y pronunció su discurso advirtiendo del peligro de soltarlo, puesto que había querido embarrancar el buque.

Pocos minutos habían transcurrido desde el fallido intento de embarrancar, cuando en el claro horizonte apareció una avioneta que en principio no es reconocida por la dotación, pero que tras pasar en reiteradas ocasiones les lanza tres bombas. Ante la excitación producida al ser atacados por primera vez, bajó un grupo de cabos al sollado para reclamar al alférez de navío Juan José Costela que subiera a dirigir el tiro antiaéreo, pero dicho oficial se negaría a efectuarlo y salir del sollado. Ante la sorpresa y rapidez de ataque producido por la avioneta, el "Libertad" no realizó ningún disparo con su fuerza antiaérea, respondiendo solamente desde la cubierta con varias descargas de fusiles que portaban cabos y marinería. Seguidamente, el auxiliar naval Francisco Gonzalez Dopico se nombró asimismo comandante, presentándose en el camarote del almirante para comunicárselo al comandante Hermenegildo.

El día 21 el "Libertad" llega a Gibraltar para hacer combustible, pero las autoridades gibraltareñas se negaron a abastecerlo mientras hubiera detenidos a bordo. Ante la negativa de suministro, se decide tomar como nuevo fondeadero Puente Mayorga (al norte de Algeciras), en el cual atracaron también varios buques de la Escuadra.

El día 22 el "Libertad" decidió dirigirse en unión de otros buques al puerto de Málaga, efectuando su llegada a primeras horas de la madrugada del 23. En este puerto, el recientemente nombrado jefe de la Flota, capitán de fragata Fernando Navarro Capdevila, enviaba nada más llegar el siguiente mensaje al ministerio:
Fondeados en Málaga: Libertad, Cervantes, Jaime I, Almirante Ferrándiz, Antequera y remolcador Cíclope para el abastecimiento general.
Puerto de Málaga (21-07-1936)
Imagen: todocoleccion.net
En los días siguientes, tanto el "Libertad" como los demás buques de la Flota, efectuaron numerosas misiones de bombardeo, bloqueo y vigilancia de las guarniciones tomadas por los sublevados. También en el mes de agosto y primeros de septiembre de 1936 apoyaría a las fuerzas del capitán Bayo para el desembarco en Mallorca. Precisamente el día 12 de agosto de 1936, en unión del destructor "Almirante Antequera" bombardeaba la costa de Soller para preparar el desembarco de Bayo, pero al día siguiente, tras sufrir un bombardeo el acorazado "Jaime I" por aviones alemanes, sería ordenado su regreso al puerto de Málaga. Regresaría de nuevo al escenario balear el día 1 de septiembre, bombardeando la isla el día 3 en unión del acorazado "Jaime I" y un guardacostas, con objeto de apoyar el embarque de las tropas republicanas.




En el mismo mes, sobre las 20:45 horas del día 19, el "Libertad" junto con los destructores "José Luis Díez", "Almirante Valdés", "Escaño", "Lepanto", "Almirante Antequera", Almirante Ferrándiz" y "Almirante Miranda" abandonaban el puerto de Cartagena para fondear en Málaga, en espera de la orden definitiva de marchar al norte. En la tarde del 21 de septiembre, en unión del grueso de la Flota zarpaba el "Libertad" para el Cantábrico desde Málaga por orden expresa del ministro de Marina, Indalecio Prieto, (2) con objeto de impedir el bloqueo marítimo al que estaban sometidos los puertos del Cantábrico por la Flota sublevada. Al mando de la fuerza y del crucero se encontraba el capitán de corbeta Miguel Buiza Fernandez-Palacios. Durante su estancia en el norte, el "Libertad" realizaría diversas misiones y bombardeos, regresando finalmente al Mediterráneo el 14 de octubre junto con el resto de la Flota.

En las últimas semanas de 1936 (el 11 de noviembre), y en su número 316, la Gaceta de la República publicaba el siguiente acuerdo con respecto al crucero "Libertad":
Tras el Consejo de Ministros y a propuesta del ministro de Marina y Aire, decreto la confirmación en su actual cargo de jefe de la Flota, además de comandante interino del crucero "Libertad", al capitán de corbeta Miguel Buiza Fernández-Palacios.
En la misma publicación se nombraban a su vez todos los comandantes de los buques republicanos. A finales de 1937 el "Libertad", según el estudio efectuado por el Estado Mayor y firmado por su jefe, futuro comandante del crucero, Luis González Ubieta, se encontraba con el casco, máquinas y artillería en buen estado, teniendo incompleta solamente su defensa antiaérea, a falta de un cañón de 101.6 mm y 45 calibres.



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(1) Extractado de Cartagena Histórica. Editorial Aglaya. Cuaderno Monográfico núm 15. Febrero 2005. Autor: Ricardo Hernández Conesa.

(2) La marcha de la Flota al Cantábrico supuso, a mi modo de ver, que la República perdiese la guerra. Aquí lo razono: LA PERDIDA DEL ESTRECHO DE GIBRALTAR (1936) 

Enlace relacionado con esta entrada: EN EL CRUCERO "LIBERTAD" DEL 17 AL 21 DE JULIO DE 1936






















sábado, 4 de noviembre de 2017

LA BATALLA NAVAL DE CABO DE PALOS




(1) La salida a la mar de la Flota republicana, en aquella tarde del 5 de marzo de 1938, hacía presagiar que ésta tendría hondas repercusiones. Los cruceros "Libertad" y Méndez Núñez" eran el grueso de la Flota; cerraban la marcha los destructores "Sánchez Barcáiztegui", "Almirante Antequera", "Lepanto", "Gravina" y "Lazaga". Se trataba de proteger la primera flotilla, que había salido horas antes, en una misión delicada que se le había confiado.

Crucero "Libertad"
Imagen: Foro Militar General


Apenas abandonada Cartagena, se hizo rumbo Este, navegándose así sin novedad alguna hasta la una menos cuarto de la madrugada, en la que por sorpresa, y destacándose en la oscuridad de la noche, aparecieron tres grandes barcos de guerra cuyas luces iban apagadas, a excepción de las de alcance. Bien pronto se les identificó como el "Canarias" y "Baleares", en la cabeza, y el "Almirante Cervera" detrás.

Imagen: Asociación Cultural Mesaches

El descubrimiento mutuo realizado por ambas fuerzas fue tan fugaz, que apenas hubo tiempo para nada, a excepción del "Sánchez Barcáiztegui" que lanzó dos torpedos.

El mando de la Flota republicana, formado esta vez por el jefe Luis Gonzalez de Ubieta y por el comisario general Bruno Alonso, dió orden de virar en pos del adversario y de estar listos para un nuevo encuentro.


Por su parte, la flota sublevada, al mando de Manuel de Vierna y Belando, hizo también lo propio, pues al poco tiempo, a las dos y veinte de la madrugada, las flotas se divisaban nuevamente. De forma inmediata, los buques sublevados abrieron fuego con sus poderosos cañones de 203.siendo replicados en el acto por el "Libertad", mientras la sección de destructores de babor hacia su lanzamiento de torpedos. El "Sánchez Barcáiztegui" disparó cuatro, cinco el "Almirante Antequera" y tres el "Lepanto", con un tiro tan certero, que una luz vivísima, cuya columna se elevaba a las alturas, se produjo de pronto. Se trataba del crucero "Baleares", que había sido tocado y herido de muerte.

Los impactos de artillería recibidos por el "Baleares" en el puente, además de originar su completa destrucción, ocasionaron la muerte de su comandante Manuel de Vierna y su Estado Mayor, sus jefes, oficiales, suboficiales y marineros que se encontraban en su puesto de combate en el puente. Seguidamente recibió el impacto de un torpedo que le produjo la destrucción de los pañoles de proa, graves incendios, explosiones internas y la inutilización de las calderas.

Al final, el "Baleares" se hundía a las cinco de la mañana, llevándose con él a un total de 788 vidas, entre ellas un contralmirante, un capitán de navío, un capitán de fragata, cuatro capitanes de corbeta, treinta oficiales, sesenta y dos suboficiales, treinta y dos cabos y seiscientos cincuenta y siete marineros. Los náufragos del "Baleares" fueron rescatados por los destructores británicos "Kempenfelt", "Boreas", "Blanche" y "Brillant".

Durante el combate, al mando de las unidades republicanas iban los siguientes comandantes: el teniente de navío Eduardo Armada Sabau, en el "Libertad"; el teniente de navío Pedro Prado Mendizabal, en el "Méndez Núñez"; el alferez de navío Alvaro Calderón Martinez, en el "Sánchez Barcáiztegui"; el alférez de navío Ricardo Noval Ruiz, en el "Almirante Antequera"; el alférez de navío David Gasca Aznar, en el "Lepanto" y el teniente de navío Ramón Guitart de Virto, en el "Lazaga".

