viernes, 9 de marzo de 2012

CARTAGENA SUBLEVADA.QUINTA COLUMNA.






Una vez en poder del bando franquista las plazas de Cataluña y Baleares y la escasas consecuencias que para el devenir de la contienda supuso la victoria republicana en las batalla navales de Cabo de Palos, la Flota permanece fondeada en el puerto de Cartagena sometida a un estado de desaconsejable inacción. Además en febrero de 1939 se habían dejado de recibir suministros procedentes de la Unión Soviética y la nueva situación en el Mediterráneo, una vez sometida Cataluña comprometía las rutas de los barcos que los transportaban.

A mediados de febrero el Gobierno de Juan Negrín se instala en las poblaciones alicantinas de Elda y Petrer, próximas al aeródromo militar de Monovar, dando lugar a la denominada Posición Yuste. Este emplazamiento y el traslado de la plana mayor del PCE a la cercana localidad de Elda, hace pensar al PSOE que se trata de un posicionamiento favorable a la salida de España de los comunistas ante el inminente desenlace desfavorable de la guerra, ya en situación más que critica para las fuerzas gubernativas.

Días después, concretamente el 12 de febrero los generales republicanos Escobar y Matallana hacen llegar a Negrin un razonado, aunque muy optimista informe por el que se muestran capaces de hacer frente con éxito a una nueva ofensiva de los franquistas, en base a este argumento demandan el inicio de conversaciones con los sublevados a efectos de poner fin a la guerra. Opción y demanda aún más justificada para ellos el 26 de febrero, fecha en la que el régimen de Franco es reconocido por los gobiernos de Francia y Reino Unido, para más inconveniente el 28 de febrero Manuel Azaña, desde París, dimite como Presidente de la República, dando mayor peso y viabilidad a la conspiración entre anarquistas, socialistas y ciertos militares para derribar el Gobierno de Negrín, anulando así al PCE y consiguientemente retomar sin cortapisas las conversaciones con los fascistas para un fin negociado de la guerra, una rendición republicana con condiciones, al fin y al cabo una rendición.

Para hacer frente a  esta situación y con el objetivo de sembrar cierta imagen de seguridad en la lealtad de los militares, Negrin promueve importantes ascensos y sitúa a lideres comunistas al frente de la Base Naval de Cartagena, estos movimientos se producen el 2 de marzo.

Los conspiradores, reunidos en torno al Coronel Casado, desconfían y ven estos movimientos como una estrategia de Negrin y del PCE para asegurarse el control de puertos y aeródromos y permitirles así abandonar España en cualquier momento y sin mayores dificultades..

En Cartagena la situación era de elevada tensión, a causa principalmente de la imposibilidad de movimientos de la Flota y por el constante crecimiento de la Quinta Columna franquista. Durante 1938 la infiltración de simpatizantes franquistas había puesto en guardia a las fuerzas republicanas, pero el devenir de la contienda provocó que los quintacolumnistas aspirasen a protagonizar acciones de gran relevancia con la supuesta ayuda de parte de las dotaciones de los buques de la Flota, donde había buen número de casadistas, como por ejemplo la toma del puerto y la base para su posterior entrega a las fuerzas franquistas.
 
Juan Negrín manda a Cartagena a Paulino Gómez Sáenz, Ministro de la Gobernación, para informar a los mandos militares y navales que la resistencia a ultranza aún era posible, y en esa lógica era preciso designar al comunista Francisco Galán como jefe de la Base Naval de Cartagena. Los argumentos de Gómez fueron plenamente rechazados, incluso por el Jefe de la Flota Republicana. No obstante  el 3 de marzo se publicó el nombramiento de Francisco Galán como Comandante en Jefe de la Base de Cartagena y se determinó que la 206ª Brigada Mixta  preparase su marcha hacia la zona para abortar cualquier intento de sublevación.

No hay tiempo. Ante los rápidos acontecimientos, al anochecer del 3 de marzo estalla la sublevación en Cartagena, dirigida por el capitán Fernando Oliva, Jefe de Estado Mayor de la Base; el coronel de artillería Gerardo Armentia y el comandante quintacolumnista Manuel Lombardero, tomando el control de la base naval y el puerto. Las fuerzas de tierra sublevadas al mando de Oliva se dirigen a la comandancia, allí arrestan a Francisco Galán y le exigen dimitir, pero a lo largo del 4 de marzo el cariz de la revuelta cambia; Oficiales republicanos como Armentia se ven superados por los elementos más proclives al bando franquista, los cuales empiezan a transmitir por radio consignas y lemas del bando nacional proclamando que la Base Naval de Cartagena y el puerto obedecerían al gobierno fascista.

