viernes, 17 de abril de 2020

EN EL DESTRUCTOR "ALMIRANTE VALDÉS", VERANO DE 1938



Reportaje y entrevista con los mandos del "·Almirante Valdés", publicada en el semanario "La Armada", 

Órgano del Comisariado de la Flota

Portavoz de los Marinos de la República

(27 de agosto y 3 de septiembre de 1938)








Con el mando del buque


No hacen falta presentaciones previas. Ya todos somos conocidos. Así es que, al subir al barco, nos encontramos como en familia. Y, después de los saludos de rigor, bien pronto estamos departiendo en la cámara de Mando respecto a la historia del destructor.


Destructor "Almirante Valdés"

Juan de Oyarzabal y Orueta
El Comandante, don Juan Oyarzábal; el Comisario, compañero Luís Molinuevo; el Segundo Comandante, don José Rodríguez Arias, y el Jefe de Máquinas. Al poco, llega don Fernando Oliva, Jefe de la 2.ª Flotilla de Destructores, cuya insignia arbola el buque que visitamos, el cual ha sido anteriormente, y por espacio de algún tiempo comandante del propio barco, cuya gestión es recordada entre la dotación con el más vivo afecto, como hemos podido comprobar en nuestra visita,  tenemos también, junto a nosotros, a varios camaradas de la dotación, de la cual formaban parte desde antes de iniciarse el movimiento rebelde, y que nos van a ayudar poderosamente en la tarea de echar una mirada retrospectiva a esas horas afanosas que motivan nuestro reportaje.

Prolegómenos de la sublevación


A medianoche de aquel tristemente célebre día 17 de Julio de 1936, el “Almirante Valdés”, respondiendo a la orden cursada desde el cabeza de la flotilla, el “Sánchez Barcáiztegui”, abandona el puerto de Cartagena, rumbo a Melilla, a la velocidad de unos veintiocho nudos. La dotación, sin estar enterada aún claramente del levantamiento sedicioso que ya, a aquellas horas, había prendido en otros lugares, estaba, no obstante, intrigadísima por el tan inusual como misterioso visiteo entre jefes y oficiales militares de mar y tierra, que habían podido ver aquella tarde en Cartagena.

A las pocas horas, se hacía escala en el puerto de Almería, en cuya recalada, a pesar de lo breve que fue, varios individuos, vestidos de paisano, hicieron acto de presencia a bordo, conferenciando con el comandante, quien saltó a tierra luego, y a cuyo regreso el destructor se hizo a la mar, prosiguiendo su ruta.


Tripulación del "Almirante Valdés"

Entrada a Melilla: contacto con los traidores


A la una de la tarde del día 18 llegábamos frente a Melilla, en cuyas proximidades nos encontramos a las dos restantes unidades de la flotilla, el “Sánchez Barcáiztegui” y el “Lepanto”, que andaban en servicio de vigilancia. Al cruzar nuestro barco frente al cabeza de las fuerzas, se oyó la voz del comandante de dicho buque preguntándole al nuestro : ¿Hay algo nuevo? ¿Qué instrucciones traes?, respondiéndole el interesado: Las mismas instrucciones que tú. Ya hablaremos. Y los destructores siguieron evolucionando por aquellos lugares, hasta que el “Sánchez Barcáiztegui” enfiló la bocana del puerto y se dispuso a entrar. 

Nosotros le seguimos. Bien pronto, ambos quedamos atracados al muelle de ribera. Hallándonos todavía en la faena de amarre, llegó junto a los barcos un automóvil militar, de cuyo interior asomaban fusiles y ametralladoras, descendiendo del mismo un teniente coronel del Tercio Extranjero, que luego supimos era el actual general faccioso Juan Yagüe, quien subió a bordo del “Sánchez Barcáiztegui, inmediatamente fue llamado nuestro comandante, sosteniendo todos una charla animadísima, pudiendo cogerle al citado teniente coronel, desde nuestra cubierta, estas palabras:
"Vengo a dar a ustedes las gracias en nombre de todos mis compañeros por no habernos bombardeado como tenían orden. Somos los amos de España. El general Goded me comunica que la Marina de Baleares, que supongo serán ustedes, es nuestra. Y he recibido también un telegrama del general Franco, en el que me dice es el amo de las Canarias y Baleares, en cuyas islas había mandado declarar el estado de guerra, y que, a la primera noticia, lanzaría las fuerzas aéreas y militares sobre la península".