En la flota sublevada, los comandantes de los cruceros fueron los capitanes de navío Isidro Fontenla maristany, en el "Baleares", Rafael Estrada Arnaiz, en el "Canarias" y Ramón de Agacino y Armas en el "Almirante Cervera".







(1) Cartagena Histórica. Cuaderno Monográfico núm. 15. Editorial Aglaya

lunes, 2 de octubre de 2017

LA ARMADA YA ES REPUBLICANA

  



Crucero "Libertad", antes "Príncipe Alfonso"
En la noche del 14 de abril de 1931 Alfonso XIII abandona Madrid. Se traslada en coche a Cartagena, allí le espera el crucero "Príncipe Alfonso" para llevarlo hasta Marsella desde donde partirá hacia París. El crucero zarpa a las 04.15 horas.  Acompaña al rey destronado su primo, el Infante Alfonso de Orleans; el último ministro de Marina de la monarquía, almirante Rivera, con su ayudante; el Duque de Miranda y el ayuda de cámara.

Al mando del buque está un gaditano, el capitán de navío Manuel Fernandez Piña (1874-1949), Jefe del Estado Mayor de la Escuadra en 1932; el siguiente 7 de abril, hallándose José Giral al frente del Ministerio de Marina, fue promovido al empleo de Contralmirante. Desde mayo de 1934 y hasta el mismo mes de 1936, desempeñó la Jefatura de la flotilla de destructores. Pasó a la reserva el 26 de enero de 1937, tras más de cuarenta y cinco años de servicio en la Armada; situación en la que se halló al fallecer en San Fernando a primeros de diciembre de 1949.

La bandera que enarbola el crucero que transporta al borbón es la bicolor con el escudo monárquico (hay quien dice que partió sin pabellón). Durante la travesía, Alfonso de Borbón redacta una proclama para la Marina, el comandante Fernandez Piña prohíbe a Alfonso de Borbón su lectura ante la tripulación. En Marsella, una vez ha desembarcado el incomodo pasajero, y nada más abandonar las aguas territoriales francesas camino de puerto español, se iza la bandera republicana.

El "traslado" se hace a espaldas de las nuevas autoridades. Miguel Maura, ministro de la Gobernación, se entera a través de una llamada anónima una vez que el buque ha zarpado, Maura creía que el ex monarca se encontraba junto con su familia en el Palacio de Oriente, tal y como le había sido comunicado por un miembro de la Casa Real. Durante el viaje, el ya ciudadano Alfonso de Borbón fue alojado en el camarote del Almirante y tratado con las mismas consideraciones que si estuviera reinando. Todo estuvo organizado desde la mañana del día 14 por el Ministerio de Marina, al Comandante General de la Escuadra se le ordenó tener el buque listo para realizar una comisión de la que no se le dieron datos. (1)

El rey, destronado y fugitivo, llega a Marsella, el primer suelo francés que pisa como ciudadano raso es el cantil de un muelle extranjero, no es recibido por nadie, en taxi se traslada al Hotel Noailles, en la Canebière.

La Armada es ya republicana, pero no lo es, ni por asomo, la inmensa mayoría de los integrantes del Cuerpo General.

La vocación monárquica entre los jefes y oficiales de la Armada era, además de ancestral, muy numerosa, para ellos significa mantener su status de privilegiados. Azaña, siendo presidente del Gobierno provisional, y el ministro de Marina, Casares Quiroga, no pierden el tiempo para comenzar a borrar el espíritu monárquico de la Armada. Solo tres días después de la proclamación de la República, el Ministerio de Marina decreta el cambio de los nombres monárquicos de las principales unidades navales. El buque, "Príncipe Alfonso", el mismo que había trasladado a Alfonso de Borbón a Marsella, pasa a llamarse "Libertad".

España es ya republicana y la Armada no puede ser ajena a esa realidad. El Gobierno provisional se pone manos a la obra, y nueve días después de su creación ordena a los miembros de todos los ejércitos prometer lealtad y fidelidad a la República, mediante Decreto del 23 de abril de 1931, la fórmula es:
"Prometo por mi honor servir bien y fielmente a la República, obedecer sus leyes y defenderla con las armas"
El mismo Decreto en su Art.3., entre otras cuestiones, establece que todos aquellos miembros del Ejército que, por una u otra razón, se negasen a efectuar la promesa, pasarían de forma automática a la situación de retiro, sin perdida de derechos ni de pensiones. Así se hizo, y muchos fueron los militares que se acogieron a la oferta del Gobierno, aunque la inmensa mayoría prometió, de mejor o peor grado, su lealtad a la República. Así pués, al finales de abril de 1931 todos los militares que quedaban en activo habían efectuado su promesa o estaban a punto de llevarla a cabo.

El 24 de abril se deroga el Reglamento de Honores y Saludos y se suprimen las condecoraciones de la monarquía, con la prohibición expresa de llevarlas en los uniformes.

El 27 de abril de 1931 se sustituye en todos los buques la bandera monárquica por la tricolor republicana, junto con toda la simbología monárquica y cambio de nombres de los mismos que sean alusivos a la monarquía.

El uno de mayo de 1931, el ministro de Marina aprueba una amnistía con indulto completo, para toda clase de delitos politicos o sociales cometidos durante los últimos años de la monarquía. El indulto también afecta a las penas impuestas a marinería, tropa y clases por los consejos de disciplina.

Se crea la Sala de lo Militar en el Tribunal Supremo de Justicia y se disuelve el Consejo Supremo de Justicia Militar

Independientemente de la promesa de fidelidad y lealtad a la República, recogida en el Decreto de 1931, el 28 de marzo de 1933, bajo la presidencias de Niceto Alcalá-Zamora y siendo ministro de Marina José Giral, se emite un nuevo Decreto estableciendo de forma oficial y exclusiva la promesa a la enseña nacional en la Marina. Lo reproduzco a continuación:


DECRETO (2)

Cuanto homenaje se rinda a la Bandera Nacional, enseña sagrada de la Patria, ha de redundar en mayor prestigio del Estado y de sus Instituciones Militares, cuyas gloriosas tradiciones vienen, a través de la historia, ligadas siempre al mayor brillo de sus símbolos representativos.  
La promesa de fidelidad, en la forma ya decretada para el Ejército, es a la vez homenaje y acatamiento que la Marina igualmente desea tributar y rendir, a cuyo fin el Ministro que suscribe, de acuerdo con el Consejo de Ministros, tiene el honor de someter a la firma de V.E. el siguiente proyecto de Decreto:

Como presidente de la República, de acuerdo con el Consejo de Ministros y a propuesta del de Marina, Vengo en decretar lo siguiente:
Artículo 1º.- Se establece en la Marina la ceremonia de promesa de fidelidad a la Bandera Nacional. 
Artículo 2º.- La fórmula de la promesa será la siguiente:  
Pregunta: ¿ Prometéis ser fieles a la Nación, leales al Gobierno de la República y obedecer y respetar y no abandonar a los que os manden ?  
Respuesta: Sí, prometo. 
Réplica: La Ley os amparará y la Nación os premiará si lo hacéis, y si no, seréis castigados.  
La pregunta y la réplica se harán sin cruzar el sable con la bandera. 
Artículo 3º.- Al Acto es obligatoria la asistencia de todo el personal. 
Artículo 4º.- El día 14 de Abril próximo se celebrará la ceremonia de la promesa en la Escuadra y buques, Bases navales principales, Bases navales secundarias y demás Establecimientos de la Marina. 
Artículo 5º.- En lo sucesivo se hará la promesa por el personal de marinería de nuevo ingreso al terminar el periodo de instrucción.  
Artículo 6º.- En las Escuelas de la Armada se prestará la promesa con igual ceremonial al finalizar los alumnos su instrucción militar. 
Artículo 7º.- El Personal que por no ostentar aún categoría de Oficial no prestó por escrito la promesa de fidelidad, que ordenaba el Decreto de 23 de Abril de 1931, y que sea actualmente Jefe, Oficial o Graduado de Oficial, prestará la promesa de fidelidad en los términos que señala el expresado Decreto y antes del 14 de Abril próximo.

Estandarte de la Escuadra de la República
conservado en el Museo Naval de Madrid
Urge una nueva organización de la Marina de Guerra. El 10 de julio de 1931 se emite un Decreto en el que, entre otras cuestiones, se declaran Cuerpos de la Armada: el General, y los de Máquinas, Sanidad, Intendencia y Jurídico. A renglón seguido se procede a la conversión de los cuerpos subalternos de contramaestres, radiotelegrafistas, condestables, torpedistas, electricistas, practicantes y escribientes, los cuales pasan a formar los cuerpos Auxiliares (Navales, Radiotelegrafistas, Artillería, Torpedos, Electricidad, Sanidad, Oficinas y Archivos). En el seno de estos cuerpos se equiparan en parte las categorías con las del cuerpo General, así la de jefe se equipara a la de capitán de corbeta, oficial 1º a teniente de navío, oficial 2º a alférez de navío y oficial 3º a alférez de fragata.

