martes, 11 de febrero de 2025

LA DESAPARICIÓN DEL SUBMARINO "C-5". (CAPÍTULO VIII. CONCLUSIONES PRELIMINARES)

 

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A la vista de lo expuesto en los capítulos anteriores, y a modo de resumen, podemos establecer las siguientes:


CONCLUSIONES PRELIMINARES


El ‘C-5’ estaba adscrito a las denominadas Fuerzas Navales del Cantábrico, una subdivisión territorial de la Flota Republicana creada tras la retirada a sus Bases de la expedición que Indalecio Prieto envió al Norte en octubre de 1936. Una expedición compuesta por el grueso de la Flota que nunca se debió llevar a cabo. En el Norte quedaron tres unidades, el destructor ‘José Luís Díez’ y los submarinos ‘C-2’ y ‘C-5’. Ya en 1937 se incorporaron a dichas Fuerzas Navales los submarinos ‘C-4’ y ‘C-6’ y el destructor ‘Ciscar’.



El rendimiento de dichas fuerzas navales fue escaso, por no decir nulo, debido principalmente a que la mayoría de los oficiales de los buques eran partidarios de los sublevados, llevando a cabo sabotajes y políticas de desmoralización de las tripulaciones, además de los problemas de entendimiento con el Gobierno Vasco y su Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi, creada en octubre de 1936, para ayudar a la Armada Republicana en la protección al tráfico marítimo y a la actividad pesquera en aguas propias y mantuviera libres de minas submarinas los accesos a los puertos vascos. 

Desde que desapareció el submarino ‘C-5’ hasta hoy han pasado ya 89 años. A pesar del tiempo transcurrido siguen sin conocerse la causa o causas de su hundimiento, tampoco hay constancia de que se halla llevado a cabo ningún estudio serio y documentado que aporte a las victimas y a la historia  algún dato objetivo sobre el final de este submarino.

Ante la falta de testigos, dado que toda la tripulación desapareció con el buque, solo queda indagar en los Archivos, especialmente en los de la Armada, y en la prensa de la época. 

Como ya se ha dicho, lo publicado hasta hoy no despeja ninguna incógnita, más bien pone de manifiesto importantes contradicciones dependiendo de quien proceda la información.

Son sobradamente conocidas las numerosas dificultades con las que el investigador se encuentra a la hora de acudir a los Archivos del Estado. En nuestro caso y a pesar de numerosos intentos, tanto presenciales en la Base de Submarinos de Cartagena, como a través de los medios digitales, nos ha sido imposible hasta hoy localizar el “Archivo Histórico de la Flotilla de Submarinos. Cartagena” (AHFS). Archivo del que en su día los almirantes de la Armada, Gonzalo Rodríguez Martín-Granizo y José Ignacio González-Aller Hierro obtuvieron determinada documentación del submarino ‘C-5’, documentación que incluyeron en la segunda edición (2003) de su libro “Submarinos republicanos en la Guerra Civil española”. Aunque parezca imposible, en ningún Archivo de la Armada dicen conocer hoy en día la ubicación actual del AHFS. 

Todo lo publicado hasta hoy contempla solo dos hipótesis sobre las causas del hundimiento:

1.-   Sabotaje del comandante

2.- Averías sobrevenidas a causa del deficiente estado general del submarino. (Atribuida también en el caso del hundimiento al hundimiento del ‘C-3’ y que posteriormente se demostró falsa).

Tanto en la documentación oficial consultada como en el total de lo publicado, se omite de forma absoluta la posibilidad de que la causa del hundimiento fuese el ataque de un buque de guerra, y todo ello a pesar de la documentación conocida sobre las intenciones alemanas.

Desde aquí descartamos que el supuesto buque de guerra responsable de hundimiento perteneciese a la marina sublevada. De haber sido así, los franquistas inmediatamente habrían divulgado su hazaña con generosidad de detalles, fecha, hora, situación, barco atacante, etc. Nada de esto se produjo, ni consta referencia indiciaria en ningún lado.

