sábado, 19 de octubre de 2013

LOS FAROS

Todos alguna vez, grandes y pequeños, nos hemos sentido atraídos por los faros marinos, a la luz del día por sus siluetas, en la oscuridad de la noche por sus destellos. A través de la literatura tenemos la ocasión de sumergirnos en magnificas lecturas en las que los faros y los fareros desempeñan un papel principal. Desde Julio Verne y su novela “El Faro del fin del Mundo” (1901), donde nos vemos inmersos en una aventura entre piratas localizada en la isla de Los Estados, una isla deshabitada de la Patagonia argentina, donde se confunden los océanos Atlántico y Pacífico, hasta “En la soledad del faro” (2011) de Francisco García Martínez (1), un excelente relato en el que desde la soledad de su faro el viejo farero nos habla del amor, de la soledad, de sus amigos marineros, del mar, de la amistad, de todas esas cosas cotidianas que forman la vida y a las que muchas veces, por cercanas, no damos importancia. El faro es el refugio desde el que, en la soledad de la noche, el viejo farero habla consigo mismo y con el lector, a quien va contando el devenir de la vida de un pequeño pueblo marinero visto desde su óptica serena y humana, siendo cada capítulo una pequeña historia que forma parte de otra historia. 

Faro del Fin del Mundo
en la actualidad


Breve historia de los Faros 

Su nombre procede de la primera estructura permanente destinada a guiar a los navegantes situada en la isla de Faros en la antigua Alejandría para iluminar su puerto, el más importante del mundo conocido allá por el año 332 a.c. A esta primera construcción se la denominó Faro de Alejandría.

Representación de la Isla de Faros
La existencia de los faros y su desarrollo se debe a la Marina Mercante. El afán del hombre por explorar los mares en busca de nuevas rutas comerciales les obligaba a navegar cada vez más alejados de las costas, con la luz del día se guiaban por las que hoy llamamos señales ciegas : puntos reconocibles, elevaciones de las costas, etc… al llegar la noche se guiaban por la luz producida por hogueras encendidas en los puntos más altos del litoral. Cuando el viento era muy fuerte y sobre todo cuando llovía, las hogueras se apagaban dejando sin referencia a los navegantes, de ahí el comienzo de las primeras construcciones, consistentes en estructuras que protegían las hogueras de la lluvia y los vientos.

Se puede decir que así nacieron los faros. Por otro lado la necesidad de que las hogueras permanecieran encendidas todas las noches requería de personas que realizaran esta labor, de esta necesidad nació el oficio de Farero. A lo largo del tiempo las construcciones de faros se multiplicaron y mejoraron técnicamente, aunque muy lentamente, el impulso más decisivo tuvo lugar veinte siglos más tarde, durante la denominada Edad Moderna, a partir del siglo XVIII.  En esta época las relaciones comerciales entre los países disfrutó de una gran intensidad y consecuentemente la navegación con fines comerciales.  Este importante tráfico en los mares obligó a instalar faros en cada puerto y lo que no es menos importante a lo largo de todas las costas, especialmente en lugares peligrosos para la navegación. En poco tiempo las costas atlánticas, Mar del Norte y parte del Mediterráneo se plagaron de señales luminosas.

Como todo en esta vida alguien vio la oportunidad de hacer negocio con los Faros, siendo Inglaterra el primer país que cobraba tasas por ello a los barcos que recalaban en sus puertos. El dinero recaudado en su mayor parte se destinaba a la construcción de nuevos faros y al mantenimiento de los ya existentes, llegando a ser el país que contaba con el mayor número de faros y a la vez con los mejores adelantos técnicos. En segundo lugar estaban situados los territorios franceses en Europa. Aparte de Inglaterra y Francia y algunas colonias de ultramar el resto de las costas de este mundo carecían de este tipo de señalizaciones. No fue hasta bien entrado el siglo XIX cuando la construcción de faros adquirió su mayor auge en todo el mundo.

En España y al objeto de impulsar la construcción de faros en sus costas y puertos se creó en el año 1842 la "Comisión Permanente de Faros" .Esta Comisión aprobó cinco años más tarde (1847) el primer "Plan de Alumbrado Marítimo". De este Plan proceden la práctica totalidad de los actuales Faros españoles.

