martes, 30 de julio de 2013

LA MARINA, LA REPÚBLICA, CARTAGENA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA (VII)




El régimen reacciona en el ámbito militar (*)


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....Ante el triunfo aliado en África del Norte y la progresiva retirada alemana en la URSS, el Régimen, con objeto de afirmarse, no sólo respondió con un incremento de su política represiva. En el ámbito militar puso en marcha algunas medidas de carácter preventivo. Asimismo en el terreno político tomó algunas iniciativas dignas de mención, que a continuación señalamos.

Las medidas de carácter militar provocaron la petición dimisión del Ministro de Marina. En carta personal dirigida a Franco, el 24 de mayo de 1943, Salvador Moreno manifestaba:

Almirante S. Moreno Fernandez
« […] Es tradición tristísima en nuestra Patria el olvido y despego hacia las cosas del mar […] Hechos actuales vienen a confirmar mi desaliento y a corroborar en forma terminante y en sumo grado dolorosa, ese bajo aprecio y peligroso olvido a que antes hube de referirme. A mi despacho oficial llega desde ayer el asombro de las Autoridades Jurisdiccionales de Marina ante una ocupación militar de la costa por fuerzas del Ejército sin previa noticia y aviso, y dentro del más absoluto desconocimiento por mi parte de las razones que pueden justificar tal medida […] Las autoridades subalternas de la Marina reciben órdenes de las del Ejército ocupante […] Resumiendo, Excelencia: me considero sin fuerzas y sin aliento para continuar al frente de la Marina y respetuosamente le suplico ser relevado en mi puesto […] »
La dimisión no fue aceptada. El almirante Salvador Moreno Fernández permaneció como Ministro de Marina hasta julio de 1945, muriendo como Capitán General de El Ferrol, en septiembre de ese año. En su carta de renuncia, Moreno nos confirma que se había producido una apresurada y rápida ocupación militar de la costa por parte del Ejército, de la que ni siquiera él mismo, Ministro de Marina, estaba enterado.

Foto : ventepalmonte.blogspot.com
Asimismo, por Decreto de 22 de julio de 1943, se pretende que las poblaciones, mayores de 20.000 habitantes, que dada su importancia estratégica, puedan ser objeto de ataques aéreos, se doten de refugios antiaéreos. En este sentido, la Orden de Presidencia de 19 de octubre de ese año, señala a Murcia, Cartagena, Lorca, Cieza, Caravaca, Jumilla, y Yecla, como las ciudades de la provincia de Murcia, donde deben construirse refugios. Respecto a obras de carácter militar, también cabe destacar el proyecto para la construcción de tres túneles en las faldas del monte Roldán de Cartagena.

También hubo un proyecto de carácter esencialmente militar, el suministro de agua a la Base Naval desde el río Taibilla. El proyecto empieza redactándose en los últimos tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera. Las primeras obras se inician durante la República, en 1932, con Indalecio Prieto, como Ministro de Fomento. Interrumpidas durante la guerra. Fueron retomadas por el Régimen franquista, que declaró “Obra Preferente en el Plan de Defensa Nacional", el abastecimiento de agua para la Base Naval de Cartagena. 

Las obras se aceleran a partir de 1943, por motivos militares, pero también políticos y sociales. Al mismo tiempo que el agua llegaba a las instalaciones militares, también podría llegar a los hogares de los cartageneros. Las aguas del Taibilla llegaron a la Base Naval y al pueblo de Cartagena y con ellas, la primera visita de Franco a la ciudad, en la primavera de 1946.

Mariscal Badoglio
En cualquier caso, las preguntas son obvias: ¿Por qué se ocupa militarmente la costa mediterránea de forma tan precipitada? ¿Por qué y para qué construir refugios anti-aéreos si no había una confrontación militar en el horizonte? ¿Qué objeto tiene que el CO de CNM construya tres túneles frente a la Isla de las Palomas en la costa cartagenera bajo las baterías del monte Roldán? Al parecer la hipótesis de invasión estuvo presente durante mucho tiempo en los planes político-militares del Régimen. Sobre todo, cuando en los meses siguientes se produjeron: el desembarco aliado en Sicilia (10/7/1943); dos semanas después, la caída de Mussolini (25/7/1943); y la rendición incondicional de la Italia del Mariscal Badoglio y del rey Víctor Manuel a las ejércitos aliados, en poco más de seis semanas (9/9/1943).