Los únicos buques de guerra extranjeros que en esas fechas navegaban por la costa del Cantábrico eran alemanes y utilizaban Ferrol y Pasajes como bases. En diciembre de 1936 aún no se habían hecho realidad las zonas de control naval correspondientes a las armadas extranjeras, derivadas del Acuerdo de No Intervención y por tanto nada impedía a los alemanes estar presentes en el Cantábrico, eso sí, estaban obligados a cumplir con el Acuerdo.  Recordemos que el Acuerdo de No Intervención en la Guerra de España fue suscrito a finales de agosto de 1936 por 27 países, entre los que se encontraba Alemania. Un pacto que entre otros acuerdos figuraba el siguiente:

"Abstenerse rigurosamente de toda injerencia, directa o indirecta, en los asuntos internos de ese país" y prohibían "la exportación... reexportación y el tránsito a España, posesiones españolas o zona española de Marruecos, de toda clase de armas, municiones y material de guerra"

El incumplimiento del Acuerdo por parte de alemanes e italianos fue constante desde el inicio de la guerra y se prolongó hasta su final. A pesar de las numerosas reclamaciones presentadas en Londres ante el Comité de No Intervención por parte del Gobierno de la República ninguna de ellas fue debidamente atendida. Las marinas de guerra italiana y alemana actuaron siempre con total impunidad. En el Cuartel General de Franco se tenía siempre conocimiento de las actuaciones de alemanes e italianos. El Jefe de las Fuerzas Navales franquistas, el entonces contralmirante Moreno tenía contacto directo con los responsables en España de la Kriegsmarine y la Regia Marina.

Un resumen de la actividad desarrollada en el Cantábrico por el crucero ‘Königsberg’ ya se ha detallado en este informe, de la que se desprende una clara posibilidad de que este crucero fuese el responsable del hundimiento del ‘C-5’, teoría que hay que añadir a las dos ya existentes (sabotaje del comandante y/o averías)

Sabemos que el ‘Königsberg’ llegó a Ferrol el 28 de diciembre de 1936 y que permaneció en aguas españolas hasta el 12 de enero de 1937. También está documentado que el ‘Königsberg’ coincidió en fechas y zonas con la ruta habitual seguida por el ‘C-5’ en sus patrullas, es decir toda la costa cantábrica comprendida entre Bilbao y Galicia.

Está documentada la orden cursada a los buques de guerra alemanes de atacar a buques de guerra de la Armada de la República. En el caso de que se tratase de submarinos republicanos se recomendaba embestirles con la proa en lugar de efectuar disparos con la artillería.

Cuando el 30/121936 el ‘C-5’ salió de Portugalete tenía orden de atacar al ‘Königsberg’ si lo encontraba en su ruta.

El ‘Königsberg’ solo pudo localizar al ‘C-5’ de dos formas, una visualmente durante el día y otra mediante el radar que llevaba instalado y solo en el caso de que el submarino navegase en superficie tanto de día como de noche. El radar instalado en el ‘Königsberg’ era de los primeros desarrollos del Seetakt, en pruebas su alcance de localización llegó a 4,32 millas náuticas con una precisión de 50 metros. Este modelo del Seetakt no podía localizar submarinos en inmersión ni tan siquiera si estos navegaban a cota periscópica. Si la localización fue visual se debió a que el ‘C-5’ navegaba de día en superficie, o bien, de forma mucha más improbable, casi descartable, si navegaba a cota periscópica delatado por la estela que dejaba el periscopio. Entendemos que la localización visual por la noche no hay que tenerla en cuenta, ya que descartamos que el submarino llevara encendidas las luces de situación. 

Si la localización fue mediante el radar pudo producirse durante el día o la noche, pero siempre con el submarino en superficie. Según lo anterior y en los dos casos posibles, visual o radar, sin tener en cuenta la navegación a cota periscópica, tanto de día como de noche era necesario que el ‘C-5’ navegase en superficie. Que el ‘C-5’ navegase de día en superficie es algo atribuible a una decisión peligrosa y totalmente incorrecta del comandante o de quién diera las órdenes, o bien debido a una avería que le impedía o desaconsejaba la inmersión.

Desde las F.N.C se asegura que el ‘C-5’ debía volver a Portugalete el mismo día de su salida, el 30/12/1936. Se informa que durante la noche del día 30 y primeras horas del 31 se intentó comunicar por radio con el submarino sin conseguirlo. En aquellos tiempos este sistema de comunicación solo era posible si el submarino se encontraba navegando en superficie. 

