domingo, 2 de diciembre de 2012

LA CORONA INTERINA


Se van a cumplir 34 años desde que se aprobó la vigente Constitución Española, la denominada "Carta Magna".

Entre los muchos vacíos que la carta tiene se encuentra uno de muy especial relevancia y que afecta ni más ni menos que a la gobernabilidad del estado. Me estoy refiriendo al que se deriva de su Titulo II, artículo 57.5 y que trata sobre la abdicación o renuncia a la corona. En el citado artículo queda establecido "que tanto las abdicaciones o renuncias, y en cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la corona, se resolverán por una ley orgánica" ,  leyes éstas que deben ser aprobadas  en  el parlamento por mayoría absoluta, es decir con la mitad más uno de los votos de nuestros diputados en el Congreso y senadores en el Senado.


Después de 34 años de la redacción y aprobación del Titulo II,  la ley orgánica que establece como de obligatoria creación para resolver las cuestiones sucesorias no existe, encontrándonos desde entonces ante un vacío legal. Si el rey, actualmente con 75 años de edad y precaria salud, se viera incapacitado para desempeñar sus funciones, deberíamos improvisar deprisa y corriendo los mecanismos necesarios y "convenientes" para que su hijo Felipe se ciñera la corona.

No todos los expertos en estos temas coinciden en la necesidad de aprobar ya la ley orgánica y tener los deberes hechos si se llegase a producir una abdicación del rey, unos están a favor de su tramitación inmediata y otros se decantan por esperar hasta que se produzca la necesidad imperiosa de abdicación y en estas andamos, una vez más desoyendo el mandato constitucional que no es otro que la redacción y aprobación de la tan mencionada ley orgánica.

Uno de los problemas de las monarquías y el que más ríos de sangre ha hecho correr a lo largo de la historia junto con los derivados de la religión, es precisamente el conflicto sucesorio en las monarquías , la abdicación o renuncia a los tronos. Si nos centramos en España y hasta el día de hoy jamás un rey a abdicado o renunciado a la corona de forma voluntaria y en circunstancia normales a nivel general y todos sin excepción lo han hecho obligados precisamente por las circunstancias, en muchos casos de forma violenta y siempre con consecuencias traumáticas.

Otro de los problemas de las monarquías se deriva de la capacidad de los coronados para ejercer sus funciones, en esto estamos como cuando después de haber hecho la mili te entregaban una cartilla en la que se reflejaban tus aptitudes y en la que se hacia constar "el valor se le supone". Si esta capacidad para reinar es ya escasa en la juventud,  y más escasa en la madurez, tal y como sucede con nuestro rey, lo normal es que llegada la ancianidad la incapacidad mental sea total y además se vea agravada por problemas de salud relevantes y diferentes a los mentales como también es el caso, lo que haría necesaria la inhabilitación del monarca, una inhabilitación que honrosamente se vería travestida de abdicación por problemas de salud. Otra cuestión muy importante es saber quien determina o diagnostica tal incapacidad para seguir ejerciendo la jefatura del estado.

No debemos olvidarnos de los problemas por los que a nivel de imagen atraviesa actualmente la casa real, problemas de los que al igual que los icerbers solo conocemos su tercera parte, mal momento pues ahora para que el parlamento se ponga a redactar una ley que tiene como objeto definir las condiciones en las que se debe producir el relevo en la corona ostentada por un rey vivo. La presunta corrupción de miembros de la casa real y de sus nobles más allegados no es un tema baladí aunque así lo quieran hacer parecer los medios de comunicación a las ordenes del gobierno, los partidos o la mismísima Zarzuela, y un movimiento de los políticos relacionado con la abdicación del monarca no haría más que empañar, más aún si cabe, la conveniencia de la monarquía como sistema de estado en España, ellos lo saben (PP y PSOE) y por tanto no moverán pieza hasta que la situación de incapacidad del monarca sea tan manifiesta que produzca hasta pena. Como diría Rajoy "ahora eso no toca". El resto de partidos callan esperando su momento. Llegado el momento y si la ley solo cuenta con mayoría absoluta, cosa más que probable, estaríamos ante una manifestación encubierta de rechazo al sistema monárquico por parte de los votos efectuados en contra de la aprobación de la ley y no debemos olvidar que a nuestros representantes los elige el pueblo español y son por tanto depositarios de nuestros votos en Congreso y Senado.

Tal y como está el panorama en España y la creciente voluntad republicana de los españoles, nuestros gobernantes se enfrentan al dilema de si coger al toro por los cuernos antes de que el clamor republicano sea mayor o esperar tiempos mejores deseando larga vida y salud mental al rey.Una huida hacia adelante más para evitar enfrentarse a verdaderos problemas con tal de no hacer peligrar los privilegios adquiridos en casi 34 años. 

Al fin y al cabo serán ellos, los políticos y no nosotros, ni el rey, los que decidirán como y cuando se debe relevar al monarca a través de una ley por ellos redactada y aprobada, lo que viene a demostrar una vez más la inutilidad y ausencia total de Juan Carlos I, una ley orgánica franquista le dio el trono de una España reprimida por el franquismo y la iglesia y una ley orgánica de última hora le dirá cuando debe retirarse a sus cotos de caza y dar paso a un heredero cuyo único merito conocido es ser el hijo de un discípulo de Franco, hoy en día justamente desprestigiado y que aún habiendo transcurrido 34 años sigue sin jurar la Constitución Española y sin renegar del juramento prestado a los Principios Fundamentales del Movimiento Franquista.

Cosas de las monarquías, unos esos sistemas donde parte de la población ( sus súbditos)  no puede escapar como consecuencia de que no es consciente de su prisión.