martes, 29 de octubre de 2013

EL COMBATE NAVAL DE CAVITE



Cavite es una ciudad portuaria de la isla filipina de Luzón, capital de provincia, se encuentra situada a escasos 13 kilómetros de Manila. En sus aguas se libró en mayo de 1898 un combate naval entre una escuadra norteamericana al mando del comodoro Dewey y la escuadra española del contralmirante Montojo, en el marco de la Guerra Hispano-Norteamericana.

La lamentable voladura del USS Maine, un acorazado pre-dreadnought de segunda clase de la Armada de los Estados Unidos, en el puerto de La Habana (Cuba), atribuida a España por los norteamericanos, agravó tanto la tensión existente entre España y los Estados Unidos que la guerra era ya solo cuestión de tiempo. Las causas del hundimiento del Maine aún continúan siendo objeto de especulaciones. Las sugerencias han incluido desde un incendio no detectado en una carbonera, imprudentemente localizada junto a los pañoles de munición, a una mina naval o a su hundimiento deliberado por algunas de las facciones interesadas; cubanos pro-españoles, marinos españoles, insurgentes cubanos o marinos estadounidenses interesados en provocar el desencadenamiento de la guerra mediante una operación encubierta diseñada para aparecer como si hubiese sido llevada a cabo deliberadamente por España. 

La Regenta María Cristina con su hijo Alfonso XIII
En España, el 27 de marzo de 1898 fueron convocadas Elecciones Generales, en la minoría de edad de Alfonso XIII, siendo regente su madre, María Cristina de Habsburgo-Lorena. Su base legal fue la Constitución española de 1876, vigente hasta 1931, promulgada en la conocida como Restauración Borbónica en España. Un año antes Canovas del Castillo, el ocho de agosto de 1897, moría asesinado en el balneario de Santa Águeda, en el municipio de Mondragón, Guipúzcoa, a manos del anarquista italiano Michele Angiolillo.  En las elecciones, a las que estaban convocados todos los varones mayores de 25 años, las mujeres no tenían derecho a voto, resultaron electos 401 diputados. Los liberales alcanzaron la mayoría absoluta (266 escaños), seguidos a gran distancia por los conservadores (68 escaños), los republicanos (14 escaños) y cinco partidos más que se repartieron los 53 escaños restantes. Práxedes Mateo Sagasta ostentaba en 1898 la presidencia del gobierno y por tanto fue el responsable político de la perdida de las últimas colonias españolas de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam, lo que no impidió que le fuera nuevamente confiado el gobierno de la monarquía en 1901 hasta 1902, año en el que es sucedido por Francisco Silvela.


Mientras el gobierno español creía a comienzos de abril de 1898 que el conflicto era evitable por medio de negociaciones, el norteamericano estaba decidido a imponerse por la fuerza de las armas, y a ello obedecía que se preparase para el combate, como lo explica el que la poderosa escuadra que desde primeros de enero se había concentrado en los mares sudorientales de Asia, en previsión de una posible ruptura con España y destinada, bajo las ordenes del comodoro Dewey, a la concreta misión de operar contra el archipiélago filipino, estuviera dispuesta dos meses antes de iniciarse las hostilidades.

Comodoro Dewey
El comodoro Dewey, un destacado marino, tenía concienzudamente trazado su plan de ataque a los buques españoles, conocía al detalle las características de las fuerzas navales españolas a las que debería enfrentarse y era consciente de la superioridad de su escuadra.

Con sus buques fondeados en la base inglesa de Hong-Kong, recibió Dewey, el 6 de abril, cuando en España seguía creyéndose evitable el conflicto, un telegrama de su Gobierno que decía: “Echa fuera todo el maderamen”, equivalente en clave a que estuviera listo para entrar en combate en cualquier momento. Dewey aceleró sus preparativos y el día 24 le llegó la orden de partir desde la bahía de Mirs rumbo a Luzón para destruir a la flota española.

