Juan Antonio Castro |
Juan Antonio Castro Iizaguirre nace en Tolosa el 26 de junio de 1911. Falleció en Biarritz el 23 de junio de 1994. Estudia el bachiller en el Colegio de los PP Escolapios e impulsado por decidida vocación, ingresa en 1931 en la Academia Naval de San Fernando (Cádiz) donde cursa los estudios correspondientes al Cuerpo General de la Armada, saliendo el año 1936 con el grado de Alférez de Fragata. En la guerra civil hace sus primeras armas en tierra, en la defensa de Tolosa y más tarde en Irún, pasando a continuación a la Base Naval de Cartagena donde se le destina al crucero "Méndez Núñez" de segundo Comandante. En abril de 1937 pasa a Bilbao, tomando el mando del destructor "Ciscar" con el cual hace la campaña del Norte hasta su parcial hundimiento en El Musel, puerto de Gijón.
De allí pasa a Francia por mar y se reúne con su familia en San Juan de Luz, poniéndose inmediatamente a las órdenes del Gobierno de la República, quien le da orden de tomar el mando del destructor "José Luis Díez", que se encuentra en reparación en el puerto francés de El Havre. Durante parte de 1938 se ocupa de la reparación del destructor, al que cambia de tripulación, rodeándose de algunos marinos vascos de confianza.
Con las reparaciones del buque terminadas Castro recibe en El Havre una carta firmada por José Tapia, cartero de Salvador Moreno, segundo Jefe del Estado Mayor de la Armada sublevada, cuyo contenido es el siguiente:
Sr.D. Juan Antonio Castro. Presente.
Mi querido amigo: De paso rápido por ésta y al objeto de saludarle y cumplimentar un encargo confiado por su padre, Don Luis, le ruego acuda alrededor de las siete de esta tarde al café Guillaume Tell, que está frente al Ayuntamiento. Esperando acuda y hasta entonces, reciba un abrazo de su buen amigo.
El comandante Castro acudió al café, donde le presentaron a las personas que le entregaron otra carta, firmada por Salvador Moreno, un traidor a la República, alentándole a desertar, junto con instrucciones para llevar a cabo la traición, documentos que reproduzco a continuación avisando ahora de que su lectura revolverá el estomago, no solo el de las victimas de la Armada Republicana y sus familiares si no también el de cualquier republicano español.
Cuartel General del Generalísimo: El contralmirante segundo jefe del Estado Mayor de la Armada.- Burgos.27 de julio, II Año Triunfal.-
Sr.D. Juan Antonio Castro Izaguirre.
Mi querido amigo: Quisiera añadir y “compañero”, recordando al guardia marina del “Elcano”, revoltoso y desaplicado, pero noblote y caballero, que estoy cierto tiembla de emoción y de dolor al recordar sus años de convivencia con aquel grupo de valientes cuya memoria es hoy orgullo de todos y muy en particular de quien tuvo el honor de orientarlos en los primeros pasos dentro de la Corporación, pero comprenderá usted que mientras subsista entre los dos el abismo que en la actualidad nos separa, me veo obligado, ya sea con verdadero dolor, un vocablo que implica comunidad de sentimientos e ideales, por lo menos en cuanto se refiere a los de carácter tan sagrado como los de la Patria y Marina. ¿Se prestará un momento a escuchar a su comandante de ayer? No olvide usted que entre mis muchos defectos, nadie podrá encontrar la hipocresía, así como que entre mis escasas virtudes ocupa el primer lugar la de dejarme llevar más por el corazón que por el cerebro; pues bien, óigame.
Doy por hecho que si pasó usted por momentos de confusión que le impidieron descubrir bien acerca de cual era su deber como oficial de marina español, hoy está arrepentido y ansioso de lavar su falta. Aprecio su situación y quisiera ayudarle a salir de ella anticipándole que no me guía otro móvil que el afecto que le conservo y la conciencia que tengo de su hombría de bien. No se deje arrollar por el recuerdo del pasado; está a tiempo de salvar su honorabilidad y de encontrar la paz para su conciencia. Traicionó usted a España, es cierto; pero España le perdonará si sabe usted mostrarse digno de ella. ¿Qué hacer? Muy sencillo. Es usted valiente y decidido; manda un barco que, siendo nuestro arbola un pabellón que cobija a los más cobardes y a los más canallas… a los más vulgares asesinos. Devuélvanoslo, y si no puede, estréllelo, húndalo, todo antes que entregar nuevas armas a los que intentan destruir España y vender sus pedazos al extranjero.
Si es preciso morir en la empresa, no lo dude un momento; alcanzará usted el mayor honor y la mayor gloria; yo cuidaré de reivindicar su nombre y de hacerlo figurar en el cuadro de los valientes, al lado de los Granullaque, Varela, Revuelta, Tapia…y Dios, que está visiblemente a nuestro lado, le perdonará. No es usted peor que los demás, ¿por qué manchar su apellido para siempre? Mañana, es decir, muy pronto será tarde; no puede ignorarlo, como tampoco que cuanto le digo envuelva una cuestión de honor exento de todo egoísmo. El barco, al fin y al cabo, caerá; pero usted…usted no debe caer como no sea dando la vida a España. Piénselo, medite bien su plan y proceda. No le faltarán facilidades, como tampoco ha de faltarle valor. La entrega del barco representará su rehabilitación absoluta; yo se lo garantizo; continuar en él después de este aviso es su perdición cierta, irremediable. Se lo piden a usted los 300 jefes y oficiales de marina que prefirieron morir oscuramente antes de faltar a su deber.