¿Por qué se disparó contra Asturias?, grita un marinero


Apenas se marchó del buque el faccioso Yagüe, el Jefe del Estado Mayor de la Flotilla pasó a bordo desde el “Sánchez Barcáiztegui”, para hablar a la dotación, con el pretexto de que el comandante del “Almirante Valdés” no tenía facilidad de palabra para hacerlo. La dotación se formó en el sollado de marinería, permaneciendo así por espacio de diez minutos, al cabo de los cuales se recibió otra orden indicando se continuase formados, mientra que las distintas clases fueran a la toldilla, para leerles una proclama. Tan pronto como estas hicieron acto de presencia donde se les requería, vieron al susodicho jefe portando en la mano un escrito, que no llegó a leer, pronunciando el mismo estas palabras:

He llamado a ustedes para decirles que ha estallado un movimiento militar en toda España. El Ejército entero está en pie, y al frente del movimiento se encuentra un hombre, como el general Franco, que supongo inspire a todos ustedes la mayor confianza. Dicho general hace un llamamiento a todos nosotros para ayudar a acabar con el estado de cosas lamentable que estamos viviendo los españoles. Hay un Gobierno en Madrid que no es Gobierno ni nada. Allí, se está asesinando a la gente sin orden ni concierto. Nosotros mismos hemos recibido orden de bombardear Melilla. Esto no puede ser ¡Disparar nosotros contra hermanos nuestros!

En este momento, se alzó, vibrante, la voz de un marinero:
¿Por qué se disparó en Octubre contra Asturias? ¿Es que aquellos mineros no eran también hermanos nuestros?
El Jefe, palideciendo, no acertó a parar el golpe más que echando mano de esta frase;
“Yo no hubiera disparado entonces tampoco”.

Se vence la traición a bordo


Después de la infructuosa tentativa para ganar el ánimo favorable de la gente hacia el movimiento sedicioso, el comandante del barco saltó a tierra, volviendo al rato, cuando ya los auxiliares y marineros, puestos de acuerdo, en su mayoría, habían decidido hacerse a la mar con el destructor. Si tarda un poco más el comandante se queda en tierra. Tan pronto como llegó, viendo el estado de ánimo de la gente, pareció acceder a sus deseos y mandó cubrir servicio de babor y estribor de guardia. Desamarra el buque y empieza a salir hacia fuera. De pronto, una falsa maniobra ordenada por el comandante, amenaza embestirnos de proa contra el muelle; luego, dando marcha atrás, el mismo peligro, de popa. Pero ya la dotación está haciéndose con los movimientos de la nave, y esto es lo que frustra el traidor designio del Mando.




El “Almirante Valdés” no se ha estrellado contra los muelles, pero ha embarrancado. A todo esto, el “Sánchez Barcáiztegui” ha empezado también a ponerse en movimiento. Se le ve que trata de salir de puerto; Y la gente del “Valdés”, vivamente, llama la atención de aquéllos, para que acudan, antes de marchar, y den un tirón del barco, para ver de desembarrancarlo. Coincide también que se ve aproximarse al destructor, por la explanada del puerto, a una columna de tropas legionarias, con banda y música. Se toca el Himno de Riego, y un oficial de las propias fuerzas legionarias, cuando todo el mundo se descubre, permanece cubierto, pero lo hace inmediatamente ante una indicación de a bordo. Un comandante y un capitán del Tercio suben al “Almirante Valdés” y repiten las gracias al Mando de éste.  Aquellas tropas venían ya a embarcar para su transporte a la Península, pero como el barco está embarrancado, se ponen de acuerdo unos y otros jefes en que, tan pronto como se le ponga a flote, lo que se calcula para media noche, avisarán con dos toques de sirena y volverán los legionarios.


Mercante "Monte Toro"
(Imagen Todo Avante)


Apenas se han ido los visitantes, les entra una prisa inusitada al comandante y oficialidad por sacar el buque. La dotación, que ya es casi dueña de la nave, se pone en contacto con el capitán del mercante “Monte Toro”, que se encuentra fondeado cerca, el cual se presta a dirigir la operación de desembarranque. Por la noche, a eso de las diez, el “Monte Toro”, que se ha acercado y dado unos cables al destructor, aprovechándose de las sombras del anochecer, ha conseguido ponerlo a flote. Y juntos ambos barcos, cautelosamente, abandonan Melilla, antes que los facciosos descubrieran la verdad a la hora convenida para la traición.

A la altura de la Isla de Alborán, el comandante y oficiales, que ya estaban desde el primer instante estrechamente vigilados, fueron detenidos, asumiendo el mando el Jefe de Máquinas, persona de la mayor confianza.