La escuadra norteamericana se componía de cuatro cruceros protegidos, “Olympia”, “Baltimore”, “Boston” y “ Raleigh”; el “Concord “, un crucero sin protección acorazada, el cañonero “Petrel” y tres vapores auxiliares armados, “Mac Culloch”.”Nan Shan” y “Zafiro”.

Olympia

Crucero Olympia

Desplazamiento: 5.800 toneladas
Velocidad máxima: 19 nudos
Blindaje: 12 cms. en cubierta y 10 en barbetas y torres.
Armamento: 4 cañones de 200 mm., 10 cañones de 130 mm para tiro rápido y 20 piezas menores.

Baltimore

Crucero Baltimore

Desplazamiento: 4.600 toneladas
Velocidad máxima: 19 nudos
Blindaje: 40 cms.
Armamento: 4 cañones de 200 mm.,6 de 150 mm para tiro rápido y 13 piezas menores.

Boston

Crucero Boston

Desplazamiento: 3.189 toneladas
Velocidad máxima: 15 nudos
Blindaje: 4 cms.
Armamento: 2 cañones de 200 mm, seis piezas de 150 mm, y 8 piezas menores.

Raleigh

Crucero Raleigh

Desplazamiento: 3.183 toneladas
Velocidad: 18 nudos
Blindaje: 6,30 cms.
Armamento: 1 cañón de 150 mm, 10 de 130 mm para tiro rápido y 17 piezas menores

Concord

Desplazamiento: 1.700 toneladas
Velocidad: 16 nudos
Armamento: 6 cañones de 150 mm y ocho de pequeño calibre

Petrel

Cañonero Petrel

Desplazamiento: 800 toneladas
Velocidad: 12 nudos
Armamento: 4 cañones de 120 mm y 7 de pequeño calibre.

Efectivos de la escuadra española

Dos pequeños cruceros protegidos:

“Isla de Cuba” e “Isla de Luzón”, ambos de 1.048 toneladas de desplazamiento, velocidad de 10 nudos, 7 cms. de blindaje, 4 cañones de 120 mm.  y varios pequeños. 

Crucero Isla de Cuba

Cuatro cruceros no protegidos: 

Reina Cristina

Crucero Reina Cristina

Desplazamiento: 3.520 toneladas
Velocidad: 10 nudos
Armamento: 6 cañones de 120 mm y varios de pequeño calibre

Antonio de Ulloa

Desplazamiento: 1.160 toneladas
Velocidad: Sin máquinas útiles.
Armamento: 2 cañones de 120 mm.

Don Juan de Austria

Crucero Juan de Austria

Desplazamiento: 1.160 toneladas
Velocidad: 13 nudos
Armamento: 4 cañones de 120 mm y varios de pequeño calibre


Castilla

Crucero Castilla

Íntegramente de madera.
Desplazamiento: 3.260 toneladas
Velocidad: máquinas inservibles.
Armamento: 4 cañones de 150 mm, dos de 120 mm y varios de pequeño calibre

Un buque de aviso

Marqués del Duero

Desplazamiento: 500 toneladas
Velocidad: 10 nudos
Armamento: 2 cañones de avancarga

Como se deduce del cotejo de las características de ambas escuadras, la española estaba en franca inferioridad, pues la mayoría de sus buques carecían de la adecuada protección o blindaje para resistir los efectos de la artillería de 200 mm y la de 130 mm de tiro rápido de los americanos, aparte de no tener tampoco cañones de calibre superior a 150 mm. Además dos de sus buques, el “Castilla” y el “Ulloa” se encontraban incapacitados para la maniobra al tener la maquinaria inútil. 

La escuadra norteamericana singló directamente hacia la bahía de Manila, llevando a bordo al cónsul norteamericano en aquella ciudad, quien facilitó a Dewey valiosa información.

