Tanto la situación estratégica, como las particulares características geográficas del puerto de Cartagena, justifican el hecho de que este rincón del Mediterráneo haya sido frecuentado por diversos pueblos extranjeros a lo largo de su dilatada historia de 3500 años. Griegos, fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos y árabes gobernaron sus naves adentrándose en la abrigada dársena donde nos encontramos, para protegerse de temporales o para establecerse durante siglos con fines comerciales o de conquista.
El nombre actual de Cartagena, derivado de Quart Hadast, con el que fue bautizada por el cartaginés Asdrúbal en el año 227 a. de C., es el cuarto de los topónimos que ha tenido desde que se excavaran sus primeros cimientos. Así podemos decir que hoy, bajo la Cartagena que vemos, están las ruinas de Testa, de Teucria, de Mesenia y de Quart Hadast.
Ante la presencia histórica de esos pueblos extranjeros que llegaron por el mar, y como consecuencia de ella, es comprensible que este puerto tenga una tradición marinera cuyos orígenes se remontan a tiempos pretéritos que han dejado huellas indelebles. Es, pues, admisible pensar que aparejada a esta tradición marinera naciese, con el correr del tiempo, una industria naval que cubriese las necesidades de los invasores que utilizaban esta dársena como apostadero, ya fuese para empalmar los cascos de sus buques, reparar sus jarcias y arboladura o incluso para construirlos.
De los trabajos de reparación quedó constancia toponímica en la orilla sur de la dársena, donde existe una zona aplacerada y al resguardo de cualquier viento, conocida con el nombre de "Espalmador".
En lo que a construcción naval se refiere, la primera noticia registrada en las crónicas escritas data del año 773, cuando los árabes, que entonces ocupaban esta plaza, construyeron tres embarcaciones para repeler los ataques de los musulmanes abásidas del Magreb.
Dromón bizantino |
Y aquí, en esta noticia, cabe significar que aquellas embarcaciones se construyeron tomando como modelo el “Dromón” de la Marina Bizantina, del que hizo traer varias unidades el Almirante árabe Teman Ben Alkama. El Dromón, aún siendo de grandes dimensiones, tenía mayor velocidad y maniobrabilidad que cualquier otro buque del mismo porte, y se adecuaba a las operaciones navales de cabotaje en la recortada costa del litoral mediterráneo donde los cambios de viento son tan frecuentes. El Dromón fue, por sus prestaciones el antecesor de la Galera mediterránea, de las que tantas se construyeron en este puerto.
De las expediciones navales que, con fines bélicos, se pertrecharon en esta dársena- apostadero, cabe citar, como de mayor relieve:
- La que, en 1503, partió hacia la guerra de Nápoles bajo el mando de Luis Portocarrero.
- La del Cardenal Cisneros, en 1509, contra Orán.
- La enviada, a las órdenes de Francisco de Mendoza, contra Argel, en 1563.
- La Armada por Felipe II, en 1552, contra los Turcos y Sarracenos.
Benito Sacaluga
Fuente: Armada Española
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