Posteriores comunicados, telegramas, etc. cruzados entre las FNC y el Ministerio de Marina nos vienen a decir que, textualmente, el ‘C-5’ se encontraba navegando al menos hasta el día 3 de enero, y precisamente en la zona donde el ‘Königsberg’ estaba actuando contra barcos mercantes de bandera republicana. Unos ataques encuadrados dentro del plan de represalias elaborado por los alemanes en caso de que buques de bandera alemana fueran atacados.  Recordemos las órdenes estrictas dictadas a las tripulaciones alemanas por parte del Estado Mayor alemán de mantener en el más absoluto secreto los ataques a buques de guerra republicanos. Tengamos también en cuenta que el mercante alemán ‘Palos’ fue ilegalmente apresado por bous vascos cuando navegaba en aguas internacionales, ataque que entre otras cosas provocó la intervención directa del "Königsberg".


Benito Sacaluga

 




viernes, 7 de febrero de 2025

LA DESAPARICIÓN DEL SUBMARINO "C-5". CAPÍTULO VII. (EL CRUCERO "KÖNIGSBERG" LLEGA AL CANTÁBRICO)

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Del ‘Königsberg’ sabemos que salió de su base de Kiel hacia las costas españolas el 25 de diciembre de 1.936, recalando en Ferrol el día 28, y permaneciendo en aguas españolas hasta el 12 de enero de 1.937. 


Crucero 'Königsberg'


El ‘Königsberg’ se presentó frente a Bilbao el 28 de diciembre, exigiendo la inmediata liberación del mercante alemán ‘Palos’ con toda su tripulación y mercancías. El mercante alemán salió esa misma noche de Bilbao escoltado por los bous de la Marina Auxiliar ‘Gipuzkoa’ y ‘Nabarra’. 

La liberación del barco no puso fin al incidente. La tripulación del ‘Palos’ informó a los oficiales del ‘Königsberg’ de que parte de la mercancía se hallaba requisada en Bilbao, al igual que el pasajero español, por lo que éstos consultaron con el Cuartel General de la Marina de guerra alemán  acerca de cómo reaccionar. 

Siendo ya el 29 de diciembre, el crucero ‘Karlsruhe’ se unió al ‘Königsberg’ mientras este aguardaba una respuesta de sus superiores. La respuesta que recibieron del Cuartel General fue mandar de nuevo al ‘Königsberg’ a Bilbao para recuperar la mercancía substraída. El bou ‘Gipuzkoa’ recogió una carta firmada por el comandante del crucero en la que se exigía la inmediata devolución de las mercancías requisadas y del detenido, y que en caso de no cumplimentar estas exigencias, se tomarían las medidas pertinentes.

Según el secretario particular de la Presidencia del Gobierno Vasco en declaraciones al ABC de Madrid, el Gobierno Vasco respondió manteniendo la posición firme y serena hecha pública con anterioridad, advirtiéndole al comandante del ‘Königsberg’ que el proceso de este asunto se ha enviado a nuestra Embajada en Londres para su entrega a la Comisión de Control del Comité de No Intervención.

Ante esta respuesta, el 30 de diciembre el Cuartel General alemán pidió a uno de los cruceros que se quedase alrededor de Bilbao, con la orden de detener al primer mercante español que apareciese con rumbo a dicho puerto. Pese a que el ‘Karlsruhe’ pasó la noche patrullando la zona no encontró barco alguno que parar. Al día siguiente se dieron a todos los buques de guerra alemanes en aguas españolas las siguientes órdenes:

1.- En caso de que cualquier buque de guerra o mercante alemán sea atacado por las fuerzas navales rojas [sic] se permitirá el uso de armas a todos los buques alemanes contra cualquier fuerza naval rojas [sic] en el mar. Los disparos frente a la proa [como señal] para detener el barco no se consideran ataques. No se permite el bombardeo de puertos.


2.- En caso de que se hallen submarinos rojos [sic] en navegación subacuática cerca barcos alemanes o sea avistado un periscopio, se entiende que el submarino intenta atacar y se debe atacar al submarino por ejemplo embistiéndolo.

 

Embestir a un submarino era una de las respuestas planificadas ante la posibilidad de que éste torpedease un buque. Si bien, en caso de impactar, significaba un movimiento arriesgado para el barco de superficie, era terminal para el submarino. Por ejemplo, durante la Primera Guerra Mundial, el acorazado británico ‘Dreadnought’ embistió y hundió al submarino alemán ‘U 29’. Desde luego la embestida podía llevarse a cabo sin necesidad de que el submarino lanzase ningún torpedo, o se preparase para ello según los alemanes, o incluso si el submarino estaba detenido por averías.