Patricio Montojo y Pasarón
Entretanto el comandante Montojo, consciente de la inferioridad de los medios con los que contaba, puso rumbo a Subic, en espera de contar con el apoyo de una batería costera que estaba montándose en dicho lugar, pero se vio defraudado al hallarse todavía muy retrasada la instalación. En consecuencia, el día 28, conociendo la salida de Hong-Kong de la flota de Dewey en busca de la suya, determinó, después de consultarlo a sus capitanes, singlar de nuevo hacia Cavite, remolcando al "Castilla", para fondear en la ensenada de Cañacao, cerca de aquel puerto, a fin de buscar el menor fondo posible. El día 30 llegaban a dicho paraje los buques españoles, formando línea Este-Oeste en la boca de la ensenada, con el “Castilla” amarrado en cuatro, próximo a Punta Sangley, donde había una batería de costa con dos cañones de 150 mm., luego, el “Reina Cristina”, buque insignia de Montojo, por las amuras de este los protegidos “Isla de Cuba” e “Isla de Luzón”, a proa el pequeño “Marqués del Duero” y finalmente, por detrás del “Castilla” el “Juan de Austria”y el “Antonio de Ulloa”, amarrado en cuatro este último como el “Castilla” al carecer de máquinas para navegar.

La armada americana reconoció la bahía de Subic al tener noticia de que la flota española había pasado por ella y después se dirigió con rumbo a Manila, tras celebrar consejo de capitanes el día 30, en el que se acordó forzar la entrada a la bahía por el paso de Boca Grande. Hacia la medianoche la escuadra al completo con el “Olympia” a la cabeza, seguido del “Baltimore”,”Boston”, “Raleigh”, “Concord”, “Petrel” y los tres auxiliares, penetraba por el mencionado paso, cuya defensa consistía únicamente en solo algunos torpedos fijos que, dado su escaso número pudieron ser fácilmente sorteados. Los buques americanos continuaron su marcha, silenciosamente y con las luces apagadas, pese a cuyas precauciones fueron advertidos por las baterías situadas en el Corregidor intercambiándose algunos disparos con nulas consecuencias para ambas partes. Así cruzaron la amplia bahía hasta quedar situados, a las cinco de la mañana, en una línea paralela a la escuadra española, a mitad de distancia entre Cavite y Manila, esperando en tal posición a que llegara el amanecer para atacar a la escuadra española que ya estaba en zafarrancho de combate.

La acción comenzó al momento, iniciándola la batería de Punta Sangley, que advirtiendo la presencia de los buques enemigos abrió fuego contra el “Olympia”, secundada por las baterías de Manila. A las cinco y cuarto, hallándose ambas escuadras a unos 5.000 metros de distancia, contestaron al fuego los americanos, después de las históricas palabras del comodoro Dewey al comandante del buque: “Gridley puede hacer fuego cuando esté listo”. El “Olympia” disparaba sus potentes cañones de 200 mm., secundado por los restantes buques de línea, y media hora después toda la escuadra americana lanzaba andanada tras andanada sobre la española, dejándose sentir inmediatamente la manifiesta inferioridad combativa de ésta, con el agravante de que dada la inmovilidad del “Castilla” no podía hacer uso de toda su artillería. Centradas rápidamente las salvas de los americanos, los buques españoles  vieron pronto destrozadas sus cubiertas, desmontada parte de su artillería y con elevadas bajas en las tripulaciones. El “Cristina”, buque insignia de Montojo, recibió una gruesa granada de 200 mm en el castillo inutilizando éste y la batería de tiro rápido allí instalada, nuevos impactos desarticularon el aparejo, incendiaron el sollado, rompieron el servomotor del timón y destrozaron la cámara de oficiales ocasionando la muerte de los heridos que allí estaban siendo atendidos. Nuevos proyectiles hicieron explosión en las calderas y en el depósito de municiones, provocando tal incendio que Montojo consideró imposible que el barco resistiera más, por lo que dispuso hacia las siete y media abandonar el buque. El contralmirante transbordó al “Isla de Cuba” con su Estado Mayor y la tripulación, que había sufrido más de 140 bajas entre muertos y heridos.

