martes, 29 de enero de 2013

LA PAZ QUE FRANCO NO QUISO FIRMAR

El cinco de marzo de 1939 el Coronel de Caballería Segismundo Casado encabeza el golpe de estado contra el gobierno de Juan  Negrín y se pone al frente del recién constituido Consejo Nacional de Defensa, el organismo que negoció con Franco la rendición de la República, intentando poner fin a una guerra que comenzó con un golpe de estado y Casado pretendía terminar con otro. Operación que permitió que las fuerzas sublevadas ocuparan sin resistencia los últimos territorios españoles que aún estaban bajo la bandera republicana. Toda las plazas aún republicanas ubicadas en la región Centro-Sur de la península cayeron en manos de los rebeldes prácticamente sin ninguna oposición militar.

Mientras tanto el Coronel Casado viaja a Valencia y desde allí a Gandía donde embarca rumbo a Marsella en un buque de bandera británica. Pasados unos meses parte hacía Inglaterra permaneciendo allí hasta 1951 cuando en compañía de su recién llegada familia emprende viaje hacia Venezuela y desde allí a Colombia donde finalmente se establece como exiliado siendo objeto del lógico rechazo del resto de republicanos españoles que no olvidan el golpe de estado que llevó a cabo así como su  constante negativa a significarse políticamente. Regresa a España en la década de los sesenta y es sometido a un  Consejo de Guerra del que sale absuelto de todo cargo, incluso del comúnmente aplicado a todos los militares republicanos "Rebelión Militar", no obstante haber sido la mano derecha del Ministro de Defensa  Indalecio Prieto, organizador de las Brigadas Mixtas y haber participado activamente en la defensa de Madrid y en las batallas de Brunete y Jarama. Después de haber sido "absuelto" intenta  seguir carrera militar en los ejércitos franquistas pero sus pretensiones son rechazadas de plano, lógicamente. 

El Consejo Nacional de Defensa fundado por Casado tenía un objetivo fundamental y exclusivo y consistía en negociar con Franco la capitulación del ejercito republicano con la única contrapartida de garantías de ausencia de represalias para los vencidos. En este sentido Casado resumió las condiciones para la rendición en tres párrafos :
  • 1.- Independencia e integridad nacional
  • 2.- Eliminación de toda clase de represalias
  • 3.- Expatriación de todos aquellos que desearan abandonar el suelo español siempre que no estuvieran incursos en delitos contemplados por el Código Penal Común
A la vista del documento redactado por Casado, Franco responde insistiendo en que la rendición debía ser incondicional y en que a los vencidos no podía quedarles otro recurso que entregarse a la benevolencia de los vencedores, benevolencia que quedaba suficientemente garantizada por los sentimientos cristianos que todos los componentes de la Gloriosa Cruzada poseían. No obstante consiente en que se entablen conversaciones entre los dos bandos, condicionando a que los representantes republicanos sean militares, excluye a Besteiro propuesto por Casado y al mismo Casado como componentes de la comisión. Finalmente la comisión republicana queda formada por el Tte.Coronel de Estado Mayor Antonio Garijo Hernández y el Comandante de Caballería Leopoldo Ortega Nieto, ambos jefes de las Secciones de Información y Organización del Grupo de Ejércitos. Por parte franquista se nombra a  a los coroneles Luis Gonzalo Victoria y José Ungría Jiménez y a los comandantes Carmelo Medrano Exquerra y Eduardo Rodriguez Madariaga, miembros del Cuartel general y del Estado Mayor.

Después de dos días de conversaciones se redacta finalmente un documento, un acuerdo para la rendición que es elaborado por los franquistas. El escueto documento consta de ocho apartados y dice como sigue :