Este mensaje del Cuartel General alemán extendía la misión de capturar mercantes españoles al resto de la flota en aguas españolas. Aconsejaba, además, prudencia antes de confirmar el avistamiento de un submarino ya que, según la experiencia recabada durante la Primera Guerra Mundial, era difícil diferenciar los efectos que un periscopio o un sumergible en inmersión provocaban en el oleaje de los movimientos propios del mar.

El 3 de enero, el Cuartel General alemán informó al  Ministerio de Asuntos Exteriores alemán de su intención de tomar medidas más rigurosas contra las autoridades republicanas. Para ello, pedía permiso para ordenar al comandante de los cruceros alemanes en aguas españolas la emisión de un ultimátum al comandante de Bilbao, estipulando que debido a que no se habían cumplido sus demandas – devolución de la carga sustraída y del pasajero detenido – y considerando esto como una afrenta a la soberanía alemana, este gobierno tomaría nuevas medidas contra la República, a no ser que se liberasen la carga y el pasajero del Palos. Unas medidas que consistirían en:


1.- Nuevas medidas contra los vapores republicanos que navegasen en convoy

2.- Medidas contra las fuerzas navales republicanas que se hallasen en la costa norte de España

3.- Un posible bombardeo contra un puerto español republicano

 

Al menos están documentadas dos actuaciones más del crucero alemán ‘Königsberg’ contra barcos españoles, concretamente contra los vapores ‘Marta Junquera’ y ‘Sotón’, fruto ambas de las constantes patrullas que el crucero llevaba a cabo desde Asturias a Bilbao, prácticamente toda la costa cantábrica aún en poder de la República.

El día uno de enero de 1937 el ‘Königsberg’ intentó capturar al vapor de la Duro Felguera ‘Sotón’, pero el capitán evitó el apresamiento metiéndose a tierra y embarrancando en la Punta de San Carlos, en Santoña, donde el crucero alemán lo cañoneó, por fortuna para el ‘Sotón’ sin lograr ningún impacto. Como ya se ha dicho anteriormente, este incidente provocó la orden de desplazarse a la zona a dos submarinos republicanos (‘C-2’ y ‘C-5’) y el destructor ‘José Luís Díez’. 




Días más tarde, el mismo ‘Königsberg’ conseguía capturar al ‘Marta Junquera’, de la naviera santanderina Vapores Costeros, lo condujo a Ferrol y lo entregó a las autoridades sublevadas, a cuyo servicio quedó a partir de entonces, no así su tripulación, que permaneció a bordo del crucero alemán y fue desembarcada en un bote frente a Lastres (Asturias) días antes de que el crucero regresara a su base alemana.


Benito Sacaluga





domingo, 2 de febrero de 2025

LA DESAPARICIÓN DEL SUBMARINO "C-5". (CAPÍTULO VI. LA KRIEGSMARINE ENTRA EN ESCENA)

 


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La Kriegsmarine (Marina de Guerra Alemana) hace su aparición en aguas españolas en julio de 1936. El 22 de julio, solo cuatro días después de producirse la sublevación militar, Adolf Hitler autoriza al almirante Erich Raeder para que envíe unidades navales a aguas españolas. El 24 de julio, bajo el mando del almirante Rolf Carls, parten desde la base de Wilhemshaven los acorazados ‘Deutschland’ y ‘Scheer’. El 28 zarpaba el crucero ‘Köln’; el 12 de agosto lo hacían tres torpederos de la tercera flotilla, días más tarde, el 14 de agosto, lo hace el crucero pesado ‘Admiral Graf Spee’; el 27 zarpa rumbo a España el crucero ‘Nürnberg. A finales de agosto de 1936 practicamente la mitad de la flota alemana estaba en aguas españolas apoyando decididamente los intereses de Franco, quien el tres de agosto ya se había reunido en Ceuta con el almirante Carls a bordo del ‘Deutschalnd’.