Al conocerse este mensaje el Estado Mayor franquista ordena que zarpen desde Castellón y Málaga más de 30 buques entre transportes (entre ellos el tristemente famoso Castillo de Olite) y buques de guerra, entre los que se encuentra el crucero pesado "Canarias".

El ex-ministro comunista, Jesús Hernández, actuando bajo su propia responsabilidad como Comisario General del Ejercito, envió en auxilio de Cartagena a la 4ª División en la que iba incluida una unidad acorazada de la base de Archena.


En paralelo, el almirante republicano Miguel Buiza mantenía una cierta neutralidad, negándose a cambiar de bando y poner la Flota al servicio de Franco, pero a la vez rechazaba también el intento de Negrín de imponer en la Base Naval el mando de un militar comunista.  Gran parte de los marineros eran simpatizantes anarquistas y se resistían al intento del gobierno de ponerlos bajo la autoridad de un jefe comunista. Así, el 4 de marzo toman posesión de todos los buques de la flota. Al ser evidente que la 206ª Brigada, comandada por Artemio Precioso, se dirige hacia Cartagena y amenaza con aplastar la rebelión pro-franquista, el 5 de marzo a mediodía los marineros y oficiales a bordo de los buques abandonan el puerto y se hacen a la mar, evitando la posibilidad de ser derribados por las baterías costeras de Cartagena en poder de los franquistas y a la espera de acontecimientos, valorando entretanto la opción de huir con la flota hacia el norte de África.

El golpe de estado contra Negrín y la formación del Consejo Nacional de Defensa en la noche del 5 de marzo termina por aumentar la confusión entre las unidades de la flota republicana, y el día siguiente el Almirante Buiza ordena a la Flota, hasta entonces navegando junto al puerto, poner rumbo a África. La flota republicana arriba a Bizerta (Túnez) el 11 de marzo , donde se solicita a las autoridades asilo político para todos sus componentes, en respuesta las dotaciones son  recluidas en el campo de concentración de Meheri Zabbens. Días más tarde los marinos  franquistas viajan a Bizerta y se hacen cargo de la totalidad de la espléndida Flota. Las dotaciones de los buques de la desaparecida Flota Republicana comienzan su largo y penoso exilio.

El 6 de marzo la Brigada Mixta 206ª , (unidad precursora de las actuales compañías de operaciones especiales), entra en Cartagena ocupando el Arsenal, varias baterías costeras, el control del suministro eléctrico y las líneas de comunicación. Al día siguiente ocupan el Parque de Artillería y las baterías de costa restantes, a mediodía la Brigada ya se había hecho con el control total de Cartagena y todas sus instalaciones militares, habiendo apresado además  a los sublevados y quintacolumnistas.

La sublevación de Cartagena había sido sofocada, aunque resultase finalmente inútil como consecuencia, entre otras cosas, de la marcha de Negrin y la intervención de Casado.

Nos queda una incógnita importante y es saber que hubiera sucedido si la Brigada Mixta hubiese actuado antes, parece correcto pensar que la Flota habría permanecido en el puerto y a disposición del Gobierno y Franco no habría mandado sus barcos a ocupar lo que ya erróneamente se consideraba para muchos territorio franquista recién conquistado.


Benito Sacaluga

Fuentes : Hugh Thomas ISBN 84-226-0873-1.Bruno Alonso ISBN 84-96133-75-3




QUINTA COLUMNA


La expresión, atribuida por unos a Mola y por otros al General Varela, se usa desde 1936 para denominar en tiempos de conflicto bélico a los sectores de la población que mantienen lealtad hacia el bando enemigo, colaborando con este desde la clandestinidad e infiltrados en el ejercito que defiende la zona o el país. Se trata pues de un conglomerado de personas desleales a la comunidad donde residen, colaboracionistas de muy diversas formas con el enemigo.
En la Segunda Guerra Mundial la expresión se siguió utilizando, en este caso la Quinta Columna estaba formada por aquellos franceses, centro-europeos,etc...,que deseaban el triunfo de la invasión de sus países por la fuerzas nazis y a tal efecto colaboraban de diversas formas con el III Reich.