Mar de Alborán
Isla de Alborán arriba a la derecha

Bautismo aéreo del buque


El 28 de julio nuestro barco recibió orden de convoyar, desde Cartagena a Málaga, al transporte militar “Almirante Lobo” y al petrolero “Ophir”. Incidente digno de mención, fue que en el camino, se nos cruzó, pasando por encima del convoy, el conocido dirigible alemán “Graff Zeppelin”. A mediodía del 29, la aviación enemiga nos hacía objeto de su primera agresión, bombardeando el convoy, sin que tuviéramos que lamentar baja alguna en personal ni material. Aquel mismo día, el “Cíclope” nos entregó unas cosas para los submarinos “C 2” y “C 3” que veríamos en Tánger. Quedamos luego en servicio de vigilancia en la zona Tarifa – Bonanza.



"Almirante Lobo"

Cañoneo de Arcila (Marruecos)


El 2 de Agosto, en virtud de órdenes recibidas al efecto, nos dispusimos a cañonear el puerto de Arcila (Marruecos). Previamente, hicimos unos cuantos disparos, sin objetivo, para hacer salir varias embarcaciones que se encontraban allí. Más como no atendieran las indicaciones previas, nos pusimos a disparar en serio. El pánico más vivo prendió en la población. Incluso en las fuerzas militares, cuyos jefes, según pudimos averiguar después, creyeron que se trataba de un desembarco nuestro, huyendo hacia el interior muchos de ellos. A los dos días, en el Estrecho, apresamos al pesquero “Montedor”, de matrícula de Arrecife (Canarias), el cual, con tripulación sacada entre la dotación nuestra, marchó hacia Málaga. Más tarde, estando montando nuestro servicio de vigilancia, vimos que un mercante trataba de entrar en el puerto de Larache. Se le hicieron unos disparos, cortándole el camino, y tuvo que desistir del empeño. Inmediatamente fue arriado del destructor un bote, embarcando en él el propio comandante, que ya era D. Fernando Oliva, marchando hacia el mercante, para reconocerlo. Examinada su documentación resultó ser el alemán “Sevilla”, barco de correo y pasaje, dejándolo marchar libremente. En dichos momentos, hallándose el bote nuestro aún de regreso, aparecieron cinco trimotores enemigos en las alturas (los primeros de esta clase que veíamos), atacándonos durante tres horas, en cuyo espacio se relevaban, repeliendo nosotros fuertemente la agresión.

Cañoneo de Cádiz


En 6 de Agosto del propio año 1936, salimos de Málaga con orden de cañonear determinados objetivos de Cádiz. En el camino nos bombardeó un avión rebelde, sin el menor daño por nuestra parte. Llegados a las inmediaciones de la referida plaza, una densa bruma nos impedía la necesaria visibilidad, por lo que tuvimos que acercarnos hasta unas cinco millas, colocándonos, por consiguiente, al alcance de las baterías de costa, que podían alcanzar hasta 23.000 metros.

Empezó nuestro cañoneo, siendo contestados con nutrido fuego artillero desde tierra. Veintiocho disparos hicimos, saliendo otra vez a alta mar con ayuda de nuestras cortinas de humo. Según referencias suministradas  por el comandante de nuestro submarino “C 2”, que montaba también vigilancia por aquellas aguas, nuestros proyectiles alcanzaron a unos cuarteles y a un mercante que descargaba en el puerto material bélico.

Acciones contra Punta Carnero


El día 15 del mismo mes, hallándonos en el Estrecho haciendo un servicio de vigilancia para impedir el paso hacia la península desde Ceuta, del vapor “España nº 5", que debía transportar tropas y material de guerra, nos encontramos con que se nos hostilizaba desde Punta Carnero con fuego de cañón. Repelimos bien pronto la agresión, enmudeciendo las baterías enemigas ante los certeros disparos que les dirigimos. Al día siguiente nos acercamos a aquella costa, llegando a estar hasta unos 4.000 metros de distancia, sin que se nos molestase. Sin embargo, el día 26, nos reservaban una sorpresa, pues una de las veces que cruzábamos por aquel mismo lugar, nos encontramos con que las baterías de los días anteriores, que sólo tenían un alcance de 10.000 metros, habían sido cambiadas por otras que llegaban a 18.000.



El "España nº 5" atracado en Cádiz
(Imagen: Todocolección)


Fueron contestadas cumplidamente por nuestro barco. Cuando llegó el “Lepanto” a relevarnos en nuestro servicio por el Estrecho. ¡Qué bien hablaron entonces los cañones del “Lepanto”! Sentimos grandemente no poder ayudarle en su acción, pues se nos agotaba por momentos el combustible y había necesidad urgente en regresar a nuestra Base a repostar.