Las unidades de la Kriegsmarine en aguas españolas se repartieron entre el Cantábrico y el Mediterráneo. En el norte, teniendo como bases Coruña y Ferrol, operaban desde Galicia hasta la frontera francesa. En la zona del Mediterráneo, con bases en Cádiz y Tánger, cubrían las zonas de Málaga, Almería, Cartagena, Valencia, Barcelona y Palma de Mallorca, sobre el papel la protección del tráfico mercante de ayuda alemana a Franco estaba garantizada. Desde el uno de septiembre de 1936 los alemanes deciden mantener en España una fuerza naval de tres cruceros y dos flotillas de torpederos.

El dos de septiembre el almirante Carls es relevado por el almirante Herman Boehm como comandante de las fuerzas navales alemanas en España. A bordo del crucero ‘Nürnberg’, Bohem recibe nuevas órdenes desde Alemania: 

Sostener a las fuerzas del general Franco y cooperar con los italianos. 

Tras recibirse esta orden, la actividad de la flota alemana se orientó a una intervención marcadamente militar a favor de los sublevados. El 30 de septiembre Hitler envía la Legión Cóndor y dos U-boot (submarinos) al Mediterráneo.

Debemos señalar que a finales de agosto de 1936 se firmó en Londres el Acuerdo de  No Intervención en la Guerra de España, 27 fueron los países que se adhirieron al mismo, entre ellos Alemania e Italia. Un Pacto que entre otras disposiciones  contemplaba como de obligado cumplimiento lo siguiente:

"Abstenerse rigurosamente de toda injerencia, directa o indirecta, en los asuntos internos de ese país" y prohibían "la exportación... reexportación y el tránsito a España, posesiones españolas o zona española de Marruecos, de toda clase de armas, municiones y material de guerra"

Ni que decir tiene que cualquier agresión de las marinas de guerra de los países firmantes del Acuerdo a barcos mercantes o de guerra con pabellón español contravenía las leyes internacionales, y que en el caso de producirse serían considerados como actos de piratería.

Para vigilar el cumplimiento del Acuerdo, el nueve de septiembre de 1936 se crea el Comité de No Intervención, con sede en Londres. Decir aquí que ni Alemania, ni Italia ni Portugal, todos ellos firmantes del Acuerdo, lo cumplieron y siguieron ayudando a Franco como desde el principio de la guerra, un incumplimiento que dejaba el Acuerdo tan solo en papel mojado. Ante esta situación, a finales de 1936 el Comité de No Intervención y a propuesta del Gobierno Británico, crea lo que fueron a denominarse Patrullas de Control Naval. En definitiva un Plan para la supervisión de los barcos mercantes que se dirigían a puertos españoles en evitación de que transportasen material de guerra tanto para la República como para los ejércitos sublevados. Un Plan que a causa de la oposición de Alemania e Italia no se aprobó hasta el ocho de marzo de 1937. Un Plan que establecía claramente que los navíos controladores no podían ni utilizar la fuerza ni interceptar un barco que llevara pabellón español o de cualquier país que no se hubiese adherido al Acuerdo de No Intervención inicial. 

Dichas patrullas de control naval operaban por zonas en todas las costas españolas y estaban integradas por fuerzas navales de Alemania, Inglaterra, Italia y Francia. A Alemania le correspondió la responsabilidad sobre las aguas internacionales de la zona del Mediterráneo peninsular que va desde Cabo de Gata (Almería) hasta Oropesa (Castellón).

Teniendo en cuenta que la adjudicación de las zonas de patrulla no fue efectiva hasta marzo de 1937, hasta dicha fecha y desde julio de 1936 los buques de guerra alemanes siguieron actuando en las costas de Cantábrico y de todo el Mediterráneo español y siempre, y en todos los sentidos, en ayuda de Franco, no solo contraviniendo de forma clara el Acuerdo firmado en Londres en agosto de 1936, también llevando a cabo ataques contra buques de guerra republicanos.

En el siguiente Cuadro se relacionan los buques de la Kriegsmarine que operaron en aguas españolas desde 1936 hasta 1939:



El uno de noviembre, con las zonas de patrulla aún sin determinar, el almirante Reader ponía en marcha la Operación Úrsula, operación en la que los U-boat actuarían conjuntamente con la Marina italiana en las costas republicanas del Mediterráneo. De esta operación estaba informado Franco a través del agregado naval en Salamanca Kurt Meyer-Döhner. Cada país, Alemania e Italia, debía ocupar los sectores de Cartagena y Valencia. La totalidad de la operación se mantendría en el más absoluto secreto: 

Los U-boot tendrían que permanecer invisibles, evitar la circulación durante su tránsito, navegar sin pabellón, sin numeral y sin nombre. Las tripulaciones debían firmar el compromiso, bajo pena de muerte, de permanecer mudos durante toda su vida sobre lo que se refería a la operación.