Estos hechos tuvieron una notoria repercusión en las autoridades franquistas y en el propio Franco. Mussolini había sido el líder extranjero que política y personalmente estuvo más cerca del Jefe del Estado español, tal como nos han revelado los archivos desclasificados norteamericanos. Pues bien, su amigo Mussolini había caído víctima de una conspiración monárquica, con el rey Víctor Manuel a la cabeza, apoyada por una facción del partido fascista y cuyo brazo armado había sido el general Badoglio.

General Varela
Una situación similar podía ocurrir en España. Los generales monárquicos Varela y Galarza habían sido cesados de los ministerios del Ejército y de Gobernación respectivamente, en el cambio de gobierno de septiembre de 1942, en el que también había caído Serrano Suñer. En marzo de 1943, Don Juan solicita a Franco la restauración de la Monarquía. En el verano de 1943, coincidiendo con la ofensiva de los aliados en Italia y la caída de Mussolini, un grupo de Procuradores en Cortes monárquicos, y siete de los doce generales al frente de las Capitanes Generales le hacen a Franco la misma petición. No era pues nada descabellado el triunfo de una operación monárquica, en España, similar a la italiana, con Don Juan al frente, una buena parte de los mandos supremos del Ejército moviéndose en esa dirección, y los aliados alentando el cambio y moviendo los muebles y los inquilinos “en la casa de al lado”.

A este esquemático contexto nacional e internacional hay que añadir que, en las costas de Almería, Granada, Murcia y Alicante, desde finales de 1943, se venían introduciendo grupos guerrilleros compuestos por exiliados españoles procedentes de África del Norte. Estos grupos entrenados y organizados por oficiales del ejército norteamericano, venían bien pertrechados de armas y equipo. Su misión consistía en suministrar información militar a los aliados sobre los efectivos y las instalaciones militares españolas.

Al parecer, la búsqueda y detención de estos comandos en las costas murcianas y alicantinas fue infructuosa. La Guardia Civil, siguiendo las instrucciones de la Capitanía General de la III Región Militar, informaba así al Gobernador Civil de Murcia del resultado negativo de su vigilancia de costas: alentando el cambio y moviendo los muebles y los inquilinos “en la casa de al lado”.

A este esquemático contexto nacional e internacional hay que añadir que, en las costas de Almería, Granada, Murcia y Alicante, desde finales de 1943, se venían introduciendo grupos guerrilleros compuestos por exilados españoles procedentes de África del Norte. Estos grupos entrenados y organizados por oficiales del ejército norteamericano, venían bien pertrechados de armas y equipo. Su misión consistía en suministrar información militar a los aliados sobre los efectivos y las instalaciones militares españolas.

Al parecer, la búsqueda y detención de estos comandos en las costas murcianas y alicantinas fue infructuosa. La Guardia Civil, siguiendo las instrucciones de la Capitanía General de la III Región Militar, informaba así al Gobernador Civil de Murcia del resultado negativo de su vigilancia de costas:
« […] de los reconocimientos y averiguaciones practicadas por esta Comandancia no se ha podido obtener el menor recelo, ni conseguido adquirir noticia alguna de que hayan llegado a la costa de esta provincia y la de Alicante barcazas procedentes del Norte de África, trayendo a bordo extremistas, que se hallaban huidos de España, ni que hayan llevado al extranjero personas en situación atenuada, así como, verificando tampoco desembarco de arma alguna, para su distribución entre los elementos de la Unión Nacional […]»
Al parecer, el ejército norteamericano interrumpió el envío de estos comandos, a finales del verano de 1944, tras la recepción por parte de su gobierno, de una enérgica nota de protesta del gobierno español. En cualquier caso, parece claro que hubo desembarco de comandos y que las fuerzas de seguridad y el ejército anduvieron buscándoles.

La caída del régimen fascista italiano y la rendición de Italia a las tropas aliadas fue el signo público e inequívoco de que el Eje Berlín-Roma-Tokio podía perder la guerra y los regímenes fascistas o nacional socialistas borrados del mapa político europeo. Si a ello se une el riesgo interno real de conspiración monárquica, ayudada por la presión aliada, el panorama no podía ser más inquietante para el futuro del régimen franquista.


Benito Sacaluga



(*) Texto recogido íntegramente de "Cartagena 1939-44: falangistas, republicanos y espías, en medio del hambre, la represión y la II Guerra Mundial". Autor :Antonio Martinez Ovejero.Publicado en Cartagena Histórica (Ediciones Aglaya, Monográfico nº34, marzo 2008)

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