Espero sus noticias o sus hechos, seguro que responderá en todo a su reconocida caballerosidad. ¿Todo por España! ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco! ¡Que Dios le ilumine y le proteja permitiéndole volver a merecer el afecto de la Corporación y muy en particular el de su amigo y ex comandante!
Salvador Moreno.Acompañan a la carta las siguientes instrucciones:
Estado Mayor de Marina. Segunda Sección.
Instrucciones para la posible entrega del “José Luis Diez”.
Dos posiciones hay que tener en cuenta:
Primera: Que el comandante del barco pueda hacerse con la mayor parte de la dotación. Segunda: Que sea una pequeña minoría la de aquellos que quieran entregar el barco.
En el primer caso debe entrar en un puerto de la Costa Cantábrica, señalando previamente cual es el elegido, para prevenir a las autoridades de marina y baterías de costa. En el segundo, la entrega debe hacerse en la mar a un crucero nacional que saldrá a su encuentro.
La manera de proceder por parte de los adictos a nuestra causa será la siguiente: al verificarse el encuentro, el crucero nacional irá por el “José Luis Diez” con su artillería dispuesta para hacer fuego. El “José Luis Diez”, tratará de huir, pero en las máquinas debe producirse una avería que lleve consigo una gran perdida de vacío en el condensador, lo que hará caer gradualmente la velocidad. De esta manera el crucero alcanzará al destructor y en ese momento los elementos adictos deben producir una desmoralización de la dotación del mismo, haciéndoles ver que no hay posibilidad de salvación y que como único remedio ,para evitar males mayores el buque debe rendirse izando bandera blanca. Una vez hecho esto, si el tiempo lo permite, deberán dirigirse a bordo del crucero los botes del destructor con la dotación del mismo, quedando solamente en él los elementos adictos y los que el comandante del barco considere indispensables para la seguridad del mismo, en tanto no le llegue del crucero la dotación que marine el destructor para continuar viaje. Si el tiempo no lo permite, los elementos adictos pondrán a buen recaudo a los individuos más peligrosos y seguirán las indicaciones del crucero para tomar el puerto que éste designe
El encuentro será dese luego en el Atlántico, no pudiendo fijar punto exacto porque ello dependerá de la rapidez con que se nos comunique la salida. En todo caso, si el comandante del barco nos indica el punto de reunión con tiempo suficiente se acudirá a él, pero esto lo consideramos muy difícil, pues creemos que el comandante no podrá facilitar este dato con la suficiente anticipación. Si existe la posibilidad de hacer señales por radio durante la navegación, que nos diga cuales serán éstas y la longitud de la onda en que serán emitidas.
Burgos, 27 de julio de 1938.
El comandante Castro no traicionó a la República. Del mando de la Flota Republicana recibió órdenes de dirigirse desde El Havre a la Base Naval de Cartagena. Para llegar a Cartagena era necesario romper en solitario el bloqueo naval del Estrecho de Gibraltar. Para aumentar las escasas posibilidades de romper el bloqueo se "disfraza" para hacerse pasar por un destructor de la Royal Navy, muy similares a los españoles de la clase Churruca. Los servicios de espionaje alemanes alertan del intento a la flota sublevada, la cual sitúa en el Estrecho a tres cruceros fascistas (entre ellos el “Canarias”), tres destructores y un cañonero que esperan su llegada y lo atacan en bloque, pero a pesar de la espectacular potencia de fuego de los tres cruceros sublevados no consiguieron hundir ni apresar al destructor republicano. Averiado de importancia logra refugiarse en el puerto de Gibraltar.
Nada más conocerse por la Flota Republicana el desenlace del combate y la situación del barco en Gibraltar se pensó que las autoridades inglesas colaborarían en la reparación de las averías, nada más lejos de lo que realmente sucedió ya que los ingleses del Peñón le prohibieron la entrada a su Arsenal y además le dieron de plazo menos de un mes para que la tripulación del destructor, por sus propios y exclusivos medios, efectuase las reparaciones necesarias, plazo que de no cumplirse se procedería al embargo del buque.
Después de un fallido intento de volver a Cartagena ya en el mes de diciembre, es atacado nuevamente y acaba embarrancando. Los ingleses apresan a la tripulación y los ingresan en prisión, quince días después son transportados hasta Almería. Antes de acabar la guerra, el 25 de marzo de 1939, los ingleses entregan el destructor a los franquistas, siguió operativo hasta 1965.
El comandante Castro consigue llegar a Cartagena y de allí a Barcelona y a Francia, terminando la guerra civil poco después. Comenzada la segunda guerra mundial, es internado con otros muchos refugiados españoles en el campo de concentración de Gurs, de donde consigue escapar ante la proximidad de las tropas alemanas, embarcando en San Juan de Luz en un langostero, al que conduce hasta las costas de Irlanda junto con otros exiliados vascos.
Antes de terminar el año 1940, se presenta a las fuerzas francesas libres del General de Gaulle, haciendo la guerra en aguas del Pacífico de segundo comandante del crucero francés "Triomphant". Terminado el conflicto y adquirida la nacionalidad francesa, contrae matrimonio con Simone Larrodé y ostenta diversos mandos dentro de la marina francesa.
Como ya he dicho y repetido hasta la saciedad, con marinos como Juan Antonio Castro en la Armada la sublevación franquista habría tardado pocas semanas en fracasar. El problema fue que España era una República con Marina monárquica.
Benito Sacaluga.
Fuente de las cartas e instrucciones: La Escuadra la mandan los Cabos. Apéndice 16. M.D.Benavides.
No tengo palabras
ResponderEliminarImpresionante relato, enhorabuena
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