Los dos primeros U-boot designados fueron el ‘U-33’ y el ‘U-34’ y recibieron los nombres en clave de ‘Tritón’ y ‘Poseidón’. En sus mensajes serían los cargueros ‘Ursula’.



Desde este momento Alemania recurrió a la piratería contraviniendo las Leyes Internacionales.

La operación se extendió hasta el 12 de diciembre de 1936, fecha en la que el ‘U-33’ y el ‘U-34’ regresaron a su Base en Alemania. El balance de la operación no fue el esperado por alemanes, italianos y franquistas, de doce posibles ataques por avistamiento a buques republicanos solo se lanzaron 4 torpedos contra 4 buques de guerra republicanos (tres destructores y un submarino), de los torpedos lanzados 3 no hicieron blanco y  únicamente se consiguió hundir al submarino ‘C-3’ cuando el ‘U-34’ ya estaba de vuelta a su puerto en Alemania.

El ‘U-34’ torpedeó al ‘C-3’, que en pleno día navegaba en superficie, partiéndolo en dos. El comandante del ‘U-34’ emitió el 12 de diciembre, con clave secreta, el siguiente radio:
A las 14:19 hemos hundido submarino de la clase C delante de Málaga, en la bahía se hallaba fondeado destructor inglés.
En febrero de 1937, dos meses después, Málaga cayó en manos de las fuerzas sublevadas y el ‘C-3’ pasó al olvido.  Tras una supuesta investigación de la causa del hundimiento del ‘C-3’ se atribuyó ésta a una explosión interna accidental, algo que más o menos se esgrime 20 días más tarde en el caso del ‘C-5’. 

La Operación Úrsula debía mantenerse en secreto, situación que se mantuvo hasta pasados muchos años, justo hasta que el capitán de navío  francés Claude Houan encontró documentos relacionados con dicha operación pirata en los Archivos alemanes, entre los documentos descubiertos se encuentra el radio cifrado en secreto expuesto anteriormente, emitido desde el ‘U-34’ el día 12 de diciembre de 1936, misma fecha que la del hundimiento del ‘C-3’.

En relación con el tema que nos ocupa, es muy importante exponer aquí que la "Operación Úrsula" no fue la única diseñada por los alemanes contra puertos y buques republicanos. Se diseñaron en total 12 operaciones piratas, que recibieron los nombres de “Isabella”, (Rebautizada como “Ursula”) “Carmen”, “Hannibal”, “Taucher”, “Schwergewicht”, “Ilona”, “Barbara”, “Kantate”, “Sylvia”, “Margot”, “Leichtgewicht” y “Sonate”, la mayoría de ellas planificadas en noviembre de 1936. 

Debemos tener muy en cuenta que según se conserva en los Archivos alemanes, estas operaciones estaban principalmente concebidas como planes de represalias, textualmente como actos de venganza, a llevar a cabo por la Kriegsmarine en el caso de que las fuerzas republicanas actuasen contra buques, tanto mercantes como de guerra, que enarbolasen bandera alemana, aunque, como sabemos, el ataque al ‘C-3’ en el seno de la Operación Úrsula no estaba justificado por ninguna acción republicana. 

Las actuaciones de los buques de guerra alemanes en el contexto de estas operaciones de represalia, y según órdenes de Estado Mayor alemán, eran que en caso de que se produjese un ataque republicano contra un buque de guerra o mercante alemán, la Marina alemana debía contraatacar de inmediato a los agresores. Este ataque debía ser tanto contra fuerzas atacantes como contra cualquier otra fuerza militar naval y aérea en la zona. Recordemos que el mercante alemán ‘Palos’ fue apresado por bous vascos el 23 de diciembre de 1936, con toda su carga y un pasajero español a bordo, siete días antes de la fecha oficial de desaparición del ‘C-5’. Un apresamiento, el del ‘Palos’, que desde el punto de vista alemán justificaba la toma de represalias. Los bous armados ‘Bizkaia’ y ‘Nabarra’, persiguieron al ‘Palos’ en aguas internacionales mientras se dirigía al puerto de Pasajes, indicándole que parase máquinas, después de más de una hora y tras dos disparos de advertencia realizados por los bous el ‘Palos’ se detuvo y fue apresado, eso sí, ilegalmente al estar en aguas internacionales. Dos días más tarde los alemanes mandan al Cantábrico al crucero ‘Königsberg’.




