martes, 31 de julio de 2018

EN EL DESTRUCTOR "ALMIRANTE VALDÉS" EL 18 DE JULIO DE 1936





(1) Con el mando del buque


No hacen falta presentaciones previas. Ya todos somos conocidos. Así es que, al subir al barco, nos encontramos como en familia. Y, después de los saludos de rigor, bien pronto estamos departiendo en la cámara del Mando respecto a la historia del destructor. 



El Comandante, don Juan Oyarzábal; el Comisario, compañero Luís Molinuevo; el Segundo Comandante, don José Rodríguez Arias, y el Jefe de Máquinas. Al poco, llega don Fernando Oliva, Jefe de la 2.* Flotilla de destructores, cuya insignia arbola el buque que visitamos, el cual ha sido anteriormente, y por espacio de algún tiempo Comandante del propio barco, cuya gestión es recordada entre la dotación con el más vivo afecto, como hemos podido comprobar en nuestra visita,  tenemos también, junto a nosotros, a varios camaradas de la dotación, de la cual forman parte desde antes de iniciarse el movimiento rebelde, y que nos van a ayudar poderosamente en la tarea esta de echar una mirada retrospectiva a esas horas afanosas que motivan nuestro reportaje.

Prolegómenos de la sublevación


A medianoche de aquel tristemente célebre día 17 de Julio de 1936, el “Almirante Valdés”, respondiendo a la orden cursada desde el cabeza de flotílla, “Sánchez Barcáiztegui”, abandona el puerto de Cartagena, rumbo a Melilla, a la velocidad de unas veintiocho millas. La dotación, sin estar enterada aún claramente del levantamiento sedicioso que ya, a aquellas horas, había prendido en otros lugares, estaba, no obstante, intrigadísima por el desusado como misterioso visiteo entre jefes y oficiales militares de mar y tierra que habían podido ver aquella tarde en Cartagena.

A las pocas horas, se hacía escala en el puerto de Almería, en cuya recalada, a pesar de lo breve que fue, varios individuos, vestidos de paisano, hicieron acto de presencia a bordo, conferenciando con el Comandante, quien saltó a tierra luego y a cuyo regreso, el destructor se hizo a la mar, prosiguiendo su ruta.

Entrada a Melilla: contacto con los traidores


A la una de la tarde del día 18 llegábamos frente a Melilla, en cuyas proximidades nos encontramos a las dos restantes unidades de la flotilla el “Sánchez Barcáiztegui” y el “Lepanto”, que andaban en servicio de vigilancia. Al cruzar nuestro barco frente al cabeza de las fuerzas, se oyó la voz del Comandante de dicho buque preguntándole al nuestro : ¿Hay algo nuevo? ¿Qué instrucciones traes? Respondiendo el interesado: Las mismas instrucciones que tú. Ya hablaremos. Y los destructores siguieron evolucionando por aquellos lugares, hasta que el “Sánchez Barcáiztegui” enfiló la entrada del puerto y se dispuso a entrar. 

Nosotros le seguimos. Bien pronto, ambos quedamos atracados al muelle de ribera. Hallándonos todavía en la faena de amarre, llegó junto a los barcos un automóvil militar, de cuyo interior asomaban fusiles ametralladoras, descendiendo un Teniente Coronel del Tercio Extranjero, que luego supimos era el actual General faccioso Yagüe, quien subió a bordo del “Sánchez Barcáiztegui", al cual fue llamado inmediatamente nuestro Comandante, sosteniendo todos una charla animadisima, pudiendo cogerle al citado Teniente Coronel, desde nuestra cubierta, estas palabras: 
"Vengo a dar a ustedes las gracias en nombre de todos mis compañeros por no habernos bombardeado como tenían orden. Somos los amos de España. El General Goded me comunica que la Marina de Baleares, que supongo serán ustedes,  es nuestra. Y he recibido también un telegrama del General Franco, en el que me dice es el amo de las Canarias y Baleares, en cuyas islas había mandado declarar el estado de guerra, y que, a la primera noticia, lanzaría las fuerzas aéreas y militares sobre la península".

¿Por qué se disparó contra Asturias?, gritó un marinero


Apenas se marchó del buque el faccioso Yagüe, el Jefe de E. M. de la Flotilla pasó a bordo desde el “Sánchez Barcáiztegui”, para hablar a la dotación, con el pretexto de que el Comandante del “Almirante Valdés” no tenía facilidad de palabra para hacerlo. La dotación se formó en el sollado de marinería, permaneciendo así por espacio de diez minutos, al cabo de los cuales se recibió otra orden indicando se continuase formados, mientras las distintas clases fueran a la toldilla, para leerles una proclama. Tan pronto como estas hicieron acto de presencia donde se les requería, vieron al susodicho jefe portando en la mano un escrito.que no llegó a leer, pronunciando él mismo estas palabras:
"He llamado a ustedes para decirles que ha estallado un movimiento militar en toda España. El Ejército entero está en pie, y al frente del movimiento se encuentra un hombre, como el General Franco, que supongo inspire a todos ustedes la mayor confianza. Dicho General hace un llamamiento a todos nosotros para ayudar a acabar con el estado de cosas lamentable que estamos viviendo los españoles. Hay un Gobierno en Madrid que no es Gobierno ni nada. Allí, se está asesinando a la gente sin orden ni concierto. Nosotros mismos hemos recibido orden de bombardear Melilla. Esto no puede ser ¡Disparar nosotros contra hermanos nuestros!"

