Según los cronistas, el 29 de abril de 1939, hace 83 años, en Cartagena lucia el sol primaveral, sin embargo la oscuridad y el miedo se habían hecho dueños de la ciudad....y de todas las ciudades españolas. Cartagena había sido oficialmente ocupada por las tropas franquistas el último 30 de marzo. Desde ese mismo día la maquinaria de la represión se puso en marcha, principalmente soportada en el contenido del Bando emitido por la Junta de Defensa Nacional (28/07/1936) declarando el Estado de Guerra. En dicho Bando se indicaba que todos aquellos que se opusieran a las nuevas autoridades serían juzgados. Ni que decir tiene que aquellos que prestaron sus servicios en los ejércitos de la República se convirtieron en objetivos preferentes, objetivos que en Cartagena estaban especialmente representados por los marinos de la Flota Republicana que no habían partido hacia Bizerta a primeros de marzo, también la sufrieron aquellos marinos republicanos que volvieron a la Península confiados en las promesas de justicia y benevolencia, llevadas a cabo por los marinos franquistas desplazados a Túnez para hacerse cargo de la Escuadra republicana allí fondeada. Los que no volvieron se libraron de la represión, pero les esperaba un terrible e interminable exilio, lejos de sus familias y de España.
Dada la ingente cantidad de personas a procesar, se hizo necesaria la creación de consejos de guerra permanentes. Tan solo en tres semanas se habían elevado a sumario 150 Causas e informado de más de 450 sumarios de jefes, oficiales y auxiliares de la Armada. Tras los consejos de guerra, una total farsa para justificar los asesinatos, venían las penas, muchas de ellas de muerte, otras de reclusión perpetua o largos años de cárcel y todas ellas por el delito de "rebelión militar", un delito instruido y juzgado precisamente por aquellos militares que fueron los únicos que diseñaron y participaron en una rebelión militar contra el legítimo Gobierno de la II República. Todo ello amparado por un Código de Justicia Militar que modificaba sustancialmente el vigente antes de la sublevación de 1936 (ver Código de Justicia Militar. José María Dávila. Teniente Auditor de Guerra de 1ª Clase. Imprenta Aldecoa. 3ª Edición. Burgos 1938).
Consejos de Guerra cuyos integrantes, todos sin excepción e incluidos los abogados defensores, se habían sublevado aquel fatídico mes de julio de 1936. En el caso de haber testigos todos ellos eran de la acusación y sus testimonios ya habian sido previamente dirigidos y pactados con el fiscal.
Como he dicho antes, el delito de Rebelón Militar nunca faltaba de entre los cargos. Además, a modo de remate, se imputaban a los reos cargos como los de asesinato, comunismo, masonería....además de lo explicitado en la nefasta Ley de Responsabilidades Políticas recién firmada por Franco en febrero de 1939,
El Teniente Coronel Maquinista de la Armada republicana Benito Sacaluga Rodríguez no partió con la Flota hacia África a primeros de marzo. Su conciencia estaba tranquila, solo había cumplido con su juramento de lealtad a la República y su mujer junto a sus nueve hijos estaban con él en Cartagena. El mismo día 30 de marzo fue detenido e ingresado en prisión. Se le abrió la Causa 4/39, tras la instrucción se dispuso la celebración de un Consejo de Guerra Sumarísimo. Además de la acusación de Rebelión Militar, al no haberse pasado a la Armada franquista y permanecer en su puesto en el seno de la Flota Republicana, se le imputaron varios crímenes, sin que en ninguno de ellos hubiese participado. En verdad, su único "delito" fue permanecer en su puesto y luchar contra los sublevados desde el primer día de la guerra hasta el último, más que suficiente para que los facciosos le condenasen a muerte.
El 29 de abril de 1939 Benito Sacaluga, a la edad de 56 años, fue pasado por las armas, convirtiéndose así en el primer ejecutado en el Arsenal de Cartagena una vez acabada la guerra. Por indicación del Cuartel General de Franco, (Burgos Orden 4118-2797), se obligó a todo el personal militar y civil del Arsenal a presenciar la ejecución y desfilar ante el cadáver cantando el "cara al sol" y dando vítores a Franco...., según testigos presenciales fue un momento terrible...
La familia, esposa y nueve hijos, no fue informada de la ejecución, no pudieron despedirse de él. Su cuerpo fue trasladado al Cementerio Municipal de Cartagena y sepultado en la tristemente famosa "Parcela X".
Sus servicios a la causa republicana fueron innumerables. El 18 de julio de 1936, siendo Comandante de Máquinas del acorazado “Jaime I”, colaboró decididamente en evitar que la sublevación a bordo triunfase. Se mantuvo en ese cargo hasta junio de 1937, fecha en la que el acorazado fue hundido en el puerto de Cartagena a causa de un sabotaje. Ascendido a Teniente Coronel fue nombrado Jefe de los Servicios de Inspección de Maquinas de la Flota, cargo que ejerció hasta finalizada la guerra.
Decidido firmemente a que el espíritu democrático y la igualdad fueran instaurados en la Armada, diseñó lo que más tarde sería la Escuela Naval Popular, de la cual fue Director. Según sus propias palabras:
"No olvidemos en la nueva organización de la Marina de Guerra, que ésta ha de estar exclusivamente al servicio del Pueblo"
“Que el día de mañana podamos decir aquí tenemos una Marina de guerra eficiente, dotada con hijos del pueblo al servicio del mismo, y no una deficiente que sea la preocupación de él, como sucedía con la mayoría de los organismos militares, con anterioridad al 18 de Julio de 1936”. (Semanario “La Armada” 02-04-1938).
Con la llegada de la dictadura, la Escuela Naval Popular, el gran proyecto de Sacaluga para democratizar la Armada, dejó de existir. Un proyecto hecho realidad en 1938 que, a buen seguro, hoy en día sería un gran avance que la Armada lo retomase y pusiese en práctica.
Colaboró asiduamente en la prensa cartagenera y en los diarios oficiales editados a bordo de los buques, también en el Semanario “La Armada”. El contenido de sus artículos, siempre defendiendo la causa republicana, fue utilizado en su contra como prueba de cargo durante el Consejo de Guerra. Su republicanismo nunca estuvo en duda, hasta un destacado historiados franquista especializado en la Armada le llega a calificar como “republicano fiel” cuando a él se refiere.
Gracias a la Asociación Memoria Histórica de Cartagena, desde el año 2010 los restos del Tcol. Benito Sacaluga Rodríguez, arrojados por el franquismo a una fosa común, reposan en una digna sepultura junto a los de otros 50 asesinados más, en el cartagenero Cementerio de los Remedios.
En su lápida se puede leer:
CAÍDOS POR LA LIBERTAD
FUSILADOS POR EL
RÉGIMEN FRANQUISTA
POR SU LEALTAD A LA
REPÚBLICA ESPAÑOLA
1939 - 1940
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Desde aquí, una vez más, reitero mi agradecimiento a la Asociación Memoria Histórica de Cartagena.
Salud y República.
Benito Sacaluga.
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