jueves, 1 de agosto de 2013

LA MARINA, LA REPÚBLICA, CARTAGENA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA (IX)

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Presos en libertad vigilada e incremento de la represión



1939. Patio del Penal de Santa María, Cádiz,
repleto de ciudadanos españoles. 
La liberación de casi siete mil presos, en una sola remesa, quiso mandar un mensaje a los aliados de la magnificencia, generosidad y capacidad de reconciliación del régimen respecto a los presos políticos de la guerra civil. Esta puesta en “libertad vigilada” vino precedida de numerosos editoriales en la prensa alabando el nuevo sistema penitenciario del régimen, con la redención de penas por el trabajo. El titular de algunos de ellos resulta harto significativo: LIBRES SÍ, PERO VIGILADOS La doctrina subyacente en esta medida de gracia se pone de manifiesto en este artículo:
« […] Se le vigila para ver si en realidad se redime de su culpa anterior por el trabajo y la fe en sí mismo y en la Patria, pero si no agradece la gracia de esta justicia del Estado, y si emplea su libertad para reincidir en su delito, aunque sea de modo subterráneo, agazapado, hipócrita, entonces el Estado le retira su gracia y lo integra a prisión, pero no ya como reo de delito político, sino de delito común para el que no hay clemencia alguna […] ».
La liberación de presos políticos no constituía ninguna novedad, según un artículo ensalzando la política penitenciaria de Franco firmado por Pedro Bernal. La magnitud de las cifras habla por sí sola: 
« […] Hasta 1942, el sistema de redención de penas por el trabajo había puesto en libertad 87.000 presos políticos. Si a ello añadimos los liberados en los nueve primeros meses de 1943, el número se acerca a los 100.000. Para ello ha sido necesario que por esos liberados se rediman seis millones de días de trabajo útil […] ».
Aunque parezca paradójico la puesta en libertad vigilada de los presos no fue incompatible con un incremento de la represión, sino todo lo contrario. El aumento de la actividad de la oposición al franquismo, en toda España, a partir de 1943, produce un incremento notorio de la represión hasta 1947. No tenemos datos acerca del número exacto de detenidos y procesados, ni en Cartagena, ni en la provincia de Murcia por delitos políticos, ni al grupo político al que presuntamente pertenecen.

No obstante ello, conocemos los datos suministrados por la Comisaría General de la Brigada Político Social de la Dirección General de la Policía, a nivel nacional. Existe un incremento progresivo hasta 1947, con 3.877 procesados puestos a disposición de la autoridad militar que, en 1950, tres años más tarde, cae a 174.

Según la Brigada Político Social de la policía, aproximadamente la mitad de esos detenidos pertenecían al PCE. A pesar de la falta de datos cuantitativos, en los niveles locales y provinciales, en la prensa diaria local y provincial, a veces, se daba cuenta esporádicamente de algunas de las detenciones realizadas por la Policía, la Guardia Civil o la Falange. A partir de 1942, coincidiendo con el avance aliado, las detenciones aumentan en número, según se desprende de las escasas informaciones de la prensa. En los párrafos anteriores hemos hecho referencia a algunas de ellas, pero tenemos sobrada constancia que existen muchísimas más. Por ejemplo, sabemos que en 1944 y 1945 hubo desarticulaciones parciales del PCE, hasta que, en 1946, se produjo su desarticulación prácticamente total. Hubo más de cien detenidos y no se hizo la más mínima referencia en la prensa.

El motivo de las detenciones, siempre según la Policía, iba desde guardar 25 kg. de dinamita, realizar actividades anti-nacionales, a proferir públicamente gritos subversivos en locales públicos como el Café Mastia o el Casino de Los Dolores. No se hace referencia alguna a los grupos políticos implicados todo se pone bajo el paraguas marxista o masón. En cualquier caso, ya hemos demostrado que el protagonismo anti-franquista, iba desde grupos y personas que habían apoyado la sublevación del ejército en julio de 1936, hasta los miembros del maquis.

En Cartagena, si tenemos en cuenta la evolución del número de fusilados entre 1939-45, podemos ver que tras alcanzar cotas mínimas en 1943, se produce un repunte en 1944, hasta llegar a 1945, año en el que se producen los dos últimos fusilamientos en la ciudad. Parece lógico suponer que si se incrementa el número de fusilados, la máxima pena, también se incremente el número de detenidos y procesados. Todo ello indica un incremento notorio de la represión a partir de 1943, hasta mediados de 1946, año que se produce la caída masiva del PCE, en Cartagena y en la provincia. En 1947 y 1948 no hay detenciones políticas significativas en la provincia.

