Corbeta "Nautilus" |
(1) La ley de Fuerzas Navales para 1932 publicada en la «Gaceta» hace más de dos meses, ha sufrido importantes modificaciones antes de empezar a regir, debido a las órdenes ministeriales que por razón de economías han dispuesto que se den de baja diversas unidades de la flota y que pasen otras a situación de parcial desarme.
Entre los barcos que desaparecen definitivamente de la lista de nuestra Marina de Guerra, figura la “Nautilus”, el navío más veterano y de mayor circulación de la flota militar española que durante muchos años paseó el pabellón nacional por los mares más lejanos.
Cerca de medio siglo ha permanecido la “Nautilus” prestando servicios a la Marina, aunque en la última época de su vida desempeñase un papel muy pasivo, fondeada en el Ferrol como pontón dedicado a escuela flotante de aprendices marineros.
Entre los buques de guerra de estos últimos tiempos, los hay cuyo nombre resulta inseparable al de algún preclaro marino: la “Numancia” y Méndez Núñez, el “Reina Cristina” y Cadarso, el “Vizcaya” y Eulate, el “María Teresa” y Cervera y Concas, el “Oquendo” y Lazaga, la “Nautilus” y Villaamil. Los más por la muerte heroica de sus comandantes, y otros por motivos trágicos.
Los nombres de Villaamil y la “Nautilus” pasarán juntos a las páginas históricas de nuestra Marina, porque obra personal de aquel esclarecido oficial que pereció en Santiago de Cuba, a bordo del “Furor” fue la adquisición de la “Nautilus”, que mandó en su célebre viaje de circunnavegación, del que escribió la crónica. Estando don Fernando Villaamil destinado en el ministerio el año 1886, se le encomendó el estudio de un proyecto para organizar la instrucción del personal, que redactó en breve plazo, proponiendo la adquisición de tres veleros para emplearlos en instruir a los guardiamarinas y otras clases de la Armada. La idea no cayó en terreno baldío. Para la instrucción de los guardiamarinas se empleaba entonces una vieja fragata, de manejo costoso y finalidad inadecuada. El ministro, almirante Pezuela, comisionó a Villaamil para comprar en Inglaterra un buque mercante de convenientes proporciones, sin más limitación que su coste, por lo exiguo de la consignación presupuestaria.
En quince días desempeñó don Fernando su cometido, comprando el clipper “Carrik Castle”, de 1.700 toneladas, por doce mil duros. Se había construido en los astilleros Eider, de Glasgow, en 1866. El buque vino de Londres a España cargado con todo el material para defensas submarinas adquirido en Inglaterra, economizando así un flete que valía más de las 60.000 pesetas, de manera que la “Nautilus” ha sido el buque cuya adquisición ha resultado más barata a nuestra Marina.
Cambió aquel Gobierno y se varió de criterio respecto a la instrucción de guardiamarinas. La “Nautilus” quedó desmantelada en Cádiz algunos años, hasta que la carencia absoluta de buque escuela hizo volver la mirada al clipper y ordenar su transformación en barco-escuela. Como era lógico, fue nombrado Villaamil su comandante y se le dieron poderes para disponer su habilitación y ordenar el plan del viaje e instrucción de los cadetes embarcados.
Emprendió la “Nautilus” su circunnavegación el día 30 de noviembre de 1892, rindiendo viaje en San Sebastián el 16 de julio de 1894, día de la Virgen del Carmen, Patrona de la Marina. Su itinerario fue el siguiente: Plymouth, Nueva York, Bahía (Brasil), Montevideo y Buenos Aires, pasó al Pacífico, recalando en Valparaíso, dos puertos de Nueva Zelanda y cuatro de Australia, dobló el cabo de Buena Esperanza, fondeando en Capetown, Cabo Verde, Canarias y Pasajes.
En la dotación de la “Nautilus” figuraban entonces como alféreces de navío el ex ministro don Mateo García de los Reyes y don Alvaro Guitián, actual contralmirante y comandante en jefe de la escuadra. Llevaba 31 guardiamarinas.
El libro que Villaamil escribió sobre este viaje de 18 meses y medio, es una obra interesantísima, de edición completamente agotada. Se titula Viaje de circunnavegación de la corbeta “Nautilus”, y se publicó en 1895. Está escrito con la ingenuidad y simpático desaliño literario de quien nunca presumió de escritor, pero blasonó justamente de hombre sincero. La candorosa, emotividad de su autor, lo pintoresco de las descripciones, y el amor a la patria, a la Marina, a sus subordinados y al mismo barco, resplandecen constantemente en las páginas de la obra. Los días pasados en fiesta continua en los antípodas, donde no se conocía la bandera española, y en puertos que a partir de entonces apenas la han vuelto a contemplar, el encuentro de compatriotas casi perdidos en latitudes tan lejanas, sugieren a Villaamil hermosos y certeros comentarios.
Después de aquel su primer viaje, la “Nautilus” siguió practicando otros anuales algunos transatlánticos, para la educación de mar de los guardiamarinas, siendo por espacio de dos décadas el único buque de la Armada que frecuentaba el extranjero. A su bordo completaron la instrucción náutica muchas generaciones de marinos de guerra y allí se fomentaron esperanzas e ilusiones que la realidad desvaneció duramente en Cavite y Santiago de Cuba. Los vientos que hincharon las velas de la “Nautilus” orearon la reacción que siguió al desastre de 1898.
Crucero "Reina Regente" |
En los primeros tiempos de servicio de la “Nautilus”, el buque estaba en su misión de escuela a tono con los de su clase en las demás flotas. La Gran Bretaña tenía su fragata “Britannia” y Francia su “Melpoméne”, navíos de vela tan queridos por las generaciones de marinos que en ellos recibieron instrucción de mar, evocados por Percy Scott en su “De la Marina de velas al Dreadnought” y por Rondeleux en su “Últimos tiempos de la marina de velas”. Pero cambiaron los tiempos, y con ellos la moda y las ideas. Aparecieron en las flotas extranjeras los buques escuelas mixtos de vapor y velas o se dedicaron a este objeto acorazados y cruceros un tanto anticuados. En España, siendo Silvela ministro de Marina, intentó la adquisición de un buque mixto para sustituir a la “Nautilus”, pero por vicisitudes de la política no se cumplieron sus propósitos. Años más tarde se adquirieron los motoveleros “Minerva” y “Galatea” para buques escuelas de guardiamarinas y de aprendices marineros. Fue una mala adquisición. En 1916 los guardiamarinas de la promoción hicieron ya su viaje de prácticas en el crucero “Reina Regente”, y en años sucesivos en el “Cataluña”. La “Nautilus” quedó relegada a pontón para depósito y enseñanza de los aprendices marineros. Este descenso de rango ha durado quince años. Sustituyó la “Nautilus” en tal cometido a la vieja corbeta “Villa de Bilbao”, y ahora parece que el designio ministerial es instalar la escuela de aprendices en tierra, hasta que embarquen para las prácticas de navegación en el motovelero "Galatea".
Con la “Nautilus”, que ahora se desguazará tras una vida laboriosa, desaparece toda una época de nuestra Marina de Guerra, llevándose un mundo de recuerdos y añoranzas.
JUAN B. ROBERT
(1) Articulo publicado en La Vanguardia el 24 de diciembre de 1931.
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