El elitismo ancestral del Cuerpo General comienza a resquebrajarse al mismo tiempo que las reivindicaciones del resto de la Armada son en buena parte atendidas.  Según varios autores se cometió un gran error al mantener en la Armada a elementos claramente anti-republicanos. Dichos marinos hostiles a la República deberían haber sido apartados de sus puestos aún a costa de tener que reducir momentáneamente el tamaño de la Armada, pero esa reducción ya la había descartado Casares Quiroga: "...la escala de la Marina de guerra es inferior a las necesidades nacionales".

De poco sirvió en el Cuerpo General la promesa de lealtad a la República, pocos se negaron, y a aquellos que no quisieron primeter, se les concedió, tal y como establecía el Decreto, el retiro con todas sus ventajas, la gran mayoría de los integrantes del Cuerpo General prometieron. Un error que se manifestó con toda su crudeza en 1936, cuando la mayor parte del Cuerpo General se sumó a la sublevación, cosa que no ocurrió entre los Cuerpos Auxiliares creados por la República en 1931, muy al contrario, ellos junto con la marinería evitaron que la Armada quedara en manos franquistas.

Era necesario hacer más para garantizar la fidelidad a la República de aquellos oficiales que prometieron lealtad, y también para consolidar la democracia a bordo de los buques de guerra. Se aprobaron más disposiciones y se emitieron más decretos, pero en el seno del Ministerio  el problema de las filiaciones y tendencias monárquicas de los integrantes del Cuerpo General seguía siendo una preocupación de primer nivel. Así las cosas, en el mes de julio y a propuesta del asesor personal de Casares, el capitán de corbeta Angel Rizo Bayona, se procede a las equiparación de algunos marinos pertenecientes a cuerpos distintos del General con las categorías de este último, así las nuevas categorías de los recién creados Cuerpos Auxiliares, que integraban al Cuerpo de Subalternos y Patentados. Radiotelegráfistas, Contramaestres, Condestables,Torpedistas-electricistas, Practicantes y Auxiliares de Oficinas, pasaron a denominarse Cuerpos de Auxiliares Navales de Radiotelegrafía, Sanidad, de Oficinas y Archivos, de Torpedos, de Electricidad. Se establecen en estos Cuerpos Auxiliares nuevas categorías:

  • Jefe. Equiparado a capitán de corbeta
  • Oficial 1º. Equiparado a Teniente de navío
  • Oficial 2º. Equiparado a Alferez de navío
  • Oficial 3º. Equiparado a Alferez de Fragata
  • Auxiliares 1º y 2º, equiparados a suboficiales
Ni que decir tiene que estas modificaciones cayeron mal entre los del Cuerpo General, que desde un primer momento criticaron y calificaron de equivocadas.

Muchos eran los problemas en la Armada y Casares Quiroga realizó una gran labor, aunque inacabada y sujeta al error antes comentado al no depurar en la Armada a los anti-republicanos declarados.

A Casares le sucede en el cargo José Giral Pereira y los problemas se agudizan. La monarquía dejó establecidos varios convenios para la construcción de nuevos buques con la Italia fascista de Mussolini, entonces amparada por Victor Manuel III de Saboya, y Giral decide acabar con esos planes, el Cuerpo General muestra su oposición a la medida. En el primer presupuesto de la República no se incluye partida presupuestaria alguna para la construcción de nuevos buques, eso si, se mantiene lo ya establecido a los proyectos en ejecución, concretamente lo relativo a los cruceros "Canarias" y "Baleares", cruceros que finalmente fueron puestos en servicio por los sublevados franquistas e incluidos en su flota, cruceros que, gracias a sus características técnicas y capacidad de fuego, vinieron a representar la única amenaza seria para la Flota Republicana, aparte de los buques de guerra alemanes e italianos.

En 1936 y con el Frente Popular en el Gobierno, tras dos años del denominado "Bienio Negro", Giral vuelve a ser titular de la cartera de Marina y los cambios en la organización de la Armada vuelven a tomar protagonismo, unos cambios integrados en un proyecto de Ley, y que entre otras disposiciones contemplaba el establecimiento de nuevas categorías, empleos y cuerpos:
  • Marinería: Marinero de 2ª y Marinero de 1ª
  • Cabos: Cabo de 1º (equivalente sargento del ejército) y Cabo de 2ª
  • Cuerpo Auxiliar de la Armada: Auxiliar (equivalente a brigada del ejército), teniente, capitán y comandante
  • Cuero General: Alférez de navío hasta vicealmirante
  • Cuerpo Técnico Industrial de la Armada: Teniente ingeniero hasta general
  • Cuerpo de Sanidad: Teniente médico hasta general médico
  • Cuerpo Jurídico: Teniente Auditor hasta general auditor.
El resto de integrantes de la Armada, no incluido en los Cuerpos anteriormente citados ni el de Maquinistas quedan definidos así:
  • Cuerpo de Buzos
  • Músicos de la Armada
  • Maestranza de la Armada
  • Mecanógrafas
  • Curpo de Porteros y Guarda-Almacenes
  • Cuerpos a extinguir
Según el citado proyecto de Ley, se integrarían en el Cuerpo General: Intendencia y Maquinistas. Un proyecto que no olvida procurar la igualdad de oportunidades para el acceso al Cuerpo General, de siempre sometido a un proceso de selección en el que apellidos y recomendaciones eran, si no imprescindibles, si decisivos; en este sentido la nueva ley obligaría a reservar un mínimo del 40% de las plazas para el personal procedente del Cuerpo Auxiliar, siendo el 60% restante cubierto por alumnos procedentes del proyectado Instituto Naval, cuya puesta en marcha estaba prevista para 1937. El citado proyecto de ley no pudo llegar a convertirse en ley, la sublevación militar y posterior guerra lo impidieron. Acabada la guerra, la Armada, y con ella su organización y su estructura, volvieron a estar en manos de los de siempre. Los integrantes del Cuerpo General volvieron a hacer y deshacer a su antojo, y los avances democráticos y de igualdad, conseguidos desde 1931 por el resto de Cuerpos, desaparecieron.





Benito Sacaluga






Pabellón de los buques de la
Marina de Guerra Republicana






(1) Extractado de Diario de Cádiz. Un gaditano llevó al exilio a Alfonso XIII. Juan Torrejón Chaves. 14 de abril de 2014.

(2) Colección Legislativa de la Armada. Tomo CX. Páginas 188 a 189. Imprenta del Ministerio de Marina. Madrid 1933. Documento facilitado por José Manuel Rodriguez Crespo.






jueves, 28 de septiembre de 2017

DUELO A MUERTE EN FERROL, JULIO DE 1936



Nos encontramos en Ferrol, es el 20 de julio de 1936, al igual que en el resto de España desde el pasado día 18 el golpe de estado militar trata de imponerse. En la Armada los leales a la República se enfrentan a los golpistas sublevados, está en juego el control de los buques y las bases navales. El acorazado "España" y el crucero "Almirante Cervera" se encuentran en Ferrol, en dique seco reparándose. Las tripulaciones de ambos buques hacen frente a los sublevados, estos últimos cuentan con dos regimientos, uno de Artillería y otro de Infantería de Marina. Los marinos republicanos tratan por todos los medios que los navíos salgan de los diques y se hagan a la mar. No lo consiguen y dos días de asedio acaban con la resistencia de los marinos leales. Juan S. Sánchez Ferragut (1), capitán de navío y comandante del "Almirante Cervera", acaba siendo fusilado por los franquistas el 25 de septiembre. En los primeros momentos de la sublevación dos oficiales de la Armada,  Dionisio Mouriño González (2), republicano, Oficial de Artillería de la Armada, a cargo del acorazado "España" y Guillermo Díaz, capitán de corbeta, al frente de fuerzas sublevadas en tierra, se enfrentan en los muelles.

Acorazado “España” (Ex “Alfonso XIII”)


En diciembre de 1966 se edita y publica en Buenos Aires (Argentina) la obra "Crónica de la Guerra Española. No apta para irreconciliables". 

En dicha obra encontramos lo siguiente:

DUELO MEDIEVAL (3)

Ricardo Giménez-Arnau (4) describe un episodio relacionado con la lucha en El Ferrol, que parece salido de las sombras del siglo XIX, un desafío a pistola y a muerte entre un marino republicano y un marino nacionalista. La suerte del acorazado "España" va a decidirse, como en las antiguas contiendas medievales, por un duelo entre los dos mejores guerreros de los bandos enfrentados.  