En este momento, se alzó, vibrante, la voz de un marinero:
¿Por qué se disparó en Octubre contra Asturias? ¿Es que aquellos mineros no eran también hermanos nuestros?

El Jefe, palideciendo, no acertó a parar el golpe más que echando mano de esta frase;
“Yo no hubiera disparado entonces tampoco”.

Se vence la traición a bordo


Después de la infructuosa tentativa para ganar el ánimo favorable de la gente hacia el movimiento sedicioso, el Comandante del barco saltó a tierra, volviendo al rato, cuando ya los auxiliares y marineros, puestos de acuerdo, en su mayoría, habían decidido hacerse a la mar con el destructor. Si tarda un poco más el Comandante, se queda en tierra. Tan pronto como llegó, viendo el estado de ánimo de la gente, pareció acceder a sus deseos y mandó cubrir servicio de babor y estribor de guardia. Desamarra el buque y empieza a salir hacia fuera. De pronto, una falsa maniobra ordenada por el Comandante, amenaza embestirnos de proa contra el muelle; luego, dando marcha atrás, el mismo peligro, de popa. Pero ya la dotación está haciéndose con los movimientos de la nave, y esto es lo que frustra el traidor designio del Mando.

El “Almirante Valdés” no se ha estrellado contra los muelles, pero ha embarrancado. A todo esto, el “Sánchez Barcáiztegui” ha empezado también a ponerse en movimiento. Se le ve que trata de salir de puerto; Y la gente del “Valdés”, vivamente,llama la atención de aquéllos, para que acudan, antes de marchar, y den un tirón del barco, para ver de desembarrancarlo. Coincide también que se ve aproximarse al destructor, por la explanada del puerto, una columna de tropas legionarias, con banda y música. Se toca el Himno de Riego, y un oficial de las propias fuerzas legionarias, cuando todo el mundo se descubre, permanece cubierto, pero lo hace inmediatamente, ante una indicación de a bordo. Un comandante y un capitán del Tercio suben al “Almirante Valdés” y repiten las gracias al Mando de éste. 

Aquellas tropas venían ya a embarcar para su transporte a la Península, pero como el barco está embarrancado, se ponen de acuerdo unos y otros jefes en que, tan pronto como se le ponga a flote, lo que se calcula para media noche , avisarán con dos toques de sirena y volverán los legionarios.

Apenas se han ido los visitantes, les entra una prisa inusitada al Comandante y Oficialidad por sacar el buque. La dotación, que ya es casi dueña de la nave, se pone en contacto con el capitán del mercante “Monte Toro", que se encuentra fondeado cerca, el cual se presta a dirigir la operación de desembarranque. Por la noche, a eso de las diez, el “Monte Toro”, que se ha acercado y dado unos cables al destructor, aprovechándose de las sombras del anochecer, ha conseguido ponerlo a flote. Y juntos ambos barcos, cautelosamente, abandonan Melilla, antes que los facciosos descubrieran la verdad a la hora convenida para la traición.

"Monte Toro" (2)
Imagen: vidamarítima.com

A la altura de la Isla Alborán, el Comandante y Oficiales, que ya estaban desde el primer instante estrechamente vigilados, fueron detenidos, asumiendo el mando el Jefe de Máquinas, persona de la mayor confianza.


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(1) Semanario La Armada. Nº.: 80. 3 septiembre 1938.

(2) Al estallar el Movimiento Nacional el "Monte Toro" se encontraba en los puertos del norte de África, siendo protagonista de los primeros viajes de transporte de tropas.

El 17 de Julio de 1936 estaba en el puerto de Villa Sanjurjo, en el que embarcó la tercera Bandera de la Legión al mando del comandante Alonso. 

El día 18 llega a Melilla y tuvo que auxiliar al destructor "Almirante Valdés" que al maniobrar para salir del puerto embarrancó en el descargadero de Setolazar, quedando a flote con un tirón del "Monte Toro", dirigida la operación por los prácticos Jose Orts y Pedro Bayona.

El día 22 entró en el puerto de Málaga con los destructores, cuyas tripulaciones aprisionaron a sus mandos, pronunciándose por la causa del gobierno republicano, en el cual sirvió de barco prisión.

El 7 de Agosto de 1937, navegando frente a Cabo Palos en demanda del puerto de Cartagena, atacado por la aviación nacional y huyendo de su acoso, embarrancó en las islas Hormigas, quedando destruido por el bombardeo a que fue sometido”…







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