Durante la Guerra de España (1936-1939) se dieron por desaparecidos dos submarinos de la Flota republicana, concretamente el ‘B-5’ y el ‘C-5’.
La desaparición del ‘B-5’ se dató entre el 12 y el 15 de octubre de 1936 y la zona del hundimiento queda supuesta frente a las costas de Estepona (Málaga). Recordemos que el submarino, en la que fue su última misión, partió del puerto de Málaga. Con el desapareció toda su dotación, compuesta por 37 marinos.
En el caso de ‘C-5’ se sabe que salió en misión desde Portugalete (Bilbao) el 30 de diciembre de 1936, según algunos de los documentos oficiales encontrados ese mismo día se perdió contacto con el submarino. Los 40 marinos que integraban su dotación (Anexo 1 en el último capítulo) desaparecieron con el submarino en aguas del Cantábrico, entre Portugalete y Ribadesella.
El objeto de este trabajo se centra en el ‘C-5’, lo relacionado con el ‘B-5’ será objeto de estudio próximamente. La investigación ha sido llevada a cabo por un grupo de trabajo integrado por dos marinos profesionales, José Manuel perteneciente a la Marina Mercante y Antonio, Oficial de la Armada española, también por Virginia, familiar del Oficial de Derrota a bordo del ‘C-5’ en el momento de la desaparición, y por quién lo firma.
A pesar de las informaciones contradictorias que se ponen de manifiesto en este informe, el ‘C-5’ se dio extraoficialmente por desaparecido el 31 de diciembre de 1936, como se verá más adelante desde el Ministerio de Marina se ocultó la desaparición oficial al menos hasta la segunda quincena de febrero de 1937.
Los motivos, lugar y la fecha del hundimiento siguen hoy sin esclarecerse. Las versiones ofrecidas, tanto por la Armada de la República como por la franquista, vienen a concluir, y siempre hipotéticamente, en que la causa del hundimiento del submarino fue un acto de sabotaje de su comandante, más tímidamente se apunta a que fue un supuesto mal estado del sumergible el motivo de su hundimiento. En ambos casos se descarta la intervención, el ataque o amenaza real, de un buque de guerra, tanto franquista como extranjero.
Este trabajo no descarta ninguna de las dos hipótesis citadas sobre lo sucedido, recordemos que no hubo supervivientes y por tanto tampoco testigos, pero consideramos necesario abordar otra hipótesis más, basada ésta en la posibilidad real de que en el suceso interviniese un buque de guerra.
Está claro que si el buque de guerra atacante hubiese sido de la flota sublevada ésta habría lanzado la noticia a los cuatro vientos, autoproclamándose autora de tan exitoso ataque, noticia que no se produjo. Por otro lado el Almirante (S) José María Treviño, en un artículo publicado en la revista Defensa el 25/04/2021, en el que aborda el tema del ‘C-5’, afirma:
“…en la zona no había ninguna unidad naval o aérea enemiga que podía haber atacado al C-5”. (Entendemos que Treviño se refiere a unidades navales franquistas, ya que tanto a Alemania como a Italia nunca se les otorgó la calidad de enemigos en esta guerra)
Según lo anterior las sospechas han de recaer en un buque de guerra extranjero, concretamente de la Kriegsmarine (Marina de Guerra alemana), única Marina de Guerra extranjera activa en el Cantábrico con varias unidades en la fecha en la que se produjo la desaparición del ‘C-5’.
Una intervención, la alemana, que, por uno u otro motivo, ha sido desechada o interesadamente ocultada hasta hoy y que en este trabajo trataremos de establecer como posible. Dado el tiempo transcurrido desde el suceso, más de 89 años, y la dificultad de acceso a los archivos alemanes, nos impide dar como demostrada nuestra tesis, no obstante, la abundante documentación consultada permite calificarla, sin lugar a dudas, como de muy posible.
Operaciones del C-5 en el Cantábrico
Cuando se produjo la sublevación militar contra el Gobierno de la República el ‘C-5’ se encontraba en el Arsenal de Cartagena, en dique seco, para sustituir uno de sus motores eléctricos. En esos momentos estaba comandado por el capitán de corbeta Antonio de Amusátegui Rodríguez, partidario de la sublevación e inmediatamente detenido, el 2º comandante, el teniente de navío Antonio Ruiz González desembarcó para hacerse cargo de la Jefatura de la Base Naval de Cartagena. Quedó como comandante ocasional del ‘C-5’ el contramaestre Jacinto Núñez, hasta que el 25 de agosto de 1936 es nombrado para el cargo el capitán de corbeta José Mª de Lara y Dorda. Como 2º comandante es nombrado Avelino Bernadal, capitán de la Marina Mercante. Ese mismo día 25, dirigiéndose a Tánger, el submarino queda varado frente a Tarifa (Cádiz) a causa de un error en el cálculo de la derrota llevada a cabo por el comandante, peligrosa situación en la que permaneció visible e inmovilizado hasta la subida de la marea, estando todo ese tiempo a merced de los posibles ataques de los sublevados situados en Tarifa.