"El dramatismo del momento es difícil de llevar a la pluma. Nuestros hombres del dique, al ver a los dos oficiales, han enmudecido. Un silencio tremendo ha sustituido al clamor que antes levantabas gargantas y fusiles. Entonces tiene lugar un duelo personal entre Mouriño y el capitán de corbeta don Guillermo Díaz. Los dos son tiradores de concurso y juntos han tomado parte en muchos campeonatos. Este es el último en que se encuentran reunidos por el destino, y en que el premio es de mucha más trascendencia que una copa. Tira Mouriño, y la gorra de don Guillermo Díaz vuela de un balazo. El capitán de corbeta, tranquilo, como si se tratara de un concurso más, levanta lentamente el brazo, y luego dispara. Mouriño, con un balazo en el centro mismo de la frente, cae. Su gente, aterrorizada, supersticiosamente por el resultado de aquel terrible duelo, huye. Sus pisadas desordenadas rompen un silencio que duró varios minutos".

El suceso relatado por Giménez Arnau esta igualmente recogido por Daniel Sueiro en su obra "la Flota es roja", (1983), en su página 238, nos relata Sueiro:

" Hace escasos meses que ambos, (Mouriño y Díaz del Río), como primeras figuras del equipo de tiro de precisión, con pistola, del Departamento de El Ferrol, han participado juntos en el campeonato nacional de la especialidad, celebrado en San Fernando (Cádiz), exactamente en  marzo de 1936. Después de numerosas pruebas, en las que los dos componentes del equipo ferrolano apenas pudieron ocultar su propia rivalidad deportiva, ha resultado vencedor el auxiliar Mouriño; es verdad que con su victoria también queda clasificado el oficial Díaz de Río, al obtener el galardón para El Ferrol, pero el número uno ha resultado ser `para todos Dionisio Mouriño. Los dos tiradores lanzan al aire sus gorras de plato y se funden en un fraternal abrazo.

Ahora se encuentran frente a frente en una situación que desde entonces ha sido mitificada como duelo medieval o cinematográfico (5), y de acuerdo con esta versión ambos debieron medirse con las miradas en tan trágico y definitivo trance. Mouriño dispara primero, y falla. Vuela por el aire atravesada por la bala, la gorra del capitán de fragata, que hace fuego a su vez y el pistoletazo derriba en el acto al auxiliar, con un agujero negro dibujado en el centro de su frente.

Pero hay indicios de que el duelo no fue tan cinematográfico, aunque si tal vez muy medieval. El que pronto sería nombrado jefe de la Flota nacional (6) que empieza a conducir en ese momento la situación en Ferrol, da una opinión inquietante sobre el tema, escribe textualmente al respecto que "entre éste (Guillermo Díaz) y el teniente de navío don Guillermo Rodríguez, consiguieron matarlo (a Mouriño) instantáneamente".

Los seguidores de Mouriño se repliegan hacia el "España", que pasa a mandar el segundo maquinista Pedro López Amor; algunas fuerzas de otras compañías de desembarco se unen a ellos".

Dos versiones casi idénticas, solo corregidas por el almirante franquista Moreno.

Tras el suceso, tanto el acorazado “España” como el crucero “Almirante Cervera” pasaron formar parte de la flota franquista.  

Benito Sacaluga



(1) Sometido a Consejo de Guerra Sumarísimo. Hasta la celebración del Consejo de Guerra (11-09-1936) permaneció preso e incomunicado a bordo del vapor “Plus Ultra”. El fiscal Luciano Conde Pumpido solicitó el día ocho de Septiembre, en sus conclusiones provisionales, modificadas durante la celebración del Consejo de Guerra, la pena de muerte para Sánchez Ferragut, al que acusaba del delito de traición. 


Buque Prisión “Plus Ultra”

El Consejo de Guerra contra el comandante Juan Sandalio Sánchez Ferragut le condenó a pena de muerte, lo que fue confirmado por el general Emilio Mola el 17 de Septiembre. El comandante del crucero “Almirante Cervera”, Juan Sandalio Sánchez Ferragut, fue fusilado en la punta del Martillo, en el Arsenal de Ferrol, el 25 de Septiembre. Dejaba esposa, que estaba ciega, y 4 hijos.

(2) En 2019 la Asociación por la Memoria Militar Democrática llevó a cabo una iniciativa ante las autoridades militares y civiles para que fueran eliminados del callejero del Arsenal de Ferrol los nombres de militares y buques franquistas. Entre los nombres propuestos para la sustitución, todos ellos de marinos que se mantuvieron fieles a la República y que fueron asesinados por ello, figuraba el de Dionisio Mouriño González. 

Finalmente, en 2022, por la Resolución 421/04574/22 de 17 de marzo, el Ministerio de Defensa accedió a la eliminación de los nombres franquistas, pero descartó todos los nombres propuestos por la AMMD, estableciendo el criterio de que los nuevos nombres serian los de “…aquellos cuyas proezas son merecedoras de reconocimiento para el conjunto de los españoles de todos los tiempos”. Un desaire más hacia los defensores de la Libertad.

(3) Documento facilitado por José Manuel Rodríguez Crespo.

(4) Participó en la Guerra Civil Española integrado en el Cuerpo General de la Armada y llegó a alcanzar el rango de teniente de navío. Estuvo destinado en el crucero sublevado “Canarias”. Entre 1939 y 1941 ejerció como jefe del Servicio Exterior de Falange.

(5) Esta última calificación es de R. Salas Larrazábal (Historia del Ejército Popular. Pag. 109).  

(6) Francisco Moreno Fernández. Jefe de la Flota sublevada. En 1937, ascendido a vicealmirante, se le nombró almirante jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire del Bloqueo del Mediterráneo. Capitán General de Cartagena. Capitán General de Ferrol.  Franco le concedió el título póstumo de Primer Marqués de Alborán. En 2010, Moreno Fernández fue imputado por la Audiencia Nacional en el sumario instruido por el juez  Baltasar Garzón, por los delitos de detención ilegal y crímenes contra la humanidad cometidos durante la Guerra de España y en los primeros años del régimen franquista. Sigue enterrado en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz).




martes, 5 de septiembre de 2017

ALICIO VÁZQUEZ HINOJOSA, MAQUINISTA REPUBLICANO





Alicio nació en Ferrol el 7 de agosto de 1897, su padre era Juan Vazquez Lage, en aquel momento soldado de Infantería de Marina, de veintinueve años de edad, y su madre Filomena Hinojosa Freire, de veintinueve años, natural de Ferrol.

Su instancia para solicitar el ingreso en el Cuerpo tiene fecha de 17 de junio de 1915 y aportó certificado de haber trabajado en el Astillero y Varadero de La Coruña desde 14 de enero de 1913 a 24 de febrero de 1915. Fue nombrado aprendiz en DO 207/15 de 16 de octubre de 1915.


Castillo de San Felipe (Ferrol)


Los tres días clave de julio de 1936 en Ferrol estaba en Madrid, enfermo de pulmón desde 1930. En años anteriores estuvo embarcado en los "Contramaestre Casado" ,"Gaviota" y "Macias". Había contraído matrimonio en la iglesia del castillo de San Felipe el 16 de diciembre de 1919, estando destinado en el "Cataluña". Fue un hombre de profundas convicciones republicanas. Alternó con importantes republicanos en la vida política y en la naval y militar. A pesar de su enfermedad y de su no radicalización partidista, consideró que debía colaborar en el triunfo de la República y por ello, desde los primeros momentos, adiestró a voluntarios socialistas republicanos en Madrid y al frente de ellos partió al combate allí donde avanzaban las tropas sublevadas. Falleció en acción de guerra en Llerena (Badajoz), frente de Extremadura en aquellos momentos, el 31 de agosto de 1936. Ostentaba el grado de Primer Maquinista, número 53 en el escalafón.

La Junta de Clasificación lo había considerado "Sospechoso" al ser de ideas políticas de "Izquierdas"; profesionalmente "Bueno" y cualidades morales "Regular"..







Extractado de El Cuerpo de Maquinistas de la Armada Española. Antonio de la Vega Blasco. Mº de Defensa.2009.








lunes, 10 de julio de 2017

UN EXCELENTE BLOG EN AUXILIO DE LA MEMORIA REPUBLICANA






Hace unos días ha salido a la luz un nuevo Blog sobre la Flota Republicana, sin duda una muy buena noticia. 

Sin más os dejo el enlace a su última publicación, un detallada exposición sobre aquellos que de una forma u otra y en el seno de la Armada Gubernamental traicionaron su juramento de fidelidad a la República. Un excelente trabajo.





Sin duda un Blog a seguir.