Sistemas de iluminación

Hasta finales del siglo XVIII todos los faros tenían hogueras de leña o carbón o bien mechas introducidas en sebo o aceite, que producían poca luz y mucho humo, con el agravante de la penosidad que suponía subir las pesadas cargas de combustible a tan gran altura. Las llamas se protegían con linternas cerradas con cristales convenientemente ventiladas para facilitar la combustión.

Uno de los primeros avances tecnológicos fueron las lámparas en las que una mecha cilíndrica de algodón, rodeada por un tubo de cristal que regulaba el aporte de oxígeno a la combustión, absorbía el aceite por capilaridad. La mecha podía subir y bajar y la chimenea de cristal dirigía la corriente de aire hasta su extremo. La cantidad de luz emitida se aumentó poniendo varias mechas por lámpara, con el con siguiente aumento de consumo de aceite. Pronto se estudió la posibilidad de alimentarlas con distintos tipos de aceites más baratos y más fáciles de obtener. 

El aceite cayó en desuso con la llegada del petróleo, que producía una potencia luminosa mucho mayor. Los quemadores fueron perfeccionándose y como consecuencia llegaron a fabricarse los de capillos incandescentes en los que el combustible ascendía por una tubería, mediante aire a presión, hasta el vaporizador donde se calentaba convirtiéndose en vapor que salía por un inyector y se quemaba con el aire.

Baliza de Peña Horadada
Se experimentó luego con combustibles gaseosos, a pesar de presentar graves riesgos en su transporte y manipulación, hasta que empezó a usarse el acetileno que proporcionaba una llama muy brillante y que, disuelto en acetona, resultaba menos peligroso. El sueco Gustav Dalen fabricó un dispositivo de gas con encendido automático, conocido como válvula solar, que le valió el premio Nobel de Física en 1912 y que inmediatamente empezó a utilizarse en los faros aislados. En España se empleó por primera vez en la baliza de Peña Horadada situada a la entrada del puerto de Santander. 

La energía eléctrica fue definitiva para alimentar las luces de los faros. Después de algunas experiencias en balizas se encendió el faro de Villano, primer faro eléctrico de nuestras costas que estaba dotado con una lámpara de arco. Así llegamos a las actuales lámparas de incandescencia, haz sellado, halógenas, etc.. y a las energías renovables como la fotovoltaica o la eólica para alimentarlas y a modernos sistemas de radio (radiofaros).

Sistemas ópticos

Otro problema que presentaban las lámparas de los faros era cómo conseguir que la débil luz producida fuera visible desde largas distancias y, a la vez, que los navegantes pudieran diferenciar unas luces de otras. Todo ello dio lugar al desarrollo de los sistemas ópticos. La primera idea para amplificar la luz se basaba en la reflexión, colocando detrás de la llama un espejo parabólico que concentraba la luz mientras que la limitación del ángulo de visión que creaba el reflector se resolvía dotando de giro a la óptica. Más tarde empezaron a usarse las lentes que concentraban los rayos de luz en un haz paralelo. Pero fue Agustín Fresnel quien revolucionó los sistemas ópticos colocando por encima y por debajo de la lente principal prismas de reflexión total que reforzaron el haz emergente. 

Para distinguir unas luces de otras, las ópticas se construyeron de paneles con lo que, al girar estas, podía conseguirse el número de destellos deseado en cada caso. Sin embargo, al ser equipos de cristal tallado, resultaban muy pesados y costaba un gran esfuerzo hacerlos girar con lo que se necesitaban entre uno y cuatro minutos para reconocer la señal y un barco que estuviera lejos del faro, sometido al vaivén del oleaje, perdía fácilmente la cuenta del número de destellos producidos. Este problema se resolvió colocando el sistema óptico sobre un flotador de mercurio, con lo que se disminuyó sensiblemente el rozamiento y la velocidad de giro pudo aumentarse lo suficiente para que fuera visible toda la característica en un tiempo mucho menor. Hoy se emplean ópticas acrílicas mucho más ligeras y de menor tamaño con las que se consiguen magníficos resultados.

Linternas

Son las construcciones que protegen el sistema de producción de luz. En los faros de leña eran una simple cúpula sostenida por apoyos verticales con un resguardo por la parte de tierra. En los faros de aceite estaban ya protegidas por cristales encastrados en montantes verticales. 
La forma de la linterna era poligonal y a veces cilíndrica, coincidiendo su número de lados con el número de paneles de la óptica y haciéndose corresponder los montantes de ambos. No obstante, los montantes verticales producían reflexiones no deseadas que originaban destellos parásitos, formándose zonas de sombra durante el giro que falseaban la señal. El problema se resolvió utilizando linternas cilíndricas de cristales curvos y montantes helicoidales. 
La parte superior se cerraba con una cúpula metálica, generalmente de cobre, abierta en la parte superior para que hubiera ventilación. Cuando la cubierta era transparente, la porción de luz que escapaba por ella servía también de guía a la navegación aérea, utilizándose para ello sistemas especiales.