Benito Sacaluga





 


jueves, 30 de enero de 2025

LA DESAPARICIÓN DEL SUBMARINO "C-5" (CAPÍTULO V. LA TEORÍA DEL SABOTAJE DEL COMANDANTE)


 


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La teoría del sabotaje del comandante


El capitán de corbeta José Mª de Lara y Dorda era el comandante del submarino ‘C-1’ cuando se produjo la sublevación militar (Julio 1936). Al comienzo de la guerra, según información recogida y publicada por Ramón Cayuela, miembro de la dotación del ‘C-5’ y desembarcado antes de la última misión, en su libro “Relatos inéditos de los submarinos republicanos de la guerra civil española, C-5 y C-2”, Lara y Dorda había intentado cambiar de bando. Con el pretexto de ir a un especialista en Madrid para que le diagnosticara el estado de su brazo izquierdo,  ocultaba su plan de pasarse a los sublevados o encontrar protección en alguna embajada extranjera. El 25 de agosto de 1936 es nombrado oficialmente comandante del ‘C-5’. 



CC José María de Lara y Dorda


En este punto es imprescindible poner de manifiesto que Lara y Dorda fue nombrado por el ministro de Marina, Indalecio Prieto, Jefe de las Fuerzas Navales del Cantábrico el 15/10/1936, al mismo tiempo que mantenía la comandancia del ‘C-5’, nombramiento que apuntala el total desconocimiento que Prieto tenía sobre la actitud  de los mandos a su cargo pertenecientes al Cuerpo General de la Armada. Lara ocupó el puesto de Jefe de las FNC hasta el 24/10/36, fecha en la que fue sustituido por el CC Federico Monreal Pilón.

Según se expone en el libro de los Hnos. Moreno “La guerra silenciosa y silenciada”: 

“Lara decidió, desde el primer momento en que se hizo cargo del ‘C-5’, incorporarse con el buque a las fuerzas nacionales. Imbuido en esta idea, por dos veces renunció a pasarse el solo sin el submarino. La primera ocasión se le presentó en Tánger, cuando ya mandaba el ‘C-5’. El capitán de corbeta Lara lo tenía todo dispuesto y estaba en tierra, provisto de un maletín que contenía algunas joyas valiosas, utilizables como dinero si fuese necesario. No era difícil continuar el camino emprendido pero lo pensó mejor y regresó a bordo tras haber considerado la posibilidad de hacer algo más positivo para la causa nacional, incluso la de pasarse con el submarino.

La segunda ocasión se le presentó en Bilbao donde se le ofreció la oportunidad de pasarse a las líneas nacionales por el frente de Orduña. La respuesta que dio fue que “él no se pasaba más que trayendo un barco para ponerlo al servicio de la España nacional” añadiendo que “lo único que le hacía vivir era la esperanza de poder vengar la traición de que había sido víctima”. A tal efecto, el capitán de corbeta Lara se proveyó de una pistola, dos cartuchos de dinamita y una botella de amoniaco concentrado. Su plan consistía en aproximarse a la costa o a un buque de guerra nacional y obligar, pistola en mano al único serviola que estaba con él en el puente cuando estaban listos para hacer inmersión, a trasladarse a proa o a popa, ordenar conectar el gobierno del buque, que iba en la torreta, al puente. Al subir el timonel, le obligaría a acompañar al serviola y entonces, el personalmente, gobernaría el buque en demanda de nuestras fuerzas. En el caso de que alguien, desde abajo, mirase por el periscopio y se diese cuenta de la maniobra, entonces arrojaría la botella de amoniaco a la cámara de mando para que sus vapores obligasen a la dotación a desalojarla, quedando él dueño de la maniobra. Si esta medida no resultase eficaz y tratasen de cambiar el gobierno o hacer inmersión, emplearía los dos cartuchos de dinamita para provocar las suficientes averías en el submarino que lo inutilizase, con la esperanza, remota de que diese tiempo a que se acercase algún buque nacional.

Si me fallasen los medios de que dispongo para apoderarme del barco, lo hundiré y moriremos todos. Confío en que Dios me perdone”.