Destructor "Lepanto"


Campaña del Norte


El 30 de septiembre, salia el “Almirante Valdés” de Cartagena, rumbo a Málaga, para incorporarse al grueso de la Flota, que emprendería seguidamente viaje al Norte. En efecto, al siguiente día, nuestra Flota abandonaba la capital andaluza, camino del Estrecho, que atravesamos tranquilamente, así como la costa portuguesa y gallega, sin ninguna nota destacable, a excepción de un avión de reconocimiento enemigo, que avistamos casi a la entrada del Cantábrico, el cual fue ahuyentado por el fuego antiaéreo del destructor “José Luis Diez”.

El 25 entrábamos todos en Gijón. Por la tarde, acompañados del “Lepanto”, nos destacamos nosotros hacia Santander. El 28, otra vez juntos con el “Lepanto” y, además dos "bous", salimos a efectuar una operación de castigo sobre Luarca, siendo tocado por nuestros disparos el puente de hierro de la población, hallándonos a la distancia de unos 2.000 metros, viéndose desde el buque salir la gente del pueblo presa del mayor pánico.

El día 13 de octubre, a las once y medía de la mañana, la Flota Republicana, después de haber hecho acto de presencia en el Norte, se hizo a la mar, de retorno a Cartagena. Sería poco más de la una de la tarde, cuando sufrió nuestro barco una avería en el timón, teniendo que abandonar la Flota, para regresar a Sestao, siéndonos facilitada la pieza de repuesto por el “José Luis Diez”, que quedó  amarrado allí.



Crucero "Méndez Núñez"


Al otro día, volvíamos a salir a la mar. Ya no alcanzaríamos al grueso de la Flota hasta el Mediterráneo. El 18, poco antes de entrar en el Estrecho, avistamos un submarino leal, el cual nos indicó que los cruceros facciosos “Canarias” y “Almirante Cervera” andaban por aquellos parajes. No obstante, a ninguno de ellos pudimos ver. Y aquella noche cruzábamos felizmente el Estrecho, avistando, cuando amanecía el nuevo día, al “Méndez Núñez”, al cual acompañaban varios destructores, a la altura de Almería.

Operación sobre Estepona



Crucero ligero "Leipzig"

A las dos de la tarde del 20 de enero de 1937, el "Almirante Valdés", en unión de unos cuantos destructores, salía hacia la costa andaluza. Durante cierto tiempo del trayecto, el crucero alemán "Leipzig" fue siguiéndoles los pasos, y no había manera de desprenderse de su compañía; Por fin le despistamos y ya no volvió a encontrarnos. Al llegar frente a Estepona, cumpliendo órdenes recibidas al efecto, abrimos fuego contra los objetivos señalados, estacionándonos allí todo el tiempo preciso, hasta que, cumplida la operación, retornamos a la Base.

Vigilancia del "Legazpi"


El día 3 de marzo, salimos para Barcelona. Al día siguiente recibíamos allí orden de hacernos a la mar y salir al encuentro del vapor "Legazpi", convoyándolo desde Rosas a Barcelona. Por el camino, nos enteramos que dicho barco había embarrancado en la costa. Un radiotelegrama acusaba la presencia del "Almirante Cervera" por las proximidades.

Durante los tres días que estuvo embarrancado el buque, se estableció un servicio combinado de vigilancia en torno suyo, montándolo, de día, un avión y, por la noche, nuestro destructor. Nuestro comandante, don  Fernando Oliva, iba en el aparato, durante el día, a ver cómo seguía el "Legazpi". Por este servicio, fue muy felicitado el "Almirante Valdés", tanto por el Ministerio como por el Mando de la Flota.

Cañoneo de Ibiza


Fue esta una operación realizada por nuestro barco solamente. Recibimos orden de trasladarnos hacia Ibiza para cañonear determinados objetivos de la misma; y allá marchó el "Almirante Valdés", aproximándose sigilosamente, al amparo de las sombras de la noche. Llegados a sus inmediaciones, nos adentramos más y más hacia la costa, abriendo el fuego a una distancia cortísima, manteniéndolo por espacio de cierto tiempo. La sorpresa, debió ser mayúscula entre los facciosos isleños.

Acción sobre Ceuta


En unión del "Sánchez Barcáiztegui", "Lepanto" y "Alcalá Galiano", el día 4 de abril, nos hacíamos a la mar, rumbo al Estrecho. Durante la travesía, avistamos un crucero alemán, que seguramente advirtió a los facciosos nuestro paso por aquellas aguas.