Por otra parte, además de símbolos y personas el régimen sacó de su prolongado letargo su brazo sindical y volvió recordar su política social, cuyo elemento más significativo era el Subsidio Familiar.
El importe del subsidio sufrió un incremento teóricamente importante para el tamaño medio de las familias de la época: 10 pesetas/mes para las familias de dos hijos; 20 para las de tres; y 30 para las de cuatro, teniendo en cuenta los salarios de miseria, en relación al coste real de la vida. Para darnos una idea, el monto mensual de los salarios oficiales oscilaba entre 40 pesetas para una empleada de hogar, interna a tiempo completo; 180-200 pesetas (0,90 €) para un peón de la construcción 150; 250 pesetas para un oficial peluquero; y 416 pesetas (2,50 €) para un maestro nacional. En el sector privado los salarios solían ser inferiores a los regulados.

Para percibir el subsidio familiar había que estar censado oficialmente en la empresa, condición que no cumplía una buena parte de la población laboral. Otros como las trabajadoras del servicio doméstico simplemente no tenían derecho. Además, de acuerdo con los informes de la DGS, la gestión del subsidio no era precisamente ejemplar,  "el subsidio se cobra con más de seis meses de retraso".
« […] La organización del subsidio familiar, sigue siendo deficientísima. Hay gran cantidad de empleados en estos servicios, tanto en la regional de Murcia, como en la comercial de Cartagena. No obstante se les informa de mala manera sobre cualquier consulta y a veces por no molestarse en mirar, comentándose muy desfavorablemente entre los trabajadores esta actitud, que de ser otra beneficiaría la situación precaria de muchos de ellos. […] » 
Por último en lo que a la política social se refiere, durante este período la CNS parece salir de su letargo. Siguiendo la prensa y consultando las escasas fuentes documentales de carácter sindical de esa época, se advierte un intento de mayor protagonismo del Sindicato Vertical.

La convocatoria de las elecciones sindicales puso en marcha el aparato organizativo de la CNS, a nivel profesional y geográfico. El discurso inicial de la Falange y del Movimiento, abiertamente totalitario, abominaba de los procesos electorales. Las urnas eran sinónimo e imagen de la caduca democracia liberal, de la división de los españoles, de la lucha de clases, de la ruptura de la Patria, etc. Las autoridades políticas y sindicales de Falange se vieron obligadas a embarcarse en una campaña política, convocando actos electorales masivos, visitando a las empresas y los tajos, escribiendo artículos y editoriales en los periódicos, ocupando espacios radiofónicos, etc. El objeto de este importante esfuerzo propagandístico era explicar a los españoles y especialmente a los trabajadores que no todas las urnas eran iguales, ni necesariamente llevaban al mismo sitio.

El acto celebrado el 12 de octubre de 1944, en el Teatro Circo de Cartagena, abrió la campaña electoral de las elecciones sindicales en la ciudad. Fue presidido por las máximas autoridades sindicales y del Movimiento en Cartagena, acompañados incluso de algún “intelectual orgánico”, como Muñoz Alonso, catedrático de Filosofía de la Universidad de Murcia. Todo ello indica una decidida voluntad y compromiso político por sacar adelante este proceso, que iba mucho más allá de los responsables sindicales.

Según la prensa asistieron más de dos mil personas. Intervinieron Artal, Navarro Corominas, y Muñoz Alonso. Artal abrió el acto y en su alocución:
« […] marcó los profundos abismos que separan las elecciones anteriores al 36, sembradoras de odio, asesinatos y venganzas, de estas otras que se van a celebrar para traer mayor gloria a Nuestra España […] Habló de la necesidad del voto diciendo que es suicida aquel que por comodidad o mala fe, se abstenga de emitir sus derechos […]» 
El mismo día, unas horas más tarde, con los mismos oradores tuvo lugar un acto similar en el Salón Moderno de La Unión. Algunos sindicatos locales también celebraron asambleas para proclamar a los candidatos, y animar a la participación. Así lo hicieron los trabajadores del Sindicato Textil y del Vestido, que se reunieron en el Teatro Maiquez, el 16 de octubre, sábado, día laborable, a las 11 de la mañana: 
« […] el local quedó totalmente ocupado por productores de todas las categorías del ramo, destacando el elemento femenino que puso una nota simpática […]» 
Según los datos parciales suministrados por la CNS, la participación en el proceso electoral, fue masiva. En Cartagena, habían votado 12.738 productores (91 %) y 3.070 empresas (94,37 %). En total habían votado 15.808 personas. Los datos finales locales nunca se publicaron. Las fuentes consultadas y los cálculos realizados, nos permiten asegurar que la participación estuvo bastante por debajo de esas cifras, en torno al 40 %. En el sector agrario la participación fue aún menor, el 23,8 %. No hubo una abstención masiva, pero en ningún caso se llegó al 50 % del censo. La naturaleza obligatoria del voto; la amenaza de sanciones económicas y administrativas si no se acudía a las urnas; el control de las votaciones en las empresas por parte de la patronal; la imposibilidad de realizar una campaña de oposición activa por parte de las organizaciones sindicales tradicionales UGT y CNT, o de los partidos de izquierda; el clima de miedo y terror que se vivía, etc. coadyuvaron a que los trabajadores se vieran obligados a participar.