Los demás buques españoles no sufrieron menos con el fuego enemigo, que maniobraba sin suspenderlo, acercándose cada vez más a la inmóvil escuadra española hasta llegar a la distancia de 2.500 metros. El “Castilla” resistió con su escasa artillería durante dos horas, hasta que incendiado se consumió, tras haber muerto mientras dirigía la defensa su comandante, Cadarso, destrozado por una granada. El “Juan de Austria” y el “Duero” sufrieron graves averías y el “Ulloa” que había recibido un impacto de grueso calibre por debajo de la línea de flotación se hundía poco después que el “Castilla”, con la mitad de su dotación fuera de combate.

Al ver destruida ya en gran parte la escuadra bajo su mando, Montojo dirigió el “Isla de Cuba” hacia la ensenada de Bacoor, ordenando que le siguieran los buques que aún podían hacerlo, el “Isla de Luzón”, el Juan de Austria” y el “Duero”. En aquel momento, poco antes de las ocho, cuando se esperaba que los americanos concentrasen el fuego para acabar de destruir a los buques españoles, aquellos se retiraron al centro de la bahía, maniobra que si al comienzo pareció extraña tuvo luego su explicación, pues obedeció al recalentamiento de los cierres de la artillería de tiro rápido, así como que el mando, sin duda mal informado, creyó que estaban agotándose las municiones. Mientras se aclaraba tal alarma fue servido el almuerzo a las tripulaciones, haciéndoles creer que era aquella la razón de la retirada de la flota, y una vez en situación de poder ser utilizados de nuevo los cañones de tiro rápido, Dewey orden de reanudar el combate.

En el interín, los maltrechos buques españoles aún a flote, con la mayor parte de la artillería desmontada y los cascos y máquinas averiados, arribaron a Bacoor, donde Montojo, herido en una pierna, hizo que se abandonasen, ordenando echarlos a pique si el enemigo volvía al ataque, como ocurrió hacia las once, hora en que la escuadra americana cañoneó de nuevo, momento en que los barcos españoles fueron hundidos por sus tripulaciones tras inutilizar la artillería. Ya sin enemigos por aquella parte la escuadra de Dewey bombardeó el arsenal hasta que se rindió y luego la batería de Punta Sangley, tras lo que envió sus buques de menor calado, el “Concord” y el “Petrel” a la ensenada de Bacoor con el fin de echar a pique los barcos que allí hubiera fondeados, por lo que fueron hundidos los indefensos “Blas de Lezo” “Argos” y “Manila”, así como el transatlántico “Isla de Mindanao”, apoderándose los americanos del cañonero “Rápido”, el remolcador “Hércules” y varias embarcaciones pequeñas.

Como se ve el aniquilamiento de la armada española fue completo, única cosa que cabía esperar dada la gran desigualdad de la fuerzas en combate, pues al efecto terriblemente destructor de la entonces moderna artillería americana de tiro rápido de 130 mm y de los cañones de grueso calibre de 200 mm, no tenían las naves españolas nada parecido que oponer.

La batalla de Cavite no fue sólo una derrota total, sino también el triste aperitivo de lo que luego ocurriría en Santiago de Cuba con la escuadra mandada por Cervera.

Se ha estimado que hubiera bastado el “Olympia”, con sus potentes bocas de fuego y gruesa protección, para vencer a la armada española. Ésta tuvo al menos 101 muertos y 250 heridos, mientras que las bajas americanas fueron solamente de ocho heridos entre la tripulación del “Baltimore” a causa del estallido de una granada procedente del “Isla de Cuba”. El "Olympia" siguió en servicio hasta 1922 y participó en la I Guerra Mundial, actualmente se conserva como monumento


El USS Olympia en la actualidad

Benito Sacaluga




Fuente: EGM
Bibliografía: Gómez Nuñez. La guerra hispano-norteamericana,Puerto Rico y Filipinas.Madrid 1902
J. de Salas, Acciones Navales Modernas, Barcelona 1909.