Benito Sacaluga.





miércoles, 21 de junio de 2017

BENJAMÍN BALBOA LÓPEZ, EL PRIMER HÉROE DE LA II REPÚBLICA.





La actuación de Benjamín Balboa frente a los golpistas sublevados fue decisiva para conseguir que las unidades de la Flota permaneciesen del lado de la República. De no haber sido así la guerra habría durado pocas semanas. Sus valores como persona y militar, junto con su absoluta lealtad a la República, fueron decisivos.

Benjamín Balboa (sentado)
Imagen: Mundo Gráfico/Estampa
(1) Benjamín Balboa López nace en Boimorto (La Coruña), el 18 de marzo de 1901, hijo de un maestro de la República.  Oficial de 3ª clase (asimilado a alférez) del Cuerpo Auxiliar de Radiotelegrafistas de la Armada. Al producirse la sublevación militar del 18 de julio de 1936 desempeñó un importantisimo papel en el desarrollo de los acontecimientos que tuvieron lugar en el centro de comunicaciones que la Armada tenía instalado en la Ciudad Lineal de Madrid desde la cual, mediante TSH (2) y utilizando el sistema Morse, se establecían todas las comunicaciones con las bases navales y los buques de la Flota. Aunque existen diversas versiones sobre como se produjeron tales hechos, parece fuera de toda duda que Balboa, sobre las 6,30 horas de la mañana del 18 de julio, captó un mensaje del general Franco transmitido desde Tenerife y dirigido al jefe de la Circunscripción Oriental de África (Melilla), que decía:



Gloria al heroico Ejercito de África. España sobre todo. Recibid el saludo entusiasta de estas guarniciones, que se unen a vosotros y demás compañeros Península en estos momentos históricos. Fe ciega en el triunfo. Viva España con honor. General Franco.
Momentos después volvió a detectar otro radiograma con el mismo texto e idéntica firma, dirigido a los generales jefe de la 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª, 6ª, 7ª y 8ª División Orgánica en Madrid, Sevilla, Valencia, Barcelona, Zaragoza, Burgos, Valladolid y La Coruña: al comandante militar de Baleares, al general jefe de la División de Caballería, en Madrid; al jefe de la circunscripción de Ceuta y Larache; al jefe de las fuerzas militares de Marruecos y a los almirantes jefes de las bases navales de Ferrol, Cadiz y Cartagena. Todavía captó otro mensaje, transmitido desde la base naval de Cartagena, que terminaba con la orden de "cursése a las guarniciones" y que aumento aún más sus sospechas. La indignación que le produce en hecho en si - escribe Daniel Sueiro en La Flota es Roja - se acrecienta en Balboa ante la descarada pretensión de los sublevados de servirse de ellos y utilizar nada menos que la vía oficial para propagar el alzamiento y levantar a los cuarteles y demás dependencias militares de Madrid y, sobre todo, le duele que sea un compañero el que, desde la estación de radio de Cartagena esté dando curso a tales mensajes.

Obedeciendo al primer impulso, con el texto de la circular de Franco garrapateado en una hoja que sostiene nerviosamente en la mano, pulsa el entrecortado reproche que quiere hacer llegar al radiotelegrafista de Cartagena:
...no hagas eso compañero...no transmitas esa circular...no te das cuenta de que es un acto de subversión 
la respuesta quiere ser una justificación y es una llamada angustiosa por parte del auxiliar de radio, Albiol,  que Balboa sabe captar: estaba cumpliendo órdenes superiores, de jefes que en ese momento le rodeaban en la misma estación de radio. Y la circular no solamente había sido transmitida ya a Madrid sino también a la base de Mahón. Sin perder más tiempo Benjamín Balboa corre a uno de los teléfonos cuidándose de no utilizar el que estaba conectado con el domicilio del jefe de la Estación, el capitán de corbeta Cástor Ibáñez Aldecoa, sin duda al pie del aparato en sus habitaciones, a la espera de aquella noticia. Saltándose así a su jefe inmediato, por las buenas razones que tiene para hacerlo, se pone al habla con el jefe de la secretaría del Ministerio de Marina, el teniente de navío Prado Mendizabal, al que lee por teléfono el texto lanzado por Franco. Prado copia rápidamente las palabras que Balboa le dicta y antes de colgar y pasárselas a su ministro, Giral, le indica al radiotelegrafista que, por su parte, pase a limpio la circular y se la envíe con toda urgencia y en sobre cerrado y personal al ministro de la Guerra y presidente del Consejo, Casares Quiroga... Y en ese momento es cuando aparece el jefe del servicio, capitán Ibáñez Aldecoa. Al darse cuenta de que el esperado mensaje de Franco, en lugar de ser transmitido a las guarniciones, para que se sumen al alzamiento, como estaba previsto por la conspiración, iba ser enviado al ministro o al jefe del Gobierno se apoderó bruscamente de él, arrebatándolo de las manos del funcionario, reclamando la vía jerárquica del Jefe del Estado Mayor de la Armada, vicealmirante Salas, como primer destinatario natural y obligado del mismo. Mientras se dirigía a la cabina telefónica de la misma estación no ahorró palabras de desprecio y de amenaza por las conducta del auxiliar Balboa. Con el almirante Salas sostuvo una eufórica y alborozada conversación en alta voz, después de la entusiasmada transmisión de la circular de Franco, manteniendo ostensiblemente abierta la puerta de la cabina, como para contagiar a las fuerzas de custodia y demás presentes de su propia alegría.

El capitán y jefe del centro hizo hincapié, antes de atravesar los cien metros de jardín que le separaban de su vivienda privada, de que desde ese momento era aún más rigurosa la orden dada por él acerca de la utilización exclusiva del teléfono conectado con su casa, con la prohibición consiguiente de utilizar los otros dos teléfonos. Y ese teléfono que Ibáñez Aldecoa quería que le sirviera para enterarse de lo que hablaban subordinados suyos en los que no confiaba, sirvió también a éstos, que por lo demás mantenían hacia su jefe una actitud equivalente y opuesta, para escuchar algo de lo que él mismo decía en tal momento. Así fue como el mismo Balboa pudo oír la conversación personal que, a renglón seguido, mantuvo Ibáñez Aldecoa con su jefe el vicealmirante Javier de Salas. Quería éste que el mensaje de Franco se hiciere llegar, por los medios que fuera, a todas las guarniciones. Y replicaba Aldecoa: Hazlo tú. Y un nuevo apremio por la otra parte. Ibáñez Aldecoa confiesa: Es que tengo aquí un hueso... En un momento dado Ibáñez Aldecoa se decide a intentar transmitir la llamada de Franco a las guarniciones, de acuerdo con los deseos de Salas y siguiendo, sin duda, los planes trazados con anterioridad.

Ya es de día cuando atraviesa de nuevo el jardín y llega a la puerta del gabinete telegráfico . Allí le sale al encuentro Benjamín Balboa, que seguramente le está esperando. El capitán de corbeta quiere hacer valer su autoridad y le indica al auxiliar que se considere arrestado.
Usted -le grita- está contraviniendo mis órdenes. Retírese como arrestado a su habitación. Y a partir de este momento le prohíbo que entre en la sala de aparatos. 
 Balboa reacciona con energía y con ira le replica:
No acato esa orden. Tengo una misión que cumplir y la cumpliré. cueste lo que cueste y pese a quién pese. Estoy aquí para defender a la República contra aquellos que, como usted sabe, la traicionan. Y desde este momento es usted, no yo, quién tiene prohibida la entrada en el local.
El auxiliar de radio apunta al capitán Aldecoa con su pistola, una Luger 22, de nueve tiros, más uno en la recámara, con el cargador completo. Allí mismo lo detiene y lo encierra en sus habitaciones. No salga usted de su casa, le advierte antes de retirarse, Si lo intenta se hará fuego contra usted. De esta forma se hizo dueño de la situación, y el Gobierno de la República no perdió el contacto con las bases navales ni con la mayoría de los barcos que componían la escuadra, impidiendo, entre otras cosas, el paso del estrecho de Gibraltar al grueso de las fuerzas sublevadas en el protectorado marroquí. Convertido en hombre de confianza de la Marina de guerra republicana, fue ascendido a Oficial 1º, equiparado a capitán, del cuerpo al que pertenecía, desempeñando diversos cargos públicos a lo largo de la contienda, entre ellos el de Subsecretario de Marina y Aire. Al finalizar la guerra se exilió a México, donde permaneció hasta su fallecimiento en 1976.




(1) Extraído de S.B.H.A.C (Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores). Galería de héroes republicanos de la Guerra Civil Española.

