sábado, 8 de diciembre de 2012

LA FLOTA EN 1940




Con la victoria del ejercito sublevado en todos los frentes y la toma por las armas de todos los pueblos y ciudades de España, en 1939 se pone a fin a la guerra iniciada tres años antes tras el golpe de estado protagonizado por gran parte de ejercito.

La base naval de Cartagena al igual de la de Mahón estaban en pésimas condiciones a causa de los bombardeos sufridos. A la ingente perdida de efectivos humanos tanto por muerte en acto de combate, como en los fusilamiento que tuvieron lugar desde abril de 1939, hay que unir las bajas derivadas de la depuración llevada a cabo por la marina franquista, la cárcel y el exilio. En total se cifra en un 60 % la disminución de efectivos existentes al comienzo de la guerra, tanto en lo que se refiere al Cuerpo General de la Armada como al resto de Cuerpos.


La Flota necesitaba una total reorganización de todos sus componentes, de todos sus medios y por supuesto de todos los cuerpos y escalas. En una primera instancia y para llevar a cabo esta “puesta a flote” de la Armada se crea el Consejo Ordenador de Construcciones Navales Militares (COCNM) organismo que toma el control de todas las instalaciones y astilleros que desde principio de siglo habían estado bajo la administración de la Sociedad Española de Construcción Naval (SECN)

Las instalaciones cartageneras dependientes de COCNM quedan bajo la dirección de Luis de Vial, cargo que simultanea con la alcaldía de Cartagena. Durante el tiempo que duró su dirección y muy especialmente en los primeros años fue objeto de un continuo seguimiento a cargo de la policía y del SIM, siendo objeto de duras críticas a causa del amparo que a juicio de los falangistas y miembros del régimen residentes en Cartagena, ofrecía a obreros izquierdistas y ex-militares con simpatías republicanas.


En el mes de agosto de 1940 se encontraban en reparación  en la factoría de Cartagena los destructores José Luis Diez, Lepanto, Churruca, Alcalá Galiano y Sánchez Barcaiztegui, los submarinos C-2 y C-4, el cañonero Dato y el torpedero T-14. En construcción se encontraba el submarino D-1.
Teniendo en cuenta al elevado alcance de las reparaciones que se debían efectuar y el elevado número de buques se propició que los controles políticos a que se sometía a los trabajadores a causa de sus tendencias políticas, masónicas, republicanas o al hecho de haber sido expulsados de la armada, fueran menos intensos.

Como consecuencia de lo anterior en 1943 se presenta a Franco un informe sobre la situación de Cartagena:
“ (…) Todos los mandos del dicho Consejo, del que es director Don Luis Vial y Diestro están en manos de personas peligrosas para nuestro Régimen(…) constituyendo un grave peligro, ya que a su alcance y disposición, están los secretos, planos, materiales y toda la importantísima gama de actividades de la Constructora, comprobándose asimismo ser cierto el amparo y protección a todos los elementos rojos y masones, desafectos a la Causa Nacional, y los que en el momento que demuestran haber sido expulsados y procesados por sus actividades en contra del Régimen, son inmediatamente admitidos ocupando cargos de importancia y responsabilidad(…)”

El control político, sindical y militar del Consejo Ordenador no era un tema baladí. La cuestión del espionaje militar en la Constructora preocupaba no solo a los militares españoles, sino también a ingleses y alemanes. De un lado hasta 1940 los astilleros cartageneros fueron una empresa hispano-británica, creada en 1908, cuya tecnología naval era básicamente inglesa, procedente de empresas y socios tecnológicos británicos como Vickers y Armstrong. Con esta tecnología se habían construido la mayoría de los buques de la flota de guerra española, que en aquellos momentos se encontraba en fase de profunda reparación y modernización.

De otro lado, la tecnología utilizada en la construcción de los futuros submarinos españoles era alemana. Hitler a través del Almirante Raeder, Jefe de la Marina de Guerra, la Kriegsmarine, accedió a que fuera utilizada su tecnología en la construcción de submarinos españoles a cambio de materias primas como wolframio, estaño, etc.

El almirantazgo alemán y los astilleros alemanes Germania Werf negociaron con una comisión española, encabezada por Juan Antonio Suanzes, las condiciones económicas de utilización de planos, patentes, materiales especiales,,etc. para construir en España estos submarinos, más tardes conocidos como tipo “G”, que sería aprobada por el Consejo de Ministros en septiembre de 1941. Si bien durante la II Guerra Mundial no se llegó a terminar de construir ningún submarino con esta tecnología en Cartagena, el Consejo Ordenador dispuso de información técnica potencialmente muy apetecible para los servicios secretos aliados, dada la importancia de la guerra submarina en la contienda.


Fuente:Cartagena Histórica

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