Sin haber llevado a cabo ninguna acción digna de mención, recibe órdenes de partir para el Cantábrico, concretamente al puerto de Bilbao. Maniobrando para salir del puerto de Cartagena colisiona con el submarino ‘C-1’ sin que ello le impida continuar viaje. Llega a Bilbao el 30 de agosto de 1936 y al día siguiente entra en un dique de los Astilleros Euskalduna al objeto de revisar el casco por si tuviese algún desperfecto provocado por la varada frente a Tarifa o la colisión con el ‘C-1’. Tras comprobarse que no hay desperfectos de importancia, tres días después zarpa con destino Portugalete donde en uno de sus muelles establece su Base.
El día tres de septiembre de 1936, cerca de las costas de Luarca, se enfrenta en superficie a varios pesqueros armados, a los que se une un hidro Savoia S-62 y el sublevado destructor ‘Velasco’. Estando en inmersión recibe el impacto de la onda expansiva de una carga de profundidad, dejándolo sin propulsión y descendiendo sin control. Permanece en el fondo marino durante aproximadamente 48 horas hasta que logra salir a superficie y llegar a Bilbao, donde se valoran los posibles desperfectos, resultando éstos sin importancia relevante y una vez reparados vuelve a estar operativo.
Hidroavión Savoia S-62
A mediados del mes de septiembre, encontrándose de patrulla a la altura de Cabo Peñas, recibe un mensaje indicando la posición del crucero sublevado ‘Almirante Cervera’, acude a la posición indicada y se prepara para atacar con torpedos al crucero, pero cuando tiene centrado el tiro el comandante se niega a lanzar los torpedos alegando que en la trayectoria de estos se ha interpuesto el crucero alemán ‘Königsberg’.
A mediados de octubre, encontrándose en su base de Portugalete, una cuadrilla de individuos armados sorprendió a los marineros de guardia, los desarmaron, les dijeron que se largaran y se apoderaron del buque. Eran gudaris que actuaban como agentes del gobierno vasco. El Estado Mayor republicano gestionó el desalojo con las autoridades vascas y el asunto se resolvió sin estridencias.
El 30 de octubre recibe la orden de localizar y torpedear al acorazado ‘España’, avistado cerca de Cabo Mayor. A mediodía del día 31 de octubre y a la distancia correcta lanza dos torpedos contra el acorazado que quedan cortos, ya más cerca del blanco lanza otros dos torpedos que también fallan. La tripulación sospecha que los giróscopos de los torpedos han sido manipulados.
En relación con la actuación del comandante del ‘C-5’ ante el ‘Almirante Cervera’ y el ‘España’ detalladas anteriormente, debemos atender a lo publicado por los hermanos Moreno Fernández, almirantes franquistas:
"... eludió el lanzamiento de torpedos contra el ‘Cervera’ y falló intencionadamente contra el ‘España’ lo que ningún oficial de su experiencia y conocimientos técnicos hubiera errado."
Una opinión que viene a fundamentar, aún más si cabe, la mantenida por la dotación del submarino en cuanto al colaboracionismo del comandante con el enemigo. Unamos a estas actuaciones el incidente frente a Tarifa, provocado por un cálculo inadecuado de la derrota, y la colisión con el ‘C-1’ en el puerto de Cartagena, ambas ya detalladas anteriormente, y no hay duda posible en cuanto a la connivencia del comandante con los sublevados.
Por si quedaba alguna duda de la condición de traidor a la República de Lara y Dorda, a finales de 1936, estando el ‘C-5’ atracado en Portugalete, Lara y Dorda apoyado por los alféreces de navío Carlos Moya Blanco, comandante del destructor ‘José Luís Díez’ y Julián Sánchez Ferragut, comandante del Torpedero Nº 3, los comandantes médicos de la Armada Anselmo Torres Pintos y Arturo Valdés Gutiérrez y el comandante de ingenieros navales de la Armada Rafael Cardín Fernández, todos ellos partidarios de los sublevados, conspiran para apoderarse del submarino y ponerlo a disposición de la Armada sublevada. Finalmente la operación no se llevó a cabo.
Benito Sacaluga