(2) Telegrafía sin hilos







viernes, 16 de junio de 2017

SÁNCHEZ FERRAGUT, COMANDANTE DEL CRUCERO "ALMIRANTE CERVERA"





Crucero "Almirante Cervera"
(1) Al capitán de navío Sánchez Ferragut le fusilaron en el Arsenal de Ferrol, en el lugar conocido como la Punta del Martillo, a las seis de la tarde del día 25 de Septiembre de 1936. Era el comandante del crucero “Almirante Cervera” cuando se produjo la sublevación en la Base y le fusilaron como le podían haber condecorado con la “Laureada de San Fernando” o la “Militar individual”. Las verdaderas razones por las que le dieron plomo en vez de medallas no las he podido descubrir, pero no creo que ande muy descaminado al decir que los fusilamientos de Sánchez Ferragut y, un mes antes, del teniente de navío Sánchez Pinzón, también del “Cervera”, respondieron a la necesidad que tenían los insurrectos de eliminar a unos testigos incómodos.

Como se sabe, el “Cervera” había entrado en dique para limpiar fondos y efectuar algunas reparaciones menores y trabajos de mantenimiento. Gran parte de la dotación estaba de permiso, no así la oficialidad que, junto con el comandante, permanecían a bordo. De acuerdo con las instrucciones recibidas del Estado Mayor, Sánchez Ferragut ordenó el domingo dieciocho Julio que dos grupos de quince marineros armados, al mando de un oficial, se encargasen de la vigilancia de las puertas de la Constructora y que estuvieran listas dos secciones de dieciocho marineros cada una por si fuera necesaria su actuación en el exterior. Se municionó a la guardia de a bordo y se emplazó un cañón de desembarco en el castillo del buque. En cumplimiento de esas directrices del Estado Mayor, también se inutilizó la radio del buque desmontando tres lámparas y cerrando con llave la cabina.

Visto que el lunes veinte amanecía con normalidad y que los trabajadores de la Constructora y los que se encargaban de las reparaciones a bordo del crucero se incorporaban a sus puestos sin novedad, el comandante del “Cervera” ordenó la retirada de los retenes de las puertas del astillero y del cañón de desembarco. Esa mañana entró de oficial de guardia el teniente de navío Luis Sánchez Pinzón. Hacia el mediodía, Sánchez Ferragut se dirigió a las dependencias del Estado Mayor, donde Vierna había convocado a los comandantes de buques y jefes de cuerpos para proponerles la adhesión a la insurrección. Sánchez Ferragut no se opuso al levantamiento militar, pero expuso su temor a que la dotación del “Cervera” no le obedeciese. ¿Conocería ya Sánchez Ferragut lo que había ocurrido a bordo de los cruceros que habían salido de Ferrol y en el acorazado “Jaime I” cuando los oficiales se habían querido unir a los sublevados? En la reunión que los jefes de la Armada tuvieron a continuación con el vicealmirante Núñez en Capitanía General, a la que parece ser que asistió el comandante militar de Ferrol, general de Infantería Ricardo Morales, Sánchez Ferragut volvió a expresar públicamente sus temores de que la dotación no le siguiese y se amotinase. Fue la única voz discordante en esa reunión, junto con la del coronel Jefe del Servicio de Máquinas Manso Díaz.

Al comandante del “Cervera” también le preocupaba la actitud del contralmirante Azarola y el que no hubiera asistido siquiera a la reunión. Así que cuando caminaba de regreso al crucero decidió hacerle una visita. Es necesario saber que Sánchez Ferragut había sido nombrado Ayudante Mayor del Ministerio de Marina en Abril de 1933, en la época en que Azarola desempeñaba la Subsecretaría del citado ministerio. Pero antes de poder ver al contralmirante, Ferragut se encontró, no se sabe si casualmente o no, con el comandante del destructor “Velasco”, el capitán de corbeta Calderón, quien le acompañó a visitar al contralmirante. Parece ser que, en los planes de la sublevación, el capitán de corbeta Calderón era uno de los encargados de llevar a cabo la detención de Azarola y conducirlo prisionero al destructor. Cabe suponer que de esa entrevista con el contralmirante Azarola, Sánchez Ferragut no saldría más animado a sumarse a la sublevación, sino todo lo contrario. Lo único que trascendió de esa conversación fue que el contralmirante jefe del Arsenal le dejó amplia libertad para llevar el “Cervera” a un lugar más tranquilo y apartado de la Base. Por eso, cuando Sánchez Ferragut llegó a bordo del crucero y se enteró que los obreros de la Constructora acababan de abandonar el buque y paralizado los trabajos que realizaban, dio órdenes al capitán maquinista para que se colocasen todas las piezas de las máquinas de propulsión que se habían desarmado y quedasen listas para cuando se diese agua al dique.

Como ya se ha dicho, en la reunión de jefes con el vicealmirante Núñez, éste había acordado, en vez de declarar el estado de guerra, adoptar el plan “C” de máxima emergencia, encargándose el Estado Mayor de enviar a todos los buques y dependencias instrucciones más concretas. A bordo del “Cervera” se continuaba con las tareas de dejarlo listo para salir de dique cuanto antes y se tomaron algunas precauciones. Así, por orden del comandante, el condestable de cargo procedió a recoger los estopines de los cañones de 15 centímetros y los depositó en el pañol de popa.

El segundo comandante del “Cervera”, capitán de fragata Francisco Vázquez de Castro, estaba en el dique dirigiendo la operación de recogida de anclas y retirada de las planchas de acceso al buque cuando estalló el tiroteo dentro de la Base, que se inició en la zona donde se encontraba el acorazado “España”. Regresaron todos a bordo y el segundo comandante dio orden de que se armase y municionase todo el mundo, como así se hizo. Visto que el tiroteo se generalizaba y se tenía la impresión de que se disparaba sobre el “Cervera”, Sánchez Ferragut ordenó que saliesen del buque y tomasen posiciones defensivas en los alrededores del mismo tres grupos de Marinería, al mando de los tenientes de navío Enrique Seris y José Yusti, y del alférez de navío Martínez Doggio. La guardia militar del buque, al mando del alférez Gilberto de la Riva Rivero, se dirigió a la parte alta del puente para tratar de localizar desde dónde se les hacía fuego y responder al mismo.

En medio de una gran confusión y de un intenso fuego de fusilería, contestando al que se les hacía, pero sin poder precisar exactamente todos los sitios desde donde se les tiraba, sin conocer las causas ni haber recibido las instrucciones del Estado Mayor, se dio orden de cesar de disparar y que todo el personal regresase a bordo. El corneta que salió a tocar el alto el fuego, un muchacho de diecisiete años, fue alcanzado por un disparo y murió poco después. Parte de los marineros del grupo mandado por el teniente Seris, sin atender las órdenes de éste, abrieron la puerta norte de la Constructora y por ella entraron en la Base un gran número de hombres y mujeres. Civiles y marineros se fundieron en abrazos y avanzaron juntos hacia el buque. Subieron todos a bordo dando estruendosos “vivas” a la República y a la Libertad, y en medio del gran tumulto que se formó, se aprovechó para repartir armas a los paisanos.

Tal y como se iban sucediendo las cosas, la impresión que se tiene es que a bordo del “Cervera” nadie estaba bien informado del carácter de los acontecimientos que se estaban desarrollando, tanto en la Base como en el resto de los barcos de la Flota y en todo el país. El comandante y el resto de los oficiales estaban desorientados y sin saber a qué atenerse, como lo prueba el hecho de que, tras estallar el tiroteo, Sánchez Ferragut tratara de enviar dos escritos de su puño y letra dirigidos al almirante jefe del Arsenal, Azarola, y al ayudante mayor, Suances, comunicándoles lo que ocurría y rogándoles le explicaran a qué era debido, al mismo tiempo que les pedía auxilio mutuo. Estos escritos, que no aparecen reproducidos en ninguna parte, no llegaron a su destino porque los marineros que los portaban fueron retenidos por el comandante del “Velasco”, el capitán de corbeta Calderón, que se quedó con los citados escritos.

Por otra parte, entre la tripulación se echaba en falta una dirección revolucionaria que analizase correctamente esos acontecimientos y se enfrentase a ellos de forma resuelta. Al contrario que en la mayoría de los buques de la Armada, en el “Cervera” tardaron mucho en recibir información y consignas de Madrid porque la radio permaneció inutilizada en los momentos decisivos. Esa tardanza y esas dificultades en la comunicación con Madrid fueron un factor decisivo para que tanto el “Cervera” como la Base y los otros buques surtos en ella, y la propia ciudad departamental cayesen del lado nacionalista.