La Altura de los faros.

Todos sabemos que las torres de los faros tienen muy diferentes alturas. Cuanto más cerca este la base de la torre del nivel del mar mayor habrá de ser la altura de la torre. También sabemos que la luz que emite la linterna de un faro, como todos los focos emisores de luz, se propaga en línea recta indefinidamente mientras la fuente de luz esté activa e independientemente del fenómeno físico o químico que la produce.

Si la tierra fuese plana la altura de los faros sería constante, es decir bastaría que coincidiese con el nivel de mar, pero también sabemos que la Tierra es una esfera y por tanto reúne todas las características geométricas de las esferas. De todos es conocido que la Tierra no es una esfera exacta, debido al “achatamiento” de sus polos. La distancia desde el centro de la tierra a la superficie del mar es el radio de nuestra esfera y equivale a 6.378,40 kilómetros en el ecuador y a 6.356,75 en los polos, para nuestros próximos cálculos tomaremos como referencia el radio medio: 6.371 kilómetros.

Esta forma de esfera conlleva un determinado grado de curvatura de la Tierra, curvatura que nos provoca una visión limitada del horizonte, (distancia del horizonte al observador en tierra), la cual irá en aumento en la misma proporción que la altura sobre el nivel del mar a la que se encuentre el observador, y recíprocamente aplicable al observador situado en una embarcación. Debemos tener en cuenta, además, que la señal emitida por el faro ha de ser visible desde nuestra embarcación, la visión de un pequeño resplandor luminoso detrás del horizonte de poco nos sirve, según esto es necesario que la linterna del faro sea visible desde la embarcación aún cuando necesitemos la ayuda de unos prismáticos e incluso cuando esté fuera de funcionamiento durante el día (señal ciega).

Si no podemos observar los destellos y sus frecuencias, el faro es prácticamente inútil como ayuda a la navegación. Igualmente durante el día la correcta identificación del faro nos lleva directamente a conocer posibles peligros para la navegación en su zona de influencia, al mismo tiempo que nos indica claramente nuestra posición en las cartas de navegación.

El alcance de la señal luminosa según el criterio utilizado en España está establecido en un mínimo de 10 millas náuticas, (18,52 kilómetros).

Bien, con los datos anteriores ya podemos calcular la altura que sobre el nivel del mar debe tener la torre de un faro para cumplir con su cometido, al menos en España, y lo podemos hacer cómodamente sentados en nuestra casa aunque estemos a kilómetros de la costa más cercana. Para calcular la altura en otros países donde la reglamentación estime distancias de alcance diferentes solo necesitaríamos conocerlas para poder igualmente calcular la altura.

El problema se reduce a un sencillo cálculo matemático que podemos desarrollar aplicando el siguiente planteamiento:

O = centro de la tierra
R = radio medio de la tierra en Kms. = 6.371
AC = 10 millas náuticas = 1,852 Kms.= distancia normalizada en España.
H = altura de nuestro faro =AB





Para calcular AB :

AB =AO – R

AO = Raíz cuadrada de (AC al cuadrado + R al cuadrado)

AO = Raíz cuadrada de ( 342,9904 + 40.589.641,0000 )

AO = 6.371,0269180408

AB = AO –R =26,91 metros

Para ahorrar cálculos en el futuro podéis usar el siguiente guarismo:

0,2691809705

multiplicando el mismo por el alcance en millas náuticas que deseéis os dará la altura desde el nivel del mar de la linterna del faro.

La Torre

En realidad existen varios tipos de torre en atención a los materiales empleados en su construcción , pero lo normal es que se trate de construcciones en fabrica de ladrillo y con la vivienda del técnico adosada o en las inmediaciones. en la que de forma general la cubierta está diseñada para recoger el agua de lluvia y ser almacenada en un algibe para su consumo como agua potable. Es cierto que los arquitectos españoles no han hecho un gran alarde de diseño, primando más las características de resistencia, técnicas y de coste. No obstante su repetido diseño y sobriedad se trata de construcciones de gran solidez y todas ellas un regalo para la vista, más aún aquellas que se alzan en las inmediaciones de los acantilados.