De los 55 puestos de las Juntas Sociales elegidos en Cartagena, sólo cinco de ellos habían sido elegidos en candidaturas distintas a las propugnadas “oficialmente” por los mandos de la CNS, cuatro trabajadores y un empresario. Pedro García Sanz administrativo del Metal, obtuvo 141 votos, el 36 % del censo electoral de su categoría; Jose Andrés García, peón del comercio de alimentación, obtuvo 118 votos, el 38 % del cen-so; Valentín Rodríguez, técnico de la Construcción, 12 votos, el 67 % del censo; Juan Gómez Martínez, mano de obra del Transporte, 421 votos, 49 % del censo; José Díaz Quiles, por la patronal de la Guarnicionería, 3 votos, 20 % del censo. Sólo una mujer, fue elegida representante sindical, en este caso por la patronal, en el grupo de Modistería del Sindicato Textil. Todo estaba bajo control.

Por último señalar que, en este afán de iniciativas sindicales, Fermín Sanz Orrio, Delegado Nacional de Sindicatos, vino a inaugurar el II Congreso de Ordenación Social de la CNS murciana. Visitó Cartagena el 28 de abril de 1944. Era la primera vez, después de la guerra civil, que el Sindicato Vertical en la provincia de Murcia se reunía en asamblea para estudiar los problemas de los trabajadores. Los actos tuvieron una importante repercusión en la prensa local y provincial, pero los debates y las conclusiones no se hicieron públicos. Fuera de la retórica social del Régimen, los trabajadores siguieron sin enterarse de la posición y las posibles actuaciones del sindicato falangista, único y obligatorio, la CNS, ante sus problemas. Tendrán que pasar veinte años para que militantes católicos pertenecientes a la HOAC y la JOC, junto a los comunistas del PCE, infiltrados utilizando el sindicato vertical en Cartagena, planteen una alternativa distinta. Pero esa es otra historia.

Algunos datos de la posguerra cartagenera entre 1939 y 1944


Bandera de Cartagena

  • El municipio de Cartagena tenía entre 114.000 y 120.000 habitantes
  • Año 1939, según el Registro Civil hubo 1784 nacimientos y 3170 defunciones (-1385)
  • Crecimiento vegetativo negativo hasta 1942
  • Año 1940, había 1.247 viudas, entre 20 y 39 años:El 6% de las mujeres casadas. Entre 3.000 y 4.000 niñas y niños cartageneros se criaron sin padre. El 90 % carecían de recursos porque sus maridos habían servido en el Ejército o la Marina republicana y no tenían derecho a pensión.
  • Año 1939, casi cuatro mil hombres, uno de cada ocho hombres entre 15 y 60 años, fueron detenidos, encarcelados o procesados en Cartagena, entre abril y octubre de 1939.
  • El número de fusilados en Cartagena, entre 1939 y 1945, fue de 176. Militares: 116 y civiles 60.
  • Entre 1939 y 1943, 12.845 cartageneros, funcionarios civiles o militares, profesionales liberales, abogados, médicos, etc. y trabajadores de las empresas de Defensa o de los Servicios Públicos fueron sometidos a procesos de depuración política: Cuatro mil fueron despedidos y unos dos mil sancionados con suspensiones temporales de empleo y sueldo, traslados, congelación vitalicia o temporal de categorías, etc.
  • Al menos 1.733 jefes, oficiales y suboficiales del Ejército, la Marina y las Fuerzas de Seguridad fueron expulsados de las fuerzas o institutos armados después de la guerra en Cartagena.
  • En los años 1939-1941, una cuarta parte de la población cartagenera carecía de recursos o empleo para sobrevivir:
  • Auxilio Social repartía en 1939, unas 7.170 raciones diaria en septiembre de 1939.
  • La Memoria de la Fiscalía de Tasas de 1940 señalaba que, a nivel nacional, la provincia de Murcia ocupaba el segundo lugar en estraperlistas condenados a campos de trabajo.

Salarios mensuales 1940-42

  • Una empleada de hogar, interna a tiempo completo, 40 pesetas.
  • Un peón de la construcción: 180-200 pesetas.
  • Un oficial peluquero: 250 pesetas.
  • Un maestro nacional: 416 pesetas.
  • Un conserje de la Central Nacional Sindicalista (CNS): 458 pesetas
* Texto recogido íntegramente de "Cartagena 1939-44: falangistas, republicanos y espías, en medio del hambre, la represión y la II Guerra Mundial". Autor :Antonio Martinez Ovejero.Publicado en Cartagena Histórica (Ediciones Aglaya, Monográfico nº34, marzo 2008


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