Con el buque ocupado por gente del pueblo y la marinería de la dotación que confraternizaba con ellos y les entregaba armas, Sánchez Ferragut y el resto de los oficiales, pero sólo ellos, se empeñaron en la tarea de recuperar las armas que portaban los paisanos y echarles de a bordo. Al mismo tiempo, trataron de impedir que los marineros saliesen, junto con los paisanos, a luchar a las calles. Haciéndoles frente, se encontraron con el grupo que capitaneaban el cabo apuntador Domingo Lizuain y el paisano Venancio Pérez. Fue entonces cuando se produjo un tiroteo dentro del crucero, entre los oficiales y los componentes de este grupo, a resultas del cual murió de un tiro en la cabeza el segundo comandante, Francisco Vázquez de Castro, y resultaron heridos el propio Sánchez Ferragut, el tercer comandante, capitán de corbeta José Mª Ragel, el alférez Gilberto de la Riva y algunos marineros y paisanos. El comandante y la mayoría de los oficiales se retiraron entonces hacia popa y se refugiaron en la cámara y antecámara del comandante. Custodiando la entrada colocaron una guardia armada formada por unos cuantos marineros de confianza. La marinería y los paisanos se retiraron hacia proa y muchos grupos armados salieron a combatir a los tropas sublevadas en las calles de Ferrol.

A pesar de aquel enfrentamiento y de que el buque estaba en manos de los marineros, auxiliares y maquinistas partidarios del régimen republicano, en el “Cervera” no llegó a formarse un comité que asumiese el mando total del buque. El teniente de navío Sánchez Pinzón y el alférez Martínez Doggio, que habían conducido a un marinero herido a la enfermería, se cruzaron, cuando regresaban a la popa, con grupos de la dotación y trataron de calmarles. Poco a poco, se terminó aceptando la presencia de oficiales en las dependencias del buque. Las disposiciones que se adoptaban se procuraba que contasen con la aquiescencia del comandante. Fueron los oficiales, los maquinistas y los auxiliares navales los que comenzaron a actuar como intermediarios. Incluso hubo un momento en que se pensó en nombrar un nuevo comandante del crucero, barajándose el nombre del teniente de navío José Estrella, del que se valoraba el hecho de haber sido ayudante del presidente de la República. En cualquier caso, la dotación defendía el barco y repelía los ataques, mientras se hacían planes para utilizar los cañones contra los insurrectos. Mediante banderas y por scott se consiguió establecer comunicación con el acorazado “España” antes de que concluyesen los trabajos para poner en funcionamiento la radio.

Comandante y dotación coincidían en la necesidad de dar agua al dique para poner el barco a flote: el comandante pensando en sacarlo de allí y llevarlo a un lugar más seguro y tranquilo de la Base; la dotación, para poder tirar con la artillería de grueso calibre que, sin estar el barco a flote, no puede utilizarse sin correr el riesgo de provocar graves daños en la estructura del buque. El fuego de los sublevados impidió que se llevase a cabo esta maniobra, que no pudo realizarse hasta entrada la noche, cuando el tiroteo cesó casi por completo.

De la apurada situación en que se encontraban los sublevados en la Base en esos momentos puede dar una idea el testimonio del capitán de navío Francisco Moreno, que afirmó que esa noche tuvo que estar esperando dos horas para poder disponer de un camión del Ejército, y otras cuatro horas más, desde medianoche hasta las cuatro y media de la madrugada para poder contar con dos pelotones de soldados de Infantería y Artillería con los que reforzar las defensas de las zonas aledañas al dique donde se encontraba el “Cervera”.

Al amanecer del martes veintiuno, con el buque ya a flote, pero sin poder salir del dique por estar inundado el barco compuerta, se recibió a bordo un escrito sin firma dirigido al comandante o al que hiciera sus veces, en el que se decía que de orden del almirante del Arsenal, si el crucero no se rendía sería bombardeado por la aviación y por las baterías de Montefaro. Esta circunstancia trató de ser aprovechada por la oficialidad derrotista para desmoralizar a la dotación, exagerando el mal estado de la artillería antiaérea del barco y los efectos destructivos de la aviación. Todo lo cual no surtió el efecto buscado, porque consultada la dotación, la respuesta que se obtuvo fue que no se rendía y que permanecía adicta al poder constituido, reanudándose un tiroteo muy intenso. Aparecieron los hidroaviones de la base de Marín que arrojaron pasquines invitando a la rendición bajo amenaza de bombardeo, pero en el “Cervera” ya funcionaba desde hacía horas la estación radio y desde Madrid se les había prometido enviarles una escuadrilla de aviones de la base de León.

El martes veintiuno iba a ser el día decisivo. A las nueve de la mañana, se empezó a hacer fuego desde el “Cervera” con el cañón del 47 y varios disparos más con la artillería gruesa de 15 centímetros, lo que obligó a los sublevados a abandonar algunas posiciones. Volvieron los hidros y bombardearon el buque, aunque con escasos resultados, pues las bombas eran pequeñas y o no dieron en el blanco o no llegaron a explotar. Pero los que no aparecieron ni iban a aparecer nunca eran los prometidos aviones gubernamentales procedentes de León. El cansancio, la ausencia de un mando y unos objetivos definidos, y la persistencia de una situación confusa y bloqueada, junto con el temor a las represalias y el derrotismo que propalaban muchos oficiales, fue influyendo en la parte de la dotación menos concienciada, que ya estaba pensando en cómo entregar las armas.

Arsenal y Astilleros de Ferrol

Imagen: Jeronimo Bouza
Universidad de Barcelona
Un ardid de guerra iba a ser el que inclinase definitivamente la balanza del lado de los sublevados. A la caída de la tarde, se recibió en el “Cervera” un radio que decía lo siguiente: “Imposible enviar aviación, evite efusión de sangre.” Este radio se tomó como enviado por el Gobierno de Madrid porque se había recibido en la misma frecuencia de onda, pero en realidad había sido emitido desde una estación radio de los sublevados, la de Marín, con la finalidad de confundir a los del “Cervera”. En esos mismos momentos, una comisión integrada por personal de la dotación y paisanos se encontraba en la cámara de oficiales reunida con éstos y con el comandante. Entre los miembros de la comisión no había unidad de criterios y se planteaban diversas alternativas. Una de ellas, que parecía contar con mayor número de partidarios, era la de salir con el buque a alta mar. Pero en esos precisos instantes fue cuando entró un cabo radio con el mencionado telegrama copiado en el libro. Este hecho fue el que inclinó la opinión de los presentes a negociar la rendición del crucero. Entonces, el capitán contador del buque, José Ramón Sobredo, procedió a redactar un acta con las condiciones para la rendición, condiciones que en su mayor parte le dictó uno de los paisanos de la comisión. Después de encontrar el acta conforme, fue aceptada y autorizada por el comandante del “Cervera”, Sánchez Ferragut. El alférez de navío Martínez Avial subió entonces a cubierta para izar bandera blanca, pero hubo de retirarla inmediatamente ante la amenaza de dispararle que le hizo el marinero fogonero Pedreira, más conocido entre la tripulación por el apodo de “Coruña”. Fue necesaria la mediación del teniente maquinista López Dafonte para poder calmar al fogonero y que se pudiera volver a izar la bandera pidiendo parlamentar. Salió entonces del barco la comisión encargada de entrevistarse con el almirante jefe de la Base y hacerle entrega de las condiciones de la rendición. La encabezaba el teniente de navío Sánchez Pinzón, que representaba a Sánchez Ferragut, y le acompañaban un auxiliar y dos cabos.

Al verse desde el acorazado “España” la bandera blanca izada en el “Cervera”, mediante señales se preguntó por el motivo de tal decisión. Como la dotación del “España” no estaba dispuesta ni a rendirse ni a admitir la rendición del “Cervera”, enviaron una comisión de marineros encabezada por el maquinista López Amor para enterarse de lo que ocurría. López Amor se entrevistó con el comandante y con los oficiales relatándoles lo ocurrido en el “España”. Se le dio a leer el último radio recibido y se le ofreció que llevara el libro para mostrarlo a la dotación del “España”. Procuraron despedirle con rapidez porque los marineros que le acompañaban y que habían quedado en cubierta estaban a punto de conseguir con sus argumentaciones que la dotación del “Cervera” se volviese atrás y tomase las armas de nuevo.

La dotación del “España” había sido la primera en oponerse por la fuerza a los manejos de sus oficiales para utilizarla en la sublevación. Durante la primera refriega fueron ejecutados o posteriormente perdieron la vida el comandante accidental del “España”, capitán de corbeta Gabriel Antón; el oficial de guardia, teniente de navío Carlos Suances Jáudenes, el teniente de navío Carlos Núñez de Prado y el jefe de la Estación Radio de Ferrol, teniente de navío José Escudero Arévalo. El primero en sospechar que se querían utilizar fuerzas de Marinería del “España” para cubrir los objetivos asignados en los planes de los sublevados fue el oficial 3º de Artillería Dionisio Mouriño, que consiguió impedirlo, pero que poco después resultó muerto de un disparo en el tiroteo que se produjo en la puerta del dique.