El relato anterior lo atribuyen los Hnos. Moreno a una conversación mantenida por Lara y Dorda con el contralmirante en la reserva Roberto López Barral residente en Madrid y que tuvo lugar a finales de diciembre de 1936, sin que existan pruebas primarias de la misma, atribuyendo los autores su veracidad a otras declaraciones del teniente de navío Luis Verdugo en las que nos viene relatar su conversación con Lara a su paso por Madrid. Recordemos que a finales de diciembre de 1936 Lara se encontraba en Bilbao. 

Es inevitable acudir a lo difundido por los franquistas en el caso de la desaparición del submarino ‘B-5’ (octubre 1936), unos argumentos también basados en el posible sabotaje del comandante, según se puso de manifiesto en el expediente instruido para establecer las causas de la muerte de éste último, Carlos Barreda Terry, para atender o no la solicitud de pensión que presentó su viuda alegando que su marido murió defendiendo a los sublevados:

 

En la declaración del capitán de navío Enrique Manera, se especifica patentemente la posibilidad de que la pérdida se debiera a la decisión del capitán de corbeta Carlos Barreda Terry de hundirse con el buque. En ella describe un intento de sabotaje por parte del comandante,  y la mención a la intervención del capitán de corbeta Remigio Verdía (jefe de la flotilla de submarinos destacados en Málaga), en la que tuvo que calmar a la tripulación, es un hecho indicativo muy claro de las intenciones de Barreda.

En el expediente instruido para averiguar las circunstancias en que murió este jefe, fechado el 14 de julio de 1938, consta claramente desconocerse la causa determinante de la desaparición del submarino pero resulta incontrovertible que su comandante era de ideología nacional, pues manifestó a dos testigos que “antes de hacer daño a las unidades nacionales era capaz de hundirse con el barco.”


Como puede, verse la versión del hundimiento del ‘C-5’ por sabotaje del comandante y la del expediente relativo al hundimiento del ‘B-5’ presentan importantes similitudes.

Por otro lado, el épico plan urdido por Lara para entregar el submarino a los sublevados más bien parece el guion de una película de hazañas bélicas, en definitiva el sueño de un traidor, algo mínimamente realizable en cualquier caso, menos aún si como sabemos Lara estaba estrechamente vigilado por toda la dotación y sus órdenes ni siquiera se consideraban, sin embargo los franquistas de ayer y hoy dan, interesadamente, por ejecutado el plan de Lara. Es más, en plena guerra y en un Consejo Superior de la Armada consideraron a Lara como un héroe muerto en acción de guerra, le concedieron la Medalla Militar y a su viuda una pensión militar. 

Desde su llegada al buque, como ya se ha expuesto anteriormente, se pueden contabilizar dos situaciones de peligro a él atribuidas, en Tarifa y en Cartagena, errores voluntarios relativos al torpedeamiento del acorazado ‘España’ y del ‘Almirante Cervera’, estos últimos reconocidos como intencionados por los almirantes Hnos. Moreno, y un tercero, el constatado intento fallido de apoderarse del submarino en Portugalete con la colaboración de otros marinos partidarios de la sublevación. Estas actuaciones están comprobadas, son reales y certifican la condición de traidor de Lara y Dorda. 




Dibujo realizado por el AN Carlos Moya Blanco, comandante del destructor 'José Luís Díez', representando reuniones preparatorias para apoderarse del 'C-5' en diciembre de 1936, en Portugalete, para entregarlo a la armada sublevada. Intervinieron el autor del dibujo, Moya Blanco, el comandante del 'C-5' Lara y Dorda, el comandante del Torpedero Nº3 Sánchez Ferragut, los comandantes médicos Torres Pintos y Valdés Gutiérrez y el comandante de ingenieros navales Cardín Fernández. (Publicado en el libro "Submarinos Republicanos de la Guerra Civil Española).


Tristemente, estos comportamientos traidores eran algo habitual entre los comandantes de la Flota republicana, en mayor medida de los que fueron sacados de las cárceles en las que estaban presos desde julio de 1936 por adhesión a la sublevación, y que fueron destinados a buques, Bases, Estado Mayor e incluso al Ministerio, pero no existe caso demostrable alguno en el que estos marinos provocasen el hundimiento de sus buques arriesgando su propia vida junto a las de las dotaciones.


Benito Sacaluga