  • 1.- La España nacional mantiene cuantos ofrecimientos de perdón tiene hechos por medio de proclamas y de la radio y será generosa para cuantos, sin haber cometido crímenes, hayan sido arrastrados engañosamente a la lucha.
  • 2.- Para los Jefes y Oficiales que depongan voluntariamente las armas, sin ser responsables de la muerte de sus compañeros, ni de otros crímenes, aparte de la gracia de la vida, la benevolencia será tanto mayor cuanto más significados y eficientes sean los servicios que en estos momentos presten a la causa de España, o haya sido menor su intervención y su milicia en la guerra.
  • 3.- Los que rindan las armas, evitando sacrificios estériles y no sean reos de asesinatos y otros crímenes graves, podrán obtener un salvaconducto que les ponga fuera de nuestro territorio, conservando mientras tanto plena seguridad personal.
  • 4.- A los españoles que en el extranjero rectifiquen su vida, se les dispensará protección y ayuda.
  • 5.- Ni el mero servicio en el campo rojo, ni el haber militado simplemente en campos políticos al Movimiento Nacional, serán motivo de responsabilidad criminal.
  • 6.- De los delitos cometidos durante el dominio rojo solo entienden los tribunales de justicia. Las responsabilidades civiles se humanizaran para las familias de los condenados.
  • 7.- Nadie será privado de libertad por actividades criminosas más que el tiempo necesario para su corrección o reeducación.
  • 8.- El retraso en la rendición y la estéril resistencia a nuestro avance serán causa de graves responsabilidades, que exigiremos en nombre de la sangre inútilmente derramada.
El documento no se llegó a  firmar, Franco se opuso tajantemente, de todas formas habría dado lo mismo. El día 30 de marzo los franquistas ocupaban Alicante, la última capital bajo mando republicano, al día siguiente se firmó el último parte de guerra en el Cuartel General de Franco, parte que califica como cautivo a todo el ejercito republicano. Inmediatamente después se puso en marcha la maquinaria represora, ninguno de los ocho puntos del borrador de condiciones de rendición se respetó lo más mínimo, la única salida para los republicanos era huir, Miaja y Casado se apresuraron en hacerlo. 

Franco ya tenía la guerra ganada y preparada su maquinaria aniquiladora, no hubo mediación internacional para los vencidos, cosa que Franco quería evitar a toda costa. Sin las actuaciones de Casado  al menos mucha gente no habría concebido falsas esperanzas y tal vez hubieran podido marcharse a tiempo o permanecer escondidos, también quizás se pudieran haber evitado las más de mil muertes del  Castillo de Olite, hundido por las baterías de costa de Cartagena, baterías que los sublevados creían bajo su control tras el intento de sublevación casadista en Cartagena,  intervención de  un golpista que justificaba su delito con la única excusa de que así salvaba a España de la hordas comunistas.  En definitiva, y al fin y al cabo un golpista, que curiosamente cuando comenzó la guerra y desde 1935 era el Jefe de la Escolta del Presidente de la República, el escudo de una presidencia a la que finalmente traicionó cuando el resultado de la guerra estaba ya decidido, y que se puede esperar de la palabra de Franco, otro golpista a la postre convertido en dictador y máximo responsable de todas las atrocidades que se vivieron en España desde abril de 1939 hasta el día de su muerte.

Se celebraron miles de consejos de guerra sumarísimos en los que indefectiblemente el principal motivo de acusación era el de rebelión militar y traición, penas de muerte o prisión perpetúa, campos de concentración, fusilamientos en los campos, las calles o en los cementerios, paseos, fosas comunes, cunetas llenas de cadáveres, persecución implacable a todos los militantes o simpatizantes de partidos de izquierdas o sindicatos de trabajadores y a sus familias, a intelectuales, a homosexuales, cárceles a rebosar por decenas de años, trabajos forzados, miseria, hambre, a los barcos repletos de exiliados la marina franquista les impedía zarpar, exiliados que nunca pudieron volver a su país,  creación de nuevos tribunales para la persecución de cualquier idea contraria al régimen, censura brutal en los medios de comunicación, cine y teatro, prohibición de reuniones de más de tres personas, ausencia total de libertades.......... represión policial desde 1939 hasta 1975, fecha en la que se llevaron a cabo los últimos fusilamiento franquistas por motivos políticos, el país entero y sus recursos repartido entre militares, iglesia, nobleza, gobierno y empresarios colaboradores con el ejercito sublevado... todo ello vivido estrechamente junto a Franco por Juan Carlos de Borbón desde 1950, cuando contaba doce años de edad y hasta la muerte de su mentor en 1975. Ahora, hoy y desde hace 37 años, el elegido de Franco es el rey de España, no sin antes haber jurado acatar los Principios Fundamentales del Movimiento y sus leyes, juramento del que aún hoy no ha renegado. Atado y bien atado.

Benito Sacaluga

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