Otros faros, muy pocos, gozan de un cuidado diseño arquitectónico, autenticas joyas que espero sean debidamente conservadas por el Estado, tal es el caso de La Torre de Hércules en A Coruña, erigida por los romanos en el siglo I, reconstruida en 1790 por Carlos III y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2009. La mitología dice que hubo un gigante llamado Gerión, rey de Brigantium, que obligaba a sus súbditos a entregarle la mitad de sus bienes, incluyendo sus hijos. Un día los súbditos decidieron pedir ayuda a Hércules, que retó a Gerión en una gran pelea. Hércules derrotó a Gerión, lo enterró y levantó un túmulo que coronó con una gran antorcha. Cerca de este túmulo fundó una ciudad y, como la primera persona que llegó fue una mujer llamada Cruña, Hércules puso a la ciudad este nombre.

No quiero olvidarme del faro del Cabo de Palos en Cartagena. Según Plinio el Viejo y Avieno, sobre el promontorio del cabo hubo en la antigüedad un templo consagrado a Baal Hammon, identificado luego por los romanos como Saturno. En 1554, debido a la intensidad de los ataques de los piratas berberiscos sobre toda la costa mediterránea española, el rey Carlos I ordena al concejo de Cartagena la construcción sobre el promontorio de una torre vigía con el nombre de Torre de San Antonio. Es en la época de Felipe II cuando se emprende la elaboración de un sistema completo de defensa de las costas, cuyos responsables más directos fueron Vespasiano I Gonzaga y el prestigioso ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli, quienes, durante el verano de 1570, recorrieron cuidadosamente el litoral del reino de Murcia y planificaron un completo sistema defensivo de la costa española.

Como consecuencia de este plan de defensa, en 1578 se terminó la torre, que tenía forma hexagonal, y se ordenó apostar guardas cuya misión consistía en avistar cuanto antes y dar aviso de la presencia de las fustas, galeras y saetas enemigas. A pesar de encontrarse en buen estado de conservación, en 1862 la torre renacentista fue demolida y sus sillares se utilizaron en la construcción del actual faro.
Las obras del nuevo faro fueron terminadas en 1864. El plano focal del faro tiene una altura de 51 metros sobre el terreno y 81 metros sobre el nivel del mar. Emite una luz blanca en grupos de 2 destellos cada 10 segundos, y tiene un alcance nominal nocturno de 23 millas náuticas.

Entre los faros situados fuera de las costas españolas, tengo especial predilección por el faro ubicado en el islote de Planier, a ocho kilómetros del puerto francés de Marsella, en plena Costa Azul. Su construcción obedece a los criterios clásicos. La torre es de fabrica, asentada en un pedestal de sillería que a su vez apoya en el suelo de roca. En esta construcción se implementa el carácter práctico con detalles constructivos preciosistas como el remate del mirador de la linterna ejecutado en piedra de mármol. Si nos fijamos bien el arquitecto intenta reproducir una columna clásica, estílo toscano, aunque por los adornos de lo que sustituye al capitel se podría considerar igualmente corintia, en ambos casos se respetan las proporciones entre capitel y basa, así como la estructura de ambos. El fuste, o en este caso torre , igualmente guarda las proporciones clásicas entre el diámetro de la basa y el de la zona de acometida al capitel (base de la linterna)
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Caracteristicas constructivas :
Distancia desde tierra al foco luminoso : 58 m.Altura del pedestal : 8,6o m.Longitud de la torre entre pedestal y mirador : 42,44 m.Diámetro de la torre en su comienzo : 8,80 m.Diámetro en la unión con el mirador : 6,70 m.Losa de apoyo : 13,30 m.El hueco de escalera tiene un diámetro constante de 4 m.El cajón cimentación del conjunto llega a una profundidad de 35 m.

Todos los faros encierran grandes historias, vividas por los fareros y por su entorno o por la soledad proporcionada en una isla perdida en el mar. Punto de referencia en todas aquellos lugares donde están ubicados, y siempre orgullo de sus vecinos. Una luz en ocasiones salvadora para los navegantes y siempre una guía permanente.

Benito Sacaluga.




Fuentes: Ministerio de Fomento.Puertos del Estado. Enciclopedia General del Mar. Wikipedia.
(1) Editorial: Círculo Rojo ISBN: 9788499910437