Al hallarnos frente a Ceuta, el "Alcalá Galiano" y nosotros empezamos a disparar sobre el puerto de dicha plaza, mientras las dos restantes unidades republicanas protegían la operación, evolucionando por las cercanías. No habíamos hecho más que comenzar el cañoneo, y ya estaban contestando las baterías de costa, con nutrido fuego, prevenidas, sin duda, por el barco espía germano encontrado en el camino. Los rebeldes creyeron, por lo visto, que se trataba de un ataque combinado por fuerzas de mar y aire, pues distinguimos perfectamente, al tiempo que nos disparaban las baterías de tierra, cómo ponían en acción sus cañones antiaéreos. Nuestra misión se cumplió con entera exactitud, estando por allá cuanto tiempo nos pareció conveniente, regresando sin novedad alguna.

Barrido contra la costa andaluza


El 23 del mismo mes de abril, esta vez acompañando al grueso de la Flota, salimos con rumbo hacia la costa rebelde andaluza. Señaláronse, por el Mando, los objetivos a cumplimentar por cada unidad, correspondiendo al "Almirante Valdés" actuar frente a Almuñécar y Salobreña. Destacados a los lugares asignados, en la tarde del día 24 dimos comienzo a la operación, comprobando desde el propio buque perfectamente los blancos que se hacían.

Nueva operación sobre Ibiza


Era el 20 de Mayo, a las seis y veinticinco de la mañana, cuando salían nuestras naves de su Base, navegando todo el día sin novedad alguna, hasta la tarde, en que se ordenó al destructor "AlcaIá Galiano" y a nosotros procediésemos a cañonear ciertos puntos de Ibiza.

Nos disponíamos a dar principio a la tarea encomendada, cuando se interpuso entre nuestros barcos y tierra un navío de guerra alemán. Esperamos que pasara y, tan pronto lo hizo, abrimos fuego sobre los objetivos marcados. A todo esto, nuestra aviación hacía también acto de presencia sobre la isla, combinando su acción con la nuestra. A los pocos momentos de iniciar sus salvas los dos destructores, vimos claramente como se elevaba, desde la cubierta del navío teutón, que luego resultó ser el  "Deutschland", una densa columna de humo, mientras su casco aparecía envuelto en llamas. Al parecer, había sido tocado por la aviación.

Combate de Cherchel



Crucero "Baleares"

El "Almirante Valdés" formaba parte de la Flota el día 7 de septiembre, cuando tuvo lugar el combate de Cabo Cherchel, en sus dos encuentros con el crucero enemigo "Baleares", por la mañana y por la tarde, siendo, en esta segunda acción el primero de nuestros buques que avistó al navío rebelde y disparó sobre él. Cuando el pirata se vio venir encima a nuestros destructores, dispuestos para el lanzamiento de torpedos, al tiempo que el "Libertad" lanzaba sus salvas, viró y emprendió la huida, no sin hacernos objeto a la Flota de su poderosa artillería.

Servicio de convoyes


El "Almirante Valdés" ha  intervenido en gran número de servicios de convoy. Algunos de ellos, bastante arriesgados. Citaremos los llevados a cabo el 9 de Diciembre de 1936, en unión del "Escaño", convoyando al "Tramontana" y al "Campillo", desde Cartagena a Valencia y regreso; el 3 de Enero siguiente, acompañados de los destructores "Almirante Antequera", "Alcalá Galiano" y "Churruca", trasladándose previamente a Barcelona para escoltar hasta Mahón a varios buques mercantes; el 4 de Julio del mismo año 1937, junto con el "Lepanto", con orden de llevar hasta Mahón, desde Barcelona, a los mercantes "J. J. Síster" y "Jaime II", sabiendo que andaban por el camino los grandes cruceros enemigos "Canarias" y "Baleares". Ya en las inmediaciones de Mahón, avistamos un avión de reconocimiento faccioso, haciéndole fuego con nuestros cañones antiaéreos, por lo que se alejó rápidamente.

En la capital isleña sufrimos luego tres ataques de aviación, muy bien repelidos por las defensas de la plaza, derribándose dos aparatos, según propia confesión hecha posteriormente por Palma de Mallorca. Otro servicio de esta naturaleza digno de mención, fue el realizado junto con el "Escaño", cerca de un mercante griego.

Termina ya nuestra visita, despidiéndonos de estos buenos amigos del "Almirante Valdés", con un total de 510 disparos, sin olvidarnos de los numerosos bombardeos aéreos sufridos.

Decididamente, el buque que acabamos de abandonar, es otro de los más curtidos en estos dos años de lucha y uno de los primeros que ratificaron su fidelidad a la República y a su Gobierno legítimo.



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