De regreso los comisionados al “Cervera” y aceptadas por el almirante jefe de la Base todas las condiciones de la rendición, parte de la dotación y un grupo de paisanos, junto con el comandante, el segundo comandante y algunos oficiales abandonaron el buque. Los marineros fueron conducidos al cuartel de Dolores, mientras que los paisanos, de acuerdo con lo pactado, fueron acompañados por oficiales y auxiliares hasta sus domicilios. El resto de oficiales y auxiliares se trasladaron al Estado Mayor. El comandante Sánchez Ferragut y el tercer comandante se dirigieron primero al Ayuntamiento, y después al Hospital de Marina para ser atendidos de las heridas de bala.

Parte de la dotación y algunos paisanos siguieron a bordo, dueños del crucero. Con las calderas encendidas, el barco-puerta que, empujado por el viento, había dejado libre la salida del dique, no eran pocos los que volvían a pensar en hacerse a la mar después de recoger a la dotación del “España”. Mientras que otros creían que lo mejor era que les enviasen refuerzos desde el acorazado para continuar la resistencia.

Con las primeras sombras de la noche, el capitán de fragata Salvador Moreno, junto con personal técnico del “Cervera”, se acercó a la plancha para subir a bordo y hacerse cargo del crucero. Le dio el alto el fogonero Pedreira que se identificó a Moreno como un marinero armado con fusil. Fue suficiente para hacer recular al capitán de fragata y sus acompañantes que solamente se decidieron a regresar cuando pudieron llevar delante fuerzas de Infantería de Marina fuertemente armadas. Les franqueó entonces la entrada el oficial 3º de Artillería Félix Gómez, que salió a recibirles acompañado de un marinero con una linterna. Se consiguió en ese momento que se entregasen los que permanecían a bordo y el crucero pasó a manos de los sublevados. Al día siguiente, miércoles veintidós, se rendía la dotación del “España” y la Base y la ciudad quedaban en manos de los nacionalistas.

El comandante del crucero “Almirante Cervera”, capitán de navío Juan Sandalio Sánchez Ferragut, prestó declaración ante el juez instructor el sábado día veinticinco de Julio. El día anterior, el auditor José García-Rendueles había ordenado la apertura de una investigación sobre lo ocurrido en la Base Naval, nombrando juez instructor al contralmirante de la reserva Luis de Castro Arizcun. En esta causa, que lleva el número 20/1936, actuó como secretario del juez instructor el comandante auditor José Gómez de Barreda, sustituido posteriormente por el teniente auditor Ramón Figueroa y García Pimentel.

El domingo veintiséis compareció ante el citado juez instructor el teniente de navío Luis Sánchez Pinzón, que era el encargado de Electricidad y jefe de los servicios radiotelegráficos del crucero “Almirante Cervera”. Sánchez Pinzón, que contaba veintinueve años de edad y estaba casado, afirmó en su declaración que cumplió las órdenes dadas por el comandante y segundo comandante en la tarde del domingo diecinueve de cerrar, pese a estar averiada, la estación radio e inutilizarla tanto para la transmisión como para la recepción. Pero, más adelante, seguramente que para evitar que fueran procesados los auxiliares y cabos de la misma, aclaró que la llave de la estación y las lámparas que se habían desmontado habían sido entregadas sin coacción.

“Sin coacción”, a eso se agarraron para declararle procesado y ordenar su prisión incomunicada en el vapor “Plus Ultra”, uno de los buques habilitados en Ferrol como cárcel provisional. De nada le sirvió a Sánchez Pinzón solicitar al almirante jefe de la Base, Indalecio Núñez, que ordenase la revocación del auto de procesamiento de acuerdo con las bases para la entrega del “Cervera”, aceptadas por el almirante, cuyo primer punto decía: “Este Crucero se rinde siempre que no se tome represalia alguna contra la dotación del mismo.” Ni tampoco fue de gran ayuda la esmerada y minuciosa defensa llevada a cabo por el abogado ferrolano Camilo Estripot Tenreiro.

El día veinte de Agosto se celebró el consejo de guerra en la sala de justicia habilitada en la Jefatura del Estado Mayor. Bajo la presidencia del vicealmirante Tomás Calvar Sancho, formaron el tribunal los contralmirantes José M. Franco de Villalobos y Victoriano Sánchez-Barcáiztegui Acquaroni, el coronel de Infantería de Marina Serafín Liaño Lavalle y los capitanes de navío Francisco Bastarreche Díaz de Bulnes y Angel Fernández Piña. El vocal ponente fue el teniente coronel auditor Jesús Cora y Lira, y el fiscal, el ya citado coronel auditor Luciano Conde Pumpido.

El teniente de navío Luis Sánchez Pinzón fue condenado a pena de muerte bajo la acusación de “desobediencia a un superior al frente de rebeldes y sediciosos”. Dos días más tarde, una vez recibido el “enterado”, fue pasado por las armas a las cinco y media de la tarde en la Galería de Tiro del Parque del Arenal de la Base de Ferrol. Natural de Morón, en la provincia de Sevilla, Luis Sánchez Pinzón estaba casado y tenía veintinueve años.

El capitán de navío Juan Sandalio Sánchez Ferragut, comandante del “Cervera”, fue procesado por orden del auditor de la Base, García-Rendueles, tras prestar declaración como testigo en numerosas ocasiones. Hasta la celebración del consejo de guerra permaneció preso e incomunicado a bordo del “Plus Ultra”. El fiscal Luciano Conde Pumpido solicitó el día ocho de Septiembre, en sus conclusiones provisionales, modificadas durante la celebración del consejo de guerra, la pena de muerte para Sánchez Ferragut, al que acusaba del delito de traición. Sánchez Ferragut había nombrado defensor al capitán de fragata Angel Suances Piñeiro. Suances, según él mismo afirmó, no era proclive a aceptar esta defensa y, previamente, consultó con sus superiores. No obstante, realizó una hábil y concienzuda argumentación, y solicitó para su patrocinado la libre absolución.

El día once de Septiembre, en dependencias de la Jefatura de la Base Naval de Ferrol se celebró el consejo de guerra sumarísimo contra el comandante del crucero “Almirante Cervera”. El tribunal, por orden del auditor de la Base, estaba formado por las mismas personas que habían condenado al teniente de navío Sánchez Pinzón. La condena dictada por el tribunal contra Sánchez Ferragut fue la misma: pena de muerte. Pero en este caso no hubo unanimidad entre los miembros del tribunal. Su presidente, el vicealmirante Tomás Calvar Sancho, y el vocal, capitán de navío Francisco Bastarreche, formularon un voto particular por estimar que debía ser condenado a reclusión militar perpetua.

También disintió del fallo del consejo de guerra el auditor de la Base, pero en sentido opuesto. García-Rendueles, en su preceptivo dictamen dirigido al vicealmirante jefe de la Base, y después de varios “considerandos”, “estima que no procede aprobar el fallo dictado por consejo de guerra, y que al procesado, capitán de navío Juan Sandalio Sánchez Ferragut, debe ser reputado autor de los siguientes delitos de traición castigados en el artículo 116 del Código Penal de la Marina de Guerra:

1º.- El de pasarse al enemigo; al cual estuvo dirigiendo y en representación del que pactó la rendición del buque (número 1º de dicho precepto legal).

2º.- El de la entrega del buque a los rebeldes (nº 4º).

3º.- El de sostener –por radio- correspondencia o inteligencia directa con el enemigo sobre operaciones de guerra (nº 8º).

En consecuencia, juzga que debe ser condenado a pena de muerte.”

El vicealmirante Indalecio Núñez, al dirigirse al presidente la Junta de Defensa Nacional para comunicarle la sentencia del consejo de guerra, expuso las sucesivas variaciones en la interpretación de los hechos que se imputaban al acusado, tanto por parte del fiscal, como por el propio tribunal y el disenso del auditor, y propuso la continuación de las actuaciones por el procedimiento ordinario.

Sería el propio Emilio Mola, general jefe del Ejército del Norte, el que zanjase la cuestión mediante un decreto emitido en Valladolid el día diecisiete de Septiembre, en el que se confirmaba la pena impuesta en el consejo de guerra. El capitán de navío y comandante del crucero “Almirante Cervera”, Juan Sandalio Sánchez Ferragut, fue fusilado en la punta del Martillo, en el Arsenal, a las seis de la tarde del veinticinco de Septiembre. Dejaba esposa, que estaba ciega, y cuatro hijos.

Las actuaciones represivas de la justicia militar nacionalista contra la tripulación del “Cervera” se prolongaron hasta el final de la guerra y la causa que las contiene quizás sea la más extensa y farragosa de todas las instruidas en ese período.




(1) Extraído de "Muertes Paralelas". Autor: Marcelino Laruelo. (Gijón 2004). Extracto publicado en "Asturias Republicana"