jueves, 25 de julio de 2013

LA MARINA, LA REPÚBLICA, CARTAGENA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA (IV)




Sabotaje alemán en el Arsenal de Cartagena (*)


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...Podríamos continuar con los condecorados expresamente por el III Reich, como el Contralmirante González-Aller, Comandante-Jefe del Arsenal o Augusto Cheriguini, Comandante del Puerto de Cartagena, cuya complicidad con la Kriegsmarine, la Marina de guerra alemana o los Servicios Secretos del III Reich fueron puestos en evidencia por el Informe elaborado por el Servicio de Inteligencia del Reino Unido, cuyo embajador en Madrid, el conservador Samuel John Gurney Hoare, primer Vizconde de Templewood, el 25 de febrero de 1944, entregó al ministro de Asuntos Exteriores de Franco, José Félix de Lequerica, sobre el sabotaje a que se veían sometidos los barcos aliados que recalaban en puertos españoles.

Samuel John Gurney Hoare

Desde el inicio de la II GM, en 1939, hasta la fecha de elaboración del Informe, febrero de 1944, veinte buques aliados habían sido atacados en España por saboteadores al servicio del III Reich, que operaban en nuestro país. En lo que respecta a Cartagena, dicho informe hace referencia al intento de sabotaje del buque cisterna italiano Lavoro, el 31 de Octubre de 1943, en el Arsenal de Cartagena, después que Italia, caído Mussolini, hubiera capitulado, y el General Badoglio hubiera declarado la guerra a Alemania (13/10/1943), formando ahora parte del bando aliado.

Almirante W.Canaris
Uno de los saboteadores procedente del buque alemán Lipari, murió por la explosión prematura de una de las bombas. Este ataque contra el Lavoro fue seguido y precedido por otros sabotajes, que sí tuvieron éxito. Así se expresaba el informe británico que denunciaba que en una visita a nuestro país, realizada por el Almirante Wilhem Canaris, Jefe de los Servicios Secretos alemanes, se acordó con sus homólogos españoles intensificar los ataques contra barcos aliados en: Sevilla, Huelva, CARTAGENA, Bahía de Gibraltar y otros puertos españoles:
« […] Aunque el gobierno español profese ignorancia de las actividades de sabotaje del enemigo, ni ignorancia o impotencia pueden explicar la attitud (sic) de un número de súbditos españoles y funcionarios que viven cerca de las bases enemigas […] quienes no sólo han deliberadamente ignorado las actividades de sabotaje del enemigo llevadas a cabo a pocos metros de ellos, sino que también han facilitado ayuda activa a los agentes enemigos interesados […] »
En la prensa local, no se hizo referencia alguna a este atentado o a cualquier otro atentado o incidente de esta naturaleza, ocurrido en el Arsenal de Cartagena. Sin embargo, poco más de una semana después de la entrega oficial del Informe británico a las autoridades diplomáticas españolas y cuatro meses después del intento de sabotaje, en el Noticiero de Cartagena, aparece una Requisitoria del Juez Instructor de la Comandancia Militar de Marina de Cartagena, con el siguiente texto:
«[…] Por la presente se llama y emplaza a los oficiales del buque alemán Lipari, Walter Schroeder y Hans Richter como posibles responsables de un frustrado sabotaje […] para que en el plazo de 30 días, si se encuentran en España, o 90 si se encuentran en el extranjero, comparezcan en este Juzgado, de lo contrario serán declarados rebeldes […]»
Esta rápida reacción de la Marina, a instancia de la diplomacia franquista, es una muestra del impacto que la denuncia del Reino Unido hizo en el gobierno español. Como analizaremos detenidamente más adelante, en marzo de 1944, una vez derrotada Italia, Franco mostraba mucho más cuidado en escenificar ante los aliados, su presunta neutralidad.

No obstante ello, es necesario señalar que esta requisitoria es una mera formalidad jurídica. Los saboteadores estaban perfectamente identificados por las autoridades cartageneras de la Marina. A pesar de la gravedad del delito, cuando se produjo el intento de sabotaje se les dejó marchar sin cargos. Hechos parecidos llevaron ante el pelotón de fusilamiento a centenares de resistentes antifranquistas. Por bastante menos, pocos meses después, en enero de 1945, con la firma de Bastarreche, serían ejecutados en el patio del Arsenal de Cartagena, Alfonso Martínez Peña y Tomás Rubio Martínez.

Cuatro meses más tarde del intento de sabotaje, los últimos responsables de la ocultación del delito y el debido castigo a los responsables, Bastarreche, González-Aller y Chereguini, ordenaron al Capitán de Infantería de Marina, Samuel Gómez Novel, en calidad de juez militar, retomar la instrucción sumarial del caso y proceder a la búsqueda y captura de los autores de un “frustrado sabotaje”, sin indicar siquiera en la requisitoria, ni donde, ni cuando se produjo el delito. Siguiendo las instrucciones de sus superiores, los germanófilos marinos hicieron también cumplido honor a la confianza depositada en ellos por el ya declinante III Reich.

Los oficiales alemanes autores del sabotaje, nunca se presentaron al juez militar, tampoco fueron detenidos y consecuentemente jamás fueron juzgados, pero el intento de “guardar las formas” nos indica que algo estaba cambiando. De hecho, en el ámbito cartagenero, el cónsul inglés Guillermo Leverkus, en tanto que miembro del Cuerpo Consular residente en Cartagena, empezó a ser invitado a algunos de los actos oficiales del Régimen a los que, hasta ese momento, había sido permanentemente excluido. Así, junto al cónsul alemán Fricke, y al resto de las autoridades cartageneras, entre las que se encontraba González-Aller, en representación de Bastarreche, fue invitado, el 2 de mar-zo de 1944, a la fiesta que con motivo del día de su patrón, celebraba el Cuerpo de Policía. Cuya Brigada Político-Social era la encargada de vigilar estrechamente sus movimientos, como demuestran algunos de los partes policiales que veremos más adelante. Asimismo también fue invitado y asistió al acto de entrega del Diploma como hijo adoptivo y predilecto de la ciudad de Cartagena del Almirante Bastarreche, en mayo de 1944, presenciando la ceremonia desde un lugar destacado y con gran repercusión en la prensa local.

En cualquier caso, en el microcosmos cartagenero, el caso del Lavoro es una muestra clara y evidente de la colaboración activa y la complicidad manifiesta entre las autoridades cartageneras de la Marina española y la Kriegsmarine, no sólo durante la época de la No Beligerancia, hasta el 3 de octubre de 1943; sino también, a partir de esa fecha, una vez declarada formalmente la Neutralidad de España ante la II GM.


Benito Sacaluga




(*) Texto recogido íntegramente de "Cartagena 1939-44: falangistas, republicanos y espías, en medio del hambre, la represión y la II Guerra Mundial". Autor :Antonio Martinez Ovejero.Publicado en Cartagena Histórica (Ediciones Aglaya, Monográfico